martes, 31 de enero de 2023

«Un tiempo de gracia»... Un pequeño pensamiento para hoy

Llegamos ya al final del primer mes de este 2023. No sé a ustedes mis queridos lectores, pero a mí, el mes se me ha ido como agua. Ahora escribo desde la casa de las Madres de la Cruz en Jesús María, San Luis Potosí en donde, como compartí ayer, estoy con un grupito pequeño de sacerdotes que hacen, conmigo, unos días de Ejercicios Espirituales siempre necesarios para renovar nuestra entrega y fidelidad al Señor. Es mi primera visita a este lugar santo del que tanto, diversas personas me han hablado. ¡Sé que todos están pidiendo por nosotros para que le saquemos jugo a estos días de gracia!

Esta casa religiosa, que tiene además la función de casa de retiros, encuentros y Ejercicios Espirituales está enclavada en un centro de espiritualidad y lugar de peregrinaciones en lo que fuera la hacienda de Jesús María, Villa de Reyes, en San Luis Potosí, México. Aquí antes de que esta casa fuera de las Madres de la Cruz, solía venir en el tiempo de vacaciones la beata Concepción Cabrera de Armida, su fundadora. Todavía se conservan algunos muebles de su tiempo. Concepción Cabrera de Armida es la fundadora de las Obras de la Cruz conformada por varias congregaciones religiosas y grupos de laicos. Las casas de las Madres de la Cruz son —como ellas mismas dicen— un oasis para Jesús… donde quien llegue encuentre acogida, consuelo… así como también un oasis en el mundo y para el mundo, donde las personas puedan acercarse a Jesús Eucaristía y llenarse de vida y esperanza.

Desde aquí contemplo unas palabras de la primera lectura de la Misa de hoy (Hb 12,1-4) que siento muy para nosotros que estamos en estos días de retiro. Dice la lectura: «Dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús». Así nos habla la Palabra de Dios y nos recuerda que todo tiempo de retiro y en especial los Ejercicios Espirituales ofrecen un espacio para re-estrenar la vida interior. Sí, es Cristo el Señor, el Sumo y Eterno Sacerdote al que queremos contemplar estos días. Que María santísima, a quien la beata Conchita —como le llamaban de cariño— interceda por nosotros. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 30 de enero de 2023

«Oremos por los sacerdotes que están en Ejercicios Espirituales»... Un pequeño pensamiento para hoy


Desde este día 30 de enero hasta el próximo sábado 4 estaré en Ejercicios Espirituales con un grupito de sacerdotes, así que lo primero que quiero hacer ahorita es pedirles sus oraciones para que el material que preparé, con la gracia de Dios, deje huella en mis hermanos sacerdotes y se conviertan en palabras de aliento para vivir con alegría el ministerio sacerdotal en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir. La consagración sacerdotal supone una nueva configuración con Cristo, Cabeza y Pastor. Dice el documento de san Juan Pablo II Pastores dabo vobis: «Es esencial (…) que el sacerdote renueve continuamente y profundice cada vez más la conciencia de ser ministro de Jesucristo, en virtud de la consagración sacramental y de la configuración con Él, Cabeza y Pastor de la Iglesia» (PDB 25). Estos días meditaremos en el campo de la misericordia, reflexionando en que tenemos que ser sacerdotes misericordiosos porque hemos sido misericordiados por el Padre Celestial. 

Me quedo para el día de hoy con esta reflexión de la primera lectura de la Misa de hoy (Hb 11, 32-40) que les comparto: El autor de este bellísimo escrito sobre el sacerdocio de Cristo, que es el único sacerdocio en el que los sacerdotes ministros le hemos de prolongar, les trae a la memoria, a los que leen su escrito, el ejemplo de los antiguos judíos, los que permanecieron fieles en la prueba, sin volver su vista atrás, sino, muy al contrario, dispuestos a la aventura de la fe. De este modo, el autor ofrece un pasaje muy semejante a los «Elogios de los Padres», de la Sabiduría (Sab 10-16) y del Eclesiástico (Eclo 40-49). La forma externa recoge el elogio de una serie de héroes: Gedeón, Barak y Sansón, que someten los reinos (libro de los Jueces) y ejercen la justicia; David, que consigue el cumplimiento de las profecías. Los profetas, como Daniel, que cierra la boca de los leones (Dan 6, 23; Jue 14, 1-10), o como los tres muchachos que dominan la violencia del fuego (Dan 3, 49-50). Otros profetas que, como Elías o Eliseo, entregan a su madre los hijos resucitados (1 Re 17, 23; 2 Re 4, 36). Hay, además, otros que, como Eleazar y los siete hermanos Macabeos (2 Mac 6-7) se han dejado torturar sin ceder, encadenar (Jer 20, 2; 37, 15), serrar (¿Isaías?), o asesinar (Mt 23, 34-35), o exiliar al desierto (1 Re 19), sin perder jamás la fe en su futuro. ¡Fijémonos como es un largo recorrer por la fidelidad en la Sagrada Escritura!

Ahora nosotros, los que estaremos en Ejercicios estos días, queremos así como escribe el autor de la Carta a los Hebreos, no volver la vista atrás, sino re-estrenar nuestro sacerdocio, ese sacerdocio que nos ha regalado de manera gratuita el Señor. Que bueno que para nuestra lucha espiritual y conversión en Cristo, los sacerdotes tenemos los mismos medios que los demás y algunos propios: confiar en la gracia de Dios, acudir a los sacramentos, examinar la conciencia para conocerse bien, huir de las tentaciones, practicar la sobriedad y dominio de sí; y, además, ser hombre de oración y de trabajo... por eso este tiempo de retirarnos un poco de los ajetreos pastorales son de gran beneficio para uno mismo y para todos los demás. Encomiéndenos a María Santísima y no se cansen de pedir por la conversión de un servidor y de todos los sacerdotes para llevarles con más fidelidad al encuentro con Cristo, el Señor de la Palabra y de la Eucaristía. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 29 de enero de 2023

«Las bienaventuranzas y las pequeñas cosas de cada día»... Un pequeño pensamiento para hoy


Empiezo mi reflexión para este domingo con una frase del estadista y científico estadounidense Benjamín Franklin: «La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días». ¡Qué gran verdad de este hombre! Claro que ya sé que él no era católico sino deísta. El deísmo es una doctrina teológica racionalista que afirma la existencia de un Dios personal, creador del universo y primera causa del mundo, pero niega la providencia divina y la religión revelada. Sin embargo, así como de otros tantos pensadores, hay cosas de sus escritos y reflexiones que encajan con nuestra manera de pensar. Y es que esta frase de Franklin me viene hoy para abrir paso a una breve reflexión sobre las bienaventuranzas de las que habla el Evangelio de la Misa de hoy (Mt 5,1-12).

Leo una y otra vez las bienaventuranzas y encuentro que en ellas caben las pequeñas cosas que ocurren cada día. Es que estas ocho declaraciones que presenta san Mateo salidas de los labios de Jesús, son, primero que nada, declaraciones de la gracia de Dios que nos invitan a llevar la vida de cada día sin estar atados a nada ni a nadie sino al Señor que nos traza un plan de vida desde la aceptación de nuestra realidad invitándonos a buscar vivir en la presencia de Dios instaurando su Reino que va mucho más allá de las realidades que el mundo pone como condición para ser felices.

Cuando tocamos el tema del Reino de Dios, debemos pensar en aquellos que ya lo han alcanzado, según consta en las canonizaciones y beatificaciones de estos «bienaventurados». Meditando en cada una de ellas desde nuestra realidad llena de cosas pequeñas que hacemos cada día, vemos que Jesús nos invita a ser más generosos, más humildes, más misericordiosos, a tener más hambre de justicia, a ser más propensos a hacer la paz y así sucesivamente hasta ser santos. Las bienaventuranzas describen el carácter que los discípulos–misioneros deben tener. ¿Cómo vives tú las bienaventuranzas? ¿Está tu vida guiada por estas pistas que pone Jesús? Que María santísima, la primera de los bienaventurados interceda por nosotros y nos aliente para ser bienaventurados desde aquí, desde este mundo que es camino al cielo. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo. 

sábado, 28 de enero de 2023

Santo Tomás de Aquino, fe y razón»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy es día de santo Tomás de Aquino, un santo que sigue siendo clave en la Iglesia, por eso me viene recordar, junto con ustedes a este santo varón. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) nació en cuna de oro, siendo hijo del Duque de Aquino en Italia. En consonancia con los nombres medievales, «de Aquino» en realidad no es su apellido, sino una referencia al territorio de su familia en Aquino —por esta razón no se dice «Aquinismo» sino «Tomismo» cuando se habla de su teología). Tomás habría sido exhaustivamente educado para leer, escribir, y pensar, y todas las oportunidades en su vida habrían sido impensables para un campesino promedio. Su primo segundo, de hecho, era el Santo Emperador Romano en ese momento, lo que significa que no solo nació en una familia adinerada, sino también en una con poder. Pero Tomás dejo todo eso para unirse a los dominicos donde desarrolló su brillante filosofía y teología.

Aunque solo vivió cuarenta y nueve años, su obra escrita es muy extensa. En ella se reflejan una variedad de temáticas, desde cuestiones metafísicas hasta reflexiones políticas. De hecho, en 1957 fue nombrado Doctor de la Iglesia por toda la riqueza filosófica, teológica y espiritual que ha dejado. Entre sus aportaciones más importantes está la relación que establece entre fe y razón. En la Edad Media predominaba la creencia de que la fe y la razón eran dos entidades incompatibles, por lo que era imposible una relación entre ambas. No obstante, Tomás de Aquino refutó aquella concepción tan aceptada por las personas religiosas. En su obra Summa contra gentiles defiende que tanto la fe como la razón son creaciones de Dios. Por lo tanto, puede haber una perfecta relación y armonía entre ambas. Para él, tanto el mundo natural como el sobrenatural son obras de Dios. Ambos no se pueden considerar como separados o contradictorios, pues proceden del mismo creador. 

En este sentido, la fe y la razón, a pesar de ser dos cosas distintas, no se contradicen. Se pueden obtener conocimientos y verdades a través de ambas. Así es que santo Tomás de Aquino fue un erudito que marcó un antes y un después en la filosofía católica y en la teología, en tanto que concilió esas dos entidades que se creían incompatibles —fe y razón—. De allí que sea considerado una de las figuras más influyentes para la Iglesia católica. Vale la pena echarle un vistazo a libros como «Santo Tomás de Aquino: La unión de la razón y la fe», que nos ayuda a ver esta unión de forma sencilla y profunda a la vez. No cabe duda que los santos son una riqueza maravillosa en la Iglesia y vale la pena conocer su persona y su obra. En Internet hay mucha información de santo Tomás. Pidamos a María santísima que tanto de santo Tomás como de los demás santos filósofos y teólogos tengamos un conocimiento más profundo del hombre y de nuestro Dios. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 27 de enero de 2023

«Confianza y paciencia»... Un pequeño pensamiento para hoy


Nuestra experiencia de fe, que si vamos por buen camino va siempre madurando, nos hace ver que nunca ha sido fácil vivir un alto ideal, como es alcanzar el cielo y, como dice la beata María Inés Teresa, «ganar almas para el cielo». Pero hoy la Carta a los Hebreos, en la primera lectura de la Misa nos alienta. El autor de la misma nos dice: No pierdan ahora su confianza que lleva consigo una gran recompensa. Necesitan paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido. Confianza, paciencia: son exhortaciones habituales en las cartas paulinas y en los demás escritos del Nuevo Testamento, por eso hoy reflexiono y les invito a reflexionar conmigo en estas dos cosas: la paciencia y la confianza. 

La paciencia, ciertamente, en un hombre y en una mujer de fe, es consecuencia de la confianza en Dios. Tener paciencia es llevar de una manera digna, con buen ánimo, los males presentes, sin caer en la tristeza, un sentimiento que nos priva de la claridad mental para ver las cosas como son. Tener paciencia es aceptar un aspecto muy importante de los planes de Dios: la temporalidad. Vivimos en el tiempo, y eso quiere decir, entre otras cosas, que lo que esperamos tarda llegar, que las personas tarden en cambiar, que los sufrimientos duran, como también duran las situaciones agradables. Nuestra paciencia debe fundamentarse en la certeza de que nuestro Padre Dios es Sabiduría y Amor; por tanto, todo lo dispone, incluso los sufrimientos y contrariedades, para nuestro bien. Se trata de confiar plenamente en Él: el plan que ha previsto para nosotros es el que más nos conviene.

Esta confianza hace que, ante las contrariedades de la vida, no adoptemos una actitud de mera resignación, sino que veamos en ellas una oportunidad para enamorarnos más de Dios y cooperar con Él en la salvación de todos. Unos conocidos versos de santa Teresa, que cita el Catecismo, nos señalan la clave de la paciencia cuando confiamos en el Señor: «Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta». Pidamos al Señor que nos conceda paciencia y confianza apoyados en el ejemplo maravilloso que la santísima Virgen María nos ofrece como testimonio de esto. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 26 de enero de 2023

«¿Somos en verdad luz?... Un pequeño pensamiento para hoy


Nuevamente aprovecho que estoy en el aeropuerto de esta selva de cemento que es la Ciudad de México para hacer mi reflexión mientras nos tienen cautivos esperando que salga el vuelo para mi querido Monterrey, que, por cierto, es también ya, desde hace tiempo, una gran selva de cemento. Las largas esperas me dan siempre la oportunidad de hacer algo de lo que más me gusta, que es leer y escribir. Muchos me preguntan que por qué no escribo un libro, y les digo que no tengo ni la menor idea de cómo hacerlo. Escribo por gusto, por compartir mi pensar, por acercar, como decía la beata María Inés, «almas a Dios» y gozo en garabatear el mal hilvanado pequeño pensamiento que comparto cada día. A veces es el Evangelio el que me da la pauta, al igual que otros pasajes de la Sagrada Escritura, a veces es un salmo, un acontecimiento, una anécdota o algo que desentume mis dedos chuecos para teclear en la pequeña computadora que me acompaña casi siempre.

Me encanta, entre otras cosas, sumergirme en la profundidad de la persona de Jesús cada día y a través de una rápida imagen orientar el camino que dilata mi pequeño pensamiento para compartirlo, porque replegarse en sí mismo es impensable para Jesús. Hoy he podido profundizar mucho en Cristo y el llamado a seguirle gracias a una deliciosa plática que entablé con mi muy apreciado y admirado padre Abundio, ese fantástico ángel de la guarda que, con su larguísima y rica experiencia sacerdotal, ilumina mi caminito para seguir a Cristo con perseverancia y fidelidad. Cada cosa que sucede en mi vida, cada persona que encuentro, cada lectura que hago, cada proyecto que emprendo, me da la oportunidad de hablar de Dios para darlo a los demás. El egoísmo, incluso el por así decirlo espiritual, que consistiría en «cuidar de la propia almita», no va conmigo. Creo firmemente que toda vida cristiana que se repliega en sí misma en lugar de irradiar, no es la querida por Jesús. Pienso en este momento en todas las almas que en estos tres días aquí, me ha permitido encontrar.

Ahora, contemplando el Evangelio de hoy (Mc 4,21-25), veo que creer en Cristo es aceptar en nosotros su luz y a la vez comunicar con nuestras palabras y nuestras obras esa misma luz a una humanidad que anda casi siempre a oscuras. Pero me pregunto: ¿somos en verdad luz? ¿iluminamos, comunicamos fe y esperanza a los que nos están cerca? ¿somos signos y sacramentos del Reino en nuestra familia o comunidad? ¿o somos opacos, «malos conductores» de la luz y de la alegría de Cristo? La celebración del bautismo y su renovación en la Vigilia Pascual, la Eucaristía dominical, la Misa diaria y otros momentos, constituyen un hermoso símbolo de la luz que se nos comunica a nosotros y que se espera que luego se difunda a través nuestro a los demás. Recurramos a María santísima, Nuestra Señora de la Luz, para que interceda por nosotros y la luz de Cristo no se nos apague nunca... yo, por mi parte, espero mi vuelo confiando en que pueda ser aunque sea una pequeña chispita para los demás. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 25 de enero de 2023

LOS 15 CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO PARA SER FELIZ*...


Hay, en Italiano, un libro que reúne las ideas que el papa Francisco ofrece para orientar nuestras vidas hacia la felicidad. El libro salió a la luz en Noviembre de 2022 y en él el Santo Padre habla de cómo alcanzar la felicidad y nos recuerda que Dios, como nuestro Creador, quiere lo mejor para nuestra vida. El libro se titula «Ti voglio felice. Il centuplo in questa vita». 

En el primer capítulo, el Papa habla de 15 pasos hacia la felicidad», son estos:

1. LEE DENTRO DE TI...

El papa Francisco explica que «nuestra vida es el libro más precioso que se nos ha dado» y es precisamente en estas páginas donde podemos encontrar la verdad y la felicidad que deseamos y buscamos. Francisco cita a San Agustín que dijo «vuélvete dentro de ti; la verdad habita en el hombre interior». Invita a todos, incluido él mismo, a leer su propia vida y trayectoria «con serenidad».

2. RECUERDA QUE ERES ÚNICO...

«Cada uno de nosotros es y está en este mundo para sentirse amado en su singularidad y para amar a los demás como nadie más puede hacerlo en nuestro lugar», exhorta el jefe de la Iglesia Católica, agregando que no debemos sentarnos en el banquillo, esperando a ser llamados. «Es a través de nuestra singularidad que aprendemos a amar». «Cada persona es única a los ojos de Dios», y recuerda «estamos en el mundo para vivir una historia de amor, una historia de amor con Dios, para abrazar la audacia de las elecciones fuertes, para aventurarnos en el maravilloso riesgo de amar», explica el Santo Padre.

3. RESALTA TU BELLEZA...

El papa asegura que «la belleza es uno de los caminos privilegiados para llegar» a Dios, que es «inseparablemente bueno, verdadero y bello». Esta belleza no es «según la moda mundana», ni está «vuelta a sí misma». Cita a Narciso y Dorian Gray como ejemplos de aquellos que buscaban el tipo equivocado de belleza. «Hablo de la belleza que nunca se desvanece porque es un reflejo de la belleza divina», explica Francisco.

4. APRENDE A REIRTE DE TI MISMO...

En un mundo que nos presiona constantemente para ser perfectos, el papa Francisco recomienda «de vez en cuando mírate en el espejo y ríete de ti mismo». «Te hará bien», añade.

5. VIVE UNA SANA INQUIETUD...

El Pontífice advierte contra convertirse en «un Peter Pan que no quiere crecer» y permanece encerrado en su habitación. Nos anima a vivir una sana inquietud en nuestros «deseos e intenciones». «Esa inquietud que siempre nos impulsa a cambiar, a nunca sentir que ‘llegamos'», explica.

6. APRENDE A DISCULPARTE...

Todos somos conscientes de que en nuestro papel de madres, padres, amigos, hijos, hijas, etc., a veces no estamos a la altura de nuestras expectativas o aspiraciones y las de los demás. «Todos somos ‘déficit’ de vida», explica Francisco. Sin embargo, añade que «todos necesitamos misericordia» y nos recuerda que «Dios siempre va delante de ti y te perdona primero».

7. APRENDE A LEER TU TRISTEZA...

En un mundo donde la tristeza es vista como «un mal del que huir a toda costa», el papa Francisco ofrece una visión diferente. Ve la tristeza como un «despertar indispensable». «A veces la tristeza funciona como un semáforo, diciéndonos: está en rojo, para», explica, llamándonos a abrazar esta emoción esencial.

8. TENER GRANDES SUEÑOS...

«El Señor no quiere que estrechemos nuestros horizontes, no quiere que nos quedemos parados, sino que corramos hacia metas elevadas con alegría y audacia», exhorta el papa. Además, la realización de los sueños de Dios para nosotros debe tener lugar en nuestra vida cotidiana, no solo los fines de semana o las vacaciones, subraya el Santo Padre. Soñando es cómo podemos abrazar la belleza de la vida, dice.

9. NO HAGÁIS CASO A LOS QUE VENDEN ILUSIONES...

El Papa Francisco advierte contra aquellos que «hablan de sueños y venden ilusiones», ya que son «manipuladores de la felicidad».

10. SÉ REVOLUCIONARIO, VE CONTRA LA CORRIENTE...

En una sociedad donde la norma es aprovechar el momento y no preocuparse por tomar decisiones concretas y definitivas, el cabeza de la Iglesia Católica nos pide que seamos «revolucionarios, que nos rebelemos contra esta cultura que básicamente cree que uno es incapaz de asumir responsabilidades». «Tengan el coraje de ser felices», exhorta.

11. ARRIÉSGATE, AUNQUE TE ACABES EQUIVOCANDO...

Para ser felices, dice Francisco, debemos ser activos en nuestra vida y no observarla «desde el balcón» o ser como «un auto estacionado». «No confundamos la felicidad con un sofá», dice, animándonos a arriesgarnos ya superar nuestros miedos para no vivir con el «alma anestesiada».

12. CAMINA CON OTROS...

El papa Francisco subraya la importancia de tener una comunidad y relaciones cercanas que nos permitan ser felices. «Camina en comunidad, con amigos, con los que te quieren: esto te ayuda a alcanzar tu meta. Y si te caes, levántate”, dice, subrayando que lo importante es no «quedarse abajo».

13. VIVIENDO LIBRE...

El papa nos anima a aprender de Dios que «da gratuitamente, hasta el punto de ayudar a los que no son fieles». Nos exhorta a no estar constantemente midiendo lo que damos y recibimos a cambio. «Recibimos la vida gratuitamente; no lo pagamos. Por tanto, todos podemos dar sin esperar nada», explica.

14. MIRA MÁS ALLÁ DE LA OSCURIDAD...

«No dejéis de buscar la luz en medio de la oscuridad que tantas veces llevamos en el corazón y vemos a nuestro alrededor», anima Francisco. Nos invita a «mirar hacia arriba» para «vencer la tentación de quedarnos tirados en el suelo de nuestros miedos».

15. RECUERDA QUE ESTÁS DESTINADO A LO MEJOR...

Finalmente, para el último consejo, el papa Francisco nos vuelve a recordar que «Dios quiere lo mejor para nosotros: quiere que seamos felices». Dios no pide nada de nosotros, sino que simplemente deja en nuestros corazones una alegría que es «plena y desinteresada» y «nunca se diluye».

*Artículo tomado de Aleteia por Isabella Haberstock De Carvalho el 29/12/22.

«Espacios privilegiados»... Un pequeño pensamiento para hoy


Estoy en Ciudad de México debido a uno de mis viajes relámpago que me ocupa tres días. Me encuentro sumergido con entusiasmo en una reunión de trabajo en la Casa de la Villa de nuestras hermanas Misioneras Clarisas. Aquí nos reunimos de manera presencial, algunos miembros de las diversas expresiones de la Familia Inesiana con el encargo de programar y realizar diversas actividades que nos unen en la región de México, ya sea de manera presencial o virtual. Es siempre un gozo encontrarse de nuevo. Cada mes tenemos la reunión vía zoom y cada tres meses la reunión como esta, de manera presencial. Agradezco la inmensa generosidad de Lucio y Mag, al igual que la de Pepe y Guille, para darme hospedaje y ofrecerme un espacio para escribir, rezar, compartir el Rosario en Facebook y dormir. ¡Dios se los pague!... y sé que Él sabe pagar muy bien.

En la Casa de la Villa me llama la atención el cariño con el que nos reciben nuestras hermanas Misioneras Clarisas de esta pequeña comunidad, integrada casi siempre por tres o cuatro o hermanas que se desviven para tengamos todo lo necesario para el buen desarrollo de nuestra reunión. Yo aprovecho la ocasión para celebrarles la Santa Misa en su pequeñita y acogedora capilla a unas cuadras de la Basílica de Guadalupe, respirando un ambiente de familia en el gozo de compartir la vocación misionera. Cuando puedo, me doy una escapada rápida a visitar a la Morenita del Tepeyac. Esta casita me ofrece un espacio privilegiado para vivir la Eucaristía en intimidad con el Señor, pues en nuestra época turbulenta, sacudida por tantos golpes y tumbos de toda clase en nuestras vidas en continuo movimiento, nos resulta beneficioso llenarnos de la paz de Cristo que «espera apaciblemente que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». (Hb 10,11-18) 

Hoy celebramos en la Iglesia la fiesta de la conversión del apóstol san Pablo, que la Escritura, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles nos narra. La oración colecta de la Misa de hoy, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Esta es una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio, pero, para eso, necesitamos la intimidad con Jesús que tuvo san Pablo. Con María, y muy cerquita de su casita del Tepeyac, le pido por todos para que no nos falte nunca el regalo de la Eucaristía y que a un servidor y a todos sacerdotes, no se nos acabe nunca la gratitud por nuestra conversión personal y el gusto por celebrar, como hermanos y como amigos, la Santa Misa para recibir a Jesús en su Palabra, en su Cuerpo y en su Sangre. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 24 de enero de 2023

¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?... Un pequeño pensamiento para hoy


La palabra de Dios, dice la misma Escritura, es viva y eficaz (Hb 4,12). Esta afirmación bíblica rememora la idea de la Palabra de Dios como dinámica y vigorosa en la vida de todo discípulo–misionero de Cristo. El Evangelio de la Misa de hoy (Mc 3,31-35), me ayuda a hacer mi reflexión-meditación diaria que comparto con mis 15 o 16 lectores y que me acerca a la naturaleza de esta Palabra divina, viva y vivificante. El relato de hoy centra la atención en esta frase: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». La respuesta más obvia no tendría en cuenta al Reino, que hace disparar todas las realidades. «Estos son mi madre y mis hermanos», dice Jesús mirando a los que están a su alrededor escuchando su Palabra para luego meditarla y ponerla en práctica. 

Así, el pasaje nos muestra que en el dinamismo del Reino de Dios, la fraternidad cristiana no se fundamenta en los vínculos de carne y sangre, sino en un espíritu común: «Hacer la voluntad del Padre» atendiendo a la Palabra viva y eficaz del Señor. Llevarán el nombre de Jesús los que vivan en su corazón lo que fue para él la razón de ser de su vida: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13,35). Así que, bajo esta perspectiva, no sólo se trata de ser partidarios de un hombre admirable, ni de hacer nuestra una norma de vida de gran elevación: se trata de ser «los de Jesús». 

Los discípulos–misioneros no lo serán de verdad hasta que, el día de Pentecostés, reciban plenamente el Espíritu del Hijo. «Aquí estoy para hacer tu voluntad» (Sal 39): ésta es la norma de vida del cristiano y, más aún, la oración del Espíritu que se nos dio el día del bautismo. Nosotros, como personas que creemos y seguimos a Cristo, pertenecemos a su familia. Esto nos llena de alegría. Por eso podemos decir con confianza la oración que Jesús nos enseñó: «Padre nuestro...». Somos hijos y somos hermanos. Hemos entrado en la comunidad nueva del Reino de la mano de María, que es la primera que escucha la Palabra, la hace vida y la comunica para que su Hijo Jesús sea conocido y amado en el mundo entero. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 23 de enero de 2023

«El pecado contra el Espíritu Santo»... Un pequeño pensamiento para hoy


La gran mayoría de los grandes sistemas de pensamiento, en todas las civilizaciones, han personificado el «mal»: El hombre se siente a veces «dominado» como por «espíritus». Pero el hombre occidental moderno se cree totalmente liberado de estas representaciones; pero la realidad es que nunca tanto, como hoy, el hombre se ha sentido «dominado» por «fuerzas alienantes», como son el espíritu de poder, el de egoísmo y muchos más. Para participar en la victoria de Cristo sobre las «fuerzas que nos dominan», hay que ser dóciles al Espíritu Santo. Hay que reconocer el poder que actúa en Cristo. Decir que Jesús es un «Satán», un «Adversario de Dios», es cerrar los ojos, es blasfemar contra el Espíritu Santo, es negar la evidencia: este rechazo es grave y bloquea todo progreso en el futuro. De eso nos habla la lectura del Evangelio de hoy en Misa (Mc 3,22-30). Este concepto de «pecado contra el Espíritu Santo», del que se dice que no se perdonará ni en esta vida ni en la otra, ha atormentado con frecuencia a muchos cristianos sencillos. 

Este Evangelio aclara la cuestión y dice que el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón. Y es bueno recordar que ese pecado consiste en atribuir al diablo lo que es precisamente acción del Espíritu. Jesús libera al ser humano del poder del demonio, y para él eso es el signo privilegiado de la acción de Dios, por el que Dios nos revela su presencia. Atribuir esta acción de Dios al diablo es convertir lo más sagrado en algo demoníaco: una auténtica blasfemia contra lo más sagrado, una calumnia contra el Espíritu de Dios. Eso es lo que con claridad y sencillez quiere mostrarnos este texto evangélico.

¿Por qué declaró el Señor a la blasfemia contra el Espíritu Santo un pecado imperdonable? Hay una razón muy sencilla. El perdón de Dios se recibe cuando una persona sensible a la iluminación del Espíritu Santo reconoce su pecado y maldad y se arrepiente de ellos, confesándolos a Dios. Quien blasfema contra la tercera persona de la Trinidad resiste testarudamente su convicción contrario a luz ya recibida. Por eso no se arrepiente ni recibe perdón de Dios. Mientras alguien se resista a la convicción del Espíritu no puede haber perdón. La advertencia es que se puede llegar a resistirlo en forma tan obstinada y decidida que se cae en un estado de perpetuo rechazo de la acción de Dios que es capaz de perdonar todo, cuando hay arrepentimiento. Que María santísima, la llena del Espíritu Santo nos acompañe para nunca llegar a esa aberración. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 22 de enero de 2023

«Convertirse y abrazar el Reino»... Un pequeño pensamiento para hoy


Nadie duda de que estamos viviendo tiempos de cambios profundos y acelerados y las crisis y el temor asoman su cabeza por todas partes. Pero, si nos detenemos a pensar, si escuchamos en Misa el Evangelio de hoy (Mt 4,12-23) con honestidad —sin domesticarlo—, si dejamos que las palabras y la llamada de Jesús nos toquen el corazón… veremos que lo que nos propone es algo que nos lleva a la plena realización y a la felicidad que este mundo, que digo, es de cambios profundos y acelerados, no nos puede dar.

El Evangelio de este domingo nos dice que Jesús comenzó a predicar diciendo: «Conviértanse, porque ya se acerca el Reino de los cielos». ¿Y cuál es ese Reino que Él promete? ¿Qué nos acarrea esta llamada? ¿En qué consiste esta llamada que en concreto en la escena evangélica de hoy hace a Pedro, a Andrés, a Santiago, A Juan y en ellos a todos nosotros? Jesús nos llama a establecer desde este mundo el Reino que llegará a su plenitud cuando todos estemos junto a Él gozando de la eternidad y que propone que «hay más alegría en dar que en recibir»; que «quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»; que «el que quiera ganar su vida la perderá, pero el que la pierda por mi causa la ganará»; que hay que «amar a los enemigos»...

Sí, Jesús viene y nos llama a este mundo que exige una «conversión». Y decir conversión es dar un giro de 180 grados continuamente. Tras el encuentro, conversión y fe en Jesús, viene el seguimiento de su persona. Así lo pide tanto la dinámica de la vida como las mismas palabras del Señor: «¡Sígueme!». Ser discípulo–misionero de Cristo es sentirse llamado a entrar en una comunidad que, buscando establecer el Reino que propone Cristo, haga posible encontrarse con Él, seguirle y continuar su misión evangelizadora con María hacia la edificación plena y total de este Reino que llegará a su plenitud. Y tú... ¿cómo construyes el Reino desde aquí en la tierra? ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 21 de enero de 2023

«Este padrecito está loco»... Un pequeño pensamiento para hoy


Acabo de tomar el misalito que tengo para ver las lecturas de mañana y me llama mucho la atención inmediatamente el diminuto texto del Evangelio que la liturgia del día nos ofrece (Mc 3,20-21) y me viene copiarlo textualmente: «En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco»... Y pienso que cualquier parecido con la realidad de mi ministerio como sacerdote y misionero es mera coincidencia. Sí, a veces no hay tiempo ni de comer, ni de dormir, pero lo mejor de todo es que, igual que Nuestro señor, aunque a simple vista parezca, no me he vuelto loco.

En el mundo en donde ejerzo mi ministerio, puedo observar toda una gama diferente de reacciones ante mí como sacerdote de Cristo. Estoy a veces en el Templo y no falta quién me pregunta: «¿Y no se aburre, que hace en el día además de celebrar Misa todos los días», mientras que alguien se acerca y me dice: «Ten padre, para que tengas algo que comer ahorita entre Misa y Misa porque no tienes tiempo»... Me ve alguna persona en el gimnasio y escucha que alguien me llama «padre Alfredo» y de inmediato me interroga sobre que estoy haciendo allí, mientras que quien me habló por mi nombre me pide la bendición para que le vaya bien en el trabajo... Voy manejando y alguien voltea de otro carro y se queda viendo a mi cuello clerical y hace un gesto extraño, mientras que por otra parte el que pide limosna ante el mismo semáforo, me pide la bendición...   

Pienso que según viva la gente y según sea, me juzga. Para algunos estaré loco, como ayer que comí hasta después de las 3 o antier que terminé actividades después de las 12:15 de la noche, cuando me gusta comer a la 1:30 y dormir a las 10:00... Para otros estaré buscando hacer a Cristo presente a tiempo y a destiempo. Pero más que lo que la gente diga o juzgue me interesa cuál es cada día mi postura personal ante Cristo que me ha llamado: Le sigo de verdad. Y seguirle es aceptar lo que él quiere que haga en cada determinado momento como ser humano, como bautizado, como sacerdote, como consagrado. Si Cristo me ha llamado a ser como él, también algunos me juzgarán loco como él. No sé si en el relato evangélico de hoy, con el que empecé la reflexión estaba María, pero lo que sí se es que ella, sin juzgar, guardaba todo en el corazón... Qué ella me acompañe siempre. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 20 de enero de 2023

«Nos llamó para estar con Él y para enviarnos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Uno de los pasajes que más me gustan del Evangelio es  Marco 3,13-14, que habla del llamado a los apóstoles y del envío de los mismos a predicar. Este pasaje está contenido en el Evangelio que la liturgia de la palabra nos ofrece el día de hoy (Mc 3,13-19). Jesús llama a sus discípulos. La iniciativa parte siempre de Él. Jesús elige a los que quiere sin fijarse en méritos o estirpes exquisitas. El pasaje nos presenta la primera lista de los doce que, del grupo más amplio de discípulos, el Señor escoge con nombre y apellido. A todos los elige Jesús porque quiere, y ahí radica la mayor grandeza de los apóstoles y también la nuestra, su elección sobre nosotros.

Pero lo más importante de esta perícopa evangélica, es el para qué de esta elección: Primero para que estuvieran con Él, para convivir con Jesús y permanecer junto a Él, es la principal tarea que tienen los escogidos por el Señor. Porque sólo con un trato de intimidad podemos conocer en profundidad. Y, por otro lado, somos conocidos por el Señor, porque Él también permanece y está junto a nosotros. Estar con Él, es el único medio de penetrar en el corazón del Señor, ese corazón ajustado en todo momento a la voluntad del Padre. Sólo estando con Él podemos adherirnos a Él, podemos reproducir en nosotros la imagen del Hijo para ser otros cristos en la tierra, aptos para ser enviados a predicar.

Lo segundo es que Él nos llamó para enviarlos a predicar. Aunque los apóstoles, —incluyendo luego a Matías y Pablo—, son especialmente elegidos por Jesús para predicar. A la luz de esto hemos de captar que todos estamos llamados a difundir el evangelio (Mt 28,19–20). La obra de Jesús en la cruz es suficiente para la salvación, pero las noticias de lo que ha hecho aún deben difundirse. San Pablo habla de esto cuando dice: «ahora me alegro de lo que sufro por ustedes, y completo en mi cuerpo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la iglesia, que es su cuerpo» (Col 1,24). Pidamos la intercesión de la santísima Virgen María para que sepamos responder a estas dos cosas: estar con Jesús y ser enviados por Jesús. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 19 de enero de 2023

«Jueves eucarístico y sacerdotal»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Jueves es el día que la Iglesia ha dedicado tradicionalmente a honrar de una manera especial a Jesús presente en la Eucaristía y a orar por la santificación de los sacerdotes. Al haber Nuestro Señor Jesucristo instituido el Jueves Santo el Sacerdocio, juntamente con la Sagrada Eucaristía, la Iglesia, cada jueves del año, agradece estos dones de esta manera y ora también para que el Señor envíe operarios a su mies y se extienda su Reino en el mundo entero.

Hoy en especial, la liturgia de la palabra en la primera lectura, que está tomada de la Carta a Los Hebreos (Hb 7,23-8,6), nos habla el sacerdocio de Cristo en el cual está fundamentado el sacerdocio católico. nos debe llenar de confianza saber que tenemos un Sacerdote santo, glorificado junto a Dios, Cristo Jesús. Que vive y está siempre intercediendo por nosotros. El sacerdocio ministerial, está en función del santo sacrificio de la Misa, culmen de la vida espiritual de todo católico y no hay que olvidar que de la Sagrada Eucaristía dimana la eficacia de todos los demás sacramentos, por lo cual se la llama «Mysterium Fidei», es decir, misterio de la Fe.  

Dirijamos nuestra mirada en este día a Jesús, el sumo y eterno Sacerdote que en cada Misa actualiza para nosotros su entrega de la Cruz y nos hace entrar en su misma dinámica sacrificial, invitándonos a ofrecer a Dios nuestra vida. El sacerdote católico es, en razón de ello, prolongador del sacerdocio de Cristo. Así que hoy que es jueves, puedes encontrar un espacio para acudir a la Hora Santa a tu parroquia o desde casa dar gracias por la presencia de Jesús en la Eucaristía y en el ministerio de sus sacerdotes que viven su consagración bajo el cuidado materno de María. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 18 de enero de 2023

«La curación del tullido»... Un pequeño pensamiento para hoy


Estos días, en la lectura diaria del Evangelio en Misa, nos hemos encontrado a Jesús que busca manifestar su idea de que la ley del sábado está al servicio del hombre y no al revés. En el Evangelio de hoy (Mc 3,1-6), delante de sus enemigos que espían todas sus actuaciones, cura al hombre de la mano tullida. Lo hace provocativamente en la sinagoga y en sábado. Pero antes de hacer la curación, pone a prueba a los presentes: ¿se puede curar a un hombre en sábado? Y ante el silencio de todos, dice san Marcos que Jesús les dirigió una mirada de ira y tristeza de su obstinación.

Leyendo este Evangelio y el de estos días, que tratan el mismo tema del sábado en diversas circunstancias, hay que tener muy en claro que la ley no es el valor supremo, porque el valor supremo es el bien del hombre y la gloria de Dios. En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Hoy aplica el principio a un caso concreto, contra la interpretación que hacían algunos, más preocupados por una ley minuciosa que del bien de las personas, sobre todo de las que sufren. 

Es interesante ver que el hombre curado llevó la buena noticia a todos pero lo tullido continuó en quienes se quedaron callados y obstinados ante el acontecimiento que volvía a poner de cabeza la mentalidad legalista y agobiada que ponía pesadas cargas a otros haciendo la vida difícil y angustiosa. A la luz de esto miremos nuestra vida, también nosotros podemos ser curados. Que María santísima interceda por nosotros para que, si estamos tullidos en algo como miedos, depresiones, vacíos, desamores... nos acerquemos más de cerca a Jesús para ser curados. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 17 de enero de 2023

«Perseverancia y fidelidad»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy también me detengo a contemplar la Carta a los Hebreos en la parte que se toma para la primera lectura de la Misa de hoy (Hb 6,10-20) y me detengo en especial en una frase: «Deseamos, sin embargo, que todos y cada uno de ustedes se mantenga hasta el fin con el mismo fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza». Maravillosas palabras que me hablan de dos cosas que siempre he recalcado en nuestra vida de bautizados y en especial, como en mi caso, de consagrado.

Siempre me detengo en pensar que para seguir respondiendo al llamado del Señor cultivando la fe, como en el primer momento, se necesitan la perseverancia y la fidelidad, porque todos sabemos que es muy fácil entusiasmarse por iniciar algo, emocionarse por un nuevo proyecto, cacaraquear mucho algo nuevo que se vaya a hacer, pero al paso de los días, los meses y los años los proyectos se enfrían y se apagan lentamente si faltan estas dos cosas: «perseverancia y fidelidad».

Esta fracción de la Carta a los Hebreos, de la primera lectura de hoy, nos hace ver que para conseguir este objetivo, hay que ir al misterio de Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador nuestro. La vivificación de la fe no se consigue solamente con un arranque, o con exhortaciones o amenazas; la fe se fortalece en cada cristiano por una continua contemplación del misterio de Cristo, en el cual descubre el hombre la grandeza del amor de Dios y busca responderle con perseverancia y fidelidad. Pidamos a María santísima que interceda ante Dios por nosotros para que alejemos el peligro de la mediocridad que amenaza siempre nuestras vidas. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 16 de enero de 2023

«Mi sacerdocio en el sacerdocio de Cristo»... Un pequeño pensamiento para hoy


El sacerdocio católico es una misión de «comunicación», de «relación» entre los hombres y Dios. Todo sacerdote ha sido llamado por Dios para ser «un puente» entre Él y la humanidad. Este llamado se realiza de una manera misteriosa, es decir, desconocida muchas veces hasta por el mismo llamado antes de que el momento inicial del llamado suceda. Hoy, en la liturgia de la palabra, la Carta a los Hebreos, que se está leyendo en estos días, empieza a tratar este tema comparando el sacerdocio de los judíos con el sacerdocio cristiano, que es el que ejercemos los sacerdotes católicos que, como digo, hemos sido llamados por Dios y ejercemos este «sacerdocio ministerial» unido al «sacerdocio bautismal» que vivimos en general precisamente por nuestro bautismo, ya que el bautismo hace participar a todo el pueblo de Dios de su unción, transformándonos en otros «cristos» o «ungidos»: sacerdotes, profetas y reyes.

Todo esto me da ocasión de reflexionar un poco en torno a mi sacerdocio ministerial repasando de una manera rápida tantos hechos que a lo largo de mis casi 34 años de vida sacerdotal he vivido. Siempre digo que si volvería a tener que elegir una vocación, seguro experimentaría de nueva cuenta el llamado y respondería con alegría, como lo hice cuando recién había llegado a la mayoría de edad con mis 18 años de vida. La alegría de la vocación sacerdotal que Dios me concede vivir, es el gran don de Dios que he de desarrollar siempre con esperanza e ilusión. Cada día pido al Señor que se me note esa alegría en una sonrisa que acompañe el servicio que me toca hacer y que llene de esperanza a quienes están cerca de mí. 

Este fragmento de la Carta a los Hebreos me hace pensar en las cualidades esenciales del sacerdote: ser comprensivo, delicado, abierto, acogedor y bueno, especialmente con los más alejados, los descartados, los más necesitados. Y el autor de la Carta se atreve a afirmar que todo sacerdote tendrá esas cualidades si él sabe que también él está «envuelto en flaqueza». Sabe lo que es ser pecador, porque ¡él mismo es un pecador! Escuchando las confidencias de los que pecan, se reconoce a sí mismo y es así «capaz de comprenderlos». Les invito, al reflexionar con ustedes, que no dejen de orar por nosotros, sus sacerdotes, para que, de la mano de María, Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote seamos fieles y mostremos la alegría de nuestra vocación. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 15 de enero de 2023

«Domingo, día del Señor»... Un pequeño pensamiento para hoy


Llegamos al segundo domingo del Tiempo Ordinario con una liturgia de la Palabra muy motivadora para acercarnos a nuestro Dios. Las tres lecturas de la Misa (Is 49,3.5-6; 1 Cor 1,1-3 y Jn 1,29-34) nos invitan a pensar en nuestra relación con Dios y el testimonio que damos de Él al mundo actual. Yo creo, sinceramente, que es una gracia muy especial que los católicos celebremos cada ocho días, el encuentro con nuestro Dios de un modo especial en la Eucaristía. El domingo es el día de la resurrección de Cristo. Me encontrado con algunas personas a las que les molesta que yo digo que la Misa del domingo es «obligatoria». Les suena muy fuerte la palabra, pero es que los católicos celebramos el domingo con la Santa Misa y cumplimos así con el Tercer Mandamiento del Decálogo que es obligatorio para todo bautizado, a menos que por causa grave se encuentre indispuesto.

El domingo es, desde el punto de vista histórico, la primera fiesta cristiana; más aún, durante mucho tiempo fue la única. Los primeros cristianos fueron los que comenzaron a celebrarlo, pues ya hablan del domingo la primera carta a los corintios (16,1), el libro de los Hechos (20,27), la Didaché (14,1) y el Apocalipsis (1,10). Al inicio se le llamaba el día del Señor, el día primero de la semana, el día siguiente al sábado, el día octavo, el día del sol. Hoy ya lo llamamos domingo. «Domingo», «Día del Señor», como queriendo decir «Día para el Señor» es uno de esos elementos en que se concentran y resumen todas las más importantes líneas de contenido del mensaje cristiano.

Tal vez una de las más importantes tareas de los católicos de la actualidad sea la de devolver al domingo su carácter sagrado, su lugar litúrgico. Devolución que entraña dos fases: retomar nosotros mismos, que participamos en la Santa Misa cada domingo —digo, porque me supongo que todos mis lectores que son católicos no fallan a Misa los domingos y fiestas de guardar— el carácter sacro propio de ese día y procurar que los demás también lo comprendan y lo asuman como un día especial para encontrarse con el Señor. Basta ser como Juan el Bautista que señalando a Jesús dijo a todos: «Éste es el Cordero de Dios». Pidámosle a María santísima, que seguro participaba en las primeras Eucaristías dominicales, que no nos falte la Misa. ¡Bendecido domingo y nos vemos en Misa quienes están cerca de mí!

Padre Alfredo.

sábado, 14 de enero de 2023

«Ante la contaminación auditiva»... Un pequeño pensamiento para hoy


Casi siempre hago mi reflexión personal, que se convierte en este pequeño pensamiento para el día siguiente, antes o después de la hora de comida. Me gusta mucho encontrar un espacio de silencio para hacerlo. Pero hoy, por diversas circunstancias, ahorita que son pasadas de las 10 de la noche comienzo a escribir y lo hago en una situación muy complicada. En casa todo es silencio siempre —como en las casas de los lados—, pero muy cerca hay una casa de estudiantes de esos que seguramente no estudian, pero hacen, en competencia con otros vecinos también muy cercanos, fiestas interminables que empiezan a la hora de la cena y terminan hasta las 7 u 8 de la mañana del día siguiente. Esta es una de esas noches en que hay que escribir con audífonos de esos que le permiten a uno escuchar una buena música y cancelar el sonido exterior. A mí ayer mismo se me acaban de descomponer los inalámbricos que tenía desde hace años y que los viernes y sábado en la noche cuidaban mis oídos de los nefastos gritos de palabras malsonantes y música estridente. Ya los pobres rindieron lo suficiente. Por suerte tengo unos alámbricos también de años atrás, que uno de mis primos echó a andar consiguiendo el cable que le faltaban y funcionan aún. De tal manera que así me permito ahorita, como todos los viernes y sábados, aislarme del ruido y reflexionar para compartir con ustedes estas líneas que con este preámbulo se harán larguísimas... 

Quiero hacer mi reflexión con la primera lectura de la Misa de hoy (4,12-16) que nos habla, entre otras cosas de la palabra de Dios, que «es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos». Cada día, los discípulos–misioneros de Cristo nos ponemos a la luz de la palabra viva y penetrante de Dios. Nos dejamos iluminar por dentro con esta palabra que dejamos entrar al corazón. Nos miramos a su espejo. Unas veces esta palabra nos acaricia y consuela. Otras, nos juzga y nos invita a un discernimiento más claro de nuestras actuaciones. En algunos momentos nos condena cuando nuestros caminos no son los caminos de Dios. La palabra de Dios nos va sosteniendo en nuestro camino de fe. Ahora es mucho más fácil, que por ejemplo, hace 30 años, acceder a la compra o descarga de Biblias de diversas editoriales que están al alcance de diversas maneras. Hoy en la tarde, Claudia, que es una de nuestras feligresas más asiduas en la parroquia y que es una joven madre de familia, me llevo a bendecir una Biblia de Jerusalén en francés porque tiene un sobrino jovencito que ama el francés que ha estudiado y ella le prometió ese regalo para que practique leyendo. ¡Qué gran regalazo! Dios quiera que ese muchacho encuentre espacios en su día a día para ir leyendo los Evangelios y los demás escritos.

Les invito, pues, a leer estos cinco versículos de la carta a los Hebreos que son puramente alabanza de la Palabra de Dios, una alabanza conocida: viva y eficaz, más penetrante que una espada de doble filo. Ciertamente que no podemos reducir la palabra de Dios a la pura Biblia y su lectura. El contacto con la Escritura nos debe llevar al hablar con Dios, a escuchar su palabra que es creadora, que hace lo que significa, que penetra hasta las entretelas del alma. Esta palabra de Dios, la que está escrita en la Escritura y la que nos guía en la oración se abre camino en nosotros y hemos de encontrar espacios para leer y meditar la palabra escrita y espacios para dejar pronunciar a Dios su palabra en la oración, aunque tengamos que estar como yo ahorita, con los audífonos puestos huyendo del ruido mundanal que ataranta y altera la paz del corazón. Bueno, ya me alargué mucho en esta mal hilvanada y larga reflexión. pero por favor encomiéndenos a todos los vecinos de esta gente ruidosa que a pesar de no estar barda con barda parece que los tenemos aquí dentro de casa... ¿será que me desahogué escribiendo?... Tal vez, pero lo cierto es que si tenemos una Biblia y la leemos, si hacemos oración y dejamos hablar a Dios, nuestra vida se hace don y tarea de conquistar a todos para Cristo con oración y sacrificio y los viernes y sábados en la noche, aquí, nos ofrecen un espacio importante para ofrecer un pequeño sacrificio. Que María santísima, que seguro tuvo que soportar los ruidos de su tiempo, Ella, la mujer amante del silencio interceda por nosotros. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 13 de enero de 2023

«El descanso del alma»... Un pequeño pensamiento para hoy


El descanso para nuestra alma incluye la paz en la mente y el corazón, lo cual es el resultado de aprender y seguir las enseñanzas de Cristo, de vivir en él y de llegar a ser la extensión de sus manos al servir y ayudar a los demás. Hoy la primera lectura de la Misa (Hb 4,1-5.11) toca precisamente el tema del descanso. Este pasaje de la Escritura nos ayuda a ver que la falta de fe ha privado a los antepasados de la entrada en el descanso, pero los cristianos están llamados a un descanso muy superior, que no es ya el de la tierra prometida, sino el de la vida en Dios; este es el descanso inaugurado en el día de la creación que lo marca como terminación y coronamiento de la misma.

Este descanso que, como digo, incluye la paz en la mente y el corazón, solamente se alcanza cuando en la vida de cada día se le hace un espacio especial a Dios en algún o algunos momentos específicos de oración repasando las cuentas del Rosario, haciendo un momento de oración, leyendo la Escritura o un buen libro de formación cristiana... Entrar en el descanso de Dios es entablar una relación íntima con el Dios que nos ama de una manera infinita. Jesús promete el descanso para el peso abrumador de la vida diaria, para el cumplimiento de la voluntad de Dios en todas las cosas pequeñas.

Para llegar a este descanso, es condición indispensable la fe, porque solo teniendo fe es como se puede entender que hay que hacer un alto para descansar en el Señor. La Eucaristía dominical, es nuestro mejor descanso de la semana. Allí el Señor nos sienta a escuchar su palabra y la actualidad de la misma, allí el Señor nos alimenta en un ambiente de paz y tranquilidad, allí el Señor nos invita a llenarnos de él para luego vaciarnos en el servicio a los hermanos sin quedarnos vacíos. ¿Cómo vives tu descanso en el Señor? ¿Qué espacios de oración haces en tu día? Que María, la que escuchaba atenta y en paz la Palabra del Señor nos ayude a encontrar estos espacios de descanso en el Señor. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 12 de enero de 2023

«Una gran enseñanza en san Marcos»... Un pequeño pensamiento para hoy


En el primer capítulo de san Marcos, que estamos leyendo en la misa diaria de esta semana, se van sucediendo diversos episodios de curaciones y milagros que nuestro Señor Jesucristo va realizando. Para el día de hoy aparece la escena de la curación del un leproso. El texto dice que Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y lo curó. La lepra era la peor enfermedad de su tiempo. Nadie podía tocar ni acercarse a los leprosos. Jesús sí lo hace, como protestando contra las leyes de esta marginación.

El evangelista san Marcos presenta, por una parte, cómo Jesús siente compasión de todas las personas que sufren. Y por otra, cómo él es el Salvador, el que vence toda manifestación del mal: enfermedad, posesión diabólica, muerte. El evangelista quiere que nos quede muy claro que la salvación de Dios ha llegado a nosotros. Pero además, al consignar las palabras de Cristo que dice al que cura: «No se lo cuentes a nadie» quiere invitarnos a que establezcamos una relación de compromiso personal con el Señor.

De esta manera, san Marcos nos recuerda que también hay leprosos en nuestro tiempo, como en los de Cristo que necesitan ser curados. Hoy en día, como en ningún otro período de la historia, estamos viviendo una verdadera epidemia de lepra que ya no es física sino espiritual. Hombres y mujeres destrozados anímicamente porque han perdido la sensibilidad del alma y viven haciéndose daño en el corazón, al no poder percibir las espinas endurecidas de la infidelidad o el calor sofocante del abandono, del descarte, del desprecio... Con ayuda de la santísima Virgen María hagamos todo lo que sea posible para ayudar a curarles. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 11 de enero de 2023

«Verdadero Dios y verdadero hombre»... Un pequeño pensamiento para hoy


Desde pequeños muchos de nosotros aprendimos —en casa y luego en el catecismo— que Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar. Así precisamente es como percibimos la vivencia de nuestra fe los misioneros. Aquí estoy, por poner un ejemplo claro, yo. Y es que, como Misionero de Cristo y Misionero de la Misericordia, además de otros encarguitos, he de pasar a veces largas horas en trayectos de viajes como en este momento en que escribo entre el bullicio de la tan socorrida sala B de la terminal 1 del aeropuerto de Ciudad de México... ¿y qué comparto? ¿Qué les puedo decir para mañana?

