viernes, 27 de diciembre de 2013

Algo de la historia de la celebración de la Navidad...

La historia de la Iglesia ubica las primeras fiestas de la celebración de la Navidad en el siglo IV, cuando los católicos buscaban una fecha especial para celebrar el glorioso Nacimiento de Jesucristo y encontraron el 25 de diciembre como un día muy especial, por estar en el solsticio de invierno y recibir a Jesús, el Sol que vino a iluminar a la humanidad. La fecha del 25 de diciembre fue el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús, basándose en cálculos de calendario que nada tenían que ver –como muchos piensan– con los festivales paganos en honor a Saturno. 

Hay pruebas del Este griego y del Oeste latino que muestran que los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección. 

Los antecedentes más fidedignos sobre la celebración de la Navidad son de carácter religioso. La ceremonia de Navidad más antigua de la que se tienen datos exactos se remonta al período entre los años 320 y 353 pero ya antes se celebraba. Se sabe que en el año 345, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno se fijó la fecha de la Natividad. Ellos propusieron esta fecha y El Papa Julio I, habiendo escuchado las razones expuestas por ellos y otos teólogos de aquel tiempo, fijó la fecha del 25 de diciembre. Así debe entenderse que esta fecha es la conjunción de costumbres y tradiciones heredadas. 

El emperador Aurelio, que gobernó el imperio romano desde el año 270 hasta su asesinato en 275, era un hombre hostil hacia el cristianismo, y está documentado que por eso promocionó el establecimiento del festival del "Nacimiento del Sol Invicto", como un método para unificar los diversos cultos paganos del Imperio Romano alrededor de una conmemoración del "renacimiento" anual del sol. Se sabe que él lideró un imperio que avanzaba hacia el colapso, ante las agitaciones internas, las rebeliones en las provincias, el declive económico y los repetidos ataques por parte de tribus germanas por el norte y del Imperio Persa por el este y por eso buscó establecer alguna fiesta que congregara al pueblo pagano para darle, como se dice «pan y circo» y tenerlo contento.

Al crear esa nueva festividad, su intención era que el día 25, en el que comenzaba a alargarse la luz del día y a acortarse la oscuridad, fuera un símbolo del esperado "renacimiento" o eterno rejuvenecimiento del Imperio Romano, que debía ser el resultado de la perseverancia en la adoración de los dioses cuya tutela (según creían los romanos) había llevado a Roma a la gloria y a gobernar el mundo entero. Y si podía solaparse con la celebración cristiana, mejor aún. De manera que las saturnarias o fiestas en honor de Saturno, buscaban opacar la celebración de los cristianos. Se sabe que en realidad, esa fecha no tenía ningún sentido religioso en el calendario festivo pagano en tiempos anteriores a Aurelio, y el culto al sol tampoco desempeñaba un papel importante en Roma antes de su llegada.

El festival pagano del "Nacimiento del Sol Invicto", instituido por el emperador romano Aurelio el 25 de diciembre de 274, fue casi con toda certeza un intento de crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos. Así pues, "los orígenes paganos de la Navidad" son un mito sin fundamento histórico. Fue primero la Navidad, que se popularizó después y luego las fiestas en honor al sol. Aurelio buscó exaltar el Saturnal Romano que se celebraba el 19 de diciembre, en honor de Saturno, dios de la agricultura con una fiesta que se prolongaba durante siete días de bulliciosas diversiones y banquetes. Al mismo tiempo, se celebraba en el Norte de Europa una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el Sol brillara con más fuerza.

Todos sabemos que a lo largo de los siglos, muchas costumbres, tradiciones, mitos y leyendas se han ido agregando a las fiestas de Navidad, por eso algunos signos de estas fechas provienen de muchos países diferentes, hasta llegar a la actual celebración de la Navidad. 

Los primeros cristianos sabían que el verdadero espíritu de la Navidad era de una gran alegría y regocijo porque ha nacido el Salvador. Hacían fiesta porque Dios se ha hecho hombre. «ET VERBO CARO FACTUM EST». El Mesías se ha hecho partícipe de nuestra naturaleza. Ha compartido con nosotros alegrías, penas y sufrimientos. Se hizo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado. Como dice la Escritura: "El Cordero libre de pecados cargó con todos los pecados de nosotros para ofrecérselos al Padre Eterno como único holocausto y hostia pura de sacrificio agradable a Dios".

Así, se recordaba al pueblo cristiano, que ya celebraba la Navidad sin una institución oficial, que esa luz nueva que los paganos celebraban en las saturnarias, es Cristo, luz de nuestras vidas y, como somos seres que hablamos por medio de signos, era necesario mostrar con signos de fiesta el gozo del nacimiento del Salvador.

En el año 540, un error del monje Dionisio, apodado «El Exiguo», en el cálculo de las fechas, fijó esta fecha como el nacimiento del Mesías, sin embargo, el error pudo haber estado también en el año, de manera que nuevos cálculos hicieron descubrir que tal vez Jesús nació entre cuatro y seis años antes del inicio de la era cristiana durante el reinado de Herodes.

El tema de la fecha exacta es controvertido, aunque varios teólogos de los primeros tiempos de la Iglesia intentaron comprobar la época real del nacimiento de Cristo y todo ello fue discutido desde el segundo siglo (con otros temas como la fecha de Pascua, la conmemoración de la muerte y de la resurrección de Cristo), porque las Escrituras solo señalan que la muerte de Cristo fue en la Pascua Judía. A esta precisión se suma la complejidad derivada en los computos de los calendarios judíos, griegos, y latino. Hay relatos de algunos cristianos que narran la celebración de nacimiento de Cristo en Marzo o Abril. Pero al final, se determinó celebrar la concepción de Cristo el 25 de Marzo, la misma que el banquete de la Resurrección, y por tanto la fecha cuando el ángel se le apareció a María. Ahora bien, según los judíos antiguos y los primeros cristianos, la vida comienza en la concepción. Si esto es así y se concibió a Cristo el 25 de Marzo, entonces nueve meses más adelante nació, es decir, el 25 de Diciembre.

Hasta la fecha, la fiesta de Navidad es la más universal de todas las celebraciones de la humanidad y con la globalización, ha recogido múltiples tradiciones de las diversas naciones, es una época de re-encuentro, de alegría, de paz; incluso ese día por una tradición muy antigua, se suspenden las guerras. Con el tiempo se fueron añadiendo los villancicos y la representación del Nacimiento con figuras de barro y escenificaciones vivientes. La historia atribuye a san Francisco de Asís como el creador del nacimiento para mostrar al mundo la pobreza en que nació Jesús. Se ponían diversas figuras o se pedía a las personas que representaran a alguno de los personajes y se narraban diversas escenas de la vida de Cristo. 

