Leo una y otra vez las bienaventuranzas y encuentro que en ellas caben las pequeñas cosas que ocurren cada día. Es que estas ocho declaraciones que presenta san Mateo salidas de los labios de Jesús, son, primero que nada, declaraciones de la gracia de Dios que nos invitan a llevar la vida de cada día sin estar atados a nada ni a nadie sino al Señor que nos traza un plan de vida desde la aceptación de nuestra realidad invitándonos a buscar vivir en la presencia de Dios instaurando su Reino que va mucho más allá de las realidades que el mundo pone como condición para ser felices.
Cuando tocamos el tema del Reino de Dios, debemos pensar en aquellos que ya lo han alcanzado, según consta en las canonizaciones y beatificaciones de estos «bienaventurados». Meditando en cada una de ellas desde nuestra realidad llena de cosas pequeñas que hacemos cada día, vemos que Jesús nos invita a ser más generosos, más humildes, más misericordiosos, a tener más hambre de justicia, a ser más propensos a hacer la paz y así sucesivamente hasta ser santos. Las bienaventuranzas describen el carácter que los discípulos–misioneros deben tener. ¿Cómo vives tú las bienaventuranzas? ¿Está tu vida guiada por estas pistas que pone Jesús? Que María santísima, la primera de los bienaventurados interceda por nosotros y nos aliente para ser bienaventurados desde aquí, desde este mundo que es camino al cielo. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
Que dua a día este presente la intercesión de mamita María.
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