Para este domingo, por ejemplo, me he enganchado más con la segunda lectura (1 Cor 15,1-11) en la que san Pablo, con una gran sencillez y una magnifica profundidad a la vez, nos cuenta de su llamado y de cómo Cristo se le apareció para transformar por completo su vida y hacerlo pasar de perseguidor de Cristo a perseguido por Cristo. San Pablo se sabe indigno, «soy como un aborto» dice; una expresión bastante fuerte. Sabe que la gracia para responder se la ha dado el mismo Señor con su gracia y que es por eso que puede predicar la Buena Nueva.
A la luz de esta confesión que san Pablo realiza este domingo yo creo que cada uno de nosotros podemos preguntarnos: ¿Qué significa para mí el haber sido elegido por Cristo para seguirle? Porque eso sí es seguro: todos somos seguidores de Cristo desde nuestro bautismo. Pero hay algo más qué cuestionarse: ¿Cómo me he hecho consciente del seguimiento de Cristo? Los bautizados creemos que estamos llamados a vivir una vida santa de servicio y testimonio para la gloria de Dios y el bienestar de todos. A través de las páginas de la Biblia, hay un llamado consistente para que un discípulo de Jesús busque y se esfuerce hacia la vida santa y le siga. Hoy el Evangelio nos pone el seguimiento de Pedro y los primeros discípulos (Lc 5,1-11) y Pedro se define como un pecador. Pero tanto Pedro como Pablo, como tú y como yo, estamos llamados a vivir una vida de seguimiento para cultivar su gracia. Que María Santísima interceda por nosotros. A ella la llamamos la «llena de gracia». Ella es pura y puede ayudarnos a purificar el corazón para seguir a Jesús en santidad. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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