Pero lo más importante de esta perícopa evangélica, es el para qué de esta elección: Primero para que estuvieran con Él, para convivir con Jesús y permanecer junto a Él, es la principal tarea que tienen los escogidos por el Señor. Porque sólo con un trato de intimidad podemos conocer en profundidad. Y, por otro lado, somos conocidos por el Señor, porque Él también permanece y está junto a nosotros. Estar con Él, es el único medio de penetrar en el corazón del Señor, ese corazón ajustado en todo momento a la voluntad del Padre. Sólo estando con Él podemos adherirnos a Él, podemos reproducir en nosotros la imagen del Hijo para ser otros cristos en la tierra, aptos para ser enviados a predicar.
Lo segundo es que Él nos llamó para enviarlos a predicar. Aunque los apóstoles, —incluyendo luego a Matías y Pablo—, son especialmente elegidos por Jesús para predicar. A la luz de esto hemos de captar que todos estamos llamados a difundir el evangelio (Mt 28,19–20). La obra de Jesús en la cruz es suficiente para la salvación, pero las noticias de lo que ha hecho aún deben difundirse. San Pablo habla de esto cuando dice: «ahora me alegro de lo que sufro por ustedes, y completo en mi cuerpo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la iglesia, que es su cuerpo» (Col 1,24). Pidamos la intercesión de la santísima Virgen María para que sepamos responder a estas dos cosas: estar con Jesús y ser enviados por Jesús. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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