Voy a la Carta a los Hebreos en la primera lectura para la Misa de mañana (Hb 2,5-12) y me encuentro en una página de Internet con este comentario que leo, resumo y comparto. Esta Carta a los Hebreos, que comenzamos a leer en la Misa de ayer, nos centra en la persona de Jesús, en el que contemplamos al hombre cabal, al hombre tal como el Padre Misericordioso le soñó el primer día, cuando amasaba el barro amorosamente para modelarlo. Un hombre que pertenece a nuestra historia y a nuestra raza ha sido substraído a las fuerzas que despojan al hombre de su propia existencia: el egoísmo, la injusticia, la desesperanza, el fatalismo, la indiferencia. Es posible ser plenamente humanos porque en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre hay alguien que vivió, mientras estuvo en la tierra, en plena posesión de lo que hace que sea posible el hombre: el amor, la participación, la alegría, la apertura, la libertad, la inventiva, el aliento, el renacer...

Este último párrafo lo escribo ya arriba del avión y vuelvo a la persona de Jesús, que es el hombre cabal y perfecto, el nuevo Adán, como decía de él san Pablo. Por haberse roto en él el circulo infernal de nuestras alienaciones con la perfecta expansión de nuestras capacidades, podemos nosotros creer en el hombre. «Jesús es el primogénito de una multitud de hermanos». Habiendo compartido toda la aventura humana, él es, «por la gracia de Dios, la salvación de todos». Ver a Jesús desde esta perspectiva, nos hace ver que la tierra que habitamos, no es país de destierro, sino el lugar en que, en un alumbramiento que dura todavía, se inaugura el triunfo del proyecto de Dios. ¡Que María nos acompañe!

Padre Alfredo.

martes, 10 de enero de 2023

«El Tiempo Ordinario»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy escribo desde nuestra querida «Casa Madre» en Cuernavaca, lugar que marcó el inicio de nuestra Familia Inesiana. Aquí vivió la beata María Inés Teresa muchos años de su vida misionera y aquí la vi por última vez. Siempre es un gozo disfrutar de la paz que embarga este pedacito de cielo a cargo de nuestras hermanas Misioneras Clarisas. Aquí, por cuestiones de trabajo en la causa de canonización de la beata María Inés, me ha tocado dejar atrás el tiempo litúrgico de la Navidad, con la fiesta del Bautismo del Señor y adentrarme con ustedes, lleno de esperanza, en el «Tiempo Ordinario» para regresar este martes por la tarde a Monterrey. 

El Tiempo Ordinario, en latín llamado «per annum» es un espacio de tiempo litúrgico que se divide en dos partes y en el que recorremos, en la lectura del Evangelio de la Misa de cada día, la vida pública de nuestro Señor. La primera parte comienza hoy, al día siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor y continúa hasta el inicio de la Cuaresma que será el 22 de febrero. La segunda parte comienza el lunes siguiente a Pentecostés y termina el sábado anterior al I domingo de Adviento, que iniciaremos el 3 de diciembre. Este tiempo está marcado, por dos calendarios, el lunar, que marca la Pascua, que en este 2023 será el 9 de abril y, por tanto, el inicio de la Cuaresma, el tiempo de Pascua y su fin, en Pentecostés el 28 de mayo; y por el solar, que marca la duración de los tiempos de Adviento y de Navidad, atendiendo a una fecha fija que es el 25 de diciembre. 

En los domingos se utilizará el propio de la Misa que indica el misal para cada uno de ellos, así como las lecturas de ese domingo, de acuerdo al ciclo trianual que este año litúrgico es el ciclo A. Para las ferias —las Misas de lunes a sábado— se toma el propio de cualquier domingo del tiempo ordinario, de cualquier santo, de las misas votivas o de las misas por diversas necesidades. Las lecturas sí son establecidas para cada feria. La primera lectura y el salmo varían en los años pares e impares, mientras que el Evangelio es fijo para cada feria. Este año es un año impar. Adentrémonos de la mano de María a vivir este tiempo, que seguro se nos irá volando hasta empezar la Cuaresma. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 9 de enero de 2023

«El bautismo del Señor»... Un pequeño pensamiento para hoy


Llegamos hoy, con la fiesta del Bautismo del Señor, al término del tiempo litúrgico de la Navidad. La narración de este acontecimiento clave de nuestra tarea de conversión, permite adivinar en este hecho una toma de conciencia de nuestro Señor de la misión que el Padre le encomienda. Se trata de una toma de conciencia en la cual indudablemente influye la predicación de Juan y la espera mesiánica de los «pobres de Israel». Y que se manifestará progresivamente. Como dicen los evangelios: Jesús «crece» ante Dios y ante los hombres.

Es bonito cerrar el ciclo navideño con esta celebración en la que contemplamos ya a Jesús adulto. Esto nos concientiza también a nosotros en que el Espíritu, que nos impulsa a realizar una misión también mesiánica de vivir y comunicar el amor de Dios, nos lleva en el mismo dinamismo de Cristo porque ese Cristo a quien ahora contemplamos como Divino Niño envuelto en pañales, antes de retirar el nacimiento que hemos colocado en casa, es el mismo que nos invita a crecer en gracia, sabiduría y edad para también, como Él, edificar el Reino de Dios a nuestro alrededor.

Sí, es tiempo de guardar el nacimiento, el árbol de Navidad, las luces y los adornos de esta época que mueve el ceño hasta de los rostros más adustos. Regresaremos a la infancia de Jesús al celebrar el 2 de febrero la fiesta de la presentación del Señor. Mientras tanto nos adentraremos en la primera parte del tiempo ordinario. Así pues, cerrando la Navidad, este día nos ofrece una buena oportunidad para rememorar nuestro bautismo, para agradecerlo a Dios y también para renovar nuestro compromiso bautismal. Que María santísima interceda por nosotros y nos dejemos guiar, como ella y como Jesús, por la acción del Espíritu. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 8 de enero de 2023

«La Epifanía del Señor»... Un pequeño pensamiento para hoy


Navidad y Epifanía son fiestas complementarias que se enriquecen mutuamente. Ambas celebran, desde diferentes perspectivas, el misterio de la encarnación, la venida y manifestación de Cristo al mundo. Navidad acentúa más la venida, mientras que Epifanía subraya la manifestación. Hoy celebramos la Epifanía que es de origen oriental y, probablemente, comenzó a celebrarse en Egipto. De allí pasó a otras iglesias de Oriente, y posteriormente fue traída a Occidente. 

La aparición de esta fiesta al principio del siglo IV coincidió aproximadamente con la institución de la Navidad en Roma. Durante este siglo tuvo lugar un proceso de imitación recíproca de ambas iglesias. Mientras que las iglesias occidentales adoptaban la fiesta de la Epifanía, las orientales, con algunas excepciones, no tardaron mucho en introducir la fiesta de Navidad. Como resultado de esta nivelación, ya en el siglo IV o V la Iglesia de occidente y la de oriente celebraban estas dos grandes fiestas en el tiempo de navidad. En muchas partes de occidente, como el caso de México, desde donde escribo, esta fiesta se traslada al domingo más próximo al día 6 que es la fecha institucional.

La celebración de la Epifanía, amplía nuestro campo de visión contemplando la figura de los Reyes Magos (Mt 2,1-12). Dios deja de manifestarse sólo a una raza, a un pueblo privilegiado, y se da a conocer a todo el mundo. La buena nueva de la salvación es comunicada a todos los hombres. En la segunda lectura de la misa (Ef 3,2-6) se habla de este misterio, oculto desde generaciones pasadas, pero revelado ahora a través del Espíritu, «que los paganos comparten ahora la misma herencia, que forman parte del mismo cuerpo y que se les ha hecho la misma promesa, en Cristo Jesús, a través del evangelio». Con María y José damos gracias a Cristo por haberse manifestado al mundo y con los magos de oriente nos acercamos a adorarle. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 7 de enero de 2023

«Las bodas de Caná»... Un pequeño pensamiento para hoy


Una de las «epifanías» o manifestaciones de Jesús, es la escena de las Bodas de Caná que el Evangelio de hoy nos refiere (Jn 2,1-11). Este es el espacio en donde «Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él». El profeta Isaías ayuda a comprender el significado de este pasaje en el tiempo de Navidad, cuando habla del pacto amoroso que Dios realizará con su pueblo en los tiempos mesiánicos: «Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo» (Is 62,4-5). A la luz de la tradición profética, este milagro de Jesús en Caná es un signo esponsal que anuncia la llegada del momento en que Dios había de revelar su amor, manifestándose como esposo tierno y fiel.

Este pasaje de las bodas de Caná es, en este tiempo de Navidad, un anuncio del verdadero banquete, en el que Cristo no transforma el agua en vino, sino el vino en su propia sangre. La Iglesia esposa, admirada, agradece a su Esposo —a quien ahora contempla como un Niño pequeño envuelto en pañales— que haya guardado el buen vino de su amor para el final (Jn 2,10), para este tiempo nuevo que se ha inaugurado con su venida. El buen vino que, más tarde, brotará del costado de Cristo y se dará a la esposa como bebida espiritual. En cada Eucaristía se celebran las bodas del Cordero como anticipo de aquel banquete celestial, tantas veces anunciado por los profetas y por el mismo Cristo. Los que beben del cáliz de la salvación, que contiene el vino sagrado que es la Sangre de Cristo, se embriagan de su amor, que les capacita para hacer obras de vida eterna.

Por último en esta mi breve reflexión, quiero ir a la figura de María, su presencia en estos momentos tan significativos de esta epifanía del señor a los suyos, en los que Jesús se dirige a ella llamándola mujer, anuncia el cumplimiento de las promesas de redención realizadas por Dios a los primeros padres. Como vemos en estos días de Navidad, en María hay pocas palabras, pocos gestos, pero ninguna palabra, ningún gesto es casual cuando sale del corazón de la Madre de Dios y Madre nuestra. Ella nos mirará también a nosotros, ya sea en el establo de Belén o en Caná de Galilea y nos dirá: «Hagan lo que Él les diga». ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 6 de enero de 2023

«La Rosca de Reyes»... Un pequeño pensamiento para hoy


Tradicionalmente este 6 de enero en la mayoría de las familias católicas se celebra la fiesta de los Reyes Magos, así es como se conoce esta fiesta que, en el ambiente popular, ha quedado establecida en este día recordando la llegada de los Reyes Magos para adorar al Niño Jesús. La Iglesia, oficialmente, la ha trasladado al domingo más próximo al día 6, de manera que más personas puedan gozar de la celebración, ya que el día 6 transcurre en la sociedad como un día normal en lo referente a las labores civiles. Pero este día, aunque caiga entre semana, no deja de ser un día de fiesta en familia, especialmente en los hogares del centro y del sur de México, país en el que esta tradición sigue teniendo un gran auge. En este año, la fiesta de la Epifanía del Señor —que así se llama la fiesta de los Reyes Magos— la celebraremos este próximo domingo 8.

A pesar de que, como digo, la fiesta se traslada al domingo, es costumbre que en muchas partes, además de disfrutar de la llegada de los Reyes Magos cargados de regalos para los pequeñitos, este día se parta la «Rosca de Reyes». El hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que «lo que hicieron con uno de estos pequeños, a mi me lo hicieron» (Mt. 25, 40). Así, a los niños se les hace vivir esta hermoso y delicado recuerdo de aquella maravillosa visita y a los mayores se les invita a compartir la rosca como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido que nos hace familia en la fe.

La primera versión de la Rosca de Reyes data del siglo XIV cuando, en la Francia medieval, se repartía durante la Navidad con un haba seca escondida en el interior. Quien encontrara el haba, gozaba de privilegios en los días siguientes. Cuando la costumbre llegó a España, una serie de simbolismos inspirados en la historia bíblica de los reyes de oriente que llegaron a adorar al niño Jesús fueron asociados con la repartición del pan y los primeros evangelizadores de América trajeron la costumbre a México. Hoy la rosca tiene en su interior, regularmente, un pequeño niño que nos recuerda el amor que el Niño Dios tiene a quien le toque y, por tradición, esta persona regalará tamales en el día de la presentación del Señor el 2 de febrero. Con María, José y recordando a los Reyes Magos celebremos este día y a quien le toque el pequeño niño en su trozo de rosca... ya sabe, tamales para el día 2. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 5 de enero de 2023

«Un hombre en el que no hay doblez»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy jueves 5 de enero por la tarde, a las 7:00 P.M. tendremos en la parroquia la Misa Solemne para agradecer los beneficios que Dios brindó a su Iglesia en la persona del Papa Emérito Benedicto XVI que falleció el 31 de diciembre pasado. De esta manera nuestra comunidad parroquial quiere unirse a la Iglesia Universal que, encabezada por el Papa Francisco celebrará Misa por su eterno descanso allá en el Vaticano a las 9:30 de la mañana hora de Roma.

El mismo día que el Papa Emérito murió, hice una reflexión que compartí en la que a grandes rasgos compartía algo de su vida y hoy que nuevamente lo vuelco a recordar agradezco a Dios la gracia especial que da a cada uno de los que pasamos por este mundo en nuestra peregrinación terrenal de dejar las huellas de Cristo como discípulos–misioneros suyos. Pienso en toda la riqueza que hay en la persona del Papa Emérito, sobre todo en el tesoro de su teología, pues considero, como muchos, que es el teólogo más grande del siglo XX y he leído varios de sus muchos libros.

Pienso en él cuando voy al Evangelio de hoy (Jn 1,43-51) y me encuentro con lo que nuestro Señor Jesucristo dice de Natanael: «Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Sí, y es que así percibo yo a Benedicto XVI y así lo recordaré, como un hombre en el que no hay doblez gracias a la humildad que siempre manifestó no sólo como Sumo Pontífice, sino como persona y como teólogo. Que Dios le conceda el eterno descanso y no dudo, ni tantito, que con el tiempo, será elevado al grado de Doctor de la Iglesia. Que María lo reciba en sus brazos para presentarlo al Padre de las Misericordias. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 4 de enero de 2023

«Cuidado con el relativismo reinante»... Un pequeño pensamiento para hoy


Qué bonito empieza hoy el fragmento de la primera carta del apóstol san Juan que la liturgia del día nos presenta como primera lectura: «Hijitos míos: No dejen que nadie los engañe. Quien practica la santidad es santo, como Cristo es santo. Quien vive de pecado, se deja dominar por el diablo, ya que el diablo es pecador desde el principio» (Jn 3,7-10). El apóstol san Juan se preocupa mucho de preservar a sus cristianos de posibles desviaciones. Es que todos sabemos que el mal, el error pueden infiltrarse en donde quiera. La historia de la Iglesia nos dice que pronto, desde aquel tiempo de los primeros cristianos, empezaron las herejías. Los falsos doctores, los falsos conductores, los falsos profetas existen hoy como existieron en aquellos tiempos.

Tanto el Papa Francisco como su antecesor, el recordado Papa Benedicto XVI que acaba de fallecer, expresan en diversas homilías, discursos y documentos, su preocupación por las artimañas que utiliza el diablo para desviar la mente y los corazones de muchos del plan que Dios tiene para nuestra salvación. El relativismo reinante, que hace ver que cada quien según su verdad tiene la razón, ha causado estragos y ha abierto las puertas a que el diablo se sienta, en muchas almas, como en su casa. Varias veces he escuchado a mi madre recordar que la fundadora de la Agrupación de Esposas Cristianas, la señora Josefina Campos, a quien tuve el gusto de conocer, decía que el diablo encontraba fácil entrada al corazón del hombre por solo cuatro palabras: «¡al cabo qué tiene!»

El mundo es el teatro donde se libra el gran combate entre Dios y el diablo. Jesucristo está en el corazón del mundo, como en la arena, en un cuerpo a cuerpo, luchando contra el diablo, que es el autor del pecado. Con la ayuda valiosísima de María santísima, pidamos al Señor que nos conceda mantenernos siempre lejos del relativismo reinante y que nos conceda lucidez suficiente para descubrir a nuestro alrededor el pecado del mundo y nuestra propia participación en él. A pesar de los desvíos y los resbalones pasajeros, a pesar de las caídas ocasionales, le pertenecemos al Señor. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 3 de enero de 2023

«El santo nombre de Jesús»... Un pequeño pensamiento para hoy


Seguimos en el tiempo de Navidad hasta el lunes 9 que celebremos la fiesta del Bautismo del Señor y entremos en el Tiempo Ordinario. Mientras tanto prolongamos el gozo de Jesús, que ha sido enviado por el Padre Misericordioso como nuestro Mesías salvador. El día de hoy, inmersos en este tiempo navideño, la Iglesia nos invita a contemplar el santo nombre de Jesús. Dice la oración colecta de la Misa del día de hoy: «Señor Dios, que en la encarnación de tu Palabra pusiste el cimiento de la salvación del género humano, dale a tu pueblo la misericordia que te pide con insistencia, para que todos sepan que no existe otro nombre que deba ser invocado, sino el de tu Unigénito».

El santo nombre de Jesús, fue dado de lo Alto. San Lucas en su Evangelio narra: «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno» (Lc 2,21). Por eso este nombre tiene poder. El nombre de Jesús representa a la Persona divina del Verbo encarnado. San Pablo dice a los filipenses: «Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre». (Flp 2,9-11).

La palabra «Jesús» en hebreo quiere decir «Dios salva» o Salvador. Entonces, pronunciar el nombre de Jesús con fe es tomarlo como divino Salvador. Es en el nombre de Jesús que los enfermos son curados, es en su nombre que los muertos resucitan, los cojos andan, los sordos oyen, los leprosos quedan curados… Ese nombre bendito tiene poder. No es casualidad que el Ave María diga: «bendito es el fruto de tu vientre, Jesús». Recordando que el nombre de Jesús está en el centro de esta oración mariana y que el Rosario está centrado en el nombre de Jesús, le pedimos a María que pronunciemos con fuerza y convicción el nombre de su Hijo Jesús. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.