domingo, 20 de febrero de 2022

«Un mensaje que es para todos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Siempre procuro enviar mi reflexión un día con suficiente tiempo para que llegue a todos los continentes en el día exacto, pero eso en América se publica por la tarde del día anterior. Gracias a Dios leen estos mal hilvanados escritos en diversas partes del mundo para meditar en nuestra fe. Ayer se me complicó el envío, así que hoy reciben dos envíos, el de hace rato —para hoy— y este —para mañana— Este domingo los destinatarios del evangelio (Lc 6,27-38) no son solamente los discípulos–misioneros de Cristo, sino absolutamente todos los oyentes, que, de acuerdo al mismo san Lucas (Lc 6, 17) se componen de los doce, los discípulos y todo el gentío. Aquí las relaciones con el prójimo son vistas desde la perspectiva de la misericordia. El cristiano no es aquel que tiene el oficio de condenar, sino la tarea de ser benigno e indulgente; es aquel que, como el Padre del cielo, otorga misericordia y encuentra el gozo en la donación.

El texto evangélico es una invitación a la autorrenuncia, a renunciar a algo tan íntimamente de la persona como el creerse el primero, el mejor, despreciando y degradando, para ello, a todos los demás. Pero como sabemos, la renuncia no es un valor al alza hoy día; como no lo son la entrega, el sacrificio, la abnegación... Todo eso suena mal en un mundo como en el que vivimos, en el que todo mundo exige el respeto a los propios derechos con el mismo empeño que se olvida de los deberes, que también existen. Hay mucho que los creyentes podemos hacer en medio de esta sociedad a la que le faltan los ojos de la fe. El evangelio de hoy nos deja ver que a diferencia de la justicia, y más allá de la justicia, el estilo de vida que Cristo propone para todos es por esencia una entrega gratuita que no responde a ningún derecho. No consiste, pues, en un intercambio: esto por aquello, sino en un darse.

Este texto es, por lo tanto, para alguien con la mente lo suficientemente abierta como para dejarse interpelar por algo aparentemente absurdo y sin sentido. Intentar que alguien no creyente entienda esta página por las buenas es tarea muy difícil aunque no imposible. Es tarea de todos construir un mundo con una mentalidad así, seguros nosotros, como creyentes, de que Dios quiere hombres cabales que dejen entrar los criterios del Evangelio en sus vidas. Que María nos ayude a estar atentos en todo esto, como ella nos enseña con su ejemplo de vida. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario