jueves, 18 de mayo de 2023

«Me verán, luego no me verán, después me volverán a ver»... Un pequeño pensamiento para hoy


Después de dos días de no compartir con ustedes mi pequeño pensamiento, debido al viaje relámpago que realicé a Los Angeles para el funeral de Minerva, que me dio la oportunidad de ver a mucha gente muy querida y compartir instantes de dolor, de gracia, de alegría y de esperanza, vuelvo nuevamente unos cuantos días a escribir, pues la semana entrante tendré que interrumpir nuevamente debido a que estaré de lunes a viernes en la reunión nacional de los representantes de la Comisión del clero de las diversas diócesis de México y, como no conozco el horario ni las actividades del día, no sé si encontraré un espacio para hacer esto que tanto me gusta y me ayuda para mi vida espiritual, religiosa y ministerial.

El día de hoy en algunas partes del mundo se celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor, pero aquí en México se traslada al domingo siguiente, de manera que el Evangelio que ilumina mi reflexión es el del jueves de la sexta semana de Pascua que nos presenta a los discípulos confundidos por las palabras que Jesús pronuncia sobre su próxima partida al Padre y el envío del Paráclito (Jn 16,16-20). Los apóstoles no entienden de momento las palabras de Jesús: «dentro de poco ya no me verán», que luego ya se darían cuenta que se referían a su muerte inminente, «y dentro de otro poco me volverán a ver», esta vez con un anuncio de su resurrección, que más tarde entenderían mejor. Jesús va a seguir estando presente, aunque de un modo más misterioso, en medio de los suyos.

Las ausencias de Jesús nos afectan también muchas veces a nosotros. Estas ausencias provocan que nos sintamos como en la oscuridad de la noche y en el eclipse de sol. Si supiéramos que «dentro de otro poquito» ya se terminará el túnel en el que nos parece encontrarnos, nos consolaríamos, pero no tenemos seguridades a corto plazo. Sólo la fe nos asegura que la ausencia de Jesús es presencia, misteriosa pero real. Hay que recordar que la Pascua se empieza a celebrar el Viernes Santo, con su doble movimiento unitario: muerte y resurrección. Hay momentos en que «no vemos», y otros en que «volvemos a ver». Sigamos caminando en este dinamismo de la Pascua de la mano de María y confiando en el Señor. ¡Bendecido jueves eucarístico y sacerdotal!

Padre Alfredo.

P.D. Hoy era el día del cumpleaños de mi papá. Lo recordamos con cariño y gratitud.

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