Tanto el Papa Francisco como su antecesor, el recordado Papa Benedicto XVI que acaba de fallecer, expresan en diversas homilías, discursos y documentos, su preocupación por las artimañas que utiliza el diablo para desviar la mente y los corazones de muchos del plan que Dios tiene para nuestra salvación. El relativismo reinante, que hace ver que cada quien según su verdad tiene la razón, ha causado estragos y ha abierto las puertas a que el diablo se sienta, en muchas almas, como en su casa. Varias veces he escuchado a mi madre recordar que la fundadora de la Agrupación de Esposas Cristianas, la señora Josefina Campos, a quien tuve el gusto de conocer, decía que el diablo encontraba fácil entrada al corazón del hombre por solo cuatro palabras: «¡al cabo qué tiene!»
El mundo es el teatro donde se libra el gran combate entre Dios y el diablo. Jesucristo está en el corazón del mundo, como en la arena, en un cuerpo a cuerpo, luchando contra el diablo, que es el autor del pecado. Con la ayuda valiosísima de María santísima, pidamos al Señor que nos conceda mantenernos siempre lejos del relativismo reinante y que nos conceda lucidez suficiente para descubrir a nuestro alrededor el pecado del mundo y nuestra propia participación en él. A pesar de los desvíos y los resbalones pasajeros, a pesar de las caídas ocasionales, le pertenecemos al Señor. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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