domingo, 28 de mayo de 2023

«Pentecostés»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés, el domingo más importante del año, después de la Pascua. La liturgia actual de la Iglesia busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Es decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto, no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua. En este sentido debemos tener muy claro que Pentecostés no es una fiesta autónoma en honor al Espíritu Santo desconectada de la Pascua, sino que hay que vivir el día como la oportunidad para vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

La beata María Inés Teresa, tenía la costumbre de poner por escrito los siete dones del Espíritu Santo —sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios— para repartirlos a la hora de rezar Tercia, uno de los momentos de oración de la Liturgia de las Horas, con el deseo de que durante todo el año se profundizara en ese don y se aplicara en la vida. Esta práctica la hemos heredado en la Familia Inesiana y es un gozo estar esperando a ver qué don nos tocará desarrollar. Y es que la Pentecostés la celebramos cada año, pero no solamente como un recuerdo de un acontecimiento que sucedió cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y María santísima, sino como una fiesta en la que agradecemos que esa efusión del Espíritu Santo vino a nosotros en el bautismo, se reforzó en la confirmación y nos mantiene como testigos de la acción de Dios en el mundo.

Benedicto XVI, de feliz memoria, el 27 de mayo de 2012, en la fiesta de Pentecostés de aquel año anotó: «Jesús, después de resucitar y subir al cielo, envía a la Iglesia su Espíritu para que cada cristiano pueda participar en su misma vida divina y se convierta en su testigo en el mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, derrota su aridez, abre los corazones a la esperanza, estimula y favorece en nosotros la maduración interior en la relación con Dios y con el prójimo». Yo creo que esto nos ayuda a entender las sencillas palabras con las que Jesús hace descender el Espíritu Santo que procede del Padre y de él y que el Evangelio de hoy (Jn 20,19-23) menciona: «Reciban el Espíritu Santo». Reestrenemos este regalo maravilloso que viene de lo Alto y pidamos a María Santísima seamos dóciles, como ella, a la acción del Espíritu mismo. ¡Bendecido domingo de Pentecostés!

Padre Alfredo.

sábado, 27 de mayo de 2023

«Un hombre de corazón traspasado»... Un pequeño pensamiento para hoy


Sé que a veces leer los mal hilvanados escritos que hago, es pesado para muchos, aunque trato de ser ameno y enlazar la palabra de Dios con los acontecimientos de la vida de un cura tan ordinario como yo. Sé también que por ese motivo algunos no leyeron en mis últimas líneas que este mes sería parco e inconstante en mi pequeño pensamiento, debido a que tengo los meses de mayo, junio y julio plagados de diversas actividades que me hacen estar, la mayoría de ellas, varios días de cada semana fuera. Por eso se me complica encontrar un espacio para sentarme a escribir, y lo que es peor, por las condiciones de viaje a veces me es difícil llevar este cachivache y plasmar en él mis ideas.

Precisamente hace rato voy llegando del último viaje, esta vez a mi querida selva de cemento (CDMX) en donde, cerca de allí, en la «Casa Lago», sede de la Conferencia Episcopal Mexicana participé desde el lunes hasta esta mañana en la asamblea anual de los miembros de las comisiones del clero de cada arquidiócesis del país. Yo formo parte de la comisión del clero de Monterrey. No necesito decirles, porque estoy seguro que se imaginan, la riqueza de la experiencia de esta tarea que encierra el gozo de servir y acompañar a mis hermanos en el sacerdocio. Los temas que nos impartieron y los trabajos de equipo, dejaron en mi corazón un compromiso y un deseo de acrecentar la entrega en esta hermosa y a la vez complicada tarea de animar la vida sacerdotal que debe estar siempre al cien en cada sacerdote.

La lectura de la misa de hoy, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, me alienta en la tarea. Este texto (Hch 28,16-20.30-31), que termina hablando de san Pablo y explicando que vivió dos años en una casa alquilada y que ahí recibía a los que acudían a él, predicaba el Reino de Dios y explicaba la vida de Jesucristo con plena libertad y sin estorbo alguno, me hace ir al corazón del sacerdote, que, como nos explicaban este día expertos en teología sacerdotal, es un corazón traspasado que no puede permanecer indiferente ante la situación que vive el mundo actual y que reclama la presencia de varones comprometidos con el Señor que le hagan presente para empapar el mundo entero de la misericordia de Dios. No dejen de orar por los sacerdotes, por mí que tanto lo necesito y por quienes vienen en camino en los seminarios y casas religiosas, respondiendo al llamado vocacional. Que María santísima nos acompañe siempre reforzando nuestro «sí». ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

domingo, 21 de mayo de 2023

«No hay plan B»... Un pequeño pensamiento para hoy


Parto, para la reflexión del día de hoy, en torno al Evangelio de san Mateo (Mt 28,16-20) de un cuento que me encontré en Internet y que aquí platico a mi manera: «Cuando Jesús volvió a la Casa del Padre y se sentó a su derecha, los ángeles hicieron una fiesta espectacular para darle la bienvenida. A la entrada del cielo había un gran cartel que decía: ‘Bienvenido a casa. Misión cumplida’. Uno de los ángeles le hizo una entrevista sobre su estancia en el mundo para las redes sociales celestiales y le preguntó quién iba a continuar su tarea en la tierra. Jesús le dijo que ‘Once’ hombres maravillosos que se llenaron del amor del Padre que él les manifestó. El ángel le preguntó si había contemplado qué pasaría si esos hombres fracasaban; le cuestionó sobre si había un plan B. Jesús le dijo que no, que no había ningún otro plan».

Hoy, miles de años después, nosotros celebramos esta fiesta de la Ascensión como lo hacían los primeros cristianos para recordarnos algo que siempre necesitamos oír y que está en el Evangelio: «sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». El plan que estableció Cristo movido por su Padre no tiene opciones ni alternativas. No hay plan B. Él nos ha dejado la misión de continuar con su tarea. Hemos recibido poder, el poder del Espíritu que nos hace actuar como testigos del resucitado. A la misión cumplida de Jesús se suma ahora la misión a cumplir por nosotros, en este hoy de la Iglesia que nos toca vivir. Nos toca en herencia este tiempo de la Iglesia, este tiempo de la misión, este tiempo, como he dicho en otras ocasiones, de dejar huellas de trascendencia, de justicia, de verdad, de mirar al cielo y al mundo y de ser testigos del Señor que nos envía.

En su libro «La Lira del Corazón», la beata María Inés Teresa escribe: «La misión de Jesús visible en el mundo ya terminó, Él ya acabó su carrera, más se quedó en la Eucaristía hasta la consumación de los siglos». (Lira del Corazón, p. 34). Y en una carta que escribe en 1977 a sus hijas Misioneras Clarisas en Japón, les dice: «El amor a la misión, el celo por las almas, se comprenden cuando se vive en el diálogo con Cristo. Tanto la vocación misionera como la entrega a la misma, son de Dios». Sí, nuestro ser y quehacer en el mundo como discípulos–misioneros de Cristo es un encargo y no hay plan B. Es de esta manera, de la mano de María, como hemos de continuar la obra del Resucitado que sube a la derecha del Padre. No perdamos tiempo... hay mucho que hacer. ¡Bendecido domingo, solemnidad de la Ascensión del Señor!

Padre Alfredo.

sábado, 20 de mayo de 2023

«En vísperas de la fiesta de la Ascensión»... un pequeño pensamiento para hoy


Hoy, en la víspera de la fiesta de la Ascensión del Señor, el Evangelio (Jn 16,23-28) nos deja unas palabras de despedida entrañables. Jesús nos hace participar de su misterio más preciado; Dios Padre es su origen y es, a la vez, su destino: «Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre» (Jn 16,28). No debiera dejar de resonar en nosotros esta gran verdad: realmente, Jesús es el Hijo de Dios; el Padre divino es su origen y, al mismo tiempo, su destino.

El Evangelio de hoy tiene una cosa importante a recordar: «aquel» a quien los judíos denominan Dios es el que nos ha enviado a Jesús; es, por tanto, el Padre de los creyentes. Con esto se nos dice claramente que sólo puede conocerse a Dios de verdad si se acepta que este Dios es el Padre de Jesús. Y esta filiación divina de Jesús nos recuerda otro aspecto fundamental para nuestra vida: los bautizados somos hijos de Dios en Cristo por el Espíritu Santo. Esta paternidad divina adoptiva de Dios hacia nosotros se distingue de la adopción humana en que tiene un fundamento real en cada uno de nosotros, ya que supone un nuevo nacimiento. Por tanto, quien ha quedado introducido en la gran Familia divina ya no es un extraño.

Por esto, mañana, en la fiesta de la Ascensión se nos recordará que todos los hijos hemos seguido los pasos del Hijo. Ningún auténtico discípulo–misionero tiene que sentirse desamparado. El Padre nos ama y nuestra meta es el cielo para verle cara a cara. Con María preparemos nuestro corazón para la celebración de mañana que debemos celebrar como verdaderos hermanos, buscando siempre el bien unos de otros, hasta que juntos podamos gozar de los bienes eternos, como hijos amados de nuestro Dios y Padre. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 19 de mayo de 2023

«En la abadía de Ocean Side»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este miércoles pasado estuve en la abadía «Prince of Peace» en Ocean Side, California compartiendo unos momentos y el gozo de la Eucaristía con mi querido amigo Fray Agustín. Ya otras veces he compartido con ustedes la experiencia de profunda paz que se vive en este santo lugar diseñado por el gran arquitecto mexicano de feliz memoria y monje benedictino Fray Gabriel Chávez de la Mora. Sinceramente bastan unos cuantos instantes en este bendito espacio de Dios para experimentar su presencia, y más cuando a eso se añaden los hermosos tonos de los cantos que los monjes elevan al Señor en la Liturgia de la Horas y por supuesto en la Santa Misa.

El ver el salmo responsorial de la Misa de hoy (Sal 46 —47 en la Biblia—)  es el que me ha hecho volver la mirada y el corazón al monasterio, pues desde allí se eleva el gozo de la alegría del corazón de estos hombres, que, consagrando su vida al Señor, entre el «ora et labora» —ora y trabaja— le dan gloria a Dios. Y es que el salmo tiene un verso que dice: «Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono» preparándonos para la fiesta de la Ascensión que estamos por celebrar y que los monjes celebraron el día de ayer.

Este fragmento, que nos hace ir, definitivamente, al momento de la Ascensión, me invita, y creo que a todos, a dar gracias al Padre misericordioso por haber enviado a su Hijo Jesús al mundo y a llevar, al regreso a su derecha, nuestros anhelos y esperanzas, sobre todo la esperanza de llegar también nosotros al cielo. Sigámonos preparando, de la mano de María, para celebrar este próximo domingo la fiesta de la Ascensión del Señor. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 18 de mayo de 2023

«Me verán, luego no me verán, después me volverán a ver»... Un pequeño pensamiento para hoy


Después de dos días de no compartir con ustedes mi pequeño pensamiento, debido al viaje relámpago que realicé a Los Angeles para el funeral de Minerva, que me dio la oportunidad de ver a mucha gente muy querida y compartir instantes de dolor, de gracia, de alegría y de esperanza, vuelvo nuevamente unos cuantos días a escribir, pues la semana entrante tendré que interrumpir nuevamente debido a que estaré de lunes a viernes en la reunión nacional de los representantes de la Comisión del clero de las diversas diócesis de México y, como no conozco el horario ni las actividades del día, no sé si encontraré un espacio para hacer esto que tanto me gusta y me ayuda para mi vida espiritual, religiosa y ministerial.

El día de hoy en algunas partes del mundo se celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor, pero aquí en México se traslada al domingo siguiente, de manera que el Evangelio que ilumina mi reflexión es el del jueves de la sexta semana de Pascua que nos presenta a los discípulos confundidos por las palabras que Jesús pronuncia sobre su próxima partida al Padre y el envío del Paráclito (Jn 16,16-20). Los apóstoles no entienden de momento las palabras de Jesús: «dentro de poco ya no me verán», que luego ya se darían cuenta que se referían a su muerte inminente, «y dentro de otro poco me volverán a ver», esta vez con un anuncio de su resurrección, que más tarde entenderían mejor. Jesús va a seguir estando presente, aunque de un modo más misterioso, en medio de los suyos.

Las ausencias de Jesús nos afectan también muchas veces a nosotros. Estas ausencias provocan que nos sintamos como en la oscuridad de la noche y en el eclipse de sol. Si supiéramos que «dentro de otro poquito» ya se terminará el túnel en el que nos parece encontrarnos, nos consolaríamos, pero no tenemos seguridades a corto plazo. Sólo la fe nos asegura que la ausencia de Jesús es presencia, misteriosa pero real. Hay que recordar que la Pascua se empieza a celebrar el Viernes Santo, con su doble movimiento unitario: muerte y resurrección. Hay momentos en que «no vemos», y otros en que «volvemos a ver». Sigamos caminando en este dinamismo de la Pascua de la mano de María y confiando en el Señor. ¡Bendecido jueves eucarístico y sacerdotal!

Padre Alfredo.

P.D. Hoy era el día del cumpleaños de mi papá. Lo recordamos con cariño y gratitud.

lunes, 15 de mayo de 2023

«Por el día del maestro»... Un pequeño pensamiento para hoy


Estoy leyendo un libro de la doctora en filología clásica y escritora española Irene Vallejo (1979) que se llama «El infinito en un junco». Esta obra exquisita, que me recomendó mi amigo el padre Abundio Camacho, trata sobre los orígenes del libro. En ella Irene recorre la historia del asombroso artefacto que nació hace cinco milenios, cuando los egipcios descubrieron el potencial de un junco al que llamaron papiro. Leo algunas de estas páginas mientras espero que den las 4 de la mañana para hacer check-in en el mostrador de American Airlines —ya que a pesar de las modernidades, no se pudo hacer on line— porque resulta que voy en un viaje relámpago a Los Angeles a presidir el funeral de nuestra querida hermana Vanclarista Minerva Heredia, que ha sido llamada a la casa del Padre y que nos deja su gran legado de misionera seglar, como una de las iniciadoras de Van-Clar en esa región de nuestra familia Inesiana y como alguien que conoció, muy de cerca a nuestra beata madre fundadora María Inés Teresa del Santísimo Sacramento. Minerva fue para mí, verdaderamente, como una madre.

Pero, al hacer un alto en la lectura devoradora de las líneas de este tratado de Irene Vallejo, que en la sección que estoy ahora leyendo, se adentra en la iniciación de las primeras escuelas en Grecia, recuerdo que en México —y no sé si en otras partes más— se celebra el día del maestro y hago un alto para ir a la antífona de entrada de la misa del día de hoy donde me topo con un versículo del profeta Malaquías que reza así: «En su boca había una enseñanza verdadera y la maldad no se hallaba en sus labios. Caminaba conmigo en paz y rectitud y apartaba a muchos del mal. Aleluya»... Y claro, mi mente y mi corazón refieren de inmediato estas líneas a los maestros. ¿Verdad que así debería ser todo maestro? Y creo, sinceramente, que hay muchos así. Me viene a la mente de inmediato mi querida profesora de secundaria Magda Yolanda Villarreal Fernández, a quien espero que, en el cambio de avión en Pohenix, encuentre un espacio para llamarle como cada año.

El Evangelio de hoy (Jn 15,26-16,4), sigue la misma línea de otros días de esta semana hablando del anhelo que tiene Jesús de que llegue el Espíritu Santo, el Paráclito, que hará que los apóstoles, y en general todos los seguidores de Jesús, den testimonio de lo que él ha traído al mundo. Yo sé que los frutos del Espíritu, la paciencia, la bondad o la piedad, se pueden hacer «vida» en cada maestro y sobre todo ante los estudiantes, de modo que ellos «aprendan» del ejemplo. Las actitudes de un maestro frente a los problemas y las circunstancias difíciles hablarán más fuerte que cualquier lección que pueda enseñar y hoy los necesitamos. Vuelvo al texto de «El infinito en un junco» y me encuentro nuevamente con esas primeras escuelas en donde el maestro, se entregaba de lleno para que los alumnos aprendieran. Jesús es Maestro, María es maestra. A ellos dirijo mi mirada y pido por todos los maestros del mundo y espero acompañar, en esta tarde en el viewing y mañana en la misa de funeral, a la familia de Minerva y a nuestra familia misionera, en nombre de mis hermanos Misioneros de Cristo. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

P.D. Martes 16 y miércoles 17 no habrá «un pequeño pensamiento para hoy».

domingo, 14 de mayo de 2023

«¡Han de dispensar!»... Un pequeño pensamiento para hoy


Nos quedan dos semanas de Pascua, y estas, para mí, estarán un poco complicadas en cuestión de viajes que tengo que realizar y en los cuales me será prácticamente imposible compartir por escrito mi pequeño pensamiento. Así que será esporádicamente que estaré escribiendo. Esta semana estaré de viaje de lunes a miércoles y la siguiente de lunes a viernes, así que todos esos días no tendré oportunidad de escribir, pues no dispondré de tiempo para sentarme con calma a plasmar en la pantalla mis pensamientos... así que como acostumbro decir: «¡Han de dispensar!»

Por lo pronto hoy sí les dejo unas cuantas líneas para meditar. En estas dos semanas que quedan de Pascua el Resucitado nos prepara para vivir el misterio de su «ausencia». Cristo mismo, a pesar de que no le vemos, porque está en estado glorioso, sigue estándonos presente: a pesar de que «vuelve» al Padre, sin embargo, nos dice en el Evangelio de hoy (Jn 14,15-21): «no los dejaré desamparados», «yo sigo viviendo», «yo estoy con mi Padre, ustedes conmigo y yo con ustedes». Recordemos que las palabras de despedida el día de la Ascensión, el próximo domingo serán: «Yo estoy con ustedes todos los días».

Yo creo que este domingo es una buena ocasión —como lo ha sido todo el tiempo de la Pascua— para insistir en la gozosa convicción de que Cristo no está nunca lejos de nosotros, sino entrañablemente cercano, según su promesa: en la comunidad, en su Palabra, en sus sacramentos, de modo particular en su Eucaristía, y también en la persona del prójimo en nuestra familia y en nuestros amigos y en quienes, necesitados, se cruzan en nuestro camino. Que la Virgen nos asista y acreciente nuestro amor a su Hijo resucitado. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 13 de mayo de 2023

«La Virgen de Fátima en post-pandemia»... un pequeño pensamiento para hoy


Hoy que celebramos en la Iglesia a Nuestra Señora de Fátima, quisiera compartir con ustedes una breve reflexión en torno a María Santísima. EN muchos lugares esta memoria de la Virgen de Fátima no se celebra en la liturgia. Es el caso de México, en donde este día la liturgia marca celebrar el sábado V de Pascua, sin embargo, aunque la liturgia no nos la ponga como celebración principal, nosotros sabemos del lugar preponderante que María Santísima ocupa en la obra de la redención gracias al «sí» que pronunció.

Este 2023, ya que la OMS ha decretado el fin de la pandemia, creo que la santísima Virgen nos llenará de esperanza para seguir ayudándonos en solidaridad a salir del atolladero en el que este fenómeno inaudito nos dejó. Son muchas las cosas que no podremos olvidar dela pandemia; muchas y variadas las historias personales y colectivas que se fueron viviendo en este tiempo y que no podemos olvidar. Pero vale la pena que hagamos memoria con ella, con la Madre de Dios.

A ella le agradecemos el mensaje de paz y de esperanza que nos dejó en Fátima y que tiene tanta actualidad para nosotros hoy. Lo que hizo ver a los tres pastorcitos no fueron cuadros de dolor sobre la fatalidad de un futuro irremediable. Hizo ver que el porvenir de la familia humana no está determinado, la libertad humana abierta a la fuerza de Dios, que triunfa sobre el mal en la pascua de Jesucristo, tiene la última palabra. Lo válido y perenne de su mensaje en Fátima, es la exhortación a la oración y al cambio de actitudes, que nos hagan capaces de movilizar todas las fuerzas de transformación de nuestra sociedad hacia el bien, la justicia y el triunfo de la vida. Acojámonos a Ella en este día y siempre. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 12 de mayo de 2023

«Un pequeño pensamiento para hoy»... Un pequeño pensamiento para hoy


Me imagino que habrá ya más comentarios de los que he visto hasta esta hora en mis redes sobre cuál es el motivo por el que el pensamiento del día de hoy no apareció. Por lo menos ya vi algunos en los que me preguntan discretamente: «padre: ¿está bien?» u otros en los que abiertamente me dicen: «ya es tarde y su pensamiento no me ha llegado»... Como les he dicho otras veces, no pasa nada, simplemente que soy un ser humano como todos ustedes pero más pecador y a veces la vida no me alcanza. De hecho me quedan unos minutitos que aprovecho para escribir porque ya casi me tengo que ir a una cita médica de rutina con el gastro.

Les comparto unas cuantas líneas del evangelio de hoy en el que resaltan en mi mente y en mi corazón las palabras de Jesús que dicen: «Ya no los llamo siervos... a ustedes los llamo amigos». Y la verdad así me siento yo, un amigo de Jesús. Un amigo que sabe que para ser amigos de Jesús no es suficiente un amor de sentimientos, o de emociones, porque éstos y aquellas, como dice el Papa Benedicto XVI en su encíclica «Deus Caritas est», van y vienen. Para ser amigos de Jesús hay que amarle con un amor de entrega, de fidelidad. Con un amor hecho obras.

En una de sus cartas san Pablo dice: «Así que ahora podemos alegrarnos por nuestra nueva y maravillosa relación con Dios gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos hizo amigos de Dios» (Rom 5,11). Entonces, ¿cómo es tu amistad con Jesús? Pidamos a María que ella nos ayude a que nuestra amistad con él sea sincera, profunda y duradera de aquí a la eternidad. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 11 de mayo de 2023

«Que nuestra alegría sea plena»... Un pequeño pensamiento para hoy


En una homilía de las que diariamente pronuncia el Papa Francisco en Santa Marta, concretamente el 28 de mayo de 2018 afirmó: «Lo que se ocupa de romper las risas forzadas de una cultura no alegre que inventa de todo para entretenerse, ofreciendo por todas partes trocitos de «dolce vita», es la alegría del cristiano. Que no se compra en el mercado» sino que es «un don del Espíritu, custodiado por la fe y siempre en tensión entre memoria de la salvación y esperanza. El Papa, en aquella ocasión, definió «la alegría cristiana» como «la respiración del cristiano». Porque «un cristiano que no es alegre en el corazón no es un buen cristiano». La alegría, por lo tanto, afirmó el Papa Francisco, «es la respiración, el modo de expresarse del cristiano».

Hoy, en el Evangelio (Jn 15,9-11), encontramos que Jesús dice a sus discípulos: «Permanezcan en mi amor... les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena». La alegría, la verdadera alegría, brota de la permanencia del discípulo¬–misionero en el amor del Señor. Hoy hay muchos cristianos —incluidos por supuesto muchos católicos— que viven tristes, buscando, como dice el Santo Padre, la «dolce vita» de la alegría en un momento pasajero que se esfuma en unas cuantas horas y se olvidan de esta alegría que Cristo nos ha dejado y que envuelve todo nuestro ser. 

Hace tiempo que no dejo preguntas para la reflexión. Hoy nos vendrían bien unas cuantas: ¿Existe todavía un lugar para la alegría? ¿Cómo es mi anhelo de felicidad? ¿Busco la alegría del Señor, que es la alegría del Evangelio? ¿Cuál es la medida de mi deseo de alegría?... Nuestra alegría testimonia la profundidad de nuestro compromiso con el Plan divino. Quien vive su fe con tristeza y abatimiento, no ha comprendido bien el núcleo del mensaje del Señor Jesús. En la Anunciación, el ángel invita a María a vivir la alegría mesiánica: «Alégrate, llena de gracia...» Igual el Magníficat es una hermosa expresión de alegría. De la mano de María, vivamos siempre la alegría cristiana en plenitud. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 10 de mayo de 2023

«En el Día de las Madres»... Un pequeño pensamiento para hoy


El día de hoy en México, y en otras partes del mundo, se celebra el «Día de las Madres», así que mi reflexión gira en torno a esto, empezando por decirles que las mamás son una clara manifestación del amor y la misericordia de Dios. Estas mujeres, llenas de fe, esperanza y perseverancia van dejando, por donde pasan, la huella de Dios en lo que han hecho por nosotros a lo largo de los años, y por eso agradecemos a Dios por su presencia en nuestras vidas. Unos tenemos la dicha de tener a nuestra mamá junto a nosotros. A otros la inescrutable voluntad de Dios se las ha arrebatado de este mundo aún a temprana hora de haber iniciado su tarea de ser madres. Pero todos, creo yo, viviremos siempre con gratitud por el «sí» que ellas dieron a la vida y sobre todo a la voluntad de Dios que quiso darles este don. Anoche, después de la Misa solemne de las mamás, en la víspera de este día maravilloso, me decía una señora muy querida en la comunidad: «¡No se olvide de las que somos mamás adoptivas!». Así que todas caben en estas palabras colmadas de gratitud.

Al ver este día la palabra de Dios, descubro que Jesús en el Evangelio (Jn 15, 1-8) nos da una gran lección: insiste, en que permanezcamos en su amor porque él es la vid. Y es que solo así es posible cumplir el mandamiento del amor y dar muchos frutos. De esta manera, este texto nos presenta a Jesús que desvela el motivo último que ha guiado e impulsado toda su vida: el amor. Mientras que en no pocas ocasiones la sociedad actual llama amor a cualquier cosa y detrás solo hay egoísmo y reserva del corazón a entregarse, en la vida de Jesús hay una opción por permanecer en el amor del Padre, amando al Padre y haciéndolo amar. Para que aprendamos que permanecer en el amor es lo único esencial Jesús se pone como modelo. Escuchar este mandamiento en una sociedad acomodada a su bienestar y hacer lo que convenga por intereses o según me apetezca, es una noticia importante y de contracorriente; vamos acostumbrándonos a poner caducidad a muchas cosas incluso a los valores. Por ello el cuestionamiento a permanecer unidos a la vid.

El principio interior, la fuerza permanente y la meta última de tal cometido es el amor: así como sin el amor la familia no es una comunidad de personas, así también sin el amor una familia no puede vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas (cf. Familiaris consortio, 18). Dejemos que sean las mamás con su ternura y cariño las que nos enseñen a amar; no les robemos ese privilegio y esa misión en el mundo. Sobre todo animemos a las mamás jóvenes, muchas de ellas alejadas de Dios y hagámosles ver que si la mamá no está presente en la vida del ser humano desde su gestación, quedará condenado a vivir una vida triste, amargada y sobre todo sin esa capacidad de saber amar. Por allí leí que «Las mamás son el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta». Queridísimas mamás, las encomiendo a todas al cuidado de María Santísima y gracias, gracias por lo que son en la familia y por lo que dan a la Iglesia y al mundo. Felicidades a mi mamá Blanca Margarita y a todas las mamás. ¡Bendecido miércoles, «Día de las Madres»!

Padre Alfredo.

martes, 9 de mayo de 2023

«Vamos muy de prisa»... Un pequeño pensamiento para hoy


De repente me parece que la sociedad en que vivimos quiere que tengamos días de 72 horas o por lo menos de 48 para alcanzar a hacer tantas cosas como quisiéramos. Son ya casi las 9 de la mañana y yo no he podido compartir mi reflexión como me gusta hacerlo desde un día antes pensando en los que la reciben en otros husos horarios. En fin, algunos científicos dicen que la rotación de la Tierra, que hace que el sol salga y se ponga en el cielo, últimamente ha ido un poco más rápido de lo normal, lo que hace que los días no duren exactamente 24 horas, pero hablan de fracciones de segundos... ¡La cosa es que el día no alcanza!

En base a esto pienso en los viajes misioneros de san Pablo y sus compañeros. Verdaderos Periplos que seguramente serían tan agotadores como las largas horas que muchos de nosotros tenemos que pasar frente a la pantalla de la computadora o de los teléfonos inteligentes para llevar la Buena Nueva a todos. La primera lectura de hoy nos pone el pasaje que habla de la conclusión del primero de estos viajes misioneros de san Pablo (Hch 14,19-28). Pablo y Bernabé hacen, en sentido inverso, el itinerario que acaban de recorrer para afianzar las comunidades fundadas. Ese viaje, según los datos, ha durado tres años aproximadamente. Se desarrolló, más o menos, entre los años 45 y 48. Solamente quince años después de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y fue ya una primera experiencia de aclimatación del Evangelio en tierra pagana

Nosotros ahora viajamos para evangelizar, como digo, por medio de Internet, especialmente a través de las redes sociales. Por mi parte puedo hablar del viaje cibernético que hago cada día con este «pequeño pensamiento» que trata de llegar allende las fronteras de mi México lindo y querido para llevar un espacio escrito de reflexión que reviva la alegría del Evangelio en los corazones. ¿Tú qué haces en las redes sociales para compartir el Evangelio? Pidamos la intercesión de la santísima Virgen para que sigamos aprovechando la valiosa oportunidad que todos estos medios telemáticos que la época que nos ha tocado vivir nos ofrecen. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 8 de mayo de 2023

«Testigos de la presencia de Cristo Sacerdote»... Un pequeño pensamiento para hoy


El sábado celebramos en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás —en la que por puritita misericordia de Dios me toca estar al frente como párroco— la santa misa de acción de gracias por el XX aniversario del grupo «Búsquedas», un grupo parroquial de jóvenes por el que en estos 20 años ha pasado un buen número de muchachos entre los que ahora se encuentran algunos ya casados, formando bonitas familias. El caso es que, después de la celebración y las correspondientes fotografías y selfies, los jóvenes me invitaron a un famoso restaurante cercano a la parroquia y a los muchachos les llamó la atención, entre otras cosas, que algunas personas, al ingresar, clavaran sus miradas en un servidor que, como en muchas otras ocasiones, iba vestido con la camisa clerical. Una de las chicas del grupo me dice: «padre, como que la gente a veces piensa que ustedes son extraterrestres o no sé qué. A nosotros nos da gusto tenerlos siempre cercanos». Así empezó una conversación que nos hizo pasar un rato muy ameno mientras que algunos de los comensales se acostumbraban a ver a un sacerdote viejo rodeado de quienes son la esperanza del mundo por ser, como jóvenes, presente y futuro a la vez.

Pero la cuestión es que curiosamente, al hacer mi oración sobre la palabra de Dios de hoy, me topé con esta frase entresacada de la primera lectura de la misa de este lunes (Hch 14,5-18) en donde los apóstoles Bernabé y Pablo expresan: «Nosotros somos hombre mortales, lo mismos que ustedes. Les predicamos el Evangelio que los hará dejar falsos dioses y convertirse al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto contienen». Obviamente el contexto es distinto, pues en aquella ocasión a Bernabé y Pablo los veían como dioses, a Bernabé como Júpiter y a Pablo como Mercurio... pero, lo cierto es que, de una o de otra manera, aparecemos a veces, para algunos y a veces muchos, como bichos raros. Los sacerdotes no pertenecemos a una humanidad superior, somos como todo el mundo. Participamos de la condición humana, vivimos con nuestros contemporáneos sin afán de ningún sentimiento de superioridad ni de ser protagonistas que opaquen la obra de Dios. 

Pero el apostolado del sacerdote no puede quedarse encerrado en el Templo, porque se puede predicar con tan solo la presencia en medio de un ambiente en el que parece que muchas veces el verdadero Dios está presente y reinan esos diocesillos que el hombre se ha creado. Me acordé con esto de una cosa que me pasó en Ciudad de México, mi querida Selva de Cemento en la que viví algún tiempo y un día, en el que también acudí a un restaurante —por cierto, muerto de hambre porque no había tenido tiempo de comer y ya era bastante tarde—, al pedir la cuenta me dijo amablemente la mesera: «no se preocupe padre, su cuenta ya está pagada y ya se fueron las personas»... Los sacerdotes no somos dioses, sino simples humanos, pero ciertamente, con una gracia especial que nos invita constantemente a ser un testimonio de la presencia de Cristo entre nosotros que a veces, se ve recompensada, por el cariño y el detalle de los jóvenes cercanos y de la gente que, sin conocernos, sabe lo que somos y lo que hacemos. Que María santísima cuide de nuestro sacerdocio y que con alegría sigamos dando testimonio de Cristo sacerdote en el Templo y fuera de él. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 7 de mayo de 2023

«Piedras vivas»... Un pequeño pensamiento para hoy


Cristo resucitado es, por su resurrección de entre los muertos, la «piedra viva» elegida por Dios para construir sobre ella la Iglesia (cf. 1 Co 3,11). Eso es algo que a todos los miembros de la Iglesia nos queda claro, pero hoy san Pedro, en su primera carta (1 Pe 2,4-9) nos invita a acercarnos a esa piedra viva que ha sido rechazada por los hombres, pero elegida por el Padre Misericordioso para que, nosotros también, seamos piedras vivas de la Iglesia. Cristo es la «piedra angular, escogida, preciosa». Pero todos estamos llamados a entrar «en la construcción del templo del Espíritu»; todos podemos llegar a ser una piedrecita o un ladrillo de este nuevo templo; todo él vivo y resplandeciente.

Desde ayer sábado, aquí en la arquidiócesis de Monterrey, se está celebrando el encuentro que se llama «Asercat», que es el punto de encuentro de la arquidiócesis de Monterrey, en el cual se da a conocer la vida pastoral, los apostolados, los grupos y movimientos de la Iglesia Católica, para hacer vida el Evangelio y acercarnos como comunidad en el amor de Cristo. Que maravilla que este evento sea un reflejo de lo que la Escritura nos dice en este relato al que hago referencia. San Pedro muestra la Iglesia como un templo vivo y espiritual con Cristo como el fundamento y la piedra del ángulo, y cada creyente es como una piedra. La lección está clara: mientras un ladrillo esté solo, no sirve para nada; sólo es útil cuando se le incorpora a un edificio. Así sucede con todo católico: para hacer realidad su destino, no debe permanecer aislado, sino ser edificado en la estructura de la Iglesia.

La vida que hemos llegado a tener en Cristo nos convierte, al igual que él, en piedras vivas. San Pablo nos da en casi todas sus cartas un cuadro comparativo de lo que era nuestra vida antes de conocer a Cristo y lo que ahora somos en él. Al referirse a la vida pasada nos dice que estamos «muertos en vuestros delitos y pecados». Pero el mismo apóstol de las gentes nos dice que Dios, «que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo…, y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús» (Ef. 2,4-6). Ahora somos «piedras vivas» participando en un organismo vivo que es la iglesia. Unidos con María y los santos vivamos nuestra condición de «piedras vivas». ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 6 de mayo de 2023

«La devoción mariana de los primeros cinco sábados»... Un pequeño pensamiento para hoy


Varias veces he comentado que por una tradición muy antigua, el sábado, en la Iglesia, es destinado de una manera especial al culto a la santísima Virgen María, entre otras razones, por el hecho de que el sábado se sitúa entre el día del gozo, que es el domingo, y el día penitencial, que es el Viernes; así la Virgen es medianera entre Dios y los hombres. Además, como afirma santo Tomás de Aquino: «el sábado siguiente al Viernes Santo, la única que permaneció firme en su fe fue María». Tiempo después, La Virgen de Fátima, y luego, su Hijo Jesús, pidieron a sor Lucía, difundir la devoción de los cinco primeros sábados de mes en honor del Inmaculado Corazón de María. Hoy, que es el primer sábado del mes de mayo, quiero compartir en mi reflexión de este día, algo al respecto, iniciando con decirles que, contando desde el día de hoy, hay cinco primeros sábados hasta que se cumpla el aniversario de la última de las apariciones de Fátima el 13 de octubre.

Esta devoción, que puede considerarse hasta ahora muy poco conocida, consiste en que cada primer sábado de mes, durante cinco meses seguidos, se realicen diversos actos de piedad con la intención de reparar los pecados contra el Inmaculado Corazón de María. Estos actos de piedad, que se pueden realizar cada primer sábado de mes son, por ejemplo: confesarse —de preferencia ese mismo día o unos días antes—, asistir a la santa misa de sábado —no incluida la de precepto por la tarde—, comulgar, rezar el santo rosario y hacerle compañía a María al menos quince minutos, meditando los misterios del rosario. Son cinco sábados seguidos los que se dedican a esta devoción porque Jesús se le apareció a sor Lucía en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 y le explicó que hay cinco tipos de ofensas y blasfemias pronunciadas contra el Inmaculado Corazón de María.

La primera de estas blasfemias que se han de reparar es la que se da en contra de su Inmaculada Concepción; la segunda, contra su virginidad perpetua; la tercera contra su maternidad divina, rehusando recibirla como Madre de la humanidad; la tercera, la de los que procuran infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada; y finalmente la quinta, referida a los que la insultan directamente en sus sagradas imágenes. ¿Podrás encontrar hoy sábado, algún espacio para hacer de estos actos de reparación? Aprovechemos los sábados acompañando a María pensando en las personas más obstinadas en su pecado sin arrepentirse, aquellas que están, sin saberlo, al borde de la muerte y están en pecado mortal y sobre todo aquellas que por circunstancia de lugar, están lejos de la posibilidad de conseguir un sacerdote y recibir los sacramentos incluso en sus últimos momentos... ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

La Última Cena y las excusas de hoy...


Si la Última Cena hubiera sido en estos tiempos y los discípulos fueran como muchos católicos en la Iglesia del siglo XXI, las cosas acontecerían así: 

Pedro: Perdón Señor es que tuve que atender unos negocios que tenía pendiente.  

Juan: Es que me vinieron a ver mis amigos sin avisar y no podía dejarlos plantados. 

Santiago: Ayer me dormí tarde viendo una serie y ya no me desperté para llegar a tiempo. 

Andrés: Es que hacía mucho frío. 

Felipe: Señor,  jugó mi equipo favorito y me acosté tarde anoche. 

Bartolomé: Es que me queda un poco lejos de mi casa, tengo que viajar demasiado para congregarme.  

Tomás: Fíjate, que ya no me siento muy cómodo en esa iglesia, no me toman en cuenta. 

Mateo: Me dolía un poco la cabeza y decidí quedarme en casa. 

Santiago el Menor: Es que la última vez un hermano no me saludó. 

Simón: El próximo Domingo ahí estaré verdad que sí, pero este no puedo. 

Judas Tadeo: Irá pura gente que no cumple, por eso mejor no voy. 

Judas Iscariote: Me ofrecieron una oportunidad que no podía rechazar.

viernes, 5 de mayo de 2023

«Un alegre encuentro»... Un pequeño pensamiento para hoy


En este marco de alegría que nos hace respirar la Pascua, tuve la dicha de estar, acompañado por el hermano Carlos Piña, en una amena convivencia fraterna con nuestros hermanos Vanclaristas —misioneros seglares de la familia misionera a la que pertenezco— con el motivo de la visita de la madre Martha Gabriela Hernández, superiora general de nuestras hermanas Misioneras Clarisas y dirigente general de los grupos de Van-Clar en los 16 países en donde está establecido. Estuvieron también las hermanas Susana Guzmán, asistente para los grupos de Van-Clar, la hermana Lucy López, vicaria general de nuestras hermanas y la hermana Liz Carrancá, nueva superiora regional de nuestras hermanas. ¡Siempre es un gozo poder reunirse en familia!

Esta convivencia expresa lo que la primera lectura de hoy (Hch 13,26-33) en torno a lo que significa evangelizar nos muestra, que es, en definitiva, anunciar a Cristo Jesús. Si estamos convencidos nosotros mismos de que en él se encuentra la plenitud de todo, no deberíamos tener miedo de proclamarlo, con nuestras palabras y nuestras obras, a todos aquellos en los que influimos en nuestra vida. Eso es lo que hacen nuestros hermanos Vanclaristas en su condición de laicos en medio del mundo. El ver a estos hermanos laicos, desde niños pequeños hasta gente de la tercera edad, llenos de la alegría del Evangelio viviendo el carisma Inesiano, llena de esperanza el corazón en medio de un mundo que parece alejarse cada vez más de los designios de Dios.

La reunión me hizo ir también al evangelio de hoy, en el que Jesús se nos presenta como el único camino que lleva a la vida y a quien todos, según nuestra vocación específica, hemos de seguir (Jn 14,1-6). Ante un mundo desconcertado y perdido, en busca de ideologías y felicidades pasajeras, Jesús es la respuesta de Dios. Por eso el lema que la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento dejó para nuestros hermanos Vanclaristas «Vivir para Cristo», les sostiene y les ayuda a dar testimonio de vida cristiana en el lugar donde se encuentran y con su entusiasmo apostólico nos contagian también a los consagrados. Que María santísima interceda por todos ellos y por nosotros. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

P.D. Si alguien me ha enviado algo sobre algún asunto importante a mi WhatsApp, tenga la bondad de volverlo a enviar, pues se me borraron todas las conversaciones, conservando solamente los contactos con sus nombres bien identificados... ¡Gajes del oficio de uno que es el eterno aprendiz de estos medios telemáticos!

* En la fotografía parece el grupo de Van-Clar Fundadores Monterrey.

jueves, 4 de mayo de 2023

«Santos Felipe y Santiago»... Un pequeño pensamiento para hoy


hecho de poder leer y escribir nos transporta siempre a muchos mundos. Entre ellos está el poder ir a épocas pasadas, como el tiempo de Cristo y sus apóstoles, al leer la Sagrada Escritura o escribir algo sobre ello, la imaginación nos hace ir a momentos que giran en torno a lo que conocemos. Hoy, por ejemplo, la Iglesia celebra la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago, de los cuales no sabemos casi nada, pero, al leer los pocos pasajes bíblicos, en los que aparecen estos grandes personajes, podemos imaginar lo que vivieron junto a Jesús y escribir un poco de ellos.

De hecho en la fiesta de hoy, la lectura del pasaje del evangelio de san Juan (Jn 14,6-14) ha sido escogida, seguramente, porque en ella se menciona al apóstol Felipe. Con seguridad hay que diferenciarlo del Felipe protagonista de varios relatos del libro de los Hechos de los Apóstoles, uno de los siete varones escogidos como administradores de la comunidad por los apóstoles (Hch 6, 1-6), el evangelizador de Samaria (Hch 8, 4-8) y del eunuco etíope (Hch 8, 26-40). En este pasaje, el apóstol Felipe hace a Jesús una petición audaz e inusitada: «muéstranos al Padre y eso nos basta». Nada menos, como si a Dios se le pudiera mostrar aquí o allá, como se muestra a una persona o a una cosa cualquiera. Como si Dios pudiera ser contemplado con nuestros ojos mortales. Pero con su audacia el apóstol Felipe ha hecho que Jesús nos revele el verdadero rostro de Dios: «quien me ha visto a mí ha visto al Padre». 

Conocer a Jesús, escuchar sus palabras, vivir sus mandamientos, equivale a conocer plenamente a Dios como lo conocieron los apóstoles. La fiesta de hoy, gracias a lo que podemos leer y escribir, nos invita a contemplar el rostro amoroso del Padre reflejado en la bondad de Jesucristo, en su misericordia y amor hacia los pobres y sencillos. No dejemos de leer la Sagrada Escritura y demos gracias siempre por tantos escritores que, adentrándose en este mundo, nos ayudan a aumentar nuestro amor de Dios. Pongamos a todos bajo la protección de María. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 3 de mayo de 2023

«La santa cruz»... Un pequeño pensamiento para hoy


De acuerdo a la tradición de la Iglesia Católica, en el siglo IV, la emperatriz Santa Elena —madre de Constantino— encontró en Jerusalén el madero en el que murió el Hijo de Dios. La reliquia permanecería en la ciudad hasta que, hacia el año 614, sería sustraída por los persas en calidad de trofeo de guerra. Años más tarde, el emperador Heraclio la rescató y, así, el madero pudo retornar a la Ciudad Santa el 14 de septiembre de 628. Por esa razón, en muchos países, ese día se celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Pero, por otra, parte, también la tradición afirma que fue el 3 de mayo cuando santa Elena emprendió el viaje para resguardar la reliquia, por eso en algunas naciones se sigue celebrando el 3 de mayo y no como muestra el calendario universal de la Iglesia después del Vaticano II el 14 de septiembre.

Lo importante de esta fiesta es recordarnos que necesitamos recuperar el valor de la cruz para el pueblo cristiano. El pueblo hoy padece innumerables cruces que lo agobian y ponen en el límite su fe y esperanza. Sin embargo, es necesario un proceso que haga comprensible y llevadera esa cruz. Un proceso que no eluda la abominación pero que sepa ver algo más que el sufrimiento. La cruz de Jesús que hoy cargan los pobres, los descartados, los enfermos... tiene que tener algún valor redentor.

El misterio de la cruz en la vida de Jesús, y por tanto, en la nuestra, no es consagración del dolor y del sufrimiento, sino revelación cumbre del amor. Jesús pudo salvarnos desde el triunfo y la gloria, pero prefirió hacerlo desde nuestra condición humana, desde la humildad, el servicio, la obediencia y la renuncia, en vez de imponerse desde el dominio y el poder. Jesús nos invita a seguirlo abrazando la cruz de cada día. No nos ha dejado solos para seguirle con nuestra cruz, nos ha dejado a su Madre santísima que permaneció fiel al pie de la cruz. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

lunes, 1 de mayo de 2023

«San José Obrero»... Un pequeño pensamiento para hoy


No me parece casualidad que el mes de mayo, dedicado por excelencia a la santísima Virgen María, se inicie con la fiesta de su amadísimo esposo, san José, en su condición de obrero. Y esto porque es difícil concebir a María Santísima, sin san José, en los primeros años de formación de Jesús, verdadero Dios, como verdadero hombre. En coincidencia con el Día Mundial del Trabajo, esta celebración litúrgica en honor de san José —a quien se celebra el 19 de marzo— fue instituida en 1955 por el Papa Pío XII, ante un grupo de obreros que se encontraban reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

Pese a ser escasamente mencionado en el Nuevo Testamento —solamente en san Mateo, san Lucas y una vez en san Juan—, la figura de San José obrero trae consigo un ejemplo vivaz y ejemplar para los trabajadores del mundo. Pese a la transformación laboral de los últimos tiempos, el humilde carpintero de Nazareth, invita a los obreros del mundo a generar conciencia en su labor. San José obrero, pese a las inseguridades personales que nos muestra la Biblia, supo reconocer y aceptar, a través del silencio, el Plan que Dios tenía para él. Bajo el esfuerzo del trabajo, supo elegir el fiel cumplimiento de sus deberes, por sus inclinaciones o preferencias. 

Hoy lo podré celebrar precisamente compartiendo la Eucaristía solemne en la parroquia de san José Obrero, a unas cuantas cuadras de casa de mi madre, pues es la parroquia vecina y tan querida para mí. Allí recuerdo siempre dos cosas: primero, el tiempo en el que estuve en el grupo de Van-Clar y tocaba la guitarra en la misa dominical de 8 de la noche y segundo, aquel momento especial como Misionero de Cristo, cuando hice allí mi primera profesión religiosa pública. Allí contemplaré nuevamente la imagen del Esposo de María en su taller, celebrando que no deja de hacer valer el trabajo que él mismo le enseñó a su propio hijo. María, por supuesto, estará presente y con san José, intercederá por nosotros. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.