lunes, 15 de mayo de 2023

«Por el día del maestro»... Un pequeño pensamiento para hoy


Estoy leyendo un libro de la doctora en filología clásica y escritora española Irene Vallejo (1979) que se llama «El infinito en un junco». Esta obra exquisita, que me recomendó mi amigo el padre Abundio Camacho, trata sobre los orígenes del libro. En ella Irene recorre la historia del asombroso artefacto que nació hace cinco milenios, cuando los egipcios descubrieron el potencial de un junco al que llamaron papiro. Leo algunas de estas páginas mientras espero que den las 4 de la mañana para hacer check-in en el mostrador de American Airlines —ya que a pesar de las modernidades, no se pudo hacer on line— porque resulta que voy en un viaje relámpago a Los Angeles a presidir el funeral de nuestra querida hermana Vanclarista Minerva Heredia, que ha sido llamada a la casa del Padre y que nos deja su gran legado de misionera seglar, como una de las iniciadoras de Van-Clar en esa región de nuestra familia Inesiana y como alguien que conoció, muy de cerca a nuestra beata madre fundadora María Inés Teresa del Santísimo Sacramento. Minerva fue para mí, verdaderamente, como una madre.

Pero, al hacer un alto en la lectura devoradora de las líneas de este tratado de Irene Vallejo, que en la sección que estoy ahora leyendo, se adentra en la iniciación de las primeras escuelas en Grecia, recuerdo que en México —y no sé si en otras partes más— se celebra el día del maestro y hago un alto para ir a la antífona de entrada de la misa del día de hoy donde me topo con un versículo del profeta Malaquías que reza así: «En su boca había una enseñanza verdadera y la maldad no se hallaba en sus labios. Caminaba conmigo en paz y rectitud y apartaba a muchos del mal. Aleluya»... Y claro, mi mente y mi corazón refieren de inmediato estas líneas a los maestros. ¿Verdad que así debería ser todo maestro? Y creo, sinceramente, que hay muchos así. Me viene a la mente de inmediato mi querida profesora de secundaria Magda Yolanda Villarreal Fernández, a quien espero que, en el cambio de avión en Pohenix, encuentre un espacio para llamarle como cada año.

El Evangelio de hoy (Jn 15,26-16,4), sigue la misma línea de otros días de esta semana hablando del anhelo que tiene Jesús de que llegue el Espíritu Santo, el Paráclito, que hará que los apóstoles, y en general todos los seguidores de Jesús, den testimonio de lo que él ha traído al mundo. Yo sé que los frutos del Espíritu, la paciencia, la bondad o la piedad, se pueden hacer «vida» en cada maestro y sobre todo ante los estudiantes, de modo que ellos «aprendan» del ejemplo. Las actitudes de un maestro frente a los problemas y las circunstancias difíciles hablarán más fuerte que cualquier lección que pueda enseñar y hoy los necesitamos. Vuelvo al texto de «El infinito en un junco» y me encuentro nuevamente con esas primeras escuelas en donde el maestro, se entregaba de lleno para que los alumnos aprendieran. Jesús es Maestro, María es maestra. A ellos dirijo mi mirada y pido por todos los maestros del mundo y espero acompañar, en esta tarde en el viewing y mañana en la misa de funeral, a la familia de Minerva y a nuestra familia misionera, en nombre de mis hermanos Misioneros de Cristo. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

P.D. Martes 16 y miércoles 17 no habrá «un pequeño pensamiento para hoy».

No hay comentarios:

Publicar un comentario