domingo, 30 de abril de 2023

«La puerta y el pastor»... Un pequeño pensamiento para hoy


Mientras que la sociedad mexicana —y no sé si las de otras partes— celebra el día del niño, yo doy gracias a Dios porque hace 34 años fui ordenado diácono como el último paso para ser ordenado sacerdote y nos encontramos en el último día del mes de abril, la liturgia de este IV domingo de Pascua nos presenta la figura del Buen Pastor en este día llamado siempre así: «Domingo del Buen Pastor». Porque cada año se lee el capítulo Juan 10 dividido, según los ciclos A, B y C. Y se nos invita a orar por las vocaciones.

En el Evangelio de hoy (Jn 10,1-10) Jesús se presenta primeramente reflejado en el pastor de las ovejas que entra por la puerta y es reconocido, incluso en su voz, por las ovejas que le siguen. En la segunda mitad del Evangelio cambia la imagen y ahora Cristo se presenta como la puerta por la que entran las ovejas. Se trata así de dos ideas diferentes y complementarias. En la primera Cristo es contrapuesto a aquellos para quienes las ovejas no son suyas ni le importan. La segunda nos indica que la entrada en el Reino y la salvación no se produce sino por el mismo Cristo. 

Estas figuras del Evangelio de hoy —pastor y puerta— expresan la función salvadora y mediadora de Jesús y también su estilo de servidor sacrificado que da la vida por sus ovejas. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tm 2. 5); sólo a través de él la vida y la luz llegan a los hombres, y los hombres llegan a la salvación y al Padre. Hoy, de la mano de María, podemos exclamar: «Pastor bueno, que eres a la vez la Puerta, vela con solicitud sobre nosotros y haz que el rebaño adquirido, pueda gozar eternamente de las verdes praderas de tu reino y tener parte de la admirable victoria. Amén». ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 29 de abril de 2023

«Los que hemos optado por Cristo»... Un pequeño pensamiento para hoy


Para el mundo de hoy, como para los oyentes que tenía Cristo en Cafarnaúm y sus alrededores, él se convierte en signo de contradicción, como había anunciado el anciano Simeón, cuando la santísima virgen María y san José presentaron a su hijo en el Templo. Basta ver, para esto, el pasaje del evangelio el día de hoy (Jn 6,60-69).

Jesucristo es difícil de admitir en la propia vida, si se entiende todo lo que comporta el creer en él. Es pan que tiene que ser partido. No sólo consuela e invita a la alegría de quien lo recibe, sino de quien rodea a todo aquel que lo recibe en su vida. Muchas veces es exigente, y su estilo de vida está no pocas veces en contradicción con los gustos y las tendencias de nuestro mundo. Creer en Jesús, y en concreto también comulgar con él en la Eucaristía —que es una manera privilegiada de mostrar nuestra fe en él— puede resultar difícil.

Pero nosotros, gracias a la bondad de nuestro Padre Dios, somos de los que han hecho opción por Cristo Jesús. No le hemos abandonado. Como fruto de cada Eucaristía, en la que acogemos con fe su Palabra en las lecturas y le recibimos a él mismo como alimento de vida, buscamos imitar la actitud de san Pedro: «¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna». Que María, nos ayude a nunca separarnos de su Hijo Jesús. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 28 de abril de 2023

Oración del chofer...



Dame, Dios mío 

mano firme y

mirada vigilante

para que ami paso

no cause daño a nadie.

A ti, Señor,

que das la vida

y la conservas,

suplico humildemente

guardes hoy la mía.

Libra, Señor,

a quienes me acompañan

de todo mal. 

Amén.


«La conversión de san Pablo»... Un pequeño pensamiento para hoy


La conversión de san Pablo es siempre un tema muy valioso para meditar. Hoy la primera lectura de la misa toca este tema (Hch 9,1-20). San Lucas relata e una manera detallada ese encuentro que transforma por completo la vida de Saulo de Tarso que se convertirá en san Pablo, el Apóstol de las gentes.

El fundamento sobre el que san Pablo apoyó toda su incansable labor de transmitir el Evangelio parte de ese haberse encontrado personalmente con Jesús: «¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?» (1Co 9,1) dirá más tarde. Solo regresando frecuentemente a ese momento del encuentro inicial, renovándolo a diario, pudo atraer a tantas personas hacia el encuentro con quien había cambiado radicalmente el sentido de su propia existencia. 

Es también allí, en nuestro encuentro inicial con Cristo, donde nosotros encontraremos el impulso para colaborar, como discípulos–misioneros, en la expansión del Evangelio. Los discípulos de Jesús en los días posteriores a la Pascua «se reunían asiduamente junto a María» (Hch 1,14). Probablemente allí, en algunas de esas reuniones estaría aquel converso. Que ellos dos intercedan por nosotros. ¡Bendecido viernes! 

Padre Alfredo.

jueves, 27 de abril de 2023

«Un corazón abierto»... Un pequeño pensamiento para hoy


Escribo apenas mi reflexión para este día porque anoche que llegué de mi querida «Selva de cemento» me encontré con que mi madre acababa de pasar por lo que a primera vista parece una isquemia cerebral transitoria y que desde anoche junto a mi hermano Lalo y el resto de nuestra pequeña familia de sangre nos tiene atentos. Así que me olvidé, por completo, de esta tarea en la que yo mismo me enfrasqué hace ya más de 5 años con el reto de compartir por escrito con ustedes lo que es mi reflexión personal del día. Hoy mi madre, gracias a la rapidísima y atinada intervención del doctor Porfirio y de quienes prestaron sus primeros auxilios, se ve mucho mejor y estamos en espera de una resonancia magnética de cerebro esta tarde para descartar cualquier grave situación.

Pero en medio de esto quiero compartir con ustedes una breve reflexión sobre el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que la primera lectura de la misa de hoy nos ofrece (Hch 8,26-40) y en la que hay que dejarse contagiar por el dinamismo del avance del evangelio que se encamina, ya en esta escena que les invito a leer —o que tal vez ya leyeron— hacia los «confines de la tierra» según la promesa que Jesús había hecho a los Apóstoles. El diácono Felipe convierte a un etíope, un alto funcionario de la Reina de Etiopía. Y con eso resulta que, cuando llegue a casa, habrá ya un primer cristiano en el Sudán actual, al sur del Nilo, en pleno corazón de África, sólo algunos meses después de la resurrección de Jesús... será promesa de la evangelización de éste y de otros continentes.

Este simpático pasaje nos abre el corazón y la mente para ver que el evangelio está en los caminos del mundo y no solamente en los templos cuando se proclama. ¡A Jesús se le encuentra por las carreteras! Por la calle que va de casa de mi madre a la casa de los demás. El etíope volvía a su casa, pero ahora volverá con Jesús. El evangelio está en todas nuestras casas, en todos nuestros ambientes de trabajo. Pidamos la compañía de María santísima, que seguramente llenó de ese entusiasmo a los primeros cristianos y no dejemos pasar ninguna oportunidad de compartir el dinamismo de la Buena Nueva. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 26 de abril de 2023

«La voluntad de Dios»... Un pequeño pensamiento para hoy


«La voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día». Estas son palabras del Evangelio del día de hoy (Jn 6,35-40) con las que Jesús, «pan de vida» nos enseña, entre otras cosas, que el cumplimiento de la voluntad de Dios es el único camino de la santidad y del gozo total. Y es que la voluntad del Padre está muy clara: es que todos nos salvemos por Cristo.

Si nos alimentamos en la mesa de Cristo, pan de vida. Si nos habituamos a ir a la «mesa de la palabra» y a la «mesa de la eucaristía», —especialmente los domingos y fiestas de guardar, como manda el mandamiento—, no tendremos hambre o sed del mundo y sus intereses; la tendremos sólo de Él, y viviremos tan íntimamente unidos a Él que siempre haremos «la voluntad del Padre y la de Cristo». Pero si nos alimentamos de las cosas del mundo únicamente, no tendremos apetito de vida en el Espíritu. El Hijo del Padre vino a nosotros, para ser Luz, Pan, Camino, Verdad y Vida, y nos quiere unidos a Él como sarmientos a la Vid, y que el mundo nos vea así.

Pero, ¿cómo conocer la Voluntad de Dios? Lo primero es estar lo más unido posible a Él. ¿Cómo? Buscando también unos momentos cada día para tratarle, para pensar en Él, para pedirle cosas, para darle gracias. Así actuaba Jesús. Siempre encontraba la forma de retirarse un poco de la muchedumbre para rezar. Rezar: éste es el gran secreto para unirse a Dios. La oración es fundamental en el camino hacia la santidad. Oración mental, que son estos minutos dedicados a hablar contigo; oración vocal, que es hacer oraciones ya hechas, entre la que destaca, por supuesto, el Rosario y el hablar con Dios; oración habitual, que es hacerlo todo en presencia de Dios, convertirlo todo en oración: el estudio, el trabajo, el descanso, el deporte, la diversión, etc... Dirijamos cada día nuestra mirada a María, viendo que ella siempre buscó, como su Hijo Jesús, hacer la voluntad del Padre. Que ella interceda por nosotros. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 25 de abril de 2023

«Humildad»… Un pequeño pensamiento para hoy


La Providencia de Dios me tiene en mi querida «Selva de Cemento» desde ayer. Sí, estoy en Ciudad de México a donde llegué acompañado de la hermana Juanita Oropeza para participar el día de hoy en la reunión trimestral de la Comisión de Animación Inesiana, de la que los dos formamos parte desde el año 2021 y aquí seguimos poniendo nuestro granito de arena.

Desde aquí comparto con ustedes esta reflexión yendo al tema de la humildad que aparece en la primera lectura de la misa de este día (1 Pe 5,5-14) de la fiesta del evangelista san Marcos. Y voy a esta lectura de este querido apóstol porque en ella san Pedro se refiere a san Marcos como su hijo... sí, un maravilloso hijo en la fe que supo heredar, entre otras cosas, la humildad el Apóstol que recibió las lleves del Reino. San Pedro fue un hombre muy humilde, lo podemos constatar en varios pasajes del Evangelio y se ve, que, con sencillez, transmitió esa virtud a san Marcos, de quien se dice que puso por escrito lo que san Pedro le contó del Señor. 

Humildad no es guardar un silencio sospechoso acerca de lo que creemos, a pesar de la llamada a la «nueva evangelización», sino ir con sencillez al mandato del Señor, que hoy aparece en el Evangelio: «Vayan al mundo entero y proclama el Evangelio a toda la creación» (cf. Mc 16,15). Es decir, que evangelizamos con sencillez y desde nuestra pequeñez, como Pedro, como Marcos, como María y tantos más. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 24 de abril de 2023

«Un grato encuentro»... Un pequeño pensamiento para hoy


Ayer domingo, gracias a la invitación del padre Sergio, Vicario episcopal de nuestra zona y párroco de san Jorge Mártir, compartí la comida con él, el padre Josué, el diácono Pedrito, tres seminaristas y monseñor José Lizares, obispo auxiliar emérito de esta amada arquidiócesis de Monterrey quien, a sus 89 años de vida, está lleno del fuego vocacional que enciende el ministerio sacerdotal en su condición de obispo. No pude responder a la invitación a concelebrar la Misa que presidió, pues era casi a la misma hora en que yo tengo una de las celebraciones eucarísticas del domingo en la parroquia.

No cabe duda de que el señor pone siempre en nuestro camino modelos de vida que nos entusiasman a vivir plenamente nuestra vocación, y don José, es uno de ellos. Me llenó de gozo el ver con el gusto con que me saludó luego de no vernos desde antes de la pandemia y estar en contacto solamente por teléfono. Hoy el salmo responsorial (Sal 118) me hace seguir pensando en él cuando veo: «Yo seguiré observando tu ley. Tus pensamientos, señor, son mi alegría; ellos son también mis consejeros». El señor «Lizares», como se le conoce, y yo, nos conocimos en 1987, cuando yo era seminarista de teología y desde entonces se estableció entre nosotros una amistad en la que, a pesar de no vernos tan seguido como yo quisiera, hemos conservado gracias al teléfono. Sus consejos y su buen humor, me han ayudado sobremanera a sostener con gozo el «sí» del ministerio sacerdotal.

Este día, al hacer nuestra oración, les invito a pensar en quienes han dejado una huella honda en nuestro corazón y a quienes tenemos a nuestro lado. A veces, su presencia, como me ha sucedido en este caso, han levantado mi corazón que se encontraba un poco apachurrado por una situación que no vale la pena que comparta pero que llenan de tristeza el corazón sacerdotal al ver lo poco que se puede hacer. ¡Gracias padre Sergio por esta invitación! ¡Gracias don José por estos ratos tan amenos y edificantes y gracias a ustedes por leer mis mal hilvanadas reflexiones, motivo de mi oración! Que María santísima nos ayude a seguir viviendo la Pascua. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 23 de abril de 2023

«Los discípulos de Emaús»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este domingo, la liturgia de la palabra pone como Evangelio el pasaje de los discípulos de Emaús, que se leyó el domingo de Pascua en las misas de la tarde como una opción que marca la liturgia de ese día. El pasaje, pues, es bastante conocido y comentado. Pero no sabemos si estos dos caminantes desconsolados son dos hombres o un hombre y una mujer, o si son hermanos o se trata de unos esposos, pero lo que sí sabemos es que eran fieles seguidores de Cristo como nosotros lo queremos siempre ser. El pasaje está en San Lucas 24, 13-35.

Puedo afirmar, luego de leer una y otra vez este pasaje y de haberlo utilizado como base para distintas tantas de Ejercicios que he predicado allende las fronteras de México, que la experiencia de esos dos discípulos es nuestra propia experiencia. También nosotros conocemos ese camino de cercanía con Cristo y de fracaso al pensar que los hemos perdido: ¡Cuántas promesas que no han madurado en nuestras vidas, cuántos fracasos, cuántos planes que se han ido abajo, cuántas ilusiones perdidas!... Quizá también nosotros, hemos abandonado el grupo inicial, como aquellos dos. Porque nosotros esperábamos que el Concilio... que la Iglesia..., que los obispos, que el párroco, que la coordinadora del grupo... Nosotros esperábamos que la democracia..., que los partidos... Pero todo ha sido una ilusión, flor de un día. Y estamos de vuelta. 

Sin embargo, al contemplar a los dos de Emaús hemos de preguntarnos: ¿Qué nuestro corazón no sentíamos que ardía, aunque parecía que el Señor no estaba con nosotros en aquel momento y alguien, él mismo, a través de un amigo, de un compañero de grupo, de un acontecimiento... se hizo encontradizo en nuestras vidas? No dejemos de vivir la Pascua pensando que quizá por las tristezas de la vida o por diversas circunstancias, no vemos a Cristo resucitado en plenitud, pero él, que no abandona a nadie, está con nosotros. Que con María, le sepamos descubrir al partir el Pan en la Eucaristía, sobre todo en la de los domingos. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 22 de abril de 2023

«La justicia»... Un pequeño pensamiento para hoy


Me detengo hoy a meditar en el salmo 32 —32 en el misal, 33 en la Biblia— que en la primera estrofa dice: «Que los justos aclamen al Señor es propio de los justos alabarlo». Y es que creo que no me equivoco —ustedes no me dejarán mentir— al afirmar que hoy hay mucha falta de justicia en el mundo. Por eso hoy, para reflexionar con ustedes, comparto algo breve sobre la justicia.

La justicia es una de las cuatro virtudes cardinales —Fortaleza, justicia, prudencia y templanza—. Es por antonomasia una virtud social, un hábito moral que propone dar a cada uno lo que le corresponde o le pertenece, en función del derecho, la razón y la equidad. Es el esfuerzo para armonizar a las distintas personas, que viven dentro de una comunidad familiar, local o nacional y así, darle a cada uno lo que le corresponde. Dios, como dice el salmista hoy «ama la justicia y el derecho».

La justicia es opuesta a la venganza, cuestión que hay que trabajar mucho en nuestros días, pues todos escuchamos o vemos a diario en las noticias, la sed de venganza que reina en muchos. Ya sabemos que no todas las leyes humanas son justas, pero el incumplimiento de las leyes justas, tiene que conllevar un castigo proporcional, realmente educativo y modificador de conductas y conducente a persuadir a las personas o entidades, para que no vuelvan a repetirlo. Volteemos la mirada al Dios que es justo y pidamos la intercesión de María para ser justos. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 21 de abril de 2023

«Los milagros acontecen»... Un pequeño pensamiento para hoy


En nuestra relación con Jesús, siempre habrá espacio para el milagro. Éstos suceden todos los días y a veces sin darnos cuenta. De eso, a buscar a Jesús por considerarlo «un milagrero» hay mucho espacio. Hay, ciertamente, gente que busca a Jesús con la única cuestión de obtener un milagro, pero, como nos damos cuenta, él los hace cuando ve conveniente que así sea aunque nadie se lo haya pedido. Eso no quiere decir que no pidamos milagros de parte del Señor, mal haríamos si después de tener «tan buen Amigo», como dice santa Teresa de Ávila, no le pidiéramos nada. Pero, no hay que ser convenencieros y buscarlo solo por eso. 

Digo esto precisamente por el relato evangélico de la liturgia de la palabra de este viernes, que nos presenta el conocido relato de la multiplicación de los panes (Jn 6,1-15) que abre el bellísimo capítulo 6 de san Juan que estaremos leyendo estos días en la Misa diaria. Jesús hace este milagro tomando lo poco que un muchachito tiene –cinco panes de cebada y dos pescados— Jesús , bendice aquello y el milagro se hace.  Lo importante es «dar lo que se tiene», compartir. Y hay unas cosas que los discípulos¬–misioneros de Cristo siempre debemos tener: esperanzas, ilusiones, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, experiencia, lecciones duras que nos ha dado la vida... Éste es el aporte de nosotros al milagro que esperamos.

Para mucha de la gente sin fe, que pulula en nuestros tiempos y que van por el mundo sin confianza en Jesús, sin entrañas de misericordia, esta escena es irreal. Los milagros se entienden desde la fe, el amor, la solidaridad. Que haya en nosotros entrañas de amor, compasión, caridad, como las hubo en todas las acciones de Jesús, sobre todo repartiendo el pan, su Pan de Vida. Que María santísima interceda por nosotros y nos ayude a descubrir tantos milagros. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 20 de abril de 2023

«Cristo viene de lo alto»... Un pequeño pensamiento para hoy


Me llama la atención que el Evangelio de hoy dice una cosa que, como muchas otras de las que afirma Jesús, son más que ciertas. El fragmento de la liturgia de la Palabra de este día, tiene una frase en la que Cristo afirma: «El que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos».

Para mucha gente, fuera de nuestro ambiente de gente de fe, Jesucristo no pasa de ser un maestro, un gurú, un filósofo, un hombre ejemplar pero no un Dios. Esta gente, por supuesto, se queda en las cosas de la tierra y por eso hace referencia siempre a cristo como alguien que da «buena suerte», «buenas vibras», «prosperidad»... Claro está que Nuestro Señor es mucho más que alguien de la tierra y nos abre la esperanza del Cielo y con ello la vida eterna. Es que él «viene de lo alto y está por encima de todos». ¡Cuánte tenemos que agradecer el don de la fe que hemos renovado de manera especial la noche de Pascua en la Vigilia Pascual! ¡Cuánto tenemos que agradecer que nuestra vida tiene sentido y un sentido de trascendencia que anhela cosas mucho más grandes que las de esta tierra! ¡El Cielo nos espera!

Somos «personas pascuales». Somos, con María y el testimonio de tantos santos y beatos a lo largo de la historia, pregoneros valientes en medio del mundo —en nuestras parroquias, en nuestras familias, en medio de los jóvenes, en los diversos campos de nuestra actuación social— de cuál es nuestra fe, de quién es el Salvador que el mundo espera y necesita y que ha venido de lo alto para llevarnos a lo alto. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 19 de abril de 2023

«Déjame decirte que soy feliz»... Un pequeño pensamiento para hoy


Me encontré en Internet una oración con la que quiero empezar mi brevísima reflexión del día de hoy. Es eso, lo que a estas horas de la noche me viene compartir:

«¡Oh Dios mío, déjame decirte que soy feliz porque tu rostro de padre y amigo me acompaña en cada jornada! ¡Gracias por el don de la fe que, sin negarme nada humano y honesto, me inunda con luz divina y me eleva a tu hogar espiritual! Infunde ese mismo amor, confianza, fe, esperanza, en el corazón de todos los redimidos, allí donde se encuentren y sea cual fuere la suerte que a cada cual le haya cabido de oír hablar de Ti en lenguajes que sólo Tú entiendes bien. Amén.»

El Evangelio de hoy (Jn 3,16,21) me llevó a pensar en eso, en la felicidad que siento porque el Padre Misericordioso envió a su Hijo Jesús para salvarnos. Con María santísima, quiero seguir viviendo la alegría de la Pascua. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 18 de abril de 2023

«Un solo corazón y una sola alma»... Un pequeño pensamiento para hoy


¿Por qué para mucha gente será tan difícil compartir? Creo que entre más nuestra sociedad actual se sumerge de lleno en las ideologías del materialismo y del consumismo, la gente adulta, sobre todo, se va haciendo más y más egoísta e incluso se van viendo cada vez más personas insensibles ante las necesidades de los demás.

Pienso en un closet de este 2023 y en uno de 1980 cuando yo ingresé al seminario. Hoy muchos de estos espacios de las casas están «atiborrados» incluso de cosas que no se han usado por años pero que permanecen allí «por si acaso se ocupan». Creo que nos viene muy bien el día del hoy el fragmento del libro de los Hechos que la liturgia pone como primera lectura de la Misa (Hch 4,32-37) donde se destaca que la primera comunidad cristiana tenía un solo corazón y una sola alma.

¡Cuán lejos estamos de vivir ese ideal, Señor! Es quizá la razón por la cual muchos jóvenes abandonan la Iglesia. No encuentran en ella esa fraternidad, esa alegría, ese vivir diferente de cómo el mundo vive... Pidamos a María santísima que interceda por nosotros para que hagamos vida este ideal. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 17 de abril de 2023

«Valientes discípulos misioneros en el tiempo de Pascua»... Un pequeño pensamiento para hoy


Tal vez para algunos, con la celebración del Domingo de la Misericordia ya haya pasado la emoción de la Pascua, pero lo cierto es que se trata e un tiempo de fiesta que se prolonga por 50 días. El domingo de Pascua, que es el mayor de todos los domingos y que se celebra ocho días como un solo día, y el Tiempo Pascual es el más importante de todos los tiempos litúrgicos. 

Pascua es la celebración de la resurrección del Señor de entre los muertos. Esta fiesta culmina una semana después de celebrar la Ascensión de Jesús al Padre con la fiesta de Pentecostés, recordando la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Así, hay 50 días de Pascua desde el primer domingo a Pentecostés. Este tiempo se caracteriza, sobre todo, por la alegría de la vida glorificada y la victoria sobre la muerte, expresada más plenamente en la gran resonante aclamación del cristiano: ¡Aleluya! Toda la fe fluye de la resurrección: «Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación; vana, también es nuestra fe». (1 Cor 15,14), expresa san Pablo.

Hoy lunes, la primera lectura de la Misa (Hch 4,23-31) nos invita a anunciar la palabra del señor con valentía, y eso nos viene muy bien hacerlo en el tiempo de la Pascua, cuando muchos corazones han quedado sensibilizados por la vivencia el Triduo Pascual. Que esta Pascua, al contemplar en todas las celebraciones el Cirio Pascual encendido, revivamos nuestra tarea de ser valientes discípulos–misioneros de Cristo que anunciamos con gozo la resurrección del Señor acompañados de María, la Madre del Señor, como los primeros cristianos. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 16 de abril de 2023

¿Qué es y que hace un Misionero de la Misericordia?...

En el año 2016, cuando se celebró el «Año de la Divina Misericordia», el Papa Francisco me nombró Misionero de la Misericordia. Pero, a unos años de esta tarea, que me ha dado el Santo Padre, hay quienes me siguen preguntando: «¿Qué es y que hace un Misionero de la Misericordia?»

Ante todo, el Misionero de la Misericordia es eso: «un misionero», un hombre que representa al Santo Padre como Misionero de la Misericordia a través de la predicación y del sacramento de la reconciliación en nuestra área y en el país donde nos encontremos, según seamos requeridos. Esto implica estar disponible más frecuentemente para la atención de las personas en el sacramento de la reconciliación y en la dirección espiritual o consejos. Además, los Misioneros de la Misericordia tenemos que estar muy bien preparados y actualizados en todo lo referente al tema de la Misericordia y lo que el Papa Francisco busca en su papado.

Por otra parte, hay una serie de pecados que solamente el Vaticano tiene autoridad para perdonar, los Misioneros de la Misericordia tenemos autoridad para perdonarlos en nombre de Dios. Por ejemplo: la profanación de la Santa Eucaristía, ordenación de un obispo sin aprobación del Santo Padre, violación del secreto de confesión, complicidad en casos de adulterio, pecados de laicos contra sacerdotes y viceversa, ataques —violencia física, secuestro o insultos— contra el Papa, sacerdotes, obispos, religiosos/as, laicos consagrados o personal de la Iglesia.

En el mundo somos unos 800 distribuidos en casi todos los países de la faz de la tierra. En México somos 7.

Ser Misionero de la Misericordia es una gran bendición, porque eso me ayuda a ser un sacerdote más misericordioso, a ser compasivo con cada persona que acude a mi y a poder orar por cada caso en particular. Esta tarea me brinda una oportunidad grane para predicar sobre este tema a nivel local, nacional e internacional e impartir el sacramento de la reconciliación en todas partes.

Durante un encuentro, en aquel 2016, el Papa Francisco nos dijo: «Ser Misionero de la Misericordia es una responsabilidad que se les ha confiado porque requiere de ustedes que sean en primera persona testigos de la cercanía de Dios y de su forma de amar. No a nuestra manera, siempre limitada y a veces contradictoria, sino a su manera de amar y a su manera de perdonar que es, precisamente, la misericordia.»

El Papa, en las diversas ocasiones en que nos hemos reunido con él, después del Año de la Misericordia, nos ha recordado lo importante que es el papel del confesor. «Ante nosotros hay una persona "desnuda", y también una persona que no sabe hablar y no sabe qué decir... con la vergüenza de ser un pecador, y tantas veces no consigue decirlo. No lo olvidemos: ante nosotros no está el pecado, sino el pecador arrepentido...Una persona que siente el deseo de ser aceptada y perdonada... Por lo tanto, no estamos llamados a juzgar, con actitud de superioridad, como si estuviéramos inmunes del pecado.»

También nos ha advertido que se puede hacer mucho daño a un alma si no se escucha con corazón de padre, con el corazón de la Madre Iglesia. «Ser confesor —según el corazón de Cristo— equivale a cubrir al pecador con el manto de la misericordia para que no se avergüence más, para que recupere su dignidad y sepa dónde se encuentra.»

El Papa Francisco, al darnos este nombramiento, nos ha puesto como figuras a imitar y santos protectores de nuestro ministerio a san Pío de Pietralchina y a san Leopoldo Mandic. El Miércoles de Ceniza del 2016, cuando nos instituyó nos dijo: «Los acompaño en esta aventura misionera dejandoles el ejemplo de dos santos ministros del perdón de Dios, San Leopoldo y San Pío.... Les ayudarán. Cuando sientan el peso de los pecados que les confiesan y las limitaciones de su persona y sus palabras, confíen en la misericordia que sale al encuentro de todos con amor y no conoce fronteras.»

Además de esto recuerdo siempre la bendición personal que en la Basílica Romana de Santa María la Mayor, antes de que yo partiera para África, al día siguiente de aquel encuentro y en la cual me dijo: «Confiesa mucho, perdona mucho». También tengo en mi mente el encuentro personal con él en el 2018, cuando era yo confesor en la Basílica de Guadalupe en México, cuando me preguntó sobre las horas que gastaba en el confesionario y me habló de la grandeza de este ministerio.

Finalmente puedo compartir, en esta breve explicación, que los Misioneros de la Misericordia somos un signo vivo de bienvenida del Padre Celestial para aquellos que buscan el perdón de Dios. Somos facilitadores de encuentros humanos de liberación para hacer que muchos católicos, sobre todo los más alejados, renueven su compromiso a través del sacramento de la Reconciliación. Con este nombramiento, luego de ser elegidos para este ministerio especial, los Misioneros de la Misericordia debemos ser inspiradores predicadores de la Misericordia de Dios, heraldos del gozo del perdón, confesores que damos la bienvenida con compasión y amor a los penitentes que lleguen a nosotros, especialmente en las situaciones más difíciles.

Padre Alfredo.

Nota: Adaptación de un artículo publicado en El Pregonero.

»Domingo de la Misericordia»... Un pequeño pensamiento para hoy

Un día más de esos en los que casi llegada la media noche me puedo sentar frente a la computadora para escribir mi reflexión. Este domingo se celebra la fiesta de la Divina Misericordia. Quiero compartir, en primer lugar, unas palabras que el Santo Padre, el Papa Francisco, nos dijo a los Misioneros de la Misericordia el 10 de abril de 2018 y que conservo en texto escrito. El Papa nos dijo en aquella ocasión: «La misericordia toma de la mano e infunde la certeza de que el amor con el que Dios ama derrota toda forma de soledad y abandono. Los Misioneros de la Misericordia están llamados a ser intérpretes y testigos de esta experiencia, que se inserta en una comunidad que acoge a todos y siempre sin distinción, que sostiene a todos en las necesidades y las dificultades, que vive la comunión como fuente de vida».

Así he experimentado mi comunidad parroquial «misericordiada» esta Semana Santa y esta Octava de Pascua que hoy culmina. ¡Qué gusto me ha dado vivir el Triduo Pascual en un ambiente de puertas abiertas en donde hemos dado cabida a todos como Iglesia! Y es que la Misericordia nos habla de un Dios que tiene entrañas, un Dios que empatiza, un Dios que tiene corazón y que ese corazón es el centro de gravedad de su amor infinito para con todos. La fe en un Dios que es todo misericordioso hace que desaparezcan los miedos a adentrarse en la vida eclesial y abre las puertas a la idea de la reconciliación universal. Porque la Misericordia, con sus obras, nos hace experimentar y sentir para luego poder exclamar como santo Tomás en el Evangelio de hoy (20,19-31): «¡Señor mío y Dios mío!»

En el relato del Evangelio, a los ocho días de haber resucitado, Jesús por propia iniciativa se va hasta donde está Tomás «—que no había creído hasta entonces en su resurrección—, se le pone de frente y habla con él. Jesús retoma las mismas palabras que Tomás dijo aquella vez que se cerró ante el testimonio de los discípulos, cuando no conseguía ver el camino hacia la fe, la paz y la alegría pascual. El gesto de Jesús hace salir a Tomás de su aislamiento, de manera que, junto con él, toda la comunidad sea una en el gozo pascual. Jesús no quiere que nadie quede excluido de la paz y del gozo pascual. Que María santísima nos ayude a que, con esta alegría de la Pascua, hagamos de cada una de nuestras comunidades, un espacio de puertas abiertas. ¡Bendecido domingo de la Misericordia!

Padre Alfredo.

sábado, 15 de abril de 2023

«Seguimos con la alegría de la Pascua»... Un pequeño pensamiento para hoy


Desde el domingo de Resurrección hemos venido repitiendo con una inmensa alegría que el Señor ha resucitado. Este hecho, de la resurrección de Jesús, no es, en manera alguna, un acontecimiento que se haya quedado como un hecho del pasado. Jesús vive en la situación de resucitado y ya no experimenta las limitaciones de la condición humana. 

Hombre entre los hombres, el Nazareno, como nosotros, veía limitado su universo por sus posibilidades de contacto y de intercambio, a pesar de ser Dios verdadero, porque asumió en todo nuestra condición humana menos en el pecado. Hoy, resucitado, se han dilatado las fronteras de su persona. Se encuentra con todos los hombres de todos los tiempos en lo secreto de su corazón, en la fuente inexpresable de su vida. En adelante, ningún hombre ni nada humano le es ajeno. Toda empresa humana está secretamente habitada por su Espíritu, hasta el punto de que trabajar por el crecimiento de la humanidad significa, tal vez secretamente, hacer que crezca su Cuerpo. 

Al confesar la resurrección de Jesús, sus discípulos–misioneros damos testimonio de que todo está bajo el movimiento del Espíritu, que merece la pena intentarlo todo, ya que en todo es él quien continúa viviendo y creciendo y que, como se le apareció a los Once, según el relato del Evangelio de hoy (Mc 16,9-15), viene a nuestro encuentro haciéndose encontradizo de muchas maneras. Sigamos, con María, viviendo el gozo de la pascua. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 14 de abril de 2023

«Es que faltaba Alguien»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este es uno de esos días en que a merced de los planes de Dios sobre mi vida, casi al terminar la jornada y llegando a media noche, me siento a escribir compartiendo un poco de mi reflexión para este viernes de la Octava de Pascua. Creo que por eso, escribiré unas cuantas palabras. De entrada no puedo dejar de compartirles que, desde hace muchísimos años —incluso antes de ingresar a la congregación— me llamó la atención que, en el Evangelio de este día (Jn 21,1-14) es el único fragmento del anuncio de la Buena Nueva en donde se atribuye a Jesús la expresión: «muchachos», que utiliza para llamar a los apóstoles. Me gusta esta familiaridad con la que Jesús resucitado, lleno de ternura, llama a sus apóstoles. 

Estoy seguro que así, con sencillez, Cristo resucitado, que nos ve desde su presencia eucarística, quiere dirigirse a cada uno de nosotros en la Misa, en la Hora Santa, en el momento de Adoración. Nos mira con el mismo cariño que brindó a aquel grupito que se sentía desilusionado porque la pesca había sido nula... ¡Algo faltaba!, o más bien dicho, «Alguien» faltaba. El grito «¡Es el Señor!» sólo puede partir de una garganta acostumbrada a llamarle así y también de un corazón que sabe que ha fallado. Gritar de ese modo significa reconocer que todo era verdad, que Jesús no los ha engañado, que su poder no conoce límites, que todo tiene sentido, que sigue habiendo futuro, que ya no importa perder la vida una vez que se ha entrevisto el final.

Estas fiestas pascuales que estamos celebrando no pueden quedarse en los aleluyas nada más... Han de despertar en nosotros un intenso deseo de intimidad con el Resucitado y una necesidad de comunicar a otros nuestra fe, nuestra alegría. El gozo de sabernos salvados en el nombre de Jesús, de haber sido convocados en torno a la cena fraternal para testimoniar en el mundo la posibilidad de que todos podamos vivir como hermanos... Desde nuestra intimidad con el señor, desde nuestra familiaridad con él, como la que vivieron los apóstoles, recurramos también a la Madre de Cristo y con ella pidamos al Señor que resucite también nuestro mundo. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 13 de abril de 2023

«Y comprendieron las Escrituras»... Un pequeño pensamiento para hoy

Como he venido comentando, estos días de la Octava de Pascua, el Evangelio nos va narrando diversas escenas de acontecimientos que ocurren recién pasada la resurrección del Señor. Hoy la cuestión que narra el Evangelio (Lc 24,35-48) es la continuación de lo sucedido con los discípulos de Emaús. Al regresar de Emaús, para contar a todos la vivencia que tuvieron, se les apareció Jesús y «les abrió el entendimiento», explicándoles las Escrituras. 

En el Antiguo Testamento ya Moisés, los profetas y los salmos habían anunciado lo que ahora estaba pasando. Como a aquellos dos discípulos en el camino, ahora Jesús les hizo ver a todo el grupo la unidad del plan salvador de Dios. Las promesas se han cumplido. Y la muerte y resurrección del Mesías son el punto crucial de la historia de la salvación. A la luz de esto no debe extrañarnos que san Pedro, en sus discursos, utilice la misma argumentación cuando se trata de oyentes que conocen el Antiguo Testamento, y que centre su discurso en el acontecimiento pascual del Señor, como narra hoy la primera lectura de la Misa (Hch 3,11-26).

También nosotros estamos llamados a reconocer a Cristo en la fracción del pan eucarístico, en la Palabra bíblica y en la comunidad reunida. En las circunstancias más adversas y oscuras que se puedan dar, también nosotros muchas veces andamos desconcertados como aquellos discípulos, pero el Señor se nos hace compañero de camino, se nos hace encontradizo y permanece cerca. Aunque no le reconozcamos fácilmente. En más de una ocasión nos tendrá que decir: «¿por qué te asustas? ¿por qué surgen dudas en tu interior?». María, no dudó, ella nos ayudará a estar atentos a la presencia de Cristo. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 12 de abril de 2023

«Los de Emaús»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy, tomado de san Lucas, es único; solamente aparece en su Evangelio y en ningún otro (Lc 24,13-35) y además es uno de los pasajes más hermosos del tiempo en que Jesús resucitado permaneció entre nosotros. Se trata de un relato maravilloso por su sencillez y humanismo con Cristo maestro, quien se unió a dos discípulos desalentados por el camino de Emaús e hizo que ardiera su corazón.

Cuando Jesús se acerca a los dos discípulos, éstos no tienen ojos para reconocerlo, porque la desilusión les llena el alma. Para ellos, Jesús quedó en la tumba donde lo enterraron y después de tres días ya no se sabía nada cierto acerca de Él. Una vez que los discípulos se han hecho amigos de Jesús sin identificarlo todavía, lo invitaron a que se quedara con ellos, porque el día declinaba. Él se dispuso a quedarse con ellos y al cenar, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.

¡Identificados con los discípulos de Emaús, ahora nosotros estamos caminando con Jesús resucitado por el camino de nuestras vidas! Estamos viviendo una Pascua más en nuestra existencia. Nuestra fe y esperanza deben estar firmes en nuestra unión comunitaria con Cristo y todos nuestros hermanos celebrando el gozo de la resurrección del Hijo de María. Seguramente a ella fue a la primera que se apareció y ella debe haber alentado a los dos de Emaús y a todos los demás. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 11 de abril de 2023

«Jesús es Señor»... Un pequeño pensamiento para hoy


La resurrección, de la que habían sido testigos los apóstoles y las mujeres que muy temprano fueron al sepulcro y no encontraron el cuerpo, ha cambiado radicalmente la visión que tenían de Cristo anteriormente sus seguidores: Le tenían, quizá, por un hombre excepcional, un profeta, el hijo de Dios, pero todo quedaba vago en su mente. La resurrección fue el descubrimiento fulgurante: Jesús es «Señor» participa del ser de Dios (Hch 2,36-41) porque es verdadero hombre, pero también, verdadero Dios.

Es preciso que nosotros meditemos esa fórmula esencial de nuestra fe. ¡Dios ha hecho a Jesús Señor! Así como Pedro, que antes de la Pascua aparecía con frecuencia lento en entender los planes de Jesús y ahora está lúcido y ha madurado en la fe, conducido por el Espíritu, así nosotros, al contemplar al Resucitado, hemos de madurar en la fe. Pedro proclama el acontecimiento de la Pascua desde la perspectiva mesiánica: al Jesús a quien sus enemigos han llevado a la muerte, Dios, al resucitarle, le ha constituido Señor y Mesías, le ha «autentificado» ante todos en el acontecimiento de la Pascua.

¡Qué importante es vivir con intensidad este tiempo de Pascua! No todo ha terminado con la celebración de la Vigilia Pascual. Los cuarenta días de preparación en el camino cuaresmal que nos llevaron al Triduo Sacro, se ha convertido ahora en cincuenta días que viviremos en ambiente de fiesta por la resurrección del Señor. Podemos cantar, con el salmista, que «la misericordia del Señor llena la tierra». Que María santísima nos aliente, con su profunda fe, a vivir este dinamismo de la Pascua. ¡Bendecido martes de la octava de Pascua!

Padre Alfredo.

lunes, 10 de abril de 2023

«La Pascua y el libro de Los Hechos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Durante la «cincuentena» pascual, que llega hasta Pentecostés, la Iglesia nos invita a introducimos en el ámbito de la Iglesia naciente. San Lucas, como prolongación de su evangelio, nos relata, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, los treinta primeros años de la Iglesia, hasta el año 63 después de Jesucristo. En los cinco primeros capítulos de este libro, veremos el nacimiento de la Iglesia en Jerusalén. En los capítulos seis a once, contemplaremos la expansión de la Iglesia hacia Samaría y Siria. Y, a partir del capítulo doce, veremos cómo el evangelio, gracias a la actividad misionera de San Pablo, se extiende por todo el oriente Medio y Grecia.

Todos estos días de Pascua la primera lectura de la Misa será siempre del libro de los Hechos de los Apóstoles. El alegre anuncio de la Pascua realizado por los primeros discípulos se encuentra en el origen mismo de las comunidades cristianas. Y san Lucas nos narra esta íntima relación. Así es que este libro no es, solamente un mero reportaje histórico, sino una selección de acontecimientos nacidos de la Pascua que nos invita a reflexionar teológicamente bajo la inspiración del Espíritu sobre la vida de la Iglesia primitiva.

La lectura de este libro de los Hechos es tan adecuada a este tiempo porque ilustra la vida de la Iglesia con sus problemas cotidianos, sus luces y sombras. San Lucas dedica esta extraordinaria obra inspirada, al igual que su evangelio, a Teófilo, en griego «Theo-filus, amigo de Dios». Teófilo representa a cada cristiano que busca profundizar su fe y crecer en la amistad con Dios. Leyendo este libro, de forma continuada cada día, nos identificaremos con los gozos y esperanzas de la Iglesia que vive del gozo del Resucitado. Dejémonos llevar por san Lucas con María y los primeros discípulos–misioneros. ¡Felices Pascuas!

Padre Alfredo.

domingo, 9 de abril de 2023

«Domingo de Pascua»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Pascua es la fiesta central de la vida cristiana, es la celebración de la alegría de todos los discípulos misioneros de Cristo. Durante cincuenta jornadas, el día a día de los creyentes se vuelve claro y alegre desde el día de la resurrección del Señor. Es interesante descubrir que los relatos de la resurrección se abren con dos precisiones cronológicas: «El domingo por la mañana» y «muy temprano, antes de salir el sol». El día inicial de una nueva semana se convertirá así en el comienzo de una creación nueva, en verdadero «día del Señor» —dies dominica—, en el que la fe amorosa, no iluminada todavía por la luz del Resucitado, camina, a pesar de todo, en la oscuridad y va más allá de la muerte.

En la parroquia hemos tenido unos días maravillosos del Triduo Pascual y hoy, en la Eucaristía de una de la tarde, despediremos a los misioneros que han venido dirigidos por nuestras hermanas Misioneras Clarisas y que han enfervorizado a nuestra comunidad parroquial. Además presentaremos a la comunidad a los adolescentes y jóvenes que han vivido la Pascua Juvenil de este año. En la eucaristía de hoy contemplamos tres aspectos de la Pascua: damos gracias al Padre por su constante acción amorosa y fecunda: reconocemos a Jesucristo vivo en nosotros, revelador y comunicador de la vida de Dios; y pedimos ser más fieles a esta vida siempre nueva y para todos, que nos permite abrirnos sin miedo a la alegría, a la lucha, a la esperanza, a la fiesta.

Si cada domingo celebramos la resurrección del Señor, hoy la celebramos con mayor solemnidad junto con su Pasión. Rebosa tanto de sentido, lleva consigo tanto gozo el domingo de Pascua, que necesitaremos cincuenta días para celebrarlo debidamente. Es el tiempo pascual, o la cincuentena pascual, que va desde la fiesta de hoy hasta el domingo de Pentecostés; cincuenta días que son como un solo y único día festivo, como un gran domingo. Si celebramos con María, muy bien esta Eucaristía y la todos los domingos, nuestro encuentro con el Resucitado, en la que él nos comunica su vida, tendremos ánimos para ser, en la historia de cada día, unas personas «pascuales», que contagian a todos la alegría de su fe. ¡Felices Pascuas! ¡Bendecido domingo, fiesta de la resurrección del Señor!

Padre Alfredo.

sábado, 8 de abril de 2023

«En el preludio de la pascua»... Un pequeño pensamiento para hoy


El sábado santo es un día de reflexión por excelencia. En este día se acompaña a María Santísima por la muerte de Cristo, pero es, la que se hace en el corazón, una reflexión expectante, pues se piensa, en una espera silenciosa, en la resurrección del Señor que todos anhelamos. No hay noche como esta noche en que la Casa del Padre se llena de luz.

Estamos ya en el preludio de la Pascua, y con ello miramos hacia adelante, porque con la Pascua no hace falta que busquemos a Dios entre las nubes ni entre los libros sino en nuestra propia existencia como personas y como comunidad. 

La Vigilia Pascual nos recordará, esta noche, la serie sustanciosa de sus lecturas el camino que Dios ha hecho con su pueblo. Y por eso, con María, en esta vigilia santa recordaremos todo cuanto el Señor ha hecho y lo agradecemos a nombre de todos los hombres, como canta el pregón de la Pascua. ¡Bendecido sábado de la espera!

  Padre Alfredo.


viernes, 7 de abril de 2023

«Un día para contemplar»... Un pequeño pensamiento para hoy


Yo creo que, ante todo, el Viernes Santo es un día para adentrarse en la contemplación. Es un día de contemplar —como recomienda San Ignacio de Loyola: «como si presente me hallare»— el misterio de la muerte en cruz del Hijo de Dios, del Jesús, hermano y redentor nuestro. Un misterio, lleno de sentido salvador para cada uno de nosotros, que no requiere hoy tanto exhortaciones sentimentales ni explicaciones doctrinales, como hondura de fe. De esa fe, que, en la sociedad mundana, es tan escasa.

Hoy es un día para quedarnos en la contemplación de la Pasión y muerte del Señor. Pero es preciso que esta contemplación de la pasión y muerte del Señor, la hagamos guiados por la palabra del evangelio de san Juan que la liturgia de hoy nos pone relatándonos la Pasión (Jn 18,1-19,42). El evangelio de san Juan nos ha guiado en los tres últimos domingos de cuaresma. Los tres evangelios que hemos leído en estos últimos domingos: el diálogo con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento y por último la resurrección de Lázaro, nos han presentado la respuesta a las preguntas fundamentales de la fe: ¿quién es Jesucristo? ¿qué es Jesucristo para nosotros? ¿qué significa creer en Jesucristo? Hemos escuchado repetidamente la afirmación del Señor: «Yo soy...». Un «Yo soy» que no se refería a una afirmación teórica, sino que era siempre una relación con nosotros. Era un «Yo soy... para ustedes».

Juan, el evangelista, nos acerca de manera impresionante a Cristo en su Pasión, a ese Cristo que vino para revelarnos el rostro del Padre. Para que pudiéramos ser sus hijos. Y el rostro de Dios que nos revela Jesucristo, en este relato de la Pasión, es el rostro del amor. Dios es amor. Y su suprema revelación, el Señor Jesús la realiza desde la cruz, como la más acabada manifestación del Dios que quiere dar vida, del Dios que ama. Pero del Dios que da vida, dándose él, del Dios que ama, amando Él. A través del signo de la presencia de María junto a la cruz, como Madre que da vida, como Madre de los discípulos de Jesús, Madre de la Iglesia que nace, san Juan nos invita a contemplar, con ella, el misterio de la cruz, desde la que Jesús nos brinda todo su amor. Con ella, permanezcamos en contemplación. ¡Bendecido Viernes Santo!

Padre Alfredo.

jueves, 6 de abril de 2023

«Eucaristía y servicio vienen a ser una misma cosa»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Jueves Santo nos lleva a la celebración nuclear de nuestra fe y a su origen: la institución de la Eucaristía en la última cena del Señor con sus apóstoles. El Evangelio de San Juan, que hoy se lee, no habla, sin embargo, de tal institución. Juan sustituye la narración de la institución de la Eucaristía de los evangelios sinópticos con el relato del lavatorio de los pies en donde vemos el gesto de sencilles y humildad de Jesús para con los suyos.

Si Juan ha sustituido la institución de la Eucaristía por el lavatorio de los pies podemos estar seguros de que lo ha hecho «a propósito, de adrede, con premeditación». Este evangelista quiere recordarnos algo que nunca debiéramos perder de vista: que Eucaristía y servicio vienen a ser una misma cosa. Porque no podemos entender lo que es la Eucaristía si no entendemos lo que es el servicio, no podemos vivir la Eucaristía si no vivimos con actitudes de servicio, no podemos participar en la Eucaristía si no somos servidores de los pobres.

Al reflexionar en este día y preparando la homilía que debo pronunciar mañana y que de ordinario es diferente de este pensamiento que es para una reflexión personal más que nada, me surgen dos preguntas con las que termino esta breve reflexión: ¿En qué debe traducirse para todo discípulo–misionero de Cristo el Jueves Santo? ¿Qué valoración hacemos del servicio que nosotros damos a los demás? Y creo que con estas dos preguntas basta para pensar. Dicen muchos que María Santísima estuvo cerca de Jesús en la última cena, dicen que ella se asomaba por la puerta entreabierta del cenáculo...No sé, pero sí sé que ella nos acompaña hoy y nos ayudará a responder. ¡Bendecido Jueves Santo!

Padre Alfredo.

miércoles, 5 de abril de 2023

«La Misa Crismal»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy hago mi reflexión en torno a la «Misa Crismal» que se celebra cada Semana Santa ordinariamente el Jueves Santo por la mañana y que, por cuestiones pastorales, se celebra en algunas diócesis del mundo uno de los días previos en la Semana Mayor. Aquí en Monterrey, por una tradición muy antigua se celebra este día Miércoles Santo al mediodía y, desde hace algunos años, en la Basílica de Guadalupe en donde por gracia de Dios me ordené sacerdote hace casi 34 años. En esta celebración en la que se consagra el Santo Crisma —de aquí el nombre de misa crismal— y se bendicen además los restantes óleos o aceites —para los enfermos y los que se van a bautizar— es también el momento anual para que todos los sacerdotes, presentes en la diócesis, renovemos nuestras promesas sacerdotales.

Los textos de la misa de esta celebración, presentan un conjunto catequético no solamente acerca del sacerdocio ministerial; sino también relativo al sacerdocio general de los fieles. En la antífona de entrada, la asamblea aclama: «Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre». En esta misa crismal no se dice el Credo. Tras la renovación de las promesas sacerdotales se llevan en procesión los óleos al altar; allí, el obispo los puede preparar, si no lo están ya. En último lugar se lleva el Santo Crisma, portado por un diácono o un sacerdote. Tras ellos se acercan al altar los portadores del pan, el vino y el agua para la eucaristía. Después del Sanctus se bendicen el óleo de los enfermos; y tras la oración, después de la comunión, se bendice el óleo de los catecúmenos y se consagra el Santo Crisma.

Yo creo que a la mayoría de los que leen esta reflexión diaria —y que me dijeron que son más de diecisiete— no les ha tocado vivir esta celebración, pues como asiste todo el presbiterio, la asistencia de los fieles se reserva muchas veces a quienes son enviados de las parroquias a recoger los santos óleos para llevarlos a las comunidades parroquiales. Allí, sí, en las parroquias, se hace una misa especial para recibirlos. Por eso, este día me parece una buena oportunidad para usar Internet y seguir alguna de las misas crismales para saborear todo su sentido eclesial. Por lo pronto, encomendemos a María Santísima a todos los sacerdotes que, en esta misa, renovamos nuestras promesas sacerdotales. ¡Bendecido miércoles santo!

Padre Alfredo.

martes, 4 de abril de 2023

El testimonio vocacional de la hermana Maria Ermelinda Owa, M.C.

 

NOTA IMPORTANTE: Dando click en el icono de «configuración» en el video, lleva a un apartado que dice «traducir automáticamente», allí se selecciona el idioma y se le da click.

«Martes con olor a traición»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Jn 13, 21-33. 36-38) pone el acento en Jesús que exhibe, en el grupo de sus amigos más íntimos, a quien lo va a entregar, que, curiosamente, es uno de ellos mismos: «Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar». Al ver que, a pesar de su amor, uno de los suyos va a la ruina y a la muerte, Jesús se estremece y los discípulos se quedan sorprendidos «sin poderse explicar por quién lo decía».

Jesús no revela el nombre del traidor ni lo señala; Jesús no rompe con el que va a traicionarlo, aunque lo señala como «aquél para quien yo voy a mojar el trozo de pan y a quien se lo voy a dar». Jesús no ha venido a juzgar, sino a salvar. Ofrecer a un comensal un trozo de alimento era señal de deferencia. Jesús, con este gesto, invita a Judas a rectificar y ser de los suyos, a comer su carne y sangre y unirse a él, pero Judas, encerrado en su pecado, no entiende nada. Jesús responde al odio con amor, poniendo su vida en manos de su enemigo. Toca a Judas hacer su última opción.

Hay que ver que nosotros también podemos traicionar a Jesús, si abusamos de promesas que no vienen refrendadas por nuestra vida; si en medio de nuestros intereses, no tenemos tiempo para «perderlo» gratuitamente con él. Lo podemos traicionar cuando le hacemos decir cosas que son sólo proyección de nuestros deseos o mezquindades o cuando volvemos la espalda a los «rostros difíciles» en los que él se nos manifiesta y de muchas maneras más. Pidamos, por intercesión de María, que este Martes Santo su mirada nos ayude a descubrir nuestras sombras. ¡Bendecido martes santo!

Padre Alfredo.

lunes, 3 de abril de 2023

«Un gesto sencillo y profundo»... Un pequeño pensamiento para hoy


Las lecturas de los evangelios de las dos últimas semanas de Cuaresma, nos han hecho ver que las autoridades del pueblo judío perseguían a Jesucristo. El amor hace presentir a María, una de las grandes amigas de Jesús, el drama que se avecina (12,1-11). En esas circunstancias, ella quiere hacer algo especial por su Señor, manifestarle su amor, así que lleva a cabo con determinación un generoso gesto: toma lo más valioso que posee, un caro perfume de nardo puro, y lo vierte en los pies de Cristo. Rompe el frasco: todo es para su Dios. Algunos de los presentes, irritados, comentan la inutilidad de ese gesto. Sabemos que Judas Iscariote se suma también a ese cuchicheo crítico, pero no porque le importara otro posible destino de esos bienes, sino porque esa actitud tal vez contrasta con su vida. Pero a María le importan las críticas y comentarios ante su actuación: basta con que Jesús esté contento. Y por eso el Señor sale en su defensa.

Quien da todo a Dios, como esta mujer, se convierte en don también para el prójimo. Por el contrario, quien realiza muchos cálculos de frente a la llamada de Cristo, acaba regateando también a los demás. Cuando decimos que sí al Señor, llevamos a los demás «el buen olor de Cristo» (2 Cor 2,15) y ellos pueden sentirse amados con un amor de predilección. Como sucedió en esa ocasión, podríamos decir que «la casa se llenó de la fragancia del perfume» (Jn 12,3). Por eso, nuestra vida, empujada y guiada por la fuerza de Dios, puede llenar de fragancia a este mundo que, ante las adversidades se llena de tristeza. El evangelio nos dice que «los príncipes de los sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro» (Jn 12,10). Jesús nos pide que le acompañemos como se lo pidió a Lázaro, porque si nuestra voluntad no está dispuesta a morir según la Pasión de Cristo, tampoco la vida de Cristo será vida en nosotros. 

María, la hermana de Lázaro y de Marta, es pues, el símbolo de la humanidad que se dejó amar por Jesús en su Pasión. Es el símbolo de la realidad de ella: esta mujer hace de modo «intuitivo» este gesto, pero quien lo hace «plenamente», lo sabemos por Juan, es María santísima, la Virgen, quien como madre acepta el absurdo de que su Hijo sufra por ella. Una madre querría aceptar cualquier sufrimiento por su hijo y no viceversa; en cambio, como esta Madre no posee a Jesús, sino que está poseída por él como humanidad y como Iglesia, entonces a través de un camino doloroso de fe, un largo camino, que Juan y Lucas nos describen, llega al Calvario dispuesta a dejarse salvar por los sufrimientos del Hijo. Unámonos a la Virgen María en estos días santos y con ella acompañemos a Jesús en estos, sus últimos días antes de que sea elevado en la Cruz para alcanzarnos la vida eterna y darnos el regalo de la resurrección. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 2 de abril de 2023

«Es domingo de ramos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hemos llegado ya al domingo de ramos conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Hoy, muchísimas partes del mundo, los discípulos–misioneros de Cristo nos reuniremos como pueblo para recibir a nuestro humilde Rey con ramos de olivos. Hoy, alabamos a Dios Padre por la presencia milagrosa de Jesús en nuestras vidas. El domingo de ramos es la puerta que se abre para entrar en la Semana Santa. Nos disponemos una vez más a actualizar el misterio de la pasión de Jesús, de su amor hasta el extremo, y de su resurrección. Esta semana Santa no será entonces un simple recuerdo, sino un recurrir a la memoria que tiene la fuerza de traer al presente aquello que amamos, la memoria que tiene la fuerza de actualizar hoy el misterio central de nuestra fe.

El Señor de los milagros, el Señor de la cercanía a los pobres, el Señor que nos pide ser como niños, se sienta sobre un sencillo borrico y entra en la ciudad santa, en nuestra parroquia, en nuestras casas. Jesús viene y nosotros agitamos nuestros ramos... Este es uno de los domingos del año que más gente viene a la parroquia. No me extraña, porque muchos saben que nos adentramos en la semana más vibrante del año, en la que está todo por vivirse nuevamente con un aire de esperanza. Si no lo aclamamos nosotros hoy, lo harán las piedras…

Sabemos que la Semana Santa será de una tensión en aumento. En esta semana Jesús desplegará toda la fuerza de su mensaje, realizará gestos que no olvidaremos jamás, e instituirá la Eucaristía, la fuente y el destino de nuestra vida. Pero nuestra esperanza estallará en mil pedazos el viernes, como un frasco de perfume. La misma liturgia de hoy nos lo adelanta abruptamente con la lectura de la pasión. Jesús cenará con sus apóstoles por última vez el jueves, y entregará su vida el viernes en la cruz. Aunque probablemente muchas personas acudirán al vía crucis y caminarán junto a Jesús, ya no serán tantas como hoy, domingo de ramos. En la adoración de la cruz del mismo viernes, seremos aun muchos menos porque siempre pasa así. El sábado, viviremos un silencio de expectación. Es justo allí donde culmina la lectura de la pasión que leemos en la Misa de hoy bajo el cobijo de María a quien le pedimos nos conceda acompañar a su Hijo Jesús. ¡Bendecido domingo de ramos!

Padre Alfredo.

sábado, 1 de abril de 2023

«A las puertas de la Semana Santa»... Un pequeño pensamiento para hoy

Nos encontramos hoy, en el misal, la última lectura del Evangelio de este largo tiempo de Cuaresma que hemos recorrido (Jn 11,45-56) y lo primero que tenemos que ver es que se trata de un texto duro, terrible y comprometedor. Ante unos mismos hechos, interpretados de la misma manera, vistos por unos y otros sin posibilidad de engaño ni trampa, unos judíos creen en Jesús y otros deciden darle muerte. El Evangelio dice que muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Y aquel día decidieron darle muerte.

Este texto nos enfrenta, una vez más, con el más terrible y acuciante de los problemas vitales de que uno puede ser testigo desde su experiencia religiosa. ¿A qué se debe este misterio de la fe que yo abrigo en mi corazón y que ocupa un lugar especial? ¿Qué ha hecho o ha dejado de hacer hoy tanta gente para dejar de creer? ¿Quién es Cristo para mí? ¿Por qué creo en él? ¿Y por qué no cree mucha gente? Estamos por comenzar la Semana Santa un año más ante esta angustiosa preocupación. Miles y miles de hombres y de mujeres asistirán a conmemoraciones masivas y solemnes, unos creerán y se volverán al Señor. Muchos otros quedarán fríos e insensibles porque los llevan a la fuerza. ¡En qué condición viviré yo los oficios de Semana Santa?

En realidad, yo creo que esto nos ayuda a reflexionar y madurar los caminos de la fe. La fe viene de la palabra, de lo que se oye en la predicación, de lo que se aprende de los hermanos creyentes. La fe cristiana no es una invención propia. Nadie la puede lograr por un mero reflexionar sobre la naturaleza o sobre el hombre. Para creer es preciso oír lo que no se ha visto. Para creer hay que oír lo que Cristo nos ha comunicado del Padre y en especial, en estos días santos, escucharemos fragmentos fuertes de su palabra. La voz que nos da a conocer a Cristo es la Iglesia, es decir, el conjunto de hombres y mujeres que creen en él, que están en el área de su luz y de su vida y que con María buscan edificar la Iglesia. Busquemos espacios y tiempos propicios para vivir nuestras celebraciones de esta semana, llamada, con razón, Semana Mayor. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.