jueves, 29 de septiembre de 2016

LOS ARCÁNGELES...


En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de «San Miguel», en la vía Salaria, en Roma, se celebran juntamente tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura nos revela sus nombres y las misiones singulares que, a quienes sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, glorificándolo sin cesar, ha encomendado una misión especial en la tierra. La etimología de la palabra "ángel" procede del latín angelus, y este a su vez del griego ágguelos o mal'akj en hebreo, que quiere decir "mensajero" o "servidor" de Dios (Hebreos 1,7). 

Santo Tomás de Aquino enseñaba que los ángeles fueron creados antes que el hombre, porque un ángel rebelde a Dios, fue el culpable de la caída de nuestros primeros padres. Se admite entonces que el Padre del cielo los creó en un principio, cuando sacó de la nada el universo (Concilio de Letrán, 1215). Hay en estos seres espirituales tres instantes: su creación, la prueba de obediencia a que fueron sometidos por Dios,  y el premio en el cielo para los ángeles buenos, y el castigo en el infierno para los ángeles malos. 

San Gregorio Magno afirmaba  que "casi todas las páginas de la revelación escrita, dan testimonio de los ángeles". En la Biblia se registran cerca de 400 veces; tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la vida del Hijo de Dios, se encuentran desde su nacimiento en el portal de Belén, hasta su triunfante resurrección en Jerusalén, y regreso al cielo. Por eso, Cristo Jesús es superior a todos ellos (Hebreos 1,4), creados por él ( Colosenses 1,16); y sometidos bajo su autoridad y poder (1Pedro 3,22).

Los Arcángeles, junto con los Principados y los Ángeles propiamente llamados así, son los ángeles más cercanos a los humanos. Todos los Ángeles son mensajeros de anuncios importantes. Son llamados «Arcángeles», como los «Ángeles» precisamente porque ejercen un oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman Ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman Arcángeles”.

En el libro de Tobías (12,15) San Rafael se presenta como «uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia». En el Apocalipsis (8,2) San Juan describe: «vi a los siete Ángeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas». Por estas dos citas bíblicas se afirma en la Iglesia que existen 7 Arcángeles aunque sólo conocemos tres nombres de Arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Los otros nombres (Uriel, Barachiel o Baraquiel, Jehudiel, Saeltiel) aparecen en los libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en algunos escritos de la literatura rabínica. Sin embargo, la Iglesia solamente reconoce los tres nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás pueden servir como referencia, pero no son doctrina.

SAN MIGUEL ARCÁNGEL:

Miguel significa «¿Quién como Dios?» y su nombre viene del hebreo «Mija-El», que significa eso: «¿Quién como Dios?» y que, según la tradición de la Iglesia, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor de nuestro Creador. La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción a San Miguel Arcángel, especialmente para pedirle que nos libre de las perversidades y asechanzas del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.

Para los hebreos es el Arcángel protector frente al poderío de Persia y Grecia, antiguo patrono de la sinagoga. En la Iglesia de Oriente, así como entre los teólogos de Occidente, se nombra a San Miguel como virrey del cielo, príncipe de la luz, jefe de todos los ejércitos angelicales, custodio de la Iglesia Católica desde hace más de diez siglos, acompañante de las almas en la eternidad, y el ángel del juicio final (1Tesalonisense 4,16). Es además, el guerrero celestial que peleó con el Diablo encima del cuerpo de Moisés (Judas 9); y en el cielo contra el Dragón y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12,7). Es pues, el símbolo del eterno triunfo de la luz sobre las tinieblas.

San Miguel Arcángel se ha manifestado en varias oportunidades. En Roma se representa en una estatua de bronce desde lo alto del castillo de Saint'Angelo, con resplandeciente armadura, en el acto de envainar su espada mientras contempla la Ciudad Eterna, cuando se posó durante una epidemia, en tiempos del pontificado de San Gregorio Magno en el año 590. Se le han construido enormes santuarios como en monte Saint Michel, en la costa francesa, coronado por una antigua abadía benedictina del siglo XI. El oratorio fue erigido en el año 709. El lugar era un pico que emergía sobre el bosque de ScissY; se afirma que inmediatamente después de haber cumplido monseñor Aubert con el mandato del arcángel, se produjo una tremenda marea que le dio al lugar su forma actual. Durante las cruzadas en Tierra Santa, eran frecuentes los relatos, contados incluso por los propios sarracenos sobre grandes ejércitos del cielo en ayuda de los templarios (monjes-guerreros), comandados por el propio San Miguel.  Por un espacio de dos años, se apareció a Santa Juana de Arco, en compañía de Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita. El Papa León XIII compuso una oración invocando la protección del santo arcángel, que fue enviada a todos los obispos en 1886. Esta plegaria nació después que el Vicario de Cristo al terminar una misa , tuvo una visión de los espíritus infernales que se juntaban sobre la ciudad eterna de Roma.

SAN GABRIEL ARCÁNGEL:

Gabriel significa «Fuerza de Dios» y aparece en el Antiguo Testamento en el libro de Daniel explicándole al profeta una visión del carnero y el chivo (Dn. 8), así como instruyéndolo en las cosas futuras (Dn. 9,21-27).  En los Evangelios, San Lucas (1,11-20) lo menciona anunciando a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista y a la Santísima Virgen María (Lc. 1,26-38) que concebirá y dará a luz a un hijo a quien pondrá por nombre Jesús. San Gabriel Arcángel es conocido por muchos, en la religiosidad popular, como el «ángel mensajero», se le representa con una vara de perfumada azucena y es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores porque trajo al mundo la más bella noticia con la Anunciación.

San Gabriel Arcángel se sienta a la izquierda de Dios, Jefe de los querubines, es el ángel de la misericordia, la revelación y la muerte. En el Nuevo Testamento le comunica a Zacarías que sería el padre del precursor del Mesías (Juan Bautista) (Lucas 1,11-20), es el portavoz de la anunciación a María (26-30). Algunos teólogos piensan que fue el ángel que consoló a Jesús en  el  huerto  del  Gethsemaní  (22,43),  y  el que toca la trompeta en el libro del Apocalipsis. Uno de los frescos más antiguos sobre este arcángel, se conserva en una capilla de la Vía Apia, en  Roma;   probando  así  que  desde   el  principio  fue  venerado en la Iglesia Católica. San Gabriel es también nombrado por los musulmanes, quienes creen que fue el mensajero celestial que sirvió como transmisor de la palabra de Alá, cuando dictó el libro del Corán a su profeta Mahoma.

SAN RAFAEL ARCÁNGEL:

Rafael en hebreo quiere decir «Dios te sana». Su nombre se menciona  en el libro de Tobías, en el Antiguo Testamento, y figura en varios capítulos. Allí se lee que Dios envía a este Arcángel para que acompañe a Tobías en un viaje, en el que se casó con Sara. De igual manera San Rafael le indicó a Tobías cómo devolverle la vista a su padre. Por esta razón es invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes y se le conoce como «Medicina de Dios».

San Rafael Arcángel es el guardián del árbol de la vida en el Edén (Génesis 3,24), y jefe del órden de las virtudes, es además el ángel de la providencia, que cuida a la humanidad y a los peregrinos. En el Antiguo Testamento le sirvió de guía a Tobías, indicándole como devolverle la vista a su padre Tobit en Nínive (11, 7-8). Es "uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que puede entrar ante su presencia gloriosa" (12,15).

En su liturgia, la Iglesia Católica se une a los ángeles para adorar a Dios e invoca su asistencia, pero celebra sólo la memoria a los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, así como a los ángeles custodios.

Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Coronilla de San Miguel Arcángel...


En el año de 1750, San Miguel Arcángel se apareció a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac, religiosa carmelita de Portugal. El arcángel le dijo a la religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones. Estas nueve plegarias corresponden a los nueve coros de ángeles. La corona consiste de un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada coro angelical.

A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aún mas, serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

En esta coronilla se invocan a los nueve coros de ángeles. Después de cada invocación se reza un Padre Nuestro y 3 Avemarías. Se ofrece esta coronilla por la Iglesia, para que sea defendida de todas las asechanzas del demonio, por la santificación de los sacerdotes y por los que están más alejados de Dios.


En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, etc.

1. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Serafines, enciende en nuestros corazones la llama de la perfecta caridad. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías

2. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Querubines, dígnate darnos tu gracia para que cada día aborrezcamos más el pecado y corramos con mayor decisión por el camino de la santidad. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

3. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Tronos, derrama en nuestras almas el espíritu de la verdadera humildad. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

4. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Dominaciones, danos señorío sobre nuestros sentidos de modo que no nos dejemos dominar por las malas inclinaciones. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

5. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Principados, infunde en nuestro interior el espíritu de obediencia. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

6. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Potestades, dígnate proteger nuestras almas contra las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

7. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Virtudes, no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

8. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Arcángeles, concédenos el don de la perseverancia en la fe y buenas obras de modo que podamos llegar a la gloria del cielo. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

9. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Ángeles, dígnate darnos la gracia de que nos custodien durante esta vida mortal y luego nos conduzcan al Paraíso. Amén.

Padre Nuestro y 3 Avemarías.

Se reza luego un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes ángeles:

*En honor a San Miguel: Padre Nuestro...
*En honor a San Gabriel:Padre Nuestro...
*En honor a San Rafael: Padre Nuestro
*En honor a nuestro ángel de la Guarda: Padre Nuestro

Glorioso San Miguel, caudillo y príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, familiar de la casa de Dios, admirable guía después de Jesucristo, de sobrehumana excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a cuantos confiadamente recurrimos a ti y haz que mediante tu incomparable protección adelantemos todos los días en el santo servicio de Dios.

Oración de León XIII: San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.

V/. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
R/. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Todopoderoso y Eterno Dios, que por un prodigio de tu bondad y misericordia a favor de la común salvación de los hombres, escogiste por Príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser librados por su poderosa protección de todos nuestros enemigos de modo que en la hora de la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos, y podamos ser por él mismo introducidos en la mansión celestial para contemplar eternamente tu augusta y divina Majestad. Por los méritos de Jesucristo nuestro Señor. Amén.  

viernes, 23 de septiembre de 2016

NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASIS...


PRIMER DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.

Lectura tomada de los Escritos de San Francisco Leyenda Mayor 5,7:
«Aunque Francisco animaba con todo su empeño a los hermanos a llevar una vida sobria, sin embargo, no era partidario de una severidad intransigente, es decir una vida sin misericordia. Prueba de ello es el siguiente hecho: Cierta noche, un hermano —que hacía un ayuno severo— se sintió atormentado con un hambre tan terrible, que no podía hallar reposo alguno. 

Dándose cuenta Francisco del peligro que acechaba a su discípulo, llamó al hermano, le puso delante unos apetitosos platos de comida y —para evitarle toda posible vergüenza— comenzó él mismo a comer primero, invitándole dulcemente a hacer lo mismo. Dejó de lado el hermano la vergüenza y tomó el alimento necesario, sintiéndose muy confortado, porque, gracias a la prudente acción del maestro, había no sólo superado el desvanecimiento corporal, sino también recibido un ejemplo de crecimiento espiritual. 

A la mañana siguiente, Francisco convocó a sus hermanos y les refirió lo sucedido a la noche, añadiéndoles este prudente consejo: "Hermanos, que les sirva de ejemplo en este caso no tanto el alimento como la caridad". Les enseñó además a guardar la discreción, como reguladora que es de las virtudes; pero no la discreción que sugiere la carne, sino la que enseñó Cristo, cuya vida santísima es un anticipado ejemplo de perfección».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


SEGUNDO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.

Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.

Lectura tomada de los Escritos de San Francisco
Vida segunda según Celano No. 9:
«Francisco lleva alma de religioso bajo el traje seglar, y huyendo del público a lugares
solitarios, es agraciado muchísimas veces con visitas del Espíritu Santo. Lo eleva y atrae aquella dulzura generosa que desde el principio experimentó tan plenamente; aquella que nunca más le faltó en toda la vida. Cuando frecuenta lugares retirados, como más adecuados a la oración, el diablo se esfuerza con sugestiones malignas en separarlo de allí. Le trae a la imaginación la figura de una mujer de Asís con rostro y cuerpo desfigurado por la enfermedad, que causaba horror a cuantos la veían. Lo amenaza con hacerlo semejante a ella si no desiste de sus propósitos. Pero, confortado por el Señor, experimenta el gozo de la respuesta de salvación y de gracia: «Francisco —le dice Dios en espíritu—, lo que has amado carnal y vanamente, cámbialo ya por lo espiritual, y, tomando lo amargo por dulce, despréciate a ti mismo, si quieres conocerme, porque sólo a ese cambio saborearás lo que te digo». 

Y de pronto es invitado a obedecer el mandato de Dios y guiado a probar la verdad de lo sucedido.
Si de algunos —entre todos los seres enfermos e infortunados del mundo— se apartaba instintivamente con horror Francisco, era de los leprosos. Un día que paseaba a caballo por las cercanías de Asís le salió al paso uno. Y por más que le causara repugnancia y horror, para no faltar al mandato, a la palabra dada, saltando del caballo, corrió a besarlo. Y, al extenderle el leproso la mano en ademán de recibir algo, Francisco, besándosela, le dio dinero. Volvió a montar el caballo, miró luego a uno y otro lado, y, aunque era aquél un campo abierto sin estorbos a la vista, ya no vio al leproso. Lleno de admiración y de gozo por lo sucedido, trata de repetir la misma acción unos días después. Se va al lugar donde moran los leprosos, y según va dando dinero a cada uno, le besan la mano y la boca. Así toma lo amargo por dulce y se prepara para realizar lo que le espera».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


TERCER DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros Nro. 26:
Como más tarde él mismo atestiguó, había aprendido, por revelación divina, este saludo: «El Señor te dé la paz». Por eso, en toda predicación suya iniciaba sus palabras con el saludo que anuncia de la paz. Y es de admirar - sin reconocer en ello un milagro- que antes de su conversión había tenido un precursor, que para anunciar la paz solía ir con frecuencia por Asís saludando de esta forma: «Paz y bien, paz y bien». 

Se creyó firmemente que así como Juan anunció a Cristo, y desapareció al empezar Cristo a predicar; de igual manera este precursor, como otro Juan, precedió al bienaventurado Francisco en el anuncio de la paz y no volvió a aparecer cuando éste estuvo ya presente. Dotado Francisco del espíritu de los profetas, en cuanto desapareció su antecesor, comenzó a anunciar la paz, a predicar la salvación; y muchos que habían permanecido enemistados con Cristo y alejados del camino de la salvación, se unían en verdadera alianza de paz por sus exhortaciones.

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


CUARTO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco Leyenda de los Tres Compañeros Nro. 58
«Manifestaba también a los hermanos que no juzgaran a nadie, ni despreciaran a los que viven con regalo y se visten con lujo y vanidad (2 R 2,17), porque Dios es Señor nuestro y de ellos, y los
puede llamar hacia sí, y una vez llamados, justificarlos. Decía también que quería que los hermanos respetaran a estos hombres como a hermanos y señores suyos, pues son hermanos, en cuanto
han sido creados por el mismo Creador, y son señores ya que proveyéndoles de lo necesario para el cuerpo, ayudan a los buenos a hacer penitencia. Y seguía diciendo: «Tal debería de ser el comportamiento de los hermanos entre los hombres, que cualquiera que los oyese o viese, diese gloria al Padre celestial y lo alabase con devoción». 

Todo su deseo era que así él como los hermanos estuvieran tan enriquecidos de buenas obras, que el Señor fuera alabado por ellas. Y les decía: "Que la paz que anuncian de palabra, ténganla en mayor medida, en sus corazones. Que ninguno se vea provocado por ustedes a violencia o escándalo, sino que por su mansedumbre todos sean invitados a la paz, a la benignidad y a la concordia. Pues para esto hemos sido llamados: para curar a los heridos, para vendar a los quebrados y para corregir a los equivocados. Pues muchos que parecen ser miembros del diablo, llegarán todavía a ser discípulos de Cristo"».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


QUINTO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco Vida primera según Celano Nro. 77:
«Su espíritu de caridad se derramaba cariñosamente, no sólo sobre hombres que sufrían necesidad, sino también sobre los mudos y brutos animales, reptiles, aves y demás criaturas sensibles e insensibles. Pero, entre todos los animales, amaba con particular afecto y predilección a los corderillos, ya que, por su humildad, nuestro Señor Jesucristo es comparado frecuentemente en las Sagradas Escrituras con el cordero, y porque éste es su símbolo más conocido. Por este motivo, amaba con más cariño y contemplaba con mayor alegría las cosas en las que se encontraba alguna semejanza alegórica del Hijo de Dios. 

De camino por la Marca de Ancona, después de haber predicado en la ciudad de este nombre, marchaba a Osimo junto con el señor Pablo, a quien había nombrado ministro de todos los hermanos en la dicha provincia; en el campo dio con un pastor que
cuidaba un rebaño de cabras. Entre tantas cabras había una ovejita que caminaba mansamente y pacía tranquila. Al verla, el bienaventurado Francisco paró en seco y, herido en lo más vivo de su corazón, dando un profundo suspiro, dijo al hermano que le acompañaba: "¿No ves esa oveja que camina tan mansa entre cabras? Así, créemelo, caminaba, manso y humilde, nuestro Señor Jesucristo entre los fariseos y príncipes de los sacerdotes. Por esto, te suplico, hijo mío, por amor de Cristo, que unido a mí, te compadezcas de esa ovejita y que, pagando por ella lo que valga, la saquemos de entre las cabras"».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


SEXTO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco Vida primera según Celano Nro. 47
«Caminando los hermanos en simplicidad ante Dios y con confianza ante los hombres, merecieron por aquel tiempo el gozo de una divina revelación. Mientras, inflamados del fuego del Espíritu Santo, cantaban el Padrenuestro con voz suplicante, en melodía espiritual en todo tiempo; ya que ni las cosas terrenas, ni su celoso cuidado les preocupaba. Una noche el padre Francisco se ausentó corporalmente de su presencia. 

Y he aquí que a eso de la media noche, estando unos hermanos descansando y otros orando fervorosamente en silencio, entró por la puertecilla de la casa un carro de fuego deslumbrador que dio dos o tres vueltas por la habitación; sobre él había un gran globo, que semejándose al sol, hizo resplandeciente la noche. Quedaron atónitos cuantos estaban en vela y se sobresaltaron los que dormían; se sintieron iluminados en el corazón y en el cuerpo. Reunidos todos, se preguntaban qué podría significar aquello; mas por la fuerza y gracia de tanta claridad quedaban lúcidas las conciencias de los unos para los otros. Comprendieron finalmente y descubrieron que era el alma del santo, radiante con aquel inmenso fuego, la que en gracia, sobre todo a su pureza y a su gran piedad con sus hijos, había merecido del Señor don tan especial».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


SÉPTIMO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco Vida primera según Celano Nro.21-22

«Entre tanto, el santo de Dios, cambiado su vestido exterior y restaurada la iglesia, marchó a otro lugar próximo a la ciudad de Asís; allí puso mano a la reedificación de otra iglesia muy deteriorada y semidestruida; de esta forma continuó en el empeño de sus principios hasta que dio cumplimiento a todo. De allí pasó a otro lugar llamado Porciúncula, donde existía una iglesia dedicada a la bienaventurada Virgen Madre de Dios, construida en tiempos lejanos y ahora abandonada, sin que nadie cuidara de ella. Al contemplarla Francisco, movido a compasión, porque le hervía el corazón en devoción hacia la madre de toda bondad, decidió quedarse allí mismo.

Cuando acabó de reparar dicha iglesia, se encontraba ya en el tercer año de su conversión. En este período de su vida vestía un hábito como de ermitaño, sujeto con una correa; llevaba un bastón en la mano, y los pies calzados. Pero cierto día se leía en esta iglesia el evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar; no comprendiendo perfectamente las palabras evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le explicase el evangelio. A medida que el sacerdote le fue explicando todo ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor, exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica». Lleno de alegría, se apresura inmediatamente el santo a cumplir la doctrina saludable que acaba de escuchar; no admite pérdida de tiempo alguna para comenzar a cumplir con devoción lo que ha oído. 

Desata el calzado de sus pies, echa por tierra el bastón y gozoso con una túnica, se pone una cuerda en lugar de la correa. Desde este momento se prepara una túnica en forma de cruz para expulsar todas las ilusiones diabólicas; se la prepara muy áspera, para crucificar la carne con sus vicios y pecados; se la prepara en fin, pobrísima y ordinaria, tal que el mundo nunca pueda ambicionarla. Todo lo demás que había escuchado se esfuerza en realizarlo con la mayor prontitud y con sumo respeto. Pues nunca fue oyente sordo del Evangelio sino que, confiando a su feliz memoria cuanto oía, procuraba cumplirlo a la letra sin tardanza.

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


OCTAVO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco
Leyenda Mayor de San Buenaventura. (cap. 9,8)
«Acompañado de un hermano llamado Iluminado —hombre realmente iluminado y virtuoso—, se puso en camino, y de pronto le salieron al encuentro dos ovejitas, a cuya vista, muy alborozado, dijo el Santo al compañero: «Confía, hermano, en el Señor, porque se cumple en nosotros el dicho evangélico: He aquí que os envío como ovejas en medio de lobos» (Mt 10,16). Y, avanzando un poco más, se encontraron con los guardias musulmanes, que se precipitaron sobre ellos como lobos sobre ovejas y trataron con crueldad y desprecio a los siervos de Dios. Fueron salvajemente capturados, profiriendo injurias contra ellos, azotándolos y atándolos con cadenas. Finalmente, después de haber sido maltratados y atormentados de mil formas, dispuso así la divina Providencia, fueron llevados a la presencia del sultán, según lo deseaba el santo. 

Entonces el jefe les preguntó quién los había enviado, cuál era su objetivo, con qué credenciales venían y cómo habían podido llegar hasta allí; y Francisco le respondió con determinación que había sido enviado no por hombre alguno, sino por el mismo Dios altísimo, para mostrar a él y a su pueblo el camino de la salvación y anunciarles el Evangelio de la verdad. Y predicó ante dicho sultán sobre Dios trino y uno y sobre Jesucristo salvador de todos los hombres con tal convicción, con tanta fortaleza de ánimo y con tal fervor de espíritu, que claramente se veía cumplirse en él aquello del Evangelio: “Yo os daré palabras y sabiduría, a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro” (Lc. 21,15). De hecho, observando el sultán el admirable fervor y virtud del hombre de Dios, lo escuchó con gusto y le invitó insistentemente a permanecer con él. Pero el santo, inspirado de lo alto, le respondió: «Si te resuelves a convertirte a Cristo vos y tu pueblo, muy gustoso permaneceré por su amor en tu compañía. Mas, si dudas en abandonar la ley de Mahoma a cambio de la fe de Cristo, manda encender una gran hoguera, y yo entraré en ella junto con tus sacerdotes, para que así conozcas cuál de las dos creencias ha de ser tenida, sin duda, como más segura y santa». 

Respondió el sultán: «No creo que entre mis sacerdotes haya alguno que por defender su fe quiera exponerse a la prueba del fuego, ni que esté dispuesto a sufrir cualquier otro tormento». Había observado, que uno de sus sacerdotes, hombre íntegro y avanzado en edad, tan pronto como oyó hablar del asunto, desapareció de su presencia. Entonces, Francisco le hizo esta proposición: «Si en tu nombre y en el de tu pueblo me quieres prometer que te convertirás al culto de Cristo si salgo ileso del fuego, entraré yo solo a la hoguera. Si el fuego me consume, impútese a mis pecados; pero, si me protege el poder divino, reconocerás a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, verdadero Dios y Señor, salvador de todos los hombres». El sultán respondió que no se atrevía a aceptar dicha opción, porque temía una rebelión del pueblo. 

Sin embargo, le ofreció muchos y valiosos regalos, que el santo -ávido no de los tesoros terrenos, sino de la salvación de las almas- rechazó cual si fueran lodo. Viendo el sultán en este hombre un despreciador tan perfecto de los bienes de la tierra, se admiró mucho de ello y se sintió atraído hacia él con mayor devoción y afecto. Y aunque no quiso, o quizás no se atrevió a convertirse a la fe cristiana, sin embargo, rogó devotamente al siervo de Cristo que se dignara aceptar aquellos presentes y distribuirlos —por su salvación— entre cristianos pobres o iglesias. Pero Francisco, que rehuía todo peso de dinero y entendiendo que el sultán no se fundaba en una verdadera piedad, rehusó en absoluto cumplir con su deseo».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.


NOVENO DÍA:
Hacemos la señal de la cruz y rezamos la Oración Preparatoria.
Dios Padre de amor y misericordia, que otorgaste a nuestro
Padre San Francisco de Asís,
la gracia de asemejarse a Cristo, por la humildad y la pobreza,
por el amor y el servicio,
concédenos caminar tras sus huellas
Para que podamos seguir a tu Hijo Jesús
y entregarnos a ti con Amor Jubilosos. Amén.

