sábado, 18 de abril de 2020

¿TE IDENTIFICAS CON ALGUIEN?... Un poco de buen humor y un mucho de realidad


Aprovechando que estos días he estado en casa, he estado revisando papeles que tenía guardados desde hace tiempo por cuestiones que me llamaban la atención. Me encontré  una caracterización de roles que me pareció muy curiosa, graciosa y real y que quiero ahora compartir. Es un resumen de algún artículo que hice hace años que ayuda a entenderse en un grupo, equipo o colectividad por la diversidad de personalidades que interactúan en él y así poder tratarse y ayudarse mejor. Aquí va:


EL ETERNO PREGUNTÓN:

Le gusta entorpecer o indagar las opiniones ajenas; trata siempre de hacer apoyar su punto de vista.

No hay que resolver sus problemas, ni tomar partido, hay que ayudarle a que encuentres respuestas.


EL QUERELLADOR:

Le gusta herir a los demás, o tiene razones legítimas para estarse quejando.

Hay que decirle que por falta de tiempo se tratara ese asunto después, y permanecer tranquilos.

EL EMBROLLÓN:

Le gusta discutir, oponerse por placer o por hallarse fuera decí por cuestiones personales.

Hay que tratar de aprovechar lo bueno que aporte, hablarle en particular y hablarle de la importancia del trabajo en equipo.


EL OBSTINADO:

Ignora sistemáticamente el punto de vista de los demás. No quiere aprender nada de nadie porque siente que no vale la pena.

Hay que decirle que es interesante discutir a solas con él, pero que tiene que aceptar el punto de vista de los demás.


EL SABELOTODO:

Quiere imponer su opinión a todos. Puede ser que por estar efectivamente bien informado, o por ser un simple charlatán.

Hay que detenerlo mediante preguntas difíciles y buscar que el grupo no se deje dominar por él y pierda la identidad de comunidad.


EL MUDO VOLUNTARIO:

Se desinteresa de todo. Se cree por debajo o por encima de los problemas que atañen al grupo.

Hay que tratar de despertar su interés, pidiéndole su opinión sobre un punto que conozca, y darle seguridad para hablar con confianza.


EL TIPO IDEAL:

Siempre dispuesto ayudar. Seguro de sí mismo. Convencido y con vencedor con su testimonio. Participa ador y alienta a participar. Pacífico y pacificador.

Es un elemento muy valioso. Hay que hacerle a portar su contribución y darle las gracias. Animarlo a que siga adelante pero sin exageraciones o adulaciones.


EL CHARLATÁN:

Habla y habla de todo fuera de tema y de una forma incontrolable e incontenible.

Se necesita pararle la cuerda, cuando se detiene para tomar aliento.


EL TÍMIDO:

Tiene ideas, pero no participa por temor, o porque no sabe cómo hacerlo. Le da pena todo o casi todo.

Hay que ayudarlo, hacerle preguntas fáciles. Aumentar su confianza en sí mismo. Atraer la atención sobre sus buenas intervenciones.


EL DE IDEAS FIJAS:

Tiene manías y la repiten sin cesar. Habla de ellas interminablemente. Es susceptible.

Se deben aprovechar las ideas interesantes que expresa. Tratar de comprenderlo y tratarlo con cuidado.


EL DE LAS NUBES:

Es distraído, y además distrae a los demás. Puede hablar de varios temas y da esa impresión como que siempre de andar en las nubes.

Hay que hablarle por su nombre y buscar la manera de atraer su atención con preguntas directas y claras.


EL DE CUELLO DURO:

Trata a todos de una manera activa. No se interesa por la comunidad y se siente perfecto en todo.

No hay que herir sus susceptibilidades ni criticarlo. Ayudarle a que vaya bajando el cuello y vea al grupo para integrarse en él.


Éstos son solamente algunos tipos de personalidad que se pueden dar en un grupo equipo o colectividad. Hay más, por supuesto, y sobretodo se da el caso de la combinación de diversas actitudes. Debemos buscar el conocernos lo mejor posible para poder darnos a los demás y hacer un buen trabajo de equipo.

Padre Alfredo.

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