Leyendo este Evangelio y el de estos días, que tratan el mismo tema del sábado en diversas circunstancias, hay que tener muy en claro que la ley no es el valor supremo, porque el valor supremo es el bien del hombre y la gloria de Dios. En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Hoy aplica el principio a un caso concreto, contra la interpretación que hacían algunos, más preocupados por una ley minuciosa que del bien de las personas, sobre todo de las que sufren.
Es interesante ver que el hombre curado llevó la buena noticia a todos pero lo tullido continuó en quienes se quedaron callados y obstinados ante el acontecimiento que volvía a poner de cabeza la mentalidad legalista y agobiada que ponía pesadas cargas a otros haciendo la vida difícil y angustiosa. A la luz de esto miremos nuestra vida, también nosotros podemos ser curados. Que María santísima interceda por nosotros para que, si estamos tullidos en algo como miedos, depresiones, vacíos, desamores... nos acerquemos más de cerca a Jesús para ser curados. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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