Compartimos el texto franciscano del día.
Lectura tomada de los Escritos de San Francisco
Leyenda Mayor 14, 5-6
«Acercándose el momento de su paso a la eternidad, hizo llamar a su presencia a todos los hermanos que estaban en el lugar y, tratando de suavizar con palabras de consuelo el dolor que pudieran sentir ante su muerte, los exhortó con paterno afecto al amor de Dios. Después se prolongó, hablándoles acerca de la paciencia, de la pobreza y de la fidelidad a la santa Iglesia romana, insistiéndoles en anteponer el cumplimiento del santo Evangelio a todas las otras normas. Sentados a su alrededor todos los hermanos, extendió sobre ellos las manos, poniendo los brazos en forma de cruz por el amor que siempre profesó a esta señal, y en virtud y en nombre del Crucificado, bendijo a todos los hermanos tanto presentes como ausentes. 

Añadió después: «Estén firmes, hijos todos, en el temor de Dios y permanezcan siempre en él. Y como ha de sobrevenir la prueba y se acerca ya el momento, felices aquellos que perseveren en la obra comenzada. En cuanto a mí, yo me voy a mi Dios, a cuya gracia dejo encomendados a todos». Concluida esta suave exhortación, mandó Francisco se le trajera el libro de los evangelios y suplicó le fuera leído aquel pasaje del evangelio de San Juan que comienza así: “Antes de la fiesta de Pascua...” (Jn 13,1). Después de esto entonó él, como pudo, este salmo: “A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor”, y lo recitó hasta el fin, diciendo: “Los justos me están aguardando hasta que me des la recompensa” (Sal 141).

Cumplidos por fin, en Francisco todos los misterios, liberada su alma santísima de las ataduras de la carne y entrando en la divina claridad, se durmió en el Señor este Padre bienaventurado.
Uno de sus hermanos y discípulos [Jacobo de Asís] vio cómo aquella dichosa alma subía derecha al cielo en forma de una estrella muy brillante, transportada por una blanca nubecilla sobre muchas aguas. Brillaba extraordinariamente, con la blancura de elevada santidad, y aparecía colmada de sabiduría y gracia celestiales, por las que mereció San Francisco penetrar en la región de la luz y de la paz, donde descansa eternamente con Cristo. Asimismo, el hermano Agustín, varón santo y justo -que se encontraba a punto de morir y hacía ya tiempo que había perdido el habla-, de pronto exclamó ante los hermanos que le oían: «¡Espérame, Padre, espérame, que ya voy contigo!» Pasmados los hermanos, le preguntaron con quién hablaba de forma tan animada; y él contestó: «Pero ¿no ven a nuestro padre Francisco que se dirige al cielo?» Y al momento aquella santa alma, saliendo de la carne, siguió al Padre Francisco. 

El obispo de Asís había ido por aquel tiempo en peregrinación al santuario de San Miguel, situado en el monte Gargano. Estando allí, se le apareció el bienaventurado Francisco la noche misma de su muerte y le dijo: «Mira, dejo el mundo y me voy al cielo». Al levantarse a la mañana siguiente, el obispo refirió a los compañeros la visión que había tenido de noche, y vuelto a Asís comprobó con toda certeza, tras una cuidadosa investigación, que a la misma hora en que se le presentó la visión había volado de este mundo el bienaventurado Padre.

Las alondras, amantes de la luz y enemigas de los atardeceres, a la hora misma del tránsito de Francisco, cuando al crepúsculo iba a seguirle ya la noche, llegaron en una gran bandada por encima del techo de la casa y revoloteando largo rato con insólita manifestación de alegría, rendían un testimonio tan jubiloso como evidente de la gloria del Santo, que tantas veces las había solido invitar al canto de las alabanzas divinas».

Rezamos la oración simple.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor;
que donde haya ofensa, ponga yo perdón;
que donde haya discordia, ponga yo unión;
que donde haya error, ponga yo verdad;
que donde haya duda, ponga yo fe;
que donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
que donde haya tinieblas, ponga yo luz;
que donde haya tristeza, alegría;
¡Oh Maestro!,
que no busque yo tanto ser consolado, como consolar
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dando, se recibe;
olvidando se encuentra;
perdonando, se alcanza el perdón;
y muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

Decimos la intención por la cual queremos pedir.

Rezamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 

San Francisco ruega por nosotros. Hacemos la señal de la cruz.

jueves, 22 de septiembre de 2016

NOVENA A SANTA TERESITA DE JESÚS*... La santita predilecta de la Beata Madre María Inés


PRIMER DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena pido. Amén.

DÍA PRIMERO:
Oración. ¡Florecita de Jesús! Por aquel volcán de amores que inflamó tu corazón, cuyos divinos ardimientos fueron el dulce martirio que consumió tu vida "con ansias de amores inflamada", haz que también yo, ¡oh santa Teresita! a solo Dios entregue totalmente mi corazón con todas sus esperanzas y con todos sus ensueños, para que le transforme y le resucite y le salve. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria:«¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual».

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tú, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


SEGUNDO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

DÍA SEGUNDO:
¡Florecita de Jesús! Por los perfumes de santidad que exhalaste durante tu vida, escondida cual humilde violeta en el jardín del Carmelo, haz que pueda también mi alma, libre de los malos olores del pecado, agradar a Dios con el suave olor de las virtudes cristianas. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


TERCER DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

TERCER DÍA:
¡Florecita de Jesús! Por los pasos de inocencia y de candor que diste en la florida senda de tu caminito, que fue camino de infancia espiritual, haz que los pasos de mi vida no corran por los derroteros de la perdición; sino que, pasito a paso, suba la senda -cuesta arriba- que conduce a la gloria. Amén. 

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Oración. ¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


CUARTO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

CUARTO DÍA:
Oración. ¡Florecita de Jesús! Por la celestial pureza que adornó tu corazón cual los lirios a los valles y la "nieve" a las alturas alcánzame, azucena del Carmelo, la pureza en pensamientos, palabras y obras. Defiéndeme en la tentación, y cubre con las azucenas de tu pureza la fealdad de éste pobre corazón mío inquieto y apasionado. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


QUINTO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

QUINTO DÍA:
¡Florecita de Jesús! Por el empeño grande que pusiste en "pasar por la Tierra haciendo bien", y en esparcir en los corazones el amor y la esperanza, haz que también yo pase mi vida sembrando bondades para recibir allá arriba el galardón seguro del ciento por uno con la vida perdurable y feliz. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


SEXTO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

DÍA SEXTO: 
¡Florecita de Jesús! Por aquella continua tendencia de "empequeñecerse" que fue el tema de tu santa vida, haz sepa también yo ser un "alma tan pequeñita" que encuentre la verdadera grandeza en los brazos del sacrificio y de la Cruz; y aprenda a ser grande en lo pequeño y amar la humildad... la "pequeñez", para entrar más fácilmente por las puertas de la gloria al gozo eterno. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


SÉPTIMO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

SÉPTIMO DÍA:
¡Florecita de Jesús! Por aquel martirio tan continuado que sufrió tu espíritu en la incesante negación de la naturaleza, haz que aprenda a negar mis caprichos y veleidades y a pagar, cual tú, los desprecios del prójimo con una sonrisa heroica y celestial. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


OCTAVO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

OCTAVO DÍA:
¡Florecita de Jesús! Por la paciencia admirable con que supiste disimular y sufrir las enfermedades que en la Cruz te pusieron, ¡oh! que pueda yo también, santita mía, llevar si no con alegría, a lo menos en conformidad con la voluntad de Dios los achaques y miserias de este cuerpo de barro para que un día resulte embellecido en la gloria. Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"


NOVENO DÍA.

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dame fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concédeme la gracia que en esta novena le pido. Amén.

NOVENO DÍA:
¡Florecita de Jesús! Por el heroico valor con que apuraste el cáliz hasta las "heces" en el trance amargo de tu agonía; y por la dulce calma con que esperaste la fría llamada de la muerte, pueda yo también cerrar los ojos a esta vida mortal repitiendo las hermosas palabras que al morir pronunciaste: "Oh... ¡Le amo!.. . ¡Dios mío... os...amo!". Amén.

Petición. Tres Avemarías.
Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:
Oración. ¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"

* Gracias a la Hna. Rosy Carvajal, M.C. quien desde Costa Rica compartió conmigo esta novena en 2015.