lunes, 28 de febrero de 2022

«Teresa Inés Takanawa, primera superiora regional japonesa de las Misioneras Clarisas»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo LXXXVI

El día 14 de este mes de febrero de 2022, fue llamada a la presencia de Dios la hermana Teresa Inés Takanawa Reiko, una misionera japonesa que tuvo una larga vida de 96 años, de los cuales, la mayoría, los vivió consagrada a Dios en la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, pues estuvo en esa congregación por espacio de 68 años.

La hermana Teresa Inés nació en Tokyo el 18 de diciembre de 1925. En 1954, el 8 de diciembre, ingresó a la congregación de las Misioneras Clarisas donde comenzó su caminar en la formación con su postulantado. Al año siguiente, en 1955, en esa misma fecha del 8 de diciembre, inició su noviciado y dos años después, igualmente el 8 de diciembre de 1957 hizo su profesión temporal de pobreza, castidad y obediencia. 

Sus primeros años de formación los pasó en las comunidades de Tokyo y Karuizawa, donde tuvo la gracia de colaborar en la misión de Ohinata, viviendo en medio de una gran austeridad y con muchas carencias materiales, entregada de lleno a la tarea de la evangelización de un pueblo que apenas escuchaba hablar de Dios.

Su profesión perpetua, para consagrarse de lleno al Señor, fue el 8 de diciembre de 1963 en Tokyo y al año siguiente, en 1964 fue enviada a la misión de Oota, en donde estuvo hasta 1967 en el que se le pidió trasladarse a Oizumi para estar al frente de la construcción de un kinder del que fue nombrada primera directora, cargo que desempeñó fielmente hasta 1985.

Entre 1985 y 1986, hizo la experiencia del año de oración, en una vida de silencio y recogimiento en vida contemplativa en la casa de Karuizawa. Al terminar esta expeciencia se le pidió permanecer en esa comunidad para estar al frente de la construcción de una casa de ejercicios espirituales.

Tanto en las comunidades de Oizumi como en la de Karuisawa, ella fungió como superiora local, además de colaborar en el gobierno regional del instituto como consejera.

En 1996 fue nombrada superiora regional de Japón, convirtiéndose así en la primera hermana japonesa que ocupó este cargo, el cual desempeñó hasta el año de 2005. Este periodo de su vida misionera fue igual de fructífero que los anteriores, pues durante él pudo hacer la construcción de las nuevas instalaciones del jardín de niños en Tokyo «Misión Santa Clara», y la remodelación de la cripta, con suficiente capacidad, para acoger en su última morada a las hermanas misioneras que fallecieran en esa región.

Con gran fidelidad, firmeza y confianza, la hermana Inés Teresa veló incansablemente por las necesidades materiales y espirituales de cada una de las misioneras que tuvo a su cargo. Siempre se distinguió por vivir fielmente su consagración religiosa, viviendo con entrega y generosidad sus votos, especialmente distinguiéndose en el cumplimiento del voto de obediencia.

Al terminar su servicio como superiora regional, pasó a formar parte temporalmente de la comunidad de Karuizawa, para luego ser destinada a la comunidad de Iida, misión en la que colaboró activamente en las tareas parroquiales, siendo superiora local de esa comunidad.

En el año de 2016, habiendo cumplido 90 años de edad, sufrió una fuerte caída que la mandó al hospital por algún tiempo y allí estuvo en estado crítico, a tal grado que los médicos predecían su deceso como algo ya próximo. Pero, en los maravillosos designios de Dios, él tenía preparada una nueva misión para la hermana Teresa Inés concediéndole seis años más de vida siendo un gran ejemplo para las hermanas misioneras y para las personas que la atendieron en una residencia especializada, donde recibía todas las atenciones necesarias que su condición física requería. Allí la visitaban las hermanas manifestando la gratitud por su entrega misionera.

En todo momento, la hermana Teresa Inés, sobre todo mientras abrazaba la cruz de la enfermedad y de la ancianidad, se presentaba siempre con un rosario en la mano y otro colgado al cuello, muy cerca de su corazón, manifestando así su amor entrañable a María Santísima y dando ejemplo de la autenticidad de su unión con Dios, siempre con sencillez, manteniendo su porte religioso y siendo alegre y respetuosa con todos los que le rodeaban.

En las últimas semanas, antes de su deceso, avisaron de la residencia a las hermanas que había perdido el apetito y que empezó a mostrar fuertes síntomas de gripe, por lo cual fue trasladada al hospital donde fue diagnosticada con neumonía. El 9 de febrero el párroco de la Iglesia de Iida, junto con la hermana superiora de esa comunidad la visitaron y el padre le administró el sacramento de la Unción de los enfermos, el cual recibió conscientemente aunque con una gran debilidad física.

Se puede decir que esta última etapa de la vida de la hermana Teresa Inés, fue el resumen perfecto de su vida y que de la misma manera que el Cirio Pascual, que al inicio está grande e imponente pero se va consumiento mostrando la luz de Cristo, ella también se fue consumiendo transmitiendo la presencia de Cristo en su vida para iluminar a los demás, dejando tras de sí, solamente la luz de Cristo con la cual se quedó grabada una auténtica vida de entrega y fidelidad que fue consumida en su totalidad, por la llama del amor.

Descanse en paz la hermana Teresa Inés Takanawa Reiko.

Padre Alfredo.

«Que no nos pase como al joven rico»... Un pequeño pensamiento para hoy


Llegamos al último día del mes más corto del año, este febrero, que por lo menos a mí, a pesar de la pandemia y de las incertidumbres que esta causa, se me ha ido como agua. Tengo 60 años... ¿será por eso? Dicen los grandes estudiosos que la sensación de que el tiempo se acelera conforme van pasando los años es uno de los mayores misterios de la percepción humana. En general muchos aseguran que la percepción que tenemos del tiempo varía en función de muchos factores, según los expertos. Las emociones, las enfermedades, la edad, lo placenteras o tediosas que sean las actividades con que llenas ese tiempo, la cantidad de acciones que realizas en un día… son algunos de los elementos que ayudan a modular esta noción del tiempo, pero lo cierto, es que para mí va muy de prisa y aún queda mucho aparentemente por hacer, aunque lo único que debe preocuparnos es estar haciendo la voluntad de Dios a cada momento.

Y hablando de hacer la voluntad de Dios, voy al evangelio que la liturgia del día de hoy nos presenta. Se trata del relato tan conocido como el del joven rico (Mc 10,17-27). Un encuentro que se da entre un joven que se acerca a Jesús y le pregunta qué debe hacer para alcanzar la vida eterna. De entrada podemos decir que el joven parece sincero. ¿Tal vez un poco demasiado seguro de su bondad: «todo eso lo he cumplido desde muy joven»? Jesús le mira con afecto, con esa mirada que tanto impresionó siempre a sus seguidores: la mirada de afecto al joven de hoy o la de ira a los que no querían ayudar al enfermo en sábado, o la de perdón a Pedro después de su negación. Al joven le propone algo muy radical: «una cosa te falta: anda, ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después ven y sígueme». El joven se retira pesaroso. No se atreve a dar el paso y no quiere seguir la voluntad de Dios que le propone, en Cristo, dejarlo todo para seguirle.

Jesús, de este acontecimiento, saca una lección que sigue siendo válida hasta nuestros días: los ricos, los que están demasiado apegados a sus bienes, no pueden acoger el Reino: «Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja...». La sentencia deja sin piso a los discípulos que tienen otra idea sobre el Reino y la riqueza. Por eso preguntan ¿quién podrá salvarse? Pero Jesús aclara la situación con otra sentencia: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios» y de esta manera deja a los discípulos en una actitud de apertura y disponibilidad total frente a la voluntad del Padre. Nuestro Padre Celestial sabe en qué condiciones maduran y crecen nuestras almas. Sabe cuáles son las mejores cosas para combatir nuestras debilidades. Sabe también cuáles son los pasos a seguir para evitar los obstáculos que el enemigo pone en nuestro camino y que nos quieren retener, como al joven rico. Pero sobre todo, sabe cómo deben ser purificadas y transformadas nuestras almas para que podamos hacer su voluntad como María Santísima la hizo. Pidámosle a ella que nos ayude y que no se nos escurra el tiempo como tiempo perdido, sino que avancemos buscando y haciendo siempre la voluntad de Dios. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 27 de febrero de 2022

«Frutos de misericordia»... Un pequeño pensamiento para hoy

La temática de nuestra reflexión para este día girará en torno a la práctica de la misericordia porque especialmente el Evangelio de hoy es el tema que propone (Lc 6,39-45). Puesto que el Padre es misericordioso, los discípulos–misioneros de Jesús, que somos sus hijos en él, debemos parecérsele, proceder a su manera y ser misericordiosos como él. La misericordia, necesaria consecuencia de la cualidad de «hijos», se impone a los cristianos por un segundo motivo: por ser todos nosotros los beneficiarios del perdón divino. ¿Cómo, siendo nosotros perdonados, podríamos proceder con el prójimo de forma distinta que con misericordia?

Cada hombre vale lo que vale su corazón, y el corazón aparece en lo que habla la boca y en los frutos de la vida. Nuestros frutos deben ser de misericordia y compasión, viendo y trabajando en nuestros propios defectos y deficiencias antes de juzgar a los demás. Al auténtico discípulo–misionero de Jesús se le reconocerá lo mismo en sus palabras que en sus obras, especialmente en las obras de misericordia que en nombre de Dios realice en la vida ordinaria de cada día. El discípulo–misionero de Jesús ha de tener, por lo tanto, su propia manera de ser: la de un bautizado, que se ha revestido de Cristo. Todo lo que dice, como todo lo que hace, le compromete a él y compromete también a Cristo y a la Iglesia en este dinamismo de la misericordia: «El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en corazón» nos dice hoy el evangelista.

A los hombres nos pasa como a los árboles: se nos conoce por los frutos. Jesús nos invita, por eso, a que no valoremos al hombre por las apariencias, que son frecuentemente engañosas, sino por lo que hace, por su ser misericordioso. Lo que no contribuye al bien del prójimo —de todos, en especial de los más débiles— no es de Dios. Si las palabras siguen una dirección y la vida otra, la segunda es la que nos revela el corazón del hombre, sus opciones preferidas, sus verdaderos intereses. Las palabras son a menudo una tapadera, un engaño. Para Jesús las obras terminan brotando espontáneamente de la realidad interior del ser humano. Pidamos, por intercesión de María, Madre de misericordia, que dando siempre frutos buenos, mostremos la misericordia de Dios y la demos al mundo entero. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 26 de febrero de 2022

«La Unción de los enfermos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy, en la primera lectura de la misa, terminamos de leer la carta del apóstol Santiago (St 5,13-20). En esta parte, el apóstol y escritor sagrado considera algunas cuestiones importantes como es, entre otras, la unción de los enfermos. Y es, a raíz de esto, que quiero invitarles a reflexionar sobre este bellísimo y eficaz sacramento que la Iglesia nos regala. La Unción de los enfermos es un sacramento instituido por Jesucristo, insinuado como tal en el Evangelio de san Marcos (cfr. Mc 6,13), y recomendado a los fieles y promulgado por Santiago, como hemos leído (St 5,14-15). La Tradición viva de la Iglesia, reflejada en los textos del Magisterio eclesiástico, ha reconocido en este rito, especialmente destinado a reconfortar a los enfermos y a purificarlos del pecado y de sus secuelas, uno de los siete sacramentos que nos dan la gracia. El Papa Francisco, hablando de este sacramento, dice que «permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre» (26 de febrero de 2014).

El Sacramento de la Unción de Enfermos confiere al cristiano una gracia especial para enfrentar las dificultades propias de una enfermedad grave o la vejez. Se le conoce también como el «sagrado viático», porque es el recurso, el «refrigerio» que lleva el cristiano para poder sobrellevar con fortaleza y en estado de gracia un momento de tránsito, especialmente el tránsito a la Casa del Padre a través de la muerte. Lo esencial de este sacramento consiste en ungir la frente y las manos del enfermo acompañando esto con una oración litúrgica realizada por el sacerdote o el obispo, únicos ministros que pueden administrar este sacramento que van a donde se encuentra el enfermo o el anciano y unge, es decir, unta con óleo sagrado —el óleo es un aceite de oliva que es bendecido por el Obispo el jueves santo en la misa Crismal— la frente y las manos del enfermo y dice la siguiente oración: «Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo para que libre de tus pecados te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad».

Algo importantísimo de este sacramento, es que une al enfermo a la Pasión de Cristo para su bien y el de toda la Iglesia; obtiene consuelo, paz y ánimo; obtiene el perdón de los pecados —si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la reconciliación—, restablece la salud corporal —si conviene a la salud espiritual— y prepara para el paso a la vida eterna, tomando en cuenta que la enfermedad puede ser también algo que nos ayuda a preparar mejor nuestra alma para dar cuenta a Dios de nuestra vida. Jesús quiso dejarnos este sacramento para vivir mejor estos momentos. Mucha gente piensa que este sacramento debe darse solamente cuando ya sé esta muriendo la persona, pero la Iglesia recomienda que se reciba al comienzo de la enfermedad, para que la persona lo reciba con lucidez, o sea, que sé de cuenta, y con fervor, porque la unción ayuda también si así Dios lo quisiera, para curar la enfermedad. Demos gracias por este sacramento y pidámosle a María, Salud de los enfermos, que no nos falte el auxilio sacramental cuando lo necesitemos. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 25 de febrero de 2022

«La indisolubilidad del matrimonio»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy quiero invitarles a reflexionar, de acuerdo al evangelio de este día (Mc 10,1-12) de la enseñanza de Jesús que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio, tal como la había pensado Dios y como tendrán que aceptar los que quieran ser sus discípulos–misioneros. En el libro del Deuteronomio (Dt 24) se permitía que el marido repudiara a la mujer en algunas ocasiones, así lo dictaba la Ley. Estas condiciones eran interpretadas por algunas escuelas de maestros muy estrictamente, y por otras con gran amplitud, de modo que resultaba muy fácil obtener el divorcio y crecía por tanto la inseguridad de la familia. Estaba de por medio la dignidad de la mujer, que podía ser rechazada, pero que no podía a su vez divorciarse del hombre.

Jesús, ante el cuestionamiento de los fariseos, se remonta a la voluntad original de Dios al crear al hombre y la mujer. El libro del Génesis es más importante que las interpretaciones que después hace el Deuteronomio debido a la dureza de corazón de las gentes. Lo que Dios ha pensado es más decisivo que las evoluciones sociales y las interpretaciones de los sabios. Dios pensó que el hombre y la mujer formaran una sola carne: «lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre», y además los hizo de igual dignidad desde el principio.

El ideal del matrimonio está basado en el proyecto creador de Dios: un amor superior al de los padres que realiza una identificación que excluye el dominio —serán los dos un solo ser—. Contra toda la mentalidad y praxis de la cultura judía, Jesús afirma claramente la igualdad del hombre y de la mujer. No valen leyes humanas que destruyan esa igualdad querida por Dios. La mera decisión unilateral de un cónyuge no basta para anular el vínculo creado en la pareja. Jesús es muy claro en sus enseñanzas y todo matrimonio, como sacramento, ha de ser para siempre. Pidamos en este día, por intercesión de María Santísima, la dulce esposa de José, por todos los matrimonios. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 24 de febrero de 2022

«Cuquita Meza, Cristo, María, una guitarra y la máquina de coser»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo LXXXV


Recordar a las almas consagradas que al pasar por este mundo han dejado la huella de Cristo, es agradecer la obra maravillosa que el Señor ha hecho en la vocación que les ha dado. Este espacio de «Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo», quiere ser un homenaje a las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento —a quienes tanto debo en mi vocación— y recordarlas agradeciendo a Dios su legado. Esta vez quiero compartir algo de la vida de la hermana María del Refugio Meza Villegas, a quien tuve la dicha de conocer desde hace muchos años y que en su vida de Misionera Clarisa se hizo donación del amor de Dios como religiosa consagrada a él. La recuerdo siempre alegre, serena, sencilla y con su guitarra, aún ya entrada en años. Sus hermanas de comunidad la recordarán también junto a la máquina de coser, pues fue una hermana costurera de primera línea. 

La Hermana Cuquita —como era conocida— nació el 29 de junio de 1926 en Nuevo Valle de Moreno, León, Guanajuato, en México. Allí creció y vivió sus pequeños años en un ambiente familiar hasta que el 21 de agosto de 1955 ingresó a la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, en la Casa Madre de instituto en Cuernavaca, Morelos y de inmediato inició su postulantado en la casa de Talara, en la Ciudad de México, posteriormente, para recibir su formación como novicia, regresó a la Casa Madre donde inició su noviciado el 8 de septiembre de 1956. Dos años después, el 15 de agosto de 1958, emitió sus votos temporales y se consagró a Dios en perpetuidad el 15 de julio de 1963. La beata Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la congregación y superiora general de la misma, estuvo siempre presente en todos estos momentos tan significativos de la vida consagrada de la hermana Cuquita. Como religiosa recibió el nombre de María del Refugio del Niño Jesús.

Cuquita fue un alma sencilla, humilde, de trato afable y fraterno. Un alma pacífica y pacificadora. Tenía un don especial para la cocina y la costura. Desde su noviciado, prestó con entusiasmo estos servicios en diferentes comunidades: Monterrey, Puebla, Talara, Casa Madre, Huatabampo, Guadalajara y la casa de La Villa, lo hacía con amabilidad y caridad, tratando de agradar en todo momento a sus hermanas de comunidad. En algunas ocasiones, dio clases de costura y a las hermanas más jóvenes les compartió con gusto sus conocimientos.

Fue una misionera dócil a la voluntad de Dios. En la costura estaba atenta a las necesidades de las demás, paciente y disponible. Se esmeraba por realizar sus responsabilidades con dedicación y orden, procurando realizarlas como un servicio a Dios y a sus hermanas, compartiendo sus experiencias. En todos los momentos de la vida comunitaria, compartía con sencillez y con un corazón gozoso y sereno participando en todas las actividades que había que realizar. Gozaba de la presencia alegre de las hermanas, siendo ella misma un espacio de alegría para las demás, con su característica sonrisa.

A lo largo de su vida religiosa, dio testimonio de gran fidelidad al carisma, fundiendo a Martha y a María, era también gran alma de oración y amante su adoración en medio de sus responsabilidades. En la casa de Monterrey, por ejemplo, se le recuerda tocando con gusto la guitarra, que era otro de los dones que tenía. Y en la Casa Madre, a pesar de que ya era muy avanzada en edad, participaba fielmente en el coro, desde los ensayos, cantando y tocando en todas las ceremonias en las que se requería su presencia. Siempre fiel en sus actos comunitarios, se le veía contenta rezando los salmos en los momentos de la oración de la Liturgia de las Horas y con un gran amor mariano recitando el Rosario en comunidad y ella sola. EL amor a María, siempre sostiene toda vocación de seguimiento de Cristo. Seguramente Cuquita recordaba siempre el ¡vamos María! que muchas veces escuchó de la labios de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento.

En el año 2005 regresó a la Casa del Tesoro, en Guadalajara. Allí había estado años antes y por varios años continuó confeccionando hábitos religiosos, vistiendo a sus hermanas consagradas con mucho cariño. Era toda una especialista en la máquina de coser. Las hermanas jóvenes recuerdan su testimonio de entrega en un trabajo escondido, donde seguramente conquistó muchas almas para el Rey inmortal de los siglos. Su tarea como misionera consagrada fue más hacia adentro del instituto, en una vida serena de las tareas de Nazareth, como es la costura, haciendo los hábitos religiosos de muchas misioneras que dieron la vuelta al mundo. Ella sabía que allí, detrás de la máquina de coser, era la levadura, que es esencial, para conquistar las almas para Cristo, que se ganan con el sacrificio de la vida oculta de cada día.

Desde hace algún tiempo, la hermana Cuquita, empezó a padecer dolores reumáticos, hipertensión y algunas otras complicaciones, propias de la edad. En medio de sus dolores, mantenía la serenidad y alegría, que la caracterizaron a lo largo de su vida consagrada. 

A finales de enero de este 2022, contrajo una neumonía derivada del covid19. En estos últimos quince días no se le vio desesperar, estaba abandonada y confiada en el Señor sin quejarse para nada. Cuando le preguntaban cómo estaba, solía responder que bien y por momentos buscaba alguna sencilla manera de mostrar su gratitud a las hermanas que la atendían.

El martes 8 de este mes de febrero, por una insuficiencia cardiaca, la salud de la hermana Cuquita se debilitó aún más. Con mucha paz y siempre esmeradamente atendida y acompañada por las hermanas de esta casa, entregó su alma al Divino Redentor el día 9 de febrero de 2022, alrededor de las tres horas.

Descanse en paz la hermana María del Refugio Meza Villegas.

Padre Alfredo.

«Cortar de tajo»... Un pequeño pensamiento para hoy


El evangelio que la liturgia de la palabra nos presenta hoy en misa (Mc 9,41-50) es fuerte. Quiero tomarlo para nuestra reflexión. El texto nos invita, definitivamente, a tomar una actitud resuelta, incluso radical, expresada con imágenes casi agresivas por nuestro Señor: «Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela» (Mc 9,43). Si hemos visto, en efecto, que la negligencia aplaza la conversión y posterga una y otra vez las decisiones que habría que tomar, la solución no puede ser otra que aquello que nos quiere decir Jesucristo detrás de estas palabras: ¡Actúa ya! ¡Corta de tajo! ¡Muévete hacia el bien!.

Este evangelio se puede decir que va en paralelo con aquel otro pasaje, de lenguaje menos duro pero con igual sentido, en que el Señor nos enseña: «Todo sarmiento que en mí no da fruto, mi Padre lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto» (Jn 15,2). Esa «poda», de la que habla Juan, es lo mismo que nos enseña Marcos hoy: hay que quitarse las cosas que estorban, soltarse de los apegos, deshacerse de complicaciones, alejarse de algunas relaciones y personas tóxicas que no nos ayudan a vivir con plenitud el Evangelio.

Detrás de este cortar, detrás de esta poda hecha por Dios o iniciada por nosotros mismos, hay una doble y noble motivación: necesitamos ser libres, necesitamos tener un solo Señor, necesitamos caminar ligeros de equipaje para seguir al Señor de cerca. El camino es largo y los discípulos–misioneros de Cristo hemos de gozar de agilidad y holgura para evadir obstáculos, reconocer los dardos enemigos y conquistar para Dios la victoria imperecedera. Pidamos a María que nos de la valentía para «cortar» todo aquello que nos aleja de los planes de Dios para nuestra vida. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 23 de febrero de 2022

«Si Dios quiere»... Un pequeño pensamiento para hoy


De la página de Santiago que la liturgia de la palabra de la misa de hoy nos ofrece como primera lectura (St 4,13-17), viene la buena costumbre que nos han inculcado a la mayoría de nosotros nuestros mayores: decir siempre, cuando hablamos del futuro, «si Dios quiere». Santiago nos recuerda que estamos en manos de Dios y que no vale la pena absolutizar nada: ni los negocios ni los proyectos ni nuestro futuro. La Palabra nos enseña un sano escepticismo, para que no nos entusiasmemos demasiado de las cosas pasajeras. Nos enseña a ser menos autosuficientes y un poco más humildes.

No se nos está invitando a no trabajar y a no prevenir el futuro. Pero sí nos conviene un poco de ese sabio escepticismo ante las posibles sorpresas de la vida, sin entusiasmos exagerados, que no nos pueden llevar más que a desengaños y disgustos. Hemos de ser generosos en el trabajo, disponibles a todo, pero poniendo cada día de nuestra vida en manos de Dios. «Si Dios quiere».

Ciertamente que hay que ser un buen «comerciante», o un buen «agricultor», o un buen «profesor», o una buena «ama de casa» o un buen «obrero u obrera especializados» o un buen técnico industrial. Hay que saber administrar cada uno sus «asuntos». Pero no podemos olvidar que la vida es corta y que estamos en las manos de Dios. Bien lo dice Santiago la vida es «una nubecilla que se ve un rato y luego se desvanece». Tenemos que recordar que la riqueza se pudre, los vestidos se apolillan, el oro y la plata se los come el hollín. En resumidas cuentas, lo que realmente vale no es la riqueza que se pueda acumular o los planes egoístas que se puedan hacer, sino la confianza puesta en Dios como la puso María Santísima y los santos. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 22 de febrero de 2022

«La Cátedra de san Pedro»... Un pequeño pensamiento para hoy

Cada año, el 22 de febrero, se celebra en la Iglesia una fiesta que se llama la «Cátedra de san Pedro», una fiesta solemne que se remonta al siglo IV y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de san Pedro. La palabra «cátedra» significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral. Una catedral es la iglesia desde donde uno obispo predica en su trono. Sinónimo de cátedra es también «sede» —asiento o sitial— «sede» es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Celebrar la «Cátedra» de san Pedro, significa, atribuirle un fuerte significado espiritual y reconocer que es un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno y eterno, que quiere congregar a toda su Iglesia y guiarla por el camino de la salvación.

Esta fiesta de la Cátedra de San Pedro, expresa la misión que Cristo le confió a él y a sus sucesores: apacentar su rebaño con la predicación del Evangelio. Después del Cenáculo de Jerusalén y de Antioquía, san Pedro se estableció en Roma, donde culminó su vida con el martirio. Por esto, la sede de Roma no está sólo al servicio de la comunidad romana, sino también de las demás Iglesias. Así lo afirma el Padre de la Iglesia San Jerónimo: «Yo no sigo más primado que el de Cristo; por eso estoy en comunión con tu beatitud, esto es, con la cátedra de Pedro. Yo sé que sobre esta piedra ha sido edificada la Iglesia». Elegido por Cristo como «roca» sobre la cual edificar la Iglesia, como nos narra el evangelio de hoy (Mt 16,13-19), san Pedro comenzó su ministerio en Jerusalén, después de la Ascensión del Señor y de Pentecostés. La primera «sede» de la Iglesia fue el Cenáculo, y es probable que en esa sala, donde también María, la Madre de Jesús, oró juntamente con los discípulos, a Simón Pedro le tuvieran reservado un puesto especial.

El ministerio, confiado a san Pedro y a sus sucesores, de ser roca sólida sobre la cual se apoya la comunidad eclesial, es garantía de la unidad de la Iglesia, custodia de la integridad del depósito de la fe y fundamento de la comunión de todos los miembros del pueblo de Dios. La fiesta litúrgica de hoy representa, por eso, una invitación a reflexionar sobre el «servicio petrino» del obispo de Roma con respecto a la Iglesia universal y a orar por el Papa con insistencia, pidiendo a la santísima Virgen María, que acompañó con la oración los primeros pasos de la Iglesia naciente, que vele por el Santo Padre y por toda la Iglesia. Que ella nos alcance, experimentar, como san Pedro, el apoyo constante de Cristo. Que nos ayude a vivir nuestra misión al servicio del Evangelio en la fidelidad y en la alegría, a la espera de la vuelta gloriosa de nuestro Señor Jesucristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 21 de febrero de 2022

«Que no haya envidias o rivalidades»... Un pequeño pensamiento para hoy


Las envidias y rivalidades son dos cosas que en la sociedad están presentes a cada momento y en todas partes. Hoy el apóstol Santiago nos habla de ello en la primera lectura de la misa (St 3,13-18). Dice el apóstol y escritor sagrado: «Donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas». Santiago es realista y no se entusiasma por las cosas que solamente se quedan en superficialidades. El verdadero criterio de la Fe se encuentra «en la vida de cada día». ¿Cuál es nuestra «conducta»? ¿Qué «obras» son las nuestras? ¿Estamos lejos de enredos entre envidias y rivalidades? Puede haber mucha más Fe en un alma humilde, sin grandes ideas, que en el cerebro de un teólogo o de un intelectual que envidia o rivaliza.

Nuestra verdadera fe se verifica en la capacidad que nos da de crear a nuestro alrededor una red de relaciones interpersonales, una red de amor. Lo contrario de esto es el dejarnos llevar por la «envidia» y las «rivalidades»... en el  fondo, la falta de amor. Por eso tenemos necesidad de vivir en presencia de Dios para realizarnos. La característica fundamental del cristiano, debería ser la «dulzura», la ausencia de orgullo, de intriga, de fanatismo y de todas las cosas que causan la envidia y las rivalidades. El verdadero «sabio», nos recuerda Santiago, trata de vivir en comunión, simultáneamente, tanto con sus hermanos como con sus adversarios... con sus superiores como con sus subordinados... con los que piensan como él y con los que no piensan como él. ¿No es éste el auténtico sentido de la palabra «tolerancia», «comprensión» que tanto se maneja en nuestros días? Santiago, en este fragmento de su carta, nos dice que el sabio se manifiesta no en el cúmulo de conocimientos adquiridos, sino sobre todo en su buen comportamiento, fruto precisamente de la docilidad a la sabiduría que hace que se erradique de la vida la envidia y las rivalidades. 

Esta sabiduría pone ante los ojos del sabio la conveniencia de serle dócil, impulsándole a la vez a serlo. Por tanto, la pretendida sabiduría, egoísta que da el mundo y que con amarga envidia fomenta la discordia entre los hombres no será sino una sabiduría de mentira y engañosa, envidia y discordia son el germen del que brotan perturbaciones y todo tipo de acciones malvadas.  La verdadera sabiduría es la que viene «de arriba» y lleva al sabio a extender el manto de la discreción y comprensión ilimitada sobre todas las miserias de los hombres, tratando de hacerlos vivir en paz entre sí, sembrando en ellos la justicia. Pidamos a Dios, por medio de María, crecer en el espíritu de paz, perdón, docilidad, misericordia, imparcialidad y verdad y así alcanzar la verdadera sabiduría, la que viene de lo alto. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 20 de febrero de 2022

«Un mensaje que es para todos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Siempre procuro enviar mi reflexión un día con suficiente tiempo para que llegue a todos los continentes en el día exacto, pero eso en América se publica por la tarde del día anterior. Gracias a Dios leen estos mal hilvanados escritos en diversas partes del mundo para meditar en nuestra fe. Ayer se me complicó el envío, así que hoy reciben dos envíos, el de hace rato —para hoy— y este —para mañana— Este domingo los destinatarios del evangelio (Lc 6,27-38) no son solamente los discípulos–misioneros de Cristo, sino absolutamente todos los oyentes, que, de acuerdo al mismo san Lucas (Lc 6, 17) se componen de los doce, los discípulos y todo el gentío. Aquí las relaciones con el prójimo son vistas desde la perspectiva de la misericordia. El cristiano no es aquel que tiene el oficio de condenar, sino la tarea de ser benigno e indulgente; es aquel que, como el Padre del cielo, otorga misericordia y encuentra el gozo en la donación.

El texto evangélico es una invitación a la autorrenuncia, a renunciar a algo tan íntimamente de la persona como el creerse el primero, el mejor, despreciando y degradando, para ello, a todos los demás. Pero como sabemos, la renuncia no es un valor al alza hoy día; como no lo son la entrega, el sacrificio, la abnegación... Todo eso suena mal en un mundo como en el que vivimos, en el que todo mundo exige el respeto a los propios derechos con el mismo empeño que se olvida de los deberes, que también existen. Hay mucho que los creyentes podemos hacer en medio de esta sociedad a la que le faltan los ojos de la fe. El evangelio de hoy nos deja ver que a diferencia de la justicia, y más allá de la justicia, el estilo de vida que Cristo propone para todos es por esencia una entrega gratuita que no responde a ningún derecho. No consiste, pues, en un intercambio: esto por aquello, sino en un darse.

Este texto es, por lo tanto, para alguien con la mente lo suficientemente abierta como para dejarse interpelar por algo aparentemente absurdo y sin sentido. Intentar que alguien no creyente entienda esta página por las buenas es tarea muy difícil aunque no imposible. Es tarea de todos construir un mundo con una mentalidad así, seguros nosotros, como creyentes, de que Dios quiere hombres cabales que dejen entrar los criterios del Evangelio en sus vidas. Que María nos ayude a estar atentos en todo esto, como ella nos enseña con su ejemplo de vida. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 19 de febrero de 2022

«La Transfiguración»... Un pequeño pensamiento para hoy


El pasaje de la transfiguración se lee varias veces durante el año aparte del día en que se celebra esta fiesta el 6 de agosto. Hoy lo tenemos para reflexionar (Mc 9,2-13) como lectura del evangelio para la misa. A los tres apóstoles con los que más convive Jesús, los mismos que estarán presentes más tarde en la crisis del huerto de los Olivos, él les hace experimentar la misteriosa escena de su epifanía o manifestación divina: acompañado por Moisés y Elías —Recordemos que Jesús es la recapitulación del Antiguo Testamento, de la ley y los profetas, representados por estos dos—, oye la voz del Padre: «Éste es mi Hijo amado». Aparece envuelto en la nube divina, con un blanco deslumbrante, como anticipando el destino de victoria que seguirá después de la cruz, tanto para el Mesías como para sus seguidores y la voz de Dios invita a los discípulos a aceptar a Cristo como el maestro auténtico: «Escúchenlo».

Al reflexionar en este pasaje, descubrimos que también recibimos la gran consigna de Dios: «Éste es mi Hijo amado: escúchenlo». Cada vez que participamos en la Eucaristía, en nuestra celebración eucarística escuchamos la Palabra de Dios en los libros del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento, y más en concreto la voz de Cristo en su evangelio. Pero, ¿escuchamos de veras a Jesús como al Maestro, como a la Palabra viviente de Dios? ¿le prestamos nuestra atención y nuestra obediencia? ¿comulgamos con Cristo Palabra antes de acudir a comulgar con Cristo Pan? Nuestra actitud ante la Palabra debería ser la de los modelos bíblicos: «habla, Señor, que tu siervo escucha» —Samuel—, «hágase en mi según tu palabra» —María—, «Señor, enséñame tus caminos» — el salmista—. La voz que se escucha revela a los discípulos la identidad de Jesús (cf. Mc 1,11) y refrenda su enseñanza. A él es al único a quien deben escuchar (cf. Dt 18,15.18). Qué importante es acatar que el Padre misericordioso a nosotros también nos dice: «¡Escúchenlo».

Jesús va buscando ser cada vez más concreto con sus seguidores. Escoge a Santiago, a Pedro y a Juan para enseñarles que además de entregarse y seguir el camino de la cruz, para el discípulo–misionero, se hace necesario una decidida transformación por dentro. Con esto, también quiso decir a la gente de su tiempo que todo aquel que pretenda seguirlo debe adquirir un nuevo ser. Por otro lado, como esta transformación era algo muy personal para Jesús, encontró oportuno, en un momento de oración con sus discípulos, el que ellos pudieran palpar directamente el proceso que él vivía por dentro al realizar la voluntad del Padre. En nuestra vida comunitaria la Transfiguración se puede vivir en el día a día, si además de negarnos a la búsqueda de intereses propios y seguir el camino de la cruz, optamos por asumir una fe más humanizada escuchando a Jesús; ello produce una nueva forma de vivir la realidad, renueva las energías y facilita la adquisición de una manera distinta del sentir y el obrar a Dios por dentro: nos transfigura. Que María Santísima, que escucho fielmente la Palabra, interceda por nosotros para que escuchemos. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 18 de febrero de 2022

«Seguir, imitar, cargar la cruz de cada día»... Un pequeño pensamiento para hoy


La existencia del cristiano está definida por la de Jesús: seguir e imitar... reproducir y estar en comunión... venir a ser otro Cristo... llegar a ser, como dice la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento: «una copia fiel de Jesús». El Evangelio de hoy (Mc 8,34-9,1), pone en boca de Jesús estas palabras: «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga». Y nosotros, a raíz de esto, sabemos que el único camino de la gloria es el de la cruz, tanto para sus discípulos–misioneros como para el mismo Cristo.

Es muy cierto que es una opción radical la que exige el ser discípulos–misioneros de Jesús. Creer en él es algo más que saber cosas o responder a las preguntas del catecismo o de la teología. Es seguirle existencialmente. Jesús no nos promete éxitos ni seguridades. Nos advierte que su Reino exigirá un estilo de vida difícil, con renuncias, con cruz. Igual que él no busca el prestigio social o las riquezas o el propio gusto, sino la solidaridad con la humanidad para salvarla, lo que le llevará a la cruz, del mismo modo tendrán que programar su vida los que le sigan.

Para nosotros, ir en pos de Jesús significa entonces, confesarlo no como un Dios-hombre impasible, sino como alguien que pasa por el sacrificio de la cruz. Aquí queda resumido el programa de seguimiento para quienes deseen ser sus discípulos–misioneros, así: negarse a sí mismo... tomar la cruz... seguirlo... Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de tomar la cruz y configurar nuestra vida con la de Cristo. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 17 de febrero de 2022

«Para ti, quién es Jesús»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy me detengo a meditar en el pasaje del evangelio que la liturgia de la misa de este día nos ofrece (Mc 8,27-33). Leyendo esta escena, me encuentro con un Jesús muy cercano a sus discípulos, como lo quiere estar de cada uno de nosotros siempre. Un Jesús que en su conversación está interesado en saber lo que piensa la gente de él y por supuesto... ¡Lo que nosotros pensamos de él! Las respuestas que da la gente de su tiempo no lo dejan satisfecho, porque todavía el pueblo no tiene perspectiva para entender quién es él verdaderamente. Cuando les dirige a los discípulos la misma pregunta, Pedro, haciendo de portavoz, da una respuesta: «Tú eres el Mesías». Al momento Jesús le sale al paso y termina hablándole a él y a los demás de los sufrimientos a los que será sometido por los poderosos. Aunque sus discípulos, ante esa advertencia, quieran evitarlo, él demostrará con firmeza cuál es su voluntad... ¡Hacer la voluntad de su Padre!

Frente a lo que son sus discípulos y las realidades que Jesús descubre en ellos, él siente que debe aclararles que ser Mesías no significa tener una condición especial que deba mantenerlo al margen de la humanidad con todo lo que ello representa. Él quiere ser cercano a todos. Sabe, que nada le va a ser fácil en lo referente al anuncio del Reino. Sus discípulos quieren evitarle todo sufrimiento y convertirlo en un ser mesías triunfante, alejado de los riesgos que trae consigo la encarnación. Pero ante todo hay que recordar que Jesús es, además, una persona de su tiempo que acepta y vive la realidad sin evitar los riesgos que al asumirla se le puedan presentar. Él sabe lo que le espera por estar de parte de la verdad, porque él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6).

Así, en este pasaje Jesús nos hace ver su realidad como verdadero Dios y verdadero hombre. Alguien que está dispuesto a salvar a la humanidad a costa de lo que sea; él sufrió todos los padecimientos que le causaron sus contemporáneos. Nosotros, al confesar reconocer a Jesús como al Dios-humanado cuya divinidad se somete voluntariamente a los riesgos que produce el pecado de la humanidad hemos de entender que su mesianismo y su reinado son espirituales: en justicia, amor y paz; no en el poder al estilo del mundo. Si no queremos ser de los que obstaculizan el camino de la evangelización debemos tener un contacto muy estrecho con el Espíritu Santo a fin de juzgar con los criterios de Dios y no con el de los hombres que muchas veces se engaña. Hemos de entender y asimilar que el camino de la Resurrección y la gloria pasa inexorablemente por la cruz de Jesús. Por eso hay que preguntarnos: ¿somos de los que buscamos siempre el camino cómodo o de los que se acomodan como María a los planes de Dios? Pidámosle a ella que nos ayude a poder responde con nuestra vida a la pregunta de quién es Jesús. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 16 de febrero de 2022

«Las palabras»... Un pequeño pensamiento para hoy


La palabra viene a ser un espejo en el que se ve reflejado el hombre. El espejo de la palabra, más que reflejar, hace ver cómo es el hombre o, tal vez mejor dicho, cómo tendría que ser. El hombre contempla en ella su rostro, se ve como un hombre que vive en la ley perfecta, la de la libertad y no con el rostro del esclavo bajo una ley que lo agobia y lo sujeta. Esto quiere decir que la palabra no es sólo la que se lee o escucha, sino que hunde sus raíces en el interior y en la vida del oyente, hasta el punto de mostrar desde dentro —como una semilla— su fuerza capaz de salvarlo. Este es el tema de la primera lectura de la Misa de hoy: La palabra (St 1,19-27).

En la palabra oída o leída, el apóstol Santiago nos dice que el hombre contempla quién es realmente por razón de la palabra. Pero algunos, tras mirarse en el espejo de la palabra, se olvidan de cómo eran, no la ponen en práctica ni perseveran en ella; para éstos, la palabra es tan vana e inútil como si no la hubieran oído. ¡Cuánta gente vive así, sin cuidar el gran valor que tiene cada palabra que se pronuncia! ¡Cuántos huecos en el lenguaje! ¡Cuántas palabras huecas! ¡Cuántas palabras que no expresan lo que deben decir! ¡Cuántas malas palabras! La palabra se hace realidad en la conducta de la persona, de eso no hay duda. ¿Cómo son tus palabras? ¿De qué hablas cuando pronuncias las frases que forman tus palabras? ¿Son tus palabras edificantes?

Con razón dice Santiago «que cada uno sea pronto en escuchar y lento para hablar»... Este escritor sagrado nos invita a ser lentos en hablar y a tener a raya nuestra lengua. ¿Cuántas veces fallamos al cabo del día con palabras precipitadas de las que luego nos tenemos que arrepentir? Se nos da un lema muy sabio que podemos recordar hoy: ser «prontos para escuchar y lentos para hablar». Nos hará mucho bien. Nuestra palabra no ha de ser mera voz y grito perdido en el desierto porque la lleva el viento en su frialdad, sino una declaración, gesto y compromiso sincero que manifieste la fe que vivimos. Pidámosle a María Santísima, cuyo lenguaje podemos imaginar, que cuide de las palabras que pronunciamos y que sobre todo, antes de hablar, sepamos escuchar. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 15 de febrero de 2022

«Las tentaciones»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy quiero seguir reflexionando con la carta del apóstol Santiago, que en este día nos habla de la tentación (St 1,12-18). Ante las palabras de Santiago, podemos reflexionar en que un discípulo–misionero de Cristo, ante las tentaciones que le salen al paso, no tiene por que echar la culpa a Dios ni a ningún factor de fuera. La tentación nos viene de nosotros mismos: «A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce: el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte». Es un análisis psicológico y religioso de nuestra debilidad humana. Porque de Dios, sólo nos vienen dones y fuerza. El sólo sabe ayudar y nos ha destinado a ser «primicia de sus criaturas». Dios quiere lo mejor para nosotros.

Santiago deja muy en claro que Dios no tienta a nadie ni inclina a nadie a cometer el mal, aunque popularmente se diga que Dios envía tales o cuales pruebas y tentaciones. Somos nosotros mismos los que nos tentamos, porque somos débiles, porque no nos sabemos defender de las astucias del mal y hacemos caso de nuestras apetencias: el orgullo, la avaricia, la soberbia, la sensualidad. Tenemos siempre delante la tremenda posibilidad de hacer el bien o el mal, de seguir un camino u otro. A veces con las ideas claras de a dónde tendríamos que ir, pero con pocas fuerzas, y la tentación constante de hacer lo más fácil. Lo de Dios es ayudar:  Cuántas veces le pedimos a Dios: «no nos dejes caer en tentación», «líbranos del mal». Esta fuerza de Dios es la que hará posible que se cumpla su plan sobre nosotros: «que seamos como la primicia de sus criaturas». Que no sólo nos salvemos nosotros, sino que ayudemos a otros a seguir el camino que Dios quiere.

A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce. Por eso hay que dejar todo lo malo que es seducción y descubrir la maravilla de la gracia de Dios que nos sostiene. Así, por ejemplo, lejos de la tentación, cuando ésta se ha vencido, cuando se multiplican las preocupaciones por estar en paz con uno mismo, con los demás y con Dios, sus consuelos son una delicia. Dios no quiere que luchemos en vano, Santa María la Virgen, por poner un ejemplo muy claro, sabía que la gracia de Dios actuaba en ella y era dócil al Espíritu Santo, no había espacio entonces para las tentaciones. Pidámosle a ella que nos enseñe a vivir constantemente en la gracia del señor sin dar pie en nuestro interior a las acciones en las que el maligno quiere que caigamos debido a la tentación. Así como el oro se acrisola en el fuego, así el hombre de fe se acrisola en la prueba, en la tentación que ha de ser vencida con fe y firmeza de voluntad. Recordemos que «querer es poder». ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 14 de febrero de 2022

«La carta del apóstol Santiago»... Un pequeño pensamiento para hoy

Estos días, a partir de hoy, se estará leyendo como primera lectura de las misas de entre semana, la carta del apóstol Santiago, así que hoy quiero traer a colación algunas cosas sobre la misma y su autor. Esta carta se atribuye a «Santiago, el hermano del Señor», es decir, un familiar próximo de Jesús. Es, ciertamente, un cristiano de origen judío, que, como los mejores fariseos, continúa siendo muy celoso de la Ley y de las obras. Este es el escrito del Nuevo Testamento que denota un gran parentesco con el Evangelio de san Mateo, aun cuando se traten temas que son comunes a todos los escritos apostólicos; se encuentran en esta carta, entre otras cosas, una especie de ecos del Sermón de la montaña. La carta de Santiago recuerda, al igual que el Evangelio de san Mateo, que la Ley educa para la libertad (St 2,12). A su manera es un verdadero camino (St 2,8) para los que buscan la perfección. Uno de los puntos de esta carta que más ha llamado la atención es la insistencia muy fuerte de Santiago en la inutilidad de la fe que no se traduce en obras (St 2,14-26). 

Más que una carta, podemos decir que es una exhortación homilética sobre el estilo de vida que deberían llevar los seguidores de Jesús. El punto inicial de este escrito sagrado nos pone en guardia, amonestándonos sobre el posible engaño de entender la vida en fe como un paseo triunfal por la vida, sin dificultades a superar. Como si quien recibe el don de la fe ya lo tuviera todo seguro y fácil. Sus consignas son muy concretas, sacuden el excesivo conformismo y son de evidente actualidad para nuestras comunidades de hoy como iremos viendo: la fortaleza ante las pruebas, la relatividad de las riquezas, la no acepción de personas. Todo esto viene muy bien para meditar hoy, que tanto en México como en otros lugares se celebra el día del amor y de la amistad. Santiago nos ayuda a meditar en la amistad con Cristo.

Hoy la lectura comienza con los primeros versículos del primer capítulo (St 1-11) y de entrada, nos encontramos con el clima de las bienaventuranzas que nos hacen uno con Cristo. «Felices...» «Los que lloran, los perseguidos, los que sufren las pruebas». No nos quedemos sólo con la segunda parte. Se trata ante todo de felicidad, de dicha y gozo perfectos. Muchos otros, como san Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, después de Jesús y de Santiago, tomarán de nuevo ese tema y propondrán la «dicha» perfecta a los que sufren, recalcando que Jesús quiere nuestra «felicidad», Jesús nos quiere «dichosos». Podemos sacra muchas enseñanzas de esta carta, entre otras está el saber aprovechar las pruebas de la vida, que nos van haciendo madurar en la fe; el dirigir con confianza y perseverancia nuestra oración a Dios; el no estar orgullosos precisamente de las riquezas, si las tenemos, porque son flor de un día. En fin, sigamos estos días, de la mano de María, que es siempre dichosa, la lectura de la carta del apóstol Santiago con mucha atención. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 13 de febrero de 2022

«Las bienaventuranzas en san Lucas»... Un pequeño pensamiento para hoy


Todos hemos oído hablar de las bienaventuranzas. La versión más conocida de ellas es la de san Mateo (Mt 5,3-12) pero hoy san Lucas, en el evangelio, nos ofrece su versión (Lc 6,17.20-26). De entrada, encontramos tres diferencias fundamentales en relación con las del Sermón de la Montaña de san Mateo. La primera de ellas es que en el evangelio de san Lucas únicamente hay cuatro bienaventuranzas, mientras que en la versión de san Mateo son ocho. San Lucas ha trasmitido aquellas en las que son proclamados dichosos por Cristo quienes son víctimas de unas situaciones que les vienen dadas por nuestro mundo (pobreza, sufrimiento, hambre y persecución por causa de Cristo) y ha omitido las que en la versión de san Mateo expresan actitudes que están llamados a vivir los discípulos y que suponen un estilo de vida (ser misericordiosos, limpios de corazón, trabajar por la paz y luchar por la justicia). Además de esto presenta cuatro amenazas.

San Lucas, con ello, quiere transmitirnos la mirada de Jesús sobre las víctimas de un mundo muchas veces inhumano e injusto e infundir esperanza. Las actitudes que el discípulo está llamado a vivir para sembrar el Reino de Dios se manifiestan, por supuesto, también en otros pasajes de su evangelio. Tanto las ocho bienaventuranzas de san Mateo como las cuatro de san Lucas, pueden ser reducidas por nosotros a una sola: la fortuna y la felicidad de quien acoge la Palabra de Dios a través de la predicación de Jesús e intenta adecuar su vida a ella. El verdadero discípulo-misionero de Jesús es, al mismo tiempo pobre, apacible, misericordioso, trabaja por la paz, es limpio de corazón, etc.  Por el contrario, quien no acoge la buena noticia del Evangelio sólo merece amenazas que, en boca de Jesús, corresponden a otras tantas profecías de tristeza e infelicidad.

San Lucas pone en labios de Jesús estas cuatro bienaventuranzas y estas cuatro amenazas porque de esta manera anuncia que el juicio definitivo sobre el hombre no depende del éxito o la felicidad que se tenga en nuestro mundo, sino del juicio de Dios, que es quien tiene la última palabra sobre la historia. En definitiva, las bienaventuranzas nos hablan de un mundo nuevo que ha comenzado en Jesús, que debe ser vivido por los discípulos y que alcanzará su plenitud al final de los tiempos. Cuando el hombre empieza a mirar y a vivir a través de Dios de esta manera, cuando camina con Jesús como marcan las bienaventuranzas, entonces vive con nuevos criterios y, por tanto, ya ahora algo de lo que está por venir en la vida eterna, está presente. De la mano de María, cada uno de nosotros debe situarse este domingo frente al Señor Jesús y abrir el corazón a esta palabra que nos dirige para hacerla resonar muchas veces en nuestro corazón. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 12 de febrero de 2022

«Nuestro Dios es un Dios compasivo»... Un pequeño pensamiento para hoy


No cabe duda de que en el Evangelio, en diversos pasajes como el de este día (Mc 8,1-10) nos damos cuenta de que nuestro Dios es un Dios compasivo. Hoy Jesús se muestra preocupado por una inmensa cantidad de gente —eran unos cuatro mil, dice el evangelista— que le ha acompañado durante tres días escuchando atentamente sus enseñanzas pero que ya no tienen qué comer. Cuando Jesús dice: «me da lástima esta gente», no hay en él ninguna condescendencia, ninguna afectación intolerable, sino, más bien, esta revelación inaudita: Dios es un enamorado. «¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré» (Is 49,15). 

Jesús, compadecido de aquella muchedumbre que le sigue para escuchar su palabra sin acordarse ni de comer, provee con un milagro para que coman todos. Con siete panes y unos peces da de comer a todos y sobran siete cestos de fragmentos. Hay que aprender en este gesto de Jesús su buen corazón, su misericordia ante las situaciones en que vemos a todo el mundo. Por pobres o alejadas que nos parezcan las personas, Jesús nos ha enseñado a atenderlas y dedicarles nuestro tiempo. No sabremos hacer milagros. Pero hay multiplicaciones de panes y de peces —y de paz y de esperanza y de cultura y de bienestar— que no necesitan poder milagroso, sino un buen corazón, semejante al de Cristo, para hacer el bien.

La multiplicación de los panes por parte de Jesús no es simplemente la escena de un hecho para un cuadro de un museo, no es una pieza arqueológica. Preguntémonos sinceramente, con el corazón en la mano: Señor, ¿qué quieres de mí en este mundo con tantos hambrientos? ¿Tengo yo que hacer algo en la multiplicación de los panes hoy? Jesús, con el ejemplo que hoy nos da en este milagro que hace, se encarga de hacer fecunda nuestra pequeña disponibilidad con lo que tengamos para ofrecer a los demás. Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, la gracia de vivir como verdaderos hijos de Dios compartiendo como hermanos, de tal forma que seamos capaces de velar por el bien de todos, especialmente de los más desprotegidos. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 11 de febrero de 2022

«La Jornada Mundial del Enfermo»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Jornada Mundial del Enfermo se celebra todos los años el 11 de febrero y fue instituida el 13 de mayo de 1992 por San Juan Pablo II. La celebración anual de la «Jornada Mundial del Enfermo» tiene por objetivo sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos para ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento, haciendo que se comprometan en la pastoral sanitaria de manera especial las diócesis, las comunidades cristianas y las familias religiosas favoreciendo el compromiso cada vez más valioso del voluntariado, recordando la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes sanitarios y haciendo que los sacerdotes diocesanos y regulares, así como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la importancia de la asistencia religiosa a los enfermos.

Este, como cada año, el Papa ha hecho un mensaje para conmemorar la celebración. Ahora se cumplen 30 años de la jornada y el mensaje para este año tiene por título «”Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc 6,36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad». El tema elegido para esta trigésima Jornada —dice el Papa Francisco— «nos hace volver la mirada hacia Dios “rico en misericordia” (Ef 2,4), que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de Él. De hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que Él realiza. Es fuerza y ternura a la vez. Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo».

En su mensaje —que se puede buscar en Internet—, el Papa alienta a que esta Jornada Mundial del Enfermo «pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias». Así, este es un buen día para que, bajo la mirada amorosa de Nuestra Señora de Lourdes a quien la Iglesia celebra en este día, pidamos por todos los enfermos y pensemos en los que tenemos más cercanos para llamarles o mandarles un mensaje de WhatsApp alentándolos a seguir abrazando la Cruz de Cristo y recordarles que el Padre Misericordioso les acompaña en su sufrimiento, porque si ese sufrimiento va unido al de Cristo, se hace participación en la obra de la salvación de Jesucristo, llega a ser medio de salvación, puede traer beneficios morales y espirituales al enfermo, a quienes le acompañan y a la humanidad. Recemos pues a Nuestra Señora de Lourdes, la Virgen María, «Salud de los enfermos», para que toda persona en la enfermedad pueda experimentar, gracias a la atención de quien le está cerca, la potencia de la misericordia de Dios y la consolación de su ternura materna. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 10 de febrero de 2022

«El peligro de dejarse llevar»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Sagrada Escritura está llena de personajes de los cuales podemos aprender muchísimo. Estos días la primera lectura de la misa nos ha ido llevando por la vida del rey Salomón, el hijo del rey David que gobernó sobre un extenso territorio durante casi cuatro décadas. La Biblia nos dice que durante su reinado se construyó el primer Templo de Jerusalén y se le atribuye la autoría de los textos bíblicos del Eclesiastés, de los Proverbios y el Cantar de los Cantares. De él podemos aprender que la vida sin Dios no tiene sentido. Pero como humano, Salomón tuvo sus fallas y de eso nos habla el trozo del primer libro de los Reyes el día de hoy (1 Re 11,4-13). 

Cuando Salomón llegó a viejo, se dejó desviar el corazón por las mujeres que tenía, ya que la posesión de muchas mujeres era en aquel entonces un signo de riqueza y notoriedad más que de depravación de las costumbres. Sin embargo, las mujeres de Salomón no eran todas judías sino que tenían diversas costumbres y distintas divinidades; algunas de ellas hacían magia y lograron que el corazón de Salomón ya no perteneciera de lleno al Señor. De esta manera, podemos ver que el pecado de Salomón no fue tanto lo de la multiplicidad de esposas, que como digo era costumbre de la época, como signo de riqueza y prestigio, sobre todo cuando los pactos y las alianzas se firmaban a base de matrimonios políticos, cuanto más numerosos mejor. El pecado que se le achaca al ya anciano Salomón es la idolatría, porque esas mujeres le arrastraron cada una hacia sus dioses, con la edificación de ermitas o templos y la corrupción consiguiente. Salomón faltó al primer mandamiento, que entonces como ahora es el más importante: «No tendrás otro Dios más que a mí». Por eso Dios se molestó contra él y le anunció el castigo que seguiría a su infidelidad. 

Al leer la bellísima historia de Salomón, antes de que esto que el autor sagrado nos narra hoy, parecía imposible de pensar que Salomón, el que había iniciado su reinado pidiendo humildemente a Dios que le diera la sabiduría y que construyó el Templo en honor de Yahvé, pudiera caer luego en idolatría y construir templos a otros dioses. Pero de esto aprendemos que también nosotros podemos caer en inconsecuencias pequeñas o grandes en nuestra vida si nos apartamos de Dios. Nadie está seguro. Si nos descuidamos podemos llegar incluso a negar a Cristo como luego hará Pedro. ¿Qué dioses extraños podemos estar adorando nosotros? ¿qué altares o ermitas hemos construido, en vez de adorar y seguir al único Dios? ¿Se podría decir de nosotros lo que el texto dice de Salomón: «había desviado su corazón del Señor Dios»? En nuestro caso no será la multitud de mujeres o los templos a dioses falsos. Pero puede ser el dinero, o el deseo de poder, o la ambición o algún otro afecto desordenado. Caminemos muy unidos a María Santísima, quien nunca dividió su corazón y pidámosle a ella que nos ayude a mantenernos fieles a Dios. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 9 de febrero de 2022

«Lo que sale del corazón»... Un pequeño pensamiento para hoy


El evangelio de hoy (Mc 7,14-23) habla de la defensa que, ante los fariseos, Jesús hace de la religiosidad auténtica. Jesús nos enseña con sus palabras de hoy que las cosas no son puras o impuras, sagradas o profanas, en sí mismas, sino a través del corazón del hombre, a cuya libertad queda el mal o buen uso de ellas en referencia a Dios. A la vez, el Señor continúa insistiendo en lo que es verdaderamente importante para la vida del hombre. Lo exterior es importante, pero lo es más el interior. Ahora bien, ¿qué es lo que sale de hombre? Sin lugar a dudas lo que mete en él. ¿De qué llenamos nuestro corazón? ¿A qué dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo? ¿Hacia dónde van nuestros pensamientos? Lo que contamina al hombre no son las cosas externas sino la actitud con las que se aceptan en el interior.

El que tiene un corazón puro es feliz (Mt 5,8) porque conserva o recobra su pureza que le hace descubrir su origen a través de esta imagen. Aquel que ve el sol en un espejo no necesita fijar la mirada en el cielo para ver al sol; lo ve en el reflejo del espejo tal cual está en el cielo. Así nosotros que somos demasiado frágiles para captar la luz, si nos volvemos hacia la gracia de la imagen de Dios que tenemos esculpida en nuestro interior desde el principio, encontraremos en nosotros mismos lo que buscamos. En efecto, la pureza, la paz del alma, la distancia de todo mal, es la divinidad. Si poseemos todo esto poseemos ciertamente a Dios. Si nuestro corazón se aparta de toda maldad, libre de toda pasión, limpia de toda mancha, podemos ser felices porque nuestra mirada es transparente. Esa es la vida de los santos y a eso debemos tender.

Sólo nuestra voluntad puede estropear el plan divino y por eso necesitamos vigilar para que no sea así. Muchas veces se meten la vanidad, el amor propio, los desánimos por falta de fe, la impaciencia por no conseguir los resultados esperados, etc. Por eso, nos advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige». Convendrá, por tanto, estar atentos en mantener la presencia de Dios y considerar frecuentemente la filiación divina, de manera que todo nuestro día —con oración y trabajo— tome su fuerza y empiece en el Señor, y que todo lo que hemos comenzado por Él llegue a su fin. De la mano de María, en cuyo corazón solamente hubo espacio para Dios y las cosas de Dios, podemos hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos humanos es corredentor cuando está unido a los actos de Cristo. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 8 de febrero de 2022

«Sister Carmen Ríos, una misionera siempre fiel»... Vidas Consagradas que dejan la huella de Cristo LXXXIV

Es hermoso y sobre todo muy valioso recordar a quienes han donado toda su vida a Dios. Este es el caso de la hermana María del Carmen Ríos Chávez, conocida por muchos como «sister Carmen», una religiosa misionera que consagró al Señor 69 años de su vida que fue longeva, pues murió el 29 de enero de 2022 a los 88 años de edad.

Sister Carmen nació en el estado de Durango, México, el 23 de julio de 1933. Ingresó a la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento en un día muy especial, pues era el 12 de diciembre de 1948. Fue aceptada en el instituto que tenía poco de fundado por la Beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento en la Casa Madre que están en Cuernavaca, Morelos. El primero de mayo de 1950 inició su noviciado en la ciudad de Puebla y luego, el 4 de mayo de 1952 en la Casa Madre hizo su profesión religiosa de castidad, pobreza y obediencia. La beata María Inés estuvo presidiendo como superiora general estas celebraciones.  

Los primeros años de su formación religiosa los vivió en Cuernavaca y en Puebla. Posteriormente, en 1953, fue enviada por la beata María Inés Teresa a los Estados Unidos para estudiar inglés. En 1954, ella junto con otra hermana del instituto, inició la fundación de la primera casa en este país en la ciudad de Gardena, en California. Ahí trabajó junto con las hermanas en la elaboración de manualidades, para el sostenimiento de la casa, a la vez que impartían catequesis y realizaban trabajo pastoral. 

El 25 de agosto de 1957 emitió los votos perpetuos y siendo superiora de la casa de Gardena fue nombrada, al mismo tiempo, superiora regional de aquella que, en ese entonces era una región pequeña. En 1962, siendo aún superiora regional, fue enviada a San Gabriel, California, como Maestra de Novicias y Superiora Local, a la vez que prestaba los servicios de secretaria y ecónoma. En 1965, se trasladó, junto con el noviciado, a Garden Grove.

En el año de 1966, regresó a la Región de México, primero como maestra de inglés del instituto Scifi, en Ciudad de México y luego como maestra de novicias y superiora de la Casa de Grevilias en Cuernavaca. En el año de 1969, fue nombrada vicaria regional en México y, posteriormente, superiora regional de 1974 a 1976. En este mismo año, regresó a la entonces, región de California, ahora de Estados Unidos, donde fue vicaria regional y colaboró en la secretaría regional.

En 1980, regresó a México, donde fue superiora de la casa de Guadalajara y allí la conocí. Desde nuestros primeros encuentros, siendo yo seminarista, sembró en mí enseñanzas de la espiritualidad inesiana en la que estaba embebida. En el año de 1983, regresó a Santa Ana, California, para prestar el servicio como Superiora Regional donde estuvo hasta el año de 1994. Allá en California también conviví con ella, por diversas situaciones, en varios encuentros, ejercicios espirituales, asambleas de Van-Clar y otras actividades desde que era yo postulante hasta ser un joven sacerdote. Desde que la conocí pude apreciar el gran cariño e interés que manifestaba en la expresión inesiana de los Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal. Se puede decir que siempre, en nuestro instituto de Misioneros de Cristo, contamos con su apoyo y sobre todo sus oraciones y enseñanzas por nuestra perseverancia.

Allá en California permaneció todo ese tiempo haciendo florecer la región conservándola siempre viva en el espíritu y espiritualidad de la beata María Inés con una gran fidelidad. Fue nombrada Vicaria General de las Misioneras Clarisas, cargo que desempeñó hasta el año 2000, siendo siempre fiel transmisora del carisma inesiano alrededor del mundo, en las naciones en donde la familia inesiana estaba presente. 

Podemos decir, que según testimonios y lo que la misma historia nos deja ver, sister Carmen pasó muchos de los años de vida religiosa como superiora local, superiora regional y un periodo como vicaria general, ejerciendo la autoridad con exquisita caridad, según le había enseñado directamente la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento.

A partir de ese año 2000, ya libre de otros cargos, colaboró asiduamente en recabar la historia de la Congregación. Primero, trabajando con un equipo en la historia de la Región de Estados Unidos; donde en el año 2001, por encargo de la entonces superiora general, Teresa Botello Uribe, buscó la pintura original de «La Virgen de la Promesa», cuadro que fue encontrado en Tijuana y que es la imagen ante la cual la beata María Inés escuchó el mensaje de la Virgen que le dijo: «Si entra en los designios de Dios, servirse de ti para las obras de apostolado me comprometo a acompañarte en todos tus pasos, poniendo en tus labios la palabra persuasiva que ablande los corazones, y en éstos la gracia que necesiten, me comprometo además por los méritos de mi Hijo, a dar a todos aquellos con los que tuvieres alguna relación, aunque sea tan solo en espíritu, la Gracia santificante y la perseverancia final». Esta pintura se conserva actualmente, con coronación pontificia, en la casa general de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento.

Posteriormente, ayudó a recabar datos históricos y fotografías históricas de la beata María Inés y del itinerario del instituto, iniciando así la Comisión Histórica de la Congregación, en la que trabajó hasta el año 2008 en la Casa Madre, cuando recibió su cambio a la Casa de Guadalajara.

Sister Carmen, entre otras cosas, colaboró arduamente con nuestros hermanos Vanclaristas, tanto en la Región de California como en la de México, tratando de comprender y orientar a la juventud al estilo inesiano echando mano de tantos dones y cualidades que la distinguían en una sencillez de vida que era atrayente para seguir a Cristo al estilo de Madre Inés.

Fue una hermana con una gran fidelidad, amor y lealtad a la congregación. Era muy respetuosa y deferente. Se distinguía además por su generosidad y entrega. Colaboraba con todas las hermanas en los diversos apostolados con gusto y generosidad, siempre con una apacible sonrisa que contagiaba. Las hermanas que la conocieron como formadora y superiora, manifiestan que era paciente y atenta.

En la Casa del Tesoro, en Guadalajara, como hermana ya mayor, fue muy caritativa, obediente, y muy agradecida con las hermanas que, con esmero y cariño, la atendían. Vivía como lo hizo en toda su vida religiosa, siempre serena, con paz y una sonrisa amable. Dejando en las hermanas un testimonio de amor, bondad, paciencia y humildad hasta sus últimos días.

A mediados de 2021, sister Carmen sufrió una caída que fue complicando su salud hasta que, a partir del 23 de enero de este 2022 entró en fase crítica estando ya muy mal de salud.

Llena de paz, en medio de cantos que invocaban la presencia materna de la Santísima Virgen y acompañada de las hermanas de la comunidad, fue llamada por el Divino Esposo para celebrar las nupcias eternas. Así marcó el final de una vida generosamente entregada a la congregación y a la Iglesia. 

Descanse en paz nuestra querida sister Carmen.

Padre Alfredo.

«El Templo»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy me centro para esta reflexión, en la primera lectura de la Misa, que está tomada del primer libro de los Reyes (1 Re 8,22-23.27-30) y habla de la oración que Salomón hace en la dedicación del templo. Desde pequeños nos han enseñado que el templo es un medio de «significar», de «sensibilizar» la presencia de Dios. Sabemos que Dios está en todas partes. Pero que es difícil de alcanzar. Necesitamos lugares, espacios sagrados que nos ayuden a orar: que concreticen, que faciliten el encuentro y eso es lo que pensó aquel rey al edificar este espacio majestuoso. La dedicación del templo de Salomón fue un evento sin precedentes en Israel. Una ocasión para celebrar y regocijarse, cual nunca lo hubo antes en Israel. En su plegaria reconoce Salomón que la presencia del Señor en el templo construido por el sucesor de David es una nueva muestra de su fidelidad. Esto le da confianza para pedir que el Señor continúe fiel a sus promesas, exigiendo solamente, de acuerdo con la doctrina deuteronómica, que los descendientes de David sigan el ejemplo de fidelidad que aquel rey les dejó.

Salomón fue un rey consciente de que el pueblo de Dios, pobre en la presencia del Señor, necesitaba un espacio físico para rezar y llevar ante Dios, en ese lugar, toda clase de necesidades, penas o peligros. Él quería que el templo fuese un enlace entre el cielo y la tierra, como si Dios, poniendo oído y abriendo los ojos sobre ese lugar, acortase la distancia que separa al hombre que suplica del trono de Dios, inasequible arriba en el cielo. Bien sabía que esta distancia nada tiene que ver con lugar alguno: es sólo que el templo era para él, como para nosotros, un signo sagrado de la alianza que acerca a Dios a su pueblo. Mirando así el templo, está claro que el corazón del pueblo que ora y el corazón de Dios estén en trance de tocarse en ese lugar sagrado. Todos los católicos acudimos al templo, sobre todo los domingos y fiestas de guardar. 

Yo admiro mucho a quienes van a diario. En la parroquia en donde ejerzo mi ministerio, haga frío o haga calor, me es fácil identificar los rostros que acuden a diario, como Mona, como Perfecto, como algunos otros que habría que enlistar aquí y que reclamarían más espacio del que tengo, así como aquellos que en los diversos lugares en donde he estado recuerdo en nuestro encuentro diario, como Willy y Vicky en California; Luchita en Morelia; Vicky en Acapulco; Juanita en Juárez, Porfirio en Ciudad de México; Edward y Patricia en África... ¡no acabaría de mencionar más y más. La Iglesia nos ha enseñado que Cristo, con su Cuerpo, es el único templo, reconstruido en tres días, pero la asamblea eucarística, los cristianos reunidos somos también el Cuerpo visible de Cristo y para eso necesitamos un lugar para alabar a Dios. Que María Santísima, que nos acompaña siempre en el templo nos ayude a amarlo y cuidarlo, a promover su uso y a que la gente que pueda asista con más frecuencia. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

P.D. Gracias por los comentarios que me hacen tanto en WhatsApp como en Facebook y en este blog.

lunes, 7 de febrero de 2022

«Todos buscaban a Jesús para ser curados»... Un pequeño pensamiento para hoy


El evangelio de hoy (Mc 6,53-56) es una especie de resumen de una de las actividades que más tiempo ocupaba a Jesús: la atención a los enfermos. Son bastantes las noticias que el evangelio nos da sobre cómo Jesús atendía a todos y nunca dejaba sin su ayuda a los que veía sufrir de enfermedades corporales, psíquicas o espirituales. Curaba y perdonaba, liberando a la persona humana de todos sus males. «Los que lo tocaban quedaban curados» termina diciendo la perícopa de hoy. 

No es extraño que a Jesús le buscaran y le siguieran por todas partes, aunque parecía despistarles atravesando el lago con rumbo desconocido. La gente le seguía a todas partes para alcanzar la salud. Y nosotros, que queremos también seguir a Cristo, no podemos descuidar esta faceta: ¿cómo atendemos a los ancianos, a los débiles, a los enfermos, a los que están marginados en la sociedad? Los que participamos con frecuencia en la Eucaristía no podemos olvidar que comulgamos con el Jesús que en el evangelio está al servicio de todos, de modo particular a aquellos por los que mostró siempre su preferencia, los pobres, los débiles, los niños, los enfermos.

Lo mismo que tocando la punta de su manto aquellas personas quedaban curadas, sólo tocando hoy a Jesús encontraremos la fuerza para seguir adelante y seguirle por los caminos de nuestra vida. No es imposible tocarle hoy. Ciertamente no es una persona con un cuerpo como el nuestro. Pero hay dos caminos al menos para encontrarnos con Él y tocarle. Una es a través de la Eucaristía y de la lectura y escucha de la Palabra de Dios. Ahí nos encontramos con Jesús tal y como fue y no tal y como nos gustaría que fuese. La otra manera es acercarnos a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los más pobres y desamparados, a los que sufren. Ellos son hoy sacramentos vivientes de la presencia de Jesús en medio de nosotros. Con María, busquemos tocar a Jesús y alcanzar la salvación para muchos. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 6 de febrero de 2022

«Responder al llamado desde nuestra condición»... Un pequeño pensamiento para hoy


Encontrarse con las lecturas de Misa, un día antes de la celebración para reflexionar un poco y preparar el corazón para el encuentro con el Señor en el día siguiente es algo que hace bien a todos y en realidad es un placer. En la lectura de la Escritura uno encuentra infinidad de temas que se pueden tratar de corazón a corazón con el Señor y que llenan la vida, la enriquecen, la cuestionan, la alientan, la reprenden en algunas ocasiones y la llevan a metas más altas en la búsqueda de la santidad siempre. Yo suelo encontrarme con la liturgia del día desde la tarde anterior, por eso publico mi «pequeño pensamiento» desde la tarde anterior. Ha habido años en que he hablado de los salmos, de los santos, que he comentado el Evangelio o alguna de las lecturas, pero este año no he elegido nada en especial y trato de dejarme llevar por el Espíritu al ver las lecturas.

Para este domingo, por ejemplo, me he enganchado más con la segunda lectura (1 Cor 15,1-11) en la que san Pablo, con una gran sencillez y una magnifica profundidad a la vez, nos cuenta de su llamado y de cómo Cristo se le apareció para transformar por completo su vida y hacerlo pasar de perseguidor de Cristo a perseguido por Cristo. San Pablo se sabe indigno, «soy como un aborto» dice; una expresión bastante fuerte. Sabe que la gracia para responder se la ha dado el mismo Señor con su gracia y que es por eso que puede predicar la Buena Nueva.

A la luz de esta confesión que san Pablo realiza este domingo yo creo que cada uno de nosotros podemos preguntarnos: ¿Qué significa para mí el haber sido elegido por Cristo para seguirle? Porque eso sí es seguro: todos somos seguidores de Cristo desde nuestro bautismo. Pero hay algo más qué cuestionarse: ¿Cómo me he hecho consciente del seguimiento de Cristo? Los bautizados creemos que estamos llamados a vivir una vida santa de servicio y testimonio para la gloria de Dios y el bienestar de todos. A través de las páginas de la Biblia, hay un llamado consistente para que un discípulo de Jesús busque y se esfuerce hacia la vida santa y le siga. Hoy el Evangelio nos pone el seguimiento de Pedro y los primeros discípulos (Lc 5,1-11) y Pedro se define como un pecador. Pero tanto Pedro como Pablo, como tú y como yo, estamos llamados a vivir una vida de seguimiento para cultivar su gracia. Que María Santísima interceda por nosotros. A ella la llamamos la «llena de gracia». Ella es pura y puede ayudarnos a purificar el corazón para seguir a Jesús en santidad. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.