Tradicionalmente se celebra el Nacimiento del Salvador con la Misa de Gallo, que se celebra la noche del 24 de Diciembre alrededor de las  12 de la noche. Su celebración conmemora el nacimiento del Niño Dios y tanto las lecturas como los cantos nos hablan de la natividad. Después de la cena de Navidad, las familias católicas se dirigen a la iglesia para asistir a la ceremonia.

La iglesia tomó esta costumbre de los ritos de los templos de Jerusalén que celebraban tres misas el día del nacimiento de Jesús. La primera en la noche en la cueva de la natividad, santificando así la hora del nacimiento del Señor. La segunda al amanecer como signo de la resurrección y recordando el natalicio del Dios-hombre; y la tercera en el templo, siendo ésta el oficio solemne del día. En Roma también celebraban tres misas: una en la noche en Santa María la Mayor recordando la hora del nacimiento. Otra al amanecer recordando el misterio de la resurrección y la tercera el oficio solemne del día, en San Pedro. 

La Navidad, actualmente, se celebra litúrgicamente con tres misas: la de medianoche, la del alba y la del mediodía, que cubren todo el desarrollo de los festejos navideños. En esta noche en que se celebraba el despertar del sol (es cuando empieza a alargar el día), no se debía dormir, sino que había que pasarse toda la noche de fiesta. Con el cristianismo esas fiestas se cristianizaron, siendo el nuevo eje de la misma Jesús recién nacido.

La celebración del Nacimiento de Cristo, tal como la conocemos hoy, es una creación del siglo XIX. El árbol de navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. El papa Juan Pablo II fue el primer Papa que colocó un Árbol de Navidad en el centro de la plaza de San Pedro, junto al Nacimiento. No existe un registro detallado que certifique sobre el primer uso del árbol de Navidad, para festejar el nacimiento de Jesús. Pero se menciona que en el año 200 d.C. ya se presentaba el uso de árboles en la celebración de la Navidad.

En los últimos años, muchos villancicos han sido recuperados y se han compuesto muchos nuevos (la costumbre de cantar villancicos, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). Las tarjetas de navidad no empezaron a utilizarse hasta la década de 1870, aunque la primera de ellas se imprimió en Londres en 1846. A eso se añadió la familiar imagen de Santa Claus, con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes, una invención estadounidense, aunque la leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en parte de San Nicolás de Bari y una jovial figura medieval, el espíritu de navidad. En Rusia lleva tradicionalmente un cochinillo rosa bajo el brazo.

jueves, 28 de noviembre de 2013

«THANKSGIVING»... Una hermosa tradición para dar gracias a Dios que se debe conservar

El «Thanksgiving» es una tradición muy hermosa que se originó en los Estados Unidos en 1621 y que desde entonces cada año se ha celebrado. Esta celebración tiene como objetivo agradecer a Dios todo lo que la tierra nos ha dado, además de tener la maravillosa oportunidad de reuniese con la familia a compartir la cena.

El  «Thanksgiving» surgió por la llegada de un grupo de peregrinos que en 1620 viajaron desde Inglaterra a América desembarcando en Plymouth (Massachusetts), escapando de las condiciones de vida de su país. Los nativos de aquella localidad los recibieron amistosamente y compartieron con los peregrinos sus conocimientos sobre las cosechas y la caza. Como muestra de gratitud por la buena cosecha, las enseñanzas y lo bien que habían sido acogidos por aquellas tierras, los peregrinos decidieron ofrecer un gran banquete para los nativos de la región.

«Gratitud» fue la esencia principal de aquel histórico banquete que marcó el inicio de una tradición inquebrantable, pues en este día la familia, amigos, colegas e incluso vecinos se reúnen para dar gracias por todo lo que la tierra les provee. Hay comida y bebidas en abundancia. Lo que se hace ese día es compartir una cena con los familiares más queridos para recordar cómo fue que los indios y peregrinos se unieron para ayudarse, sin importar las distinciones.

Después de que los Estados Unidos consiguieran la independencia, el Congreso (Council) recomendó un día anual de acción de gracias para que la nación entera lo celebrara. George Washington sugirió la fecha el 26 de noviembre como Día de Acción de Gracias. Pero no sería hasta 1863 cuando, al final de de una guerra civil larga y sangrienta, Abraham Lincoln pidiera a todos los habitantes del país festejar el último jueves de noviembre como un día de “Thanksgiving”, es decir como el Día de Acción de Gracias.

Por lo general, en la cena de Acción de Gracias se comparten diferentes tipos de platillos que hacen referencia a lo que se consumió en la primera cena con los indios y peregrinos, por eso se come pavo, maíz, calabazas, arándanos y camotes, que son algunas de las delicias que se degustan ese día.

En el menú de cena de gala no puede faltar el pavo relleno, platillo que fue escogido por los inmigrantes ingleses para celebrar aquella primera cena de Acción de Gracias, desde entonces esta ave fue adoptada como símbolo tradicional del banquete de acción de gracias. La crianza y consumo del pavo, animal que proveía el único tipo de carne popular, antes de la llegada de los cerdos, vacas, borregos y chivos del viejo continente, es parte de la forma de vida de los nativos. El pavo constituía, junto al lobo, el oso y la tortuga, uno de los totems o símbolos de las grandes tribus o congregaciones nativas asentadas en el territorio comprendido actualmente desde el punto extremo norte de Nueva York (Catskills) hacia el sur por el rio Hudson, incluyendo todo el estado de Nueva Jersey, parte de Delawer y la parte sureste de Pennsylvania.

Desde el año de 1947 el presidente de los Estados Unidos realiza ceremonia de indulto, conocida como “Annual Pardoning of the National Turkey”, este indulto es un perdón simbólico. El pueblo puede votar a través de diversos medios para salvar al ave. La ceremonia data  del año 1947, cuando era presidente Harry Truman.

En la mesa de Acción de Gracias no pueden faltar tampoco platillos hechos a base de elementos como el maíz, que representa la supervivencia de las colonias., ya que era el plato principal de aquellos tiempos y se consumía en toda comida; la calabaza, que generalmente se presenta a la mesa de Acción de Gracias como el tradicional Pastel de Calabaza; la salsa de cranberry, que se sirvió en el primer Día de Acción de Gracias y se sigue sirviendo hoy en día —el cranberry es una baya ácida/agria, proveniente del continente norteamericano—. Estos elementos son servidos a la mesa en forma de puré de papa, camotes acaramelados y ejotes con zanahorias glaseadas y panecillos de acompañamiento.

Con los años, se fueron añadiendo algunos otros elementos como el desfile de Acción de Gracias, que es uno de los acontecimientos más esperados de este día. El clásico desfile de «Thanksgiving» se llevó a cabo por primera vez el 1924 organizado por los grandes almacenes Macy’s de Nueva York en que desfilaron los empleados de dichos almacenes. Posteriormente en 1927 se incorporaron marcas muy reconocidas y enormes globos de helio representando a animales y figuras típicas de acción de gracias, pero, con los años, los personajes infantiles más populares —dependiendo del momento y las marcas comerciales— son parte fundamental de este desfile que siguen millones de personas en directo y por televisión. Éste se puede  apreciar por las calles de Manhattan.

A lo largo de los años esta celebración se ha ido modificando, sin embargo, los creyentes tenemos que agradecer a Dios que no se haya perdido el verdadero sentido del festejo: el de dar Gracias. El «Thanksgiving» sigue siendo un día de familia, donde sus miembros se reúnen para dar gracias a Dios, una tradición muy arraigada, antigua y hermosa de esta gran nación, a pesar de que la avaricia de unos pocos quiera convertirla en un gran negocio y una pesadilla para cientos de miles de empleados.

Por desgracia, cada vez más personas tienen que dejar solas a sus familias ese día en medio de la cena para ir a cumplir con sus obligaciones de trabajo, lo que ha obligado a un cambio de horario en la celebración, pues muchas familias la han tenido que trasladar al mediodía, que más bien en Estados Unidos es la hora del lunch. Muchos establecimientos, urgidos por la reciente crisis económica, comenzaron sus ventas del famoso viernes negro el mismo día de acción de gracias, a horas tempranas de la noche. Desde luego que los inteligentes ejecutivos de las grandes corporaciones promotoras de esta iniciativa, no abandonan sus cenas y sus familias para ir a supervisar el desarrollo de las ventas en sus negocios; ellos siguen disfrutando de esta hermosa tradición, para eso tienen empleados entre los que se encuentran muchos que dufren por no poder vivir estos momentos del compartir familiar..

Los hombres y las mujeres de fe sabemos que sustituir en el «Thanksgiving» la vida a la familia y dar primacía al aprovechamiento de ofertas, no es bueno. Para muchos de los empleados que están obligados bajo amenaza de perder sus empleos a trabajar el viernes negro, desde tempranas horas de la madrugada e incluso el mismo día de acción de gracias, los beneficios monetarios que obtienen no sustituyen el sacrificio de dejar sus hogares y sus familias para cumplir con sus obligaciones laborales. La fiebre consumista del llamado «Black Friday» o «Viernes Negro» amenaza la hermosa tradición con filas interminables de personas intentando hacerse con algunas de las ofertas que parecen de locos, pero son reales.

Creo que los cristianos, en las Misas de «Thanksgiving» en nuestras parroquias, deberíamos de pedir a Dios que los dueños, accionistas y ejecutivos promotores de estas iniciativas de venta  sean más moderados y menos agresivos en este día. Sus empleados, sus clientes y la sociedad se lo agradecerán y además, estarían contribuyendo a preservar una hermosa tradición que en este país siempre se ha respetado.Hay estudios científicos que demuestran que cenar en familia fomenta la unión familiar así como también estas familias tienen menos problemas con sus hijos.

Es bueno que al estar en familia se puedan responder algunas preguntas como éstas: 

¿Qué grandes eventos sucedieron en la familia este año? ¿Creció la familia en número, a través de bodas o nacimientos? ¿Se nos adelantaron al cielo algunos de nuestros seres queridos? ¿Experimentó la familia momentos difíciles? Si es así, hay que considerar lo que se aprendió de cada situación. ¿Quiénes son los miembros de la familia? A la hora de la cena se puede brindar y nombrar  una cualidad de cada miembro.

Es, además, una hermosa oportunidad para orar juntos al tener en la mesa el pan que ha sido bendecido en la Misa matutina, como es costumbre. Este día de acción de gracias, aunque no es una fiesta de guardar en el calendario católico,  es como un faro que nos anticipa el brillo de  la luz venidera de la época de Navidad. El calendario litúrgico de la Iglesia en los Estados Unidos lo celebra con gran solemnidad. En la Misa Solemne de este día, se leen dos lecturas —una del Antiguo y otra del Nuevo Testamento— y una emblemática lectura del Evangelio de Lucas: el pasaje del “Magnificat” pronunciado por la Santísima Virgen María, en la que ella declama una de las más hermosas y profundas acciones de gracias al amor infinito de Dios: “proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva… porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, y su nombre es santo”. (Lc 1:,41-55) y se bendice el pan que se compartirá en la cena.

Recordemos que nosotros los  Católicos diariamente celebramos la Eucaristía, que significa «Acción de gracias» , ese "sí" que le damos a Cristo a la invitación que nos hace a participar en el banquete , donde el promete que cenará con nosotros (Ap 3,20): "Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos". Por eso, los católicos no sólo debemos celebrar el Día de Acción de Gracias con profundo espíritu de oración, agradecimiento y alegría, sino que la celebración de este día nos debe llevar a recordar que nuestra vida como católicos es una constante acción de gracias, a través de nuestros actos de la vida cotidiana, que deben todos ellos dar gloria a Dios, y de manera especial a través de la celebración de la Eucaristía, que como nos dice el Catecismo: “La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. ‘Eucaristía’ significa, ante todo, acción de gracias”. (CCC 1360)

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “Creer en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias inmensas para toda nuestra vida”, (CCC 222); y luego agrega que esto implica, “vivir en acción de gracias: Si Dios es el Único, todo lo que somos y todo lo que poseemos viene de él: ‘¿Qué tienes que no hayas recibido?’ (1 Co 4:7) ‘¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?’” (Sal 116:12) (CCC 224).

Antes de empezar la cena de «Thanksgiving» se puede recitar el salmo 67 y hacer una oración sencilla como estas:

Salmo 67
V. ¡Que te alaben Señor todos los pueblos!
R. ¡Que te alaben Señor todos los pueblos!

Que el Señor tenga compasión y nos bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
para que todas las naciones de la tierra
conozcan su voluntad y salvación. 
R. ¡Que te alaben Señor todos los pueblos!

Oh Dios, que te alaben los pueblos;
¡que todos los pueblos te alaben! 
Que las naciones griten de alegría,
pues tú gobiernas los pueblos con justicia; 
¡tú diriges las naciones del mundo! 
R. ¡Que te alaben Señor todos los pueblos!

Oh Dios, que te alaben los pueblos;
¡que todos los pueblos te alaben! 
La tierra ha dado su fruto;
¡nuestro Dios nos ha bendecido! 
R. ¡Que te alaben Señor todos los pueblos!

¡Que Dios nos bendiga! 
¡Que le rinda honor el mundo entero!
R. ¡Que te alaben Señor todos los pueblos!

Oración:

Oh Señor, con corazones humildes pedimos
tu bendición en este Día de Acción de Gracias.
Y pedimos que en esta mesa,
donde agradecidos compartimos los alimentos en familia,
tu gracia venga para acompañarnos en paz y armonía.
Pedimos que tu amor bendiga, ¡Oh Señor!,
cada corazón, cada hogar, cada mesa festiva,
y que tu paz venga a quedarse
donde brillan las velas, en el Día de Acción de Gracias. Amén.

Oración:

Gracias Dios por todo lo que crece,
Gracias por el arco iris en el cielo,
Gracias por las estrellas que brillan,
Gracias por nuestra familia,
Gracias por nuestros amigos,
Gracias por la luna y el sol,
Gracias por todo lo que has hecho. Amén.

Les invito a celebrar el día de acción de gracias como un día sagrado para la familia. Se que siempre habrá gente a quien no le interese su significado y esté dispuesta a aprovechar la fecha para ganar unos pocos dólares más, pero la familia, la tradición y la fe en Dios serán siempre más importante que el dinero.

Padre Alfredo.

martes, 27 de agosto de 2013

El Vanclarista y la amistad con Cristo…

Hace ya muchos años, la beata María Inés Teresa del  Santísimo Sacramento, inspirada por el Señor, fundó el grupo de Van-Clar. Primero lo insertó, como «brazo derecho» en las primeras constituciones de las Misioneras Clarisas —al hablar de la importancia del trabajo con los laicos—, luego, al poco tiempo, aquello que estaba escrito se concretizó en unos grupitos de jovencitas deseosas de tener una experiencia profunda de amistad con Jesús para ser misioneras seglares e ir a los más alejados en Estados Unidos y en México; unas pensaban en misiones de Semana Santa y verano, y otras, en ayuda económica para la misión de Japón, que fue la primogénita de tantas que fundó la beata María Inés. Poco a poco a cada grupito que nacía, se le unieron jóvenes varones deseosos también de vivir en «estado de misión», atraídos por el lema del grupo que es  “Vivir para Cristo”.

Aquellos jovencitos y adolescentes tuvieron la dicha de conocer a la fundadora del Grupo, la beata Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, y recibieron las enseñanzas y consejos que salían de sus labios y que iban consolidando el ser y quehacer de esos jóvenes laicos como «vanguardias misioneras», que, respaldados por la doctrina que la Madre les transmitía también por cartas y que iba marcando la pauta a seguir para llegar a ser lo que ella misma esperaba de un Vanclarista: “llenos de fervor, de fuego juvenil, de anhelos de pureza, de sacrificio, de abnegación”. Con el paso de los años aquellos jovencitos inquietos crecieron no sólo en número, sino, como Jesús, en gracia, sabiduría… ¡y edad! (cf. Lc 2,52).

Ahora, con el pasar de los años, el grupo está integrado por adultos mayores, matrimonios, jóvenes profesionistas, estudiantes, adolescentes, enfermos y niños… un sinfín de miembros de diversas condiciones constituyen cada grupo de Van-Clar, que, como una pequeña célula, en medio de una sociedad que parece haber hecho a un lado la fe, busca instaurarla y conservarla en el ambiente en donde cada uno de los miembros del grupo, se esfuerza por dar testimonio de vida cristiana yendo a buscar, al mismo tiempo, a los más alejados.

La beata, en su anhelo misionero, espera de los Vanclaristas laicos “dirigentes”, como fermento del evangelio en medio del mundo, que sepan “ante todo dar testimonio de Cristo con una vida recta, limpia… un grupo que de veras se entregue al servicio de Dios y del prójimo”.

Los grupos han crecido, y ahora son muchos los laicos que quieren hacer vida el lema de Van-Clar: “Vivir para Cristo”. En los últimos años ha sido muy considerable el florecimiento de nuevos grupos en los diversos continentes y el incremento de aspirantes y pre-vanclaristas que han llegado a engrosar las filas de los que perseveran desde hace años en algunos de los catorce países en donde la Familia Inesiana está presente.

Que la Virgen María, la Mujer que mantuvo siempre firme el ideal. La Mujer maravillosa que se mantuvo siempre en un clima de misión. La Mujer que siendo más importante que cualquiera de los apóstoles no perdió nunca el rumbo y la sencillez del amor de amistad con el Señor haciendo en todo su voluntad, camine al lado de cada Vanclarista y le ayude, en el estilo de la beata María Inés, a ser más amigos del Señor y a hacerle más amigos al Señor. ¡Vamos María”.

Alfredo Delgado, M.C.I.U.
Año de la Fe

domingo, 19 de mayo de 2013

En el día de Pentecostés...


TODAS LAS CITAS BÍBLICAS 
EN QUE SE NOMBRA DIRECTA O INDIRECTAMENTE 
AL ESPÍRITU SANTO.

EL QUE HABLÓ A TRAVÉS DE LOS PROFETAS, CITAS BÍBLICAS DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

Gn 1,1: Se movía en las superficies de las aguas.
Gn 1,26: Participó en la creación junto al Padre y el Hijo.
Gn 2,7: El soplo de Dios Dador de aliento y vida.
Gn 5,24: Enoc estaba en comunión con el Espíritu.
Gn 6,3: No permanecerá mi Espíritu.
Gn 41,38: José era un hombre del Espíritu.
Ex 4: Mois1es tenía el don de milagros
Ex 31,2: Bezaleel un obrero lleno del Espíritu Santo.
Num 11,24: El Espíritu se posa sobre Balaam para bendecir a Israel.
Deut 18, 18: Los verdaderos profetas.
Deut 34,9: Josué quedó ungido del Espíritu a través de Moisès.
Jue 6, 34: El Espíritu revistió de fuerza a Gedeón.
Jue 16, 20: Sansón se debilitó porque el Espíritu ya no estaba con él.
1 Sam 3,19: Samuel tenía la unción del Espíritu.
1 Sam 10,1-5: Saúl es ungido por Samuel y es invadido por el Espíritu.
1 Sam 16,13: Samuel unge a David.
1 Sam 19,20: Saúl asiste a una comunidad del Espíritu.
2 Sam 12,1: El profeta Natán con el don de consejo.
1 Rey 3,12: Salomón recibe el don de sabiduría.
1 Rey 8, 13: El Espíritu está presente en la consagración del templo.
1 Rey 17,1: Elías tiene el don de milagros.
1 Rey 19,12: El Espíritu guía a Elías a defender la fe.
2 Rey 2,9: Eliseo recibe el don de milagros y sanación.
Isaías 7,14: El Emmanuel tendrá todos los dones.
Isaías 11,2 ; 42,1 y 61,1: Nos presentan a Jesús como el Mesías lleno del Espíritu.
Jr 1,5 y 9: Consagrado desde el vientre de su madre.
Jr 20,9: El fuego de Dios lo quemaba por dentro.
EZ 3,14-15: y 3,23: Ezequiel recibe el Espíritu.
Ez 36,25 y 37,1: anuncio del derramamiento del Espíritu.
Joel 3,1: Profetiza la era del Espíritu.

Y SE POSÓ SOBRE JESÚS COMO UNA PALOMA: EL ESPÍRITU SANTO EN LOS EVANGELIOS.

1. Mt 1, 18, 20b: Quedo esperando por obra del E.S. /Lc 1,35
2. Mt 3,11: El los bautizara en el fuego del E.S. /Lc 3,16b
3. Mt 3, 16: Vio el Espíritu de Dios que bajaba como paloma/ Lc 3,22
4. Mt 4,1: El E.S. condujo a Jesús al desierto. Mc 1,12/ Lc 4,1
5. Mt 10,20: El Espíritu de mi Padre hablara por ustedes. Mc 13,11b /Lc 21,15
6. Mt 12, 32: El que insulte al E.S. no será perdonado. Mc 3,29
7. Mt 16,17: El E.S. le revelo a Pedro quien es Jesús.
8. Mt 28, 19: Bautícenlos en el nombre del P/H/ES
9. Mc 2,8: Jesús supo en su Espíritu lo que pensaban.
10. Lc 1,41b Isabel se llenó del E.S.
11. Lc 2,25 Simeón tenía el E.S.
12. Lc 2, 38: Ana tenía el don de profecía
13. Lc 4,18: El Espíritu del Señor esta sobre mi
14. LC 6,12: Don de discernimiento
15. Lc 11,13: Les dará el E.S.
16. Lc 24,49: La promesa del Padre.
17. Jn 3,5: Renacer del Espíritu
18. Jn 3,34: El E.S. le comunica a Jesús.
19. Jn 4,23: Dios busca adoradores en Espíritu y verdad
20. Jn 6,63: El Espíritu es quien da vida.
21. Jn 7,38-39: Ríos de agua viva.
22. Jn 14, 15-18,26: El Espíritu de la verdad/Interprete.
23. Jn 15,26: Vendrá en defensa de Jesús
24. Jn 16,7: Rebatirá las mentiras.
25. Jn 16,13-14: No llevara a la verdad total.
26. Jn 20,22: Soplo sobre ellos el E.S.

Y HARÁN OBRAS MAYORES: EL ESPÍRITU SANTO EN LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES:

1. Hch 1,2: Jesús dio instrucciones por medio del E.S.
2. Hch 1,4-5: La promesa del Padre
3. Hch 1,7: Recibirán la fuerza del E.S.
4. Hch 1,16: El E.S. hablo por boca del rey David.
5. Hch 1,26: Matías es elegido por la guía del E.S.
6. Hch 2,1-6: Llega el E.S. a la Iglesia.
7. Hch 2,17-19: La profecía de Joel.
8. Hch 2,38: Háganse bautizar y Dios les dará el E.S.
9. Hch 3,5-9: Los Apóstoles y el don de sanación.
10. Hch 4,31: Segundo derramamiento del E.S.
11. Hch 5,3: Quisieron engañar al E.S.
12. Hch 5,32: El E.S. es testigo de Jesús.
13. Hch 6, 3, 5: Esteban estaba lleno del E. S.
14. Hch 7, 55-56: Esteban con el don de discernimiento de Espíritu.
15. Hch 8, 15-16: La imposición de manos y el E. S.
16. Hch 8,18: Nadie puede comprar el don del E. S.
17. Hch 8,26: El E.S. guía a Felipe.
18. Hch 9,17: Pablo queda lleno del E. S.
19. Hch 9,31: El E. S. Aumenta el número de los fieles.
20. Hch 10,38: El E. S. Comunico poder a Jesús.
21. Hch 10, 44-48: E. S. Baja sobre los gentiles.
22. Hch 11, 25: Bernabé lleno del E.S.
23. Hch 11, 28: Agabo con el don de profecia. (Hch 21, 11).
24. Hch 13, 2-4: El E. S. Pide el envió de Pablo y Bernabé
25. Hch 13, 9: Pablo con el don de discernimiento de Espíritu.
26. Hch 15, 28: decisión tomando en cuenta al E.S.
27. Hch 16,6-7: El E.S. prohíbe ciertas cosas.
28. Hch 19, 2-6: Bautismo y confirmación.
29. Hch 19, 11-12: Pablo con el don de Milagros.
30. Hch 20,22-23: El E. S. guía a Pablo en su misión.
31. Hch 20, 28: El E.S. elige los líderes de la Iglesia.
32. Hch 21, 8: Las hijas de Felipe con el don de profecía.

PABLO EL MAESTRO DEL ESPÍRITU SANTO: LAS CARTAS PAULINAS Y EL ESPÍRITU SANTO.

1. Rom 1,4: Por obra del E.S. Jesús resucito de entre los muertos
2. Rom 1,11: Comunicar un don Espiritual.
3. Rom 4,24: Aquel que resucito a Jesús de entre los muertos nos resucitara.
4. Rom 5,5: El amor de Dios fue derramado en los corazones.
5. Rom 5,20: donde abundo el pecado sobreabundo la gracia.
6. Rom 8,5-17: El Espíritu Santo nos conduce.
7. Rom 8,18-25: El Espíritu Santo renovara la faz de la tierra.
8. Rom 8,26: El Espíritu Santo nos socorre.
9. Rom 12,11: Fervorosos en el Espíritu Santo
10. Rom 15,16b: Santificado por el Espíritu Santo.
11. Rom 15,19: Milagros y prodigios con el poder del Espíritu Santo.
12. 1 Cor 2,10-12: El Espíritu Santo escudriña a Dios mismo.
13. 1 Cor 2,13-16: El lenguaje del Espíritu Santo.
14. 1Cor 3, 16-17: Somos templo del Espíritu Santo.
15. 1Cor 12,3: Alabando a Jesús por inspiración del Espíritu Santo.
16. 1Cor 12,4 y sig.: Dones Espirituales.
17. 1Cor 14, 1 y sig.: Como usar los dones.
18. 2 Cor 3,17: El Espíritu es el Señor.
19. 2 Cor 13,14: La comunión del Espíritu Santo.
20. Gálatas 5,22: Los frutos del Espíritu Santo.
21. Efesios: 4,30: No entristezcan al Espíritu Santo.
22. 1 Tes. 5,19: No apaguen el Espíritu Santo.

EL ESPÍRITU SANTO EN LA CARTA A LOS HEBREOS, CARTAS CATOLICAS Y EL APOCALIPSIS:

Heb 3,7: Escuchemos lo que dice el Espíritu Santo.
Heb 8,10-11: Pondré mis leyes en su mente y en su corazón.
Heb 9,14: Cristo se ofreció como víctima movido por el Espíritu.
1 Pd 5,14: El Espíritu que comunica la gloria descansa sobre ustedes.
Judas 19: hombres terrenales que no tienen el Espíritu Santo.
1 Jn 2,20 y 27: La unción del Santo.
1 Jn 3,24: por el Espíritu Dios permanece en nosotros.
1 Jn 4,6: reconocerán el Espíritu de la verdad.
1 Jn 5, 6-8: El Espíritu, el agua y la sangre testigos de Cristo.
Apoc 2 y 3: El mensaje del Espíritu a las iglesias.
Apoc 4,2: El Espíritu se apodera de Juan y le da las visiones.
Apoc 22,17: El Espíritu y la esposa dicen: Ven.

jueves, 14 de marzo de 2013

HABEMUS PAPAM... ¿Quién es Su Santidad Francisco?

Eran las siete de la tarde y seis minutos del 13 de marzo del 2013 —segundo día del Cónclave— cuando empezó a salir el humo blanco de la chimenea del Vaticano, las campanas de la Basílica empezaron a replicar sin parar y los miles de fieles que estaban en la plaza de San Pedro —resguardados de la lluvia con paraguas multicolores— desbordaban de gozo al mismo tiempo que las cuentas de facebook, junto a millones de tuiteros compartían el gozo de tener un nuevo Papa.

La gente de la plaza y de todo el orbe, esperábamos el “Habemus Papam” que pronunciaría el Cardenal Protodiácono al abrirse la ventana del balcón central anunciando al mundo que “Tenemos Papa” dando a conocer el nombre y presentando al que los 115 Cardenales electores habían elegido con la luz y la fuerza del Espíritu Santo —quien es el divino elector— en la quinta ronda de votaciones.

Y se hizo el anuncio: Jorge Mario Bergoglio, un sencillo argentino que con sencillez y humildad saludaba a la multitud vestido con su sotana blanca de sobria esclavina y su pectoral, el mismo con el que llegó al Cónclave. Adoptando el nombre de «Francisco», Bergoglio se convirtió en el primer Papa no europeo desde hace 741 años, el primer Papa Jesuita y el primer latinoamericano que ocupa la Sede de Pedro. La alegría era desbordante y el grito de la multitud que llena de gozo y esperanza gritaba: ¡Francesco, Francesco, Francesco! se dejó escuchar en el mundo entero, gracias a la magia de las redes sociales y los medios de comunicación social.

El Papa eligió el nombre de «Francisco» (Francesco en italiano), en honor de san Francisco de Asís, dejando ver desde el primer momento, que quiere ser un pastor pobre y sencillo que guíe a la Iglesia con el servicio, el amdel nuevo Papa.

La elección de un Papa marca para él el inicio de una nueva vida, una especie de nuevo nacimiento, y por eso su ministerio Petrino queda marcado por un nuevo nombre desde el año mil.

El Papa Francisco (Franciscus PP. en latín) nació en Buenos Aires, Argentina, el 17 de diciembre de 1936, sus padres Mario (empleado ferrocarrilero) y Regina (ama de casa), engendraron cinco hijos, entre ellos Jorge Mario. Realizó estudios de química y entró en el seminario el 11 de marzo de 1958 para luego iniciar su noviciado y hacer su profesión religiosa en la Compañía de Jesús (Jesuitas). Los primeros estudios eclesiásticos los hizo en Chile para continuar luego en Argentina, donde obtuvo la Licenciatura y fue profesor de Literatura y Filosofía. Estudió allí mismo la Teología obteniendo la licenciatura y recibió la ordenación sacerdotal el 13 de diciembre de 1969 y el 22 de abril de 1973 hizo su profesión perpetua.

Fue maestro de novicios, profesor de Teología, Consultor Provincial y Rector del Colegio Mayor. Fue Provincial de Argentina durante 6 años y luego Rector del Colegio Máximo y de las facultades de Filosofía y Teología. Ejerció su ministerio sacerdotal como párroco de la Parroquia del Patriarca san José en la diócesis argentina del mismo nombre. En marzo de 1986 concluyó en Alemania su Tesis Doctoral y regresó a Córdoba, Argentina, como director espiritual y confesor.

El 20 de mayo de 1992, el beato Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires, recibiendo el 27 de junio del mismo año la ordenación episcopal. El 3 de junio de 1997 fue nombrado obispo coadjutor de la misma diócesis y el 28 de febrero de 1998 arzobispo de Buenos Aires. Actualmente era también, el ordinario para los fieles de rito oriental en Argentina y Gran Canciller de la Universidad Católica de Argentina.

El beato Juan Pablo II lo nombró Cardenal en el consistorio del 21 de febrero del 2001. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina de 2005 a 2011 y ha sido miembro de las Congregaciones para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos; de la Congregación del Clero y de los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Fue también miembro del Pontificio Consejo para la Familia y de la Pontifica Comisión para América Latina. 

El nuevo Papa es un misionero de primera línea, un pastor generoso y agradecido con Dios por la vida que le ha conservado. Vive con un solo pulmón desde que tenía 20 años de edad. Es un hombre que se caracteriza por su estilo de vida sobrio y austero, sin dar saltos en el vacío, es decir, alguien que siempre pone su seguridad en Dios y en su respuesta al llamado que le ha hecho el Señor. Es autor de varios libros, entre ellos: Meditaciones para Religiosos (1982), Reflexiones sobre la Vida Apostólica (l986) y Refelxiones de Esperanza (1992). 

Las primeras palabras de nuestro nuevo Pontífice, al dar la bendición «Urbi et Orbi», nos muestran a grandes razgos lo que quiere ser su programa de vida como Padre y Pastor. Las transcribo aquí en el español latinoamericano:

“Hermanos y hermanas, buenas tardes. Saben que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Les agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja”. 

El Santo Padre recitó entonces junto con todos el Padre nuestro el Ave María y el Gloria al Padre y luego continuó con las siguientes palabras:

“Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, les pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que ustedes recen para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí....

Ahora daré la Bendición a ustedes y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. E impartó la bendición «Urbi et Orbi» (para la ciudad y para el mundo). Al final, se depidió diciendo:

“Hermanos y hermanas, los dejo. Muchas gracias por su acogida. Recen por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descansen”.

Agradezcamos al Espíritu Santo sus luces y el regalo de este hombre de Dios que inicia su ministerio suplicando la oración de toda la Iglesia a la que invita a caminar con su testimonio de sencillez y humildad.

Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U. 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Una renuncia por amor... ¡Gracias Santo Padre!

A todos sorprendió la noticia de que el Santo Padre Benedicto XVI dejará su cargo el próximo 28 de febrero por «falta de fuerzas». Nos ha dicho que tomó la decisión hace casi un año, en su viaje a México y Cuba, aunque sólo se la comunicó a sus colaboradores íntimos. Una vez elegido su sucesor se irá a un monasterio de clausura.

El Papa ha manifestado que lo ha hecho con plena libertad «por el bien de la Iglesia», tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado su conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar ese ministerio petrino que exige tanto y  sin la fuerza que éste requiere. Con plena confianza, ante una audiencia como la de todos los miércoles, pero en este miércoles de ceniza de 2013, el Papa se sabe sostenido e iluminado por la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. El Papa ha agradecido a todos el amor y la plegaria con que lo hemos acompañado desde todos los rincones del mundo. Sencillo y concreto, como es, ha dicho: «¡Gracias! En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, su oración. Sigan rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará».

El Papa afirma que se dedicará a la oración por la Iglesia y que su renuncia se debe a la falta del vigor físico que se requiere para hacer llegar lo espiritual a un mundo tan cambiante y rápido como el de hoy.

Creo, en primer lugar, que de ninguna manera podemos comparar su pontificado con el de Juan Pablo II (quiero muchísimo a los dos y los admiro como dos grandes hombres santos) en el que desde años y años atrás venía dirigiendo a la Iglesia, y fue envejeciendo en el cargo; en cambio, el Santo Padre Benedicto XVI, desde el día en que inició su pontificado, afirmó que éste sería corto, ya que fue elegido a solamente dos años de llegar naturalmente a la renuncia como Cardenal. Es decir, empezó a ser Papa siendo un viejito. ¿Han visto al Papa enviar un twiter? ¿Cómo escribirá un facebook? Son pocas las personas que a los 85 años (conozco dos) manejan celulares, smartphones, tabletas y computadoras con agilidad.

Tuve ocasión de saludar a Joseph Ratzinger dos veces como Papa en Roma, y las dos veces me impresionó su sencillez —y por qué no decirlo— su personalidad más bien tímida, pero, así lo conocí cuando era Cardenal y yo era estudiante allá mismo en Roma. Un hombre de Dios cuando es llamado a un servicio en la Iglesia, conserva su forma de ser y se deja llevar por Dios. A mí sinceramente el tema no me da pie a despertar polémica ni especulaciones, es simplemente la vida de un hombre que siempre ha sido sincero y coherente con su forma de ser; un hombre que nunca ha buscado quedar bien con nadie y que está plenamente convencido de que quien guía a la Iglesia, es Cristo.

Joseph Ratzinger, al dejar de ser el Papa Benedicto XVI el próximo día 28 a las 8 de la noche, no se bajará de la barca de la Iglesia que va navegando mar adentro… simplemente, debido a la situación muy particular que manifiesta, dejará que tome el timón otro con más fuerzas que él para afrontar la tormenta. Seguro por su edad y condición no se siente capaz de depender siempre de alguien para escribir, para enviar algo, para entender y atender el lenguaje moderno de un mundo, que —como él mismo dice— está “sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe”.

Por último, el Papa no está haciendo nada indebido, novedoso o que se salga de lo que se puede hacer en la Iglesia. De hecho el Código de Derecho Canónico (Las leyes de la Iglesia) lo prevé  Lo que tenemos que hacer todos nosotros, como discípulos y misioneros del Señor Jesús, es sentirnos agradecidos por este hombre maravilloso que pronunció su “SÍ” para seguir a Cristo prestando su servicio de "Vicario de Cristo en la tierra" por un corto tiempo.  y que seguirá llevando la cruz de cada día, pero de diversa manera considerando que es lo mejor para la Iglesia y para el mundo.

La sabiduría que el Papa Benedicto XVI —teólogo por excelencia— demostró durante su pontificado, quedará como legado para las futuras generaciones, y su ejemplo de humildad sin precedentes, en este mundo contemporáneo ansioso de poder, es y será siempre una enseñanza. Si él siente que por su edad o por su salud no está capacitado para dirigir y toma la decisión de renunciar, es un acto de coraje digno de alabanza e imitación de algunos que, en este ámbito o en otro, pudieran tomar su ejemplo con esa misma sencillez y libertad.

Nosotros también «como él lo ha hecho— debemos decir: «¡Gracias!». Gracias, Santo Padre Benedicto XVI por ese servicio como «humilde servidor de la viña del Señor». Gracias Gracias, Santo Padre Benedicto XVI por estos años de un ministerio petrino llevado siempre con la Cruz a cuestas. Gracias, Santo Padre Benedicto XVI por las encíclicas, homilías, discursos y palabras improvisadas de una rica hondura espiritual. Gracias, Santo Padre Benedicto XVI por enseñarnos con el propio testimonio de vida lo que es ser humilde y recordarnos que es Cristo quien guía a la Iglesia. Gracias, Santo Padre Benedicto XVI por esa valentía, sin buscar protagonismos, ante tantos problemas de un mundo y una Iglesia que están sufriendo y necesitan curarse de muchas heridas. Gracias, Santo Padre Benedicto XVI por ese amor a la Iglesia extendida por toda la tierra, que, a pesar de la edad y el cansancio, tuvo el gozo de tener la presencia del Vicario de Cristo en varias partes del orbe. Gracias, Santo Padre Benedicto XVI... ¡por todo!

martes, 22 de enero de 2013

¿Qué exige el Señor de nosotros? (Cf. Miqueas 6, 6-8)... La semana de la unidad de los cristianos en el 2013

Del 18 al 25 de enero, celebramos cada año la «Semana de oración por la unidad de los cristianos». Este año una doble motivación: Por una parte se enmarca en el Año de la Fe, en el que hemos sido invitados a reflexionar y a redescubrir la fe para confesarla, celebrarla, vivirla y rezarla con renovada convicción. La segunda motivación es que estamos celebrando el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.

Fomentar la unidad de los cristianos fue uno de sus principales objetivos y así se declara en el art. l del primer documento conciliar, que fue la Constitución sobre la Sagrada Liturgia: “Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia” (SC 1; cf. UR 1).

La unión de cuantos creen en Jesucristo era el gran sueño del beato Juan XXIII. No en vano lo anunció el 25 de enero de 1959 en la basílica de San Pablo Extramuros al término del octavario de oración por la Unidad de los cristianos y se refirió a este objetivo en incontables ocasiones. Fruto de ese empeño, asumido con no menor interés por el Siervo de Dios Pablo VI, fue el Decreto conciliar Unitatis Redintegratio, de 21-XI-1964.

El hecho de vivir en una sociedad cada día más plural y secularizada —obviamente «globalizada»— debería interpelarnos a todos los cristianos en el compromiso de dar siempre razón de nuestra esperanza. Por grandes que puedan ser las dificultades para la unión entre las confesiones cristianas está siempre el núcleo fundamental de la fe en Dios revelado en Jesucristo y del amor fraterno. Esto es lo mínimo que el Señor nos exige y precisamente el lema de este año es: ¿Qué exige el Señor de nosotros? (Cf. Miqueas 6, 6-8).

Estamos entrando a un 2013, que si bien está enmarcado,  por los dos grandes acontecimientos eclesiales a los que he hecho referencia, está también encuadrado en acontecimientos mundiales que influyen en el ritmo que llevamos «los fieles creyentes» en nuestra sociedad. El año pasado parecía —según muchos pensaban— que se acaba el mundo, gracias a las equivocadas interpretaciones del calendario maya, cosa que trajo una gran derrama económica para los más listos que hicieron de ello un negociazo junto con el Buen Fin y las ventas de Navidad y Reyes que tendrán esclavizados a muchos cristianos por 48 meses —¡sin intereses!— que tuvieron a bien cambiar las teles viejas y demás cachimbas por algo que valga la pena, ya que no se acabó el mundo.

En el panorama internacional la incertidumbre crece, por el temor y la desconfianza para unos y las falsas esperanzas para otros ante nuevos gobiernos con estilos «inclusivos» que todo lo ven bien y en los que muchos cristianos se han acomodado. Atentados, violencia, secuestros, guerras, traiciones ... y ante todo esto ¿qué exige el Señor de nosotros los cristianos?

Todos sabemos que el Santo Padre Benedicto XVI, en fecha reciente,  perdonó la traición de su mayordomo Paolo Gabriele, cosa que me parece «un signo claro» de lo que el Señor exige de nosotros. Creo que los cristianos debemos sentir la exigencia del Señor a emprender un nuevo camino. Si congregaciones y parroquias de todo el mundo toman parte en la semana de oración, que se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) y en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur), es evidente que tiene que haber un cambio, ya que muchos de los cristianos somos quienes, por lo menos en occidente, ocupamos espacios que son importantes para el desarrollo de la sociedad. ¿Es cristiano el presidente del país más poderoso del mundo?, ¿son cristianos los hombres y mujeres que mueven el pensamiento de nuestro mundo?, ¿son cristianos muchos de los artistas que se han convertido en «ídolos» de tanta gente?, ¿son cristianos nuestros gobernadores y nuestros alcaldes?, ¿son cristianos muchos de los que luchan contra el narcotráfico?, ¿es cristiano el señor de la tienda o el que vende periódicos en la esquina?

Sí, aunque el cristianismo no es mayoría en el mundo —basta ver el número de chinos desperdigados por al faz de la tierra— si es un grupo «determinante» en muchos campos.

La Biblia —Biblia Traducción Interconfesional (BTI)— Nos presenta el texto bíblico que da vida al lema de esta semana del 2013 así:  ¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de lo alto? Me presentaré ante él con holocaustos, con novillos que tengan un año. ¿Agradarán al Señor miles de carneros? ¿Le complacerán diez mil ríos de aceite? ¿Le entregaré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por mi pecado? Se te ha hecho conocer lo que está bien, lo que el Señor exige de ti, ser mortal: tan sólo respetar el derecho, practicar con amor la misericordia y caminar humildemente con tu Dios. (Miqueas 6, 6-8).

El Libro de Miqueas pertenece a la tradición literaria de la profecía y se desarrolla en tres partes que nos van llevando desde el juicio en general (cap. 1-3), a la proclamación de la salvación (cap. 4-5), y después al juicio en sentido estricto y a la celebración de la salvación (cap. 6-7). Miqueas critica con dureza a los que tienen autoridad, tanto política como religiosa, por abusar de su poder y robar a los pobres: “arrancáis la piel a la gente” (3,2), y “juzgan por soborno” (3,11). Miqueas exhorta al pueblo a peregrinar “al monte del Señor... Él nos indicará sus caminos y nosotros iremos por sus sendas” (4,2). Miqueas revela el juicio de Dios acompañado por una llamada a aguardar con esperanza la salvación, con fe en Dios que “perdona el pecado y pasa por alto... las culpas” (7, 18). Esta esperanza se concreta en el Mesías, que será la “la paz” (5,4), y que saldrá de Belén para llevar la salvación “hasta los confines mismos de la tierra” (5,3). Finalmente, Miqueas llama a todas las naciones a caminar en esta peregrinación para compartir la justicia y la paz que es la salvación.

La enérgica exhortación de Miqueas a favor de la justicia y de la paz se concentra en los capítulos 6,1 a 7,7, parte de los cuales constituye el tema de este año de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Coloca la justicia y la paz en el marco de la relación entre Dios y la humanidad pero insiste en que esta historia necesita y requiere una fuerte referencia ética. Por tanto, la verdadera fe en Dios no se puede separar de la santidad personal ni de la búsqueda de la justicia social. La salvación que Dios ofrece de la esclavitud y de la humillación cotidiana, exige más allá de culto, sacrificio y holocausto (6,7), que «respetemos el derecho, practiquemos con amor la misericordia y caminemos humildemente con nuestro Dios» (6,8) sembrando la civilización del amor en una Nueva Evangelización.

De muchas maneras la situación del pueblo de Dios en los tiempos de Miqueas puede compararse a la que vivimos ahora. Muchos seres humanos se enfrentan hoy a la opresión y a la injusticia de parte de aquellos que quieren negarles sus derechos y dignidad. Hoy los cristianos, con nuestro testimonio de unidad, podemos colaborar para que la justicia esté en el centro de nuestra religión y de nuestra sociedad, conscientes de que la fe encuentra o pierde su sentido en relación a la justicia. En la situación actual de muchos de los países en donde impera el cristianismo, la «Semana de oración por la unidad de los cristianos» nos invita a cuestionarnos sobre lo que Dios verdaderamente exige de nosotros: ¿solamente sacrificios aislados y rezos en automático o que caminemos con Dios en justicia y paz? El camino para el discípulo de Cristo implica caminar por la senda de la justicia, la misericordia y la humildad. Así caminó María, así caminaron tantos santos y beatos que dan razón de la presencia del cristianismo en el mundo. Con razón la beata María Inés Teresa Arias resumía su vida en una frase: "Que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero".

Alfredo Delgado, M.C.I.U.