jueves, 17 de febrero de 2022

«Para ti, quién es Jesús»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy me detengo a meditar en el pasaje del evangelio que la liturgia de la misa de este día nos ofrece (Mc 8,27-33). Leyendo esta escena, me encuentro con un Jesús muy cercano a sus discípulos, como lo quiere estar de cada uno de nosotros siempre. Un Jesús que en su conversación está interesado en saber lo que piensa la gente de él y por supuesto... ¡Lo que nosotros pensamos de él! Las respuestas que da la gente de su tiempo no lo dejan satisfecho, porque todavía el pueblo no tiene perspectiva para entender quién es él verdaderamente. Cuando les dirige a los discípulos la misma pregunta, Pedro, haciendo de portavoz, da una respuesta: «Tú eres el Mesías». Al momento Jesús le sale al paso y termina hablándole a él y a los demás de los sufrimientos a los que será sometido por los poderosos. Aunque sus discípulos, ante esa advertencia, quieran evitarlo, él demostrará con firmeza cuál es su voluntad... ¡Hacer la voluntad de su Padre!

Frente a lo que son sus discípulos y las realidades que Jesús descubre en ellos, él siente que debe aclararles que ser Mesías no significa tener una condición especial que deba mantenerlo al margen de la humanidad con todo lo que ello representa. Él quiere ser cercano a todos. Sabe, que nada le va a ser fácil en lo referente al anuncio del Reino. Sus discípulos quieren evitarle todo sufrimiento y convertirlo en un ser mesías triunfante, alejado de los riesgos que trae consigo la encarnación. Pero ante todo hay que recordar que Jesús es, además, una persona de su tiempo que acepta y vive la realidad sin evitar los riesgos que al asumirla se le puedan presentar. Él sabe lo que le espera por estar de parte de la verdad, porque él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6).

Así, en este pasaje Jesús nos hace ver su realidad como verdadero Dios y verdadero hombre. Alguien que está dispuesto a salvar a la humanidad a costa de lo que sea; él sufrió todos los padecimientos que le causaron sus contemporáneos. Nosotros, al confesar reconocer a Jesús como al Dios-humanado cuya divinidad se somete voluntariamente a los riesgos que produce el pecado de la humanidad hemos de entender que su mesianismo y su reinado son espirituales: en justicia, amor y paz; no en el poder al estilo del mundo. Si no queremos ser de los que obstaculizan el camino de la evangelización debemos tener un contacto muy estrecho con el Espíritu Santo a fin de juzgar con los criterios de Dios y no con el de los hombres que muchas veces se engaña. Hemos de entender y asimilar que el camino de la Resurrección y la gloria pasa inexorablemente por la cruz de Jesús. Por eso hay que preguntarnos: ¿somos de los que buscamos siempre el camino cómodo o de los que se acomodan como María a los planes de Dios? Pidámosle a ella que nos ayude a poder responde con nuestra vida a la pregunta de quién es Jesús. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

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