lunes, 31 de octubre de 2022

«Amor desinteresado»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy se termina un mes más en este calendario del 2022 que parece ir muy de prisa, por lo menos así me parece a mí, porque los días se me pasan de volada. ¡Ya falta poco menos de dos meses para Navidad! Los comercios están ya retacados de adornos de Navidad que se entrelazan con la mercadotecnia del Halloween y las calaveritas de azúcar para celebrar el día de todos los fieles difuntos. Es impresionante el poder de la publicidad en nuestra sociedad que lleva a mucha gente a comprar, a pensar y a vivir de una manera en la que ni siquiera se ponen a reflexionar. Sin darse cuenta, mucha gente queda atrapada por el consumismo, el cual no respeta edad, nacionalidad o creencia religiosa. Se vale de cualquier elemento para atraer la atención de hombres y mujeres de toda edad con el fin de vender.

En medio de esta vorágine de cosas que aceleran el tiempo, Jesús nos sigue hablando en su Evangelio y hoy nos toca el corazón con un pasaje (Lc 14,12-14) muy interesante. Leyendo este trozo del Evangelio encontramos que Cristo nos recomienda hacer algo opuesto a los criterios espontáneos y a las directrices de este mundo. Mientras que la lógica humana nos dice que si organizamos una comida o una cena hemos de invitar a nuestros amigos y a nuestros parientes, Jesús nos dice que fijemos la mirada en los pobres, lo lisiados, los cojos y los ciegos... Es que hay que entender lo que Jesús nos quiere decir con esto. Debemos pensar en hacer el bien no solo a quienes nos pueden retribuir por lo que hacemos, sino, como se dice: dar las cosas o hacer algo «de corazón» sin esperar nada a cambio.

Si hacemos un favor a una persona porque ya nos lo ha hecho ella antes a nosotros, o porque esperamos que nos lo haga, eso no es amor gratuito, sino comercio. Jesús ha dicho: «si amas sólo al que te ama, ¿qué mérito tienes?; si haces el bien sólo a los que te hacen bien, ