Para mucha gente, fuera de nuestro ambiente de gente de fe, Jesucristo no pasa de ser un maestro, un gurú, un filósofo, un hombre ejemplar pero no un Dios. Esta gente, por supuesto, se queda en las cosas de la tierra y por eso hace referencia siempre a cristo como alguien que da «buena suerte», «buenas vibras», «prosperidad»... Claro está que Nuestro Señor es mucho más que alguien de la tierra y nos abre la esperanza del Cielo y con ello la vida eterna. Es que él «viene de lo alto y está por encima de todos». ¡Cuánte tenemos que agradecer el don de la fe que hemos renovado de manera especial la noche de Pascua en la Vigilia Pascual! ¡Cuánto tenemos que agradecer que nuestra vida tiene sentido y un sentido de trascendencia que anhela cosas mucho más grandes que las de esta tierra! ¡El Cielo nos espera!
Somos «personas pascuales». Somos, con María y el testimonio de tantos santos y beatos a lo largo de la historia, pregoneros valientes en medio del mundo —en nuestras parroquias, en nuestras familias, en medio de los jóvenes, en los diversos campos de nuestra actuación social— de cuál es nuestra fe, de quién es el Salvador que el mundo espera y necesita y que ha venido de lo alto para llevarnos a lo alto. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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