martes, 8 de febrero de 2022

«El Templo»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy me centro para esta reflexión, en la primera lectura de la Misa, que está tomada del primer libro de los Reyes (1 Re 8,22-23.27-30) y habla de la oración que Salomón hace en la dedicación del templo. Desde pequeños nos han enseñado que el templo es un medio de «significar», de «sensibilizar» la presencia de Dios. Sabemos que Dios está en todas partes. Pero que es difícil de alcanzar. Necesitamos lugares, espacios sagrados que nos ayuden a orar: que concreticen, que faciliten el encuentro y eso es lo que pensó aquel rey al edificar este espacio majestuoso. La dedicación del templo de Salomón fue un evento sin precedentes en Israel. Una ocasión para celebrar y regocijarse, cual nunca lo hubo antes en Israel. En su plegaria reconoce Salomón que la presencia del Señor en el templo construido por el sucesor de David es una nueva muestra de su fidelidad. Esto le da confianza para pedir que el Señor continúe fiel a sus promesas, exigiendo solamente, de acuerdo con la doctrina deuteronómica, que los descendientes de David sigan el ejemplo de fidelidad que aquel rey les dejó.

Salomón fue un rey consciente de que el pueblo de Dios, pobre en la presencia del Señor, necesitaba un espacio físico para rezar y llevar ante Dios, en ese lugar, toda clase de necesidades, penas o peligros. Él quería que el templo fuese un enlace entre el cielo y la tierra, como si Dios, poniendo oído y abriendo los ojos sobre ese lugar, acortase la distancia que separa al hombre que suplica del trono de Dios, inasequible arriba en el cielo. Bien sabía que esta distancia nada tiene que ver con lugar alguno: es sólo que el templo era para él, como para nosotros, un signo sagrado de la alianza que acerca a Dios a su pueblo. Mirando así el templo, está claro que el corazón del pueblo que ora y el corazón de Dios estén en trance de tocarse en ese lugar sagrado. Todos los católicos acudimos al templo, sobre todo los domingos y fiestas de guardar. 

Yo admiro mucho a quienes van a diario. En la parroquia en donde ejerzo mi ministerio, haga frío o haga calor, me es fácil identificar los rostros que acuden a diario, como Mona, como Perfecto, como algunos otros que habría que enlistar aquí y que reclamarían más espacio del que tengo, así como aquellos que en los diversos lugares en donde he estado recuerdo en nuestro encuentro diario, como Willy y Vicky en California; Luchita en Morelia; Vicky en Acapulco; Juanita en Juárez, Porfirio en Ciudad de México; Edward y Patricia en África... ¡no acabaría de mencionar más y más. La Iglesia nos ha enseñado que Cristo, con su Cuerpo, es el único templo, reconstruido en tres días, pero la asamblea eucarística, los cristianos reunidos somos también el Cuerpo visible de Cristo y para eso necesitamos un lugar para alabar a Dios. Que María Santísima, que nos acompaña siempre en el templo nos ayude a amarlo y cuidarlo, a promover su uso y a que la gente que pueda asista con más frecuencia. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

P.D. Gracias por los comentarios que me hacen tanto en WhatsApp como en Facebook y en este blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario