miércoles, 25 de enero de 2023

«Espacios privilegiados»... Un pequeño pensamiento para hoy


Estoy en Ciudad de México debido a uno de mis viajes relámpago que me ocupa tres días. Me encuentro sumergido con entusiasmo en una reunión de trabajo en la Casa de la Villa de nuestras hermanas Misioneras Clarisas. Aquí nos reunimos de manera presencial, algunos miembros de las diversas expresiones de la Familia Inesiana con el encargo de programar y realizar diversas actividades que nos unen en la región de México, ya sea de manera presencial o virtual. Es siempre un gozo encontrarse de nuevo. Cada mes tenemos la reunión vía zoom y cada tres meses la reunión como esta, de manera presencial. Agradezco la inmensa generosidad de Lucio y Mag, al igual que la de Pepe y Guille, para darme hospedaje y ofrecerme un espacio para escribir, rezar, compartir el Rosario en Facebook y dormir. ¡Dios se los pague!... y sé que Él sabe pagar muy bien.

En la Casa de la Villa me llama la atención el cariño con el que nos reciben nuestras hermanas Misioneras Clarisas de esta pequeña comunidad, integrada casi siempre por tres o cuatro o hermanas que se desviven para tengamos todo lo necesario para el buen desarrollo de nuestra reunión. Yo aprovecho la ocasión para celebrarles la Santa Misa en su pequeñita y acogedora capilla a unas cuadras de la Basílica de Guadalupe, respirando un ambiente de familia en el gozo de compartir la vocación misionera. Cuando puedo, me doy una escapada rápida a visitar a la Morenita del Tepeyac. Esta casita me ofrece un espacio privilegiado para vivir la Eucaristía en intimidad con el Señor, pues en nuestra época turbulenta, sacudida por tantos golpes y tumbos de toda clase en nuestras vidas en continuo movimiento, nos resulta beneficioso llenarnos de la paz de Cristo que «espera apaciblemente que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». (Hb 10,11-18) 

Hoy celebramos en la Iglesia la fiesta de la conversión del apóstol san Pablo, que la Escritura, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles nos narra. La oración colecta de la Misa de hoy, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Esta es una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio, pero, para eso, necesitamos la intimidad con Jesús que tuvo san Pablo. Con María, y muy cerquita de su casita del Tepeyac, le pido por todos para que no nos falte nunca el regalo de la Eucaristía y que a un servidor y a todos sacerdotes, no se nos acabe nunca la gratitud por nuestra conversión personal y el gusto por celebrar, como hermanos y como amigos, la Santa Misa para recibir a Jesús en su Palabra, en su Cuerpo y en su Sangre. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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