Este, como cada año, el Papa ha hecho un mensaje para conmemorar la celebración. Ahora se cumplen 30 años de la jornada y el mensaje para este año tiene por título «”Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc 6,36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad». El tema elegido para esta trigésima Jornada —dice el Papa Francisco— «nos hace volver la mirada hacia Dios “rico en misericordia” (Ef 2,4), que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de Él. De hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que Él realiza. Es fuerza y ternura a la vez. Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo».
En su mensaje —que se puede buscar en Internet—, el Papa alienta a que esta Jornada Mundial del Enfermo «pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias». Así, este es un buen día para que, bajo la mirada amorosa de Nuestra Señora de Lourdes a quien la Iglesia celebra en este día, pidamos por todos los enfermos y pensemos en los que tenemos más cercanos para llamarles o mandarles un mensaje de WhatsApp alentándolos a seguir abrazando la Cruz de Cristo y recordarles que el Padre Misericordioso les acompaña en su sufrimiento, porque si ese sufrimiento va unido al de Cristo, se hace participación en la obra de la salvación de Jesucristo, llega a ser medio de salvación, puede traer beneficios morales y espirituales al enfermo, a quienes le acompañan y a la humanidad. Recemos pues a Nuestra Señora de Lourdes, la Virgen María, «Salud de los enfermos», para que toda persona en la enfermedad pueda experimentar, gracias a la atención de quien le está cerca, la potencia de la misericordia de Dios y la consolación de su ternura materna. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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