Si Juan ha sustituido la institución de la Eucaristía por el lavatorio de los pies podemos estar seguros de que lo ha hecho «a propósito, de adrede, con premeditación». Este evangelista quiere recordarnos algo que nunca debiéramos perder de vista: que Eucaristía y servicio vienen a ser una misma cosa. Porque no podemos entender lo que es la Eucaristía si no entendemos lo que es el servicio, no podemos vivir la Eucaristía si no vivimos con actitudes de servicio, no podemos participar en la Eucaristía si no somos servidores de los pobres.
Al reflexionar en este día y preparando la homilía que debo pronunciar mañana y que de ordinario es diferente de este pensamiento que es para una reflexión personal más que nada, me surgen dos preguntas con las que termino esta breve reflexión: ¿En qué debe traducirse para todo discípulo–misionero de Cristo el Jueves Santo? ¿Qué valoración hacemos del servicio que nosotros damos a los demás? Y creo que con estas dos preguntas basta para pensar. Dicen muchos que María Santísima estuvo cerca de Jesús en la última cena, dicen que ella se asomaba por la puerta entreabierta del cenáculo...No sé, pero sí sé que ella nos acompaña hoy y nos ayudará a responder. ¡Bendecido Jueves Santo!
Padre Alfredo.
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