lunes, 30 de enero de 2023

«Oremos por los sacerdotes que están en Ejercicios Espirituales»... Un pequeño pensamiento para hoy


Desde este día 30 de enero hasta el próximo sábado 4 estaré en Ejercicios Espirituales con un grupito de sacerdotes, así que lo primero que quiero hacer ahorita es pedirles sus oraciones para que el material que preparé, con la gracia de Dios, deje huella en mis hermanos sacerdotes y se conviertan en palabras de aliento para vivir con alegría el ministerio sacerdotal en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir. La consagración sacerdotal supone una nueva configuración con Cristo, Cabeza y Pastor. Dice el documento de san Juan Pablo II Pastores dabo vobis: «Es esencial (…) que el sacerdote renueve continuamente y profundice cada vez más la conciencia de ser ministro de Jesucristo, en virtud de la consagración sacramental y de la configuración con Él, Cabeza y Pastor de la Iglesia» (PDB 25). Estos días meditaremos en el campo de la misericordia, reflexionando en que tenemos que ser sacerdotes misericordiosos porque hemos sido misericordiados por el Padre Celestial. 

Me quedo para el día de hoy con esta reflexión de la primera lectura de la Misa de hoy (Hb 11, 32-40) que les comparto: El autor de este bellísimo escrito sobre el sacerdocio de Cristo, que es el único sacerdocio en el que los sacerdotes ministros le hemos de prolongar, les trae a la memoria, a los que leen su escrito, el ejemplo de los antiguos judíos, los que permanecieron fieles en la prueba, sin volver su vista atrás, sino, muy al contrario, dispuestos a la aventura de la fe. De este modo, el autor ofrece un pasaje muy semejante a los «Elogios de los Padres», de la Sabiduría (Sab 10-16) y del Eclesiástico (Eclo 40-49). La forma externa recoge el elogio de una serie de héroes: Gedeón, Barak y Sansón, que someten los reinos (libro de los Jueces) y ejercen la justicia; David, que consigue el cumplimiento de las profecías. Los profetas, como Daniel, que cierra la boca de los leones (Dan 6, 23; Jue 14, 1-10), o como los tres muchachos que dominan la violencia del fuego (Dan 3, 49-50). Otros profetas que, como Elías o Eliseo, entregan a su madre los hijos resucitados (1 Re 17, 23; 2 Re 4, 36). Hay, además, otros que, como Eleazar y los siete hermanos Macabeos (2 Mac 6-7) se han dejado torturar sin ceder, encadenar (Jer 20, 2; 37, 15), serrar (¿Isaías?), o asesinar (Mt 23, 34-35), o exiliar al desierto (1 Re 19), sin perder jamás la fe en su futuro. ¡Fijémonos como es un largo recorrer por la fidelidad en la Sagrada Escritura!

Ahora nosotros, los que estaremos en Ejercicios estos días, queremos así como escribe el autor de la Carta a los Hebreos, no volver la vista atrás, sino re-estrenar nuestro sacerdocio, ese sacerdocio que nos ha regalado de manera gratuita el Señor. Que bueno que para nuestra lucha espiritual y conversión en Cristo, los sacerdotes tenemos los mismos medios que los demás y algunos propios: confiar en la gracia de Dios, acudir a los sacramentos, examinar la conciencia para conocerse bien, huir de las tentaciones, practicar la sobriedad y dominio de sí; y, además, ser hombre de oración y de trabajo... por eso este tiempo de retirarnos un poco de los ajetreos pastorales son de gran beneficio para uno mismo y para todos los demás. Encomiéndenos a María Santísima y no se cansen de pedir por la conversión de un servidor y de todos los sacerdotes para llevarles con más fidelidad al encuentro con Cristo, el Señor de la Palabra y de la Eucaristía. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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