El mismo día que el Papa Emérito murió, hice una reflexión que compartí en la que a grandes rasgos compartía algo de su vida y hoy que nuevamente lo vuelco a recordar agradezco a Dios la gracia especial que da a cada uno de los que pasamos por este mundo en nuestra peregrinación terrenal de dejar las huellas de Cristo como discípulos–misioneros suyos. Pienso en toda la riqueza que hay en la persona del Papa Emérito, sobre todo en el tesoro de su teología, pues considero, como muchos, que es el teólogo más grande del siglo XX y he leído varios de sus muchos libros.
Pienso en él cuando voy al Evangelio de hoy (Jn 1,43-51) y me encuentro con lo que nuestro Señor Jesucristo dice de Natanael: «Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Sí, y es que así percibo yo a Benedicto XVI y así lo recordaré, como un hombre en el que no hay doblez gracias a la humildad que siempre manifestó no sólo como Sumo Pontífice, sino como persona y como teólogo. Que Dios le conceda el eterno descanso y no dudo, ni tantito, que con el tiempo, será elevado al grado de Doctor de la Iglesia. Que María lo reciba en sus brazos para presentarlo al Padre de las Misericordias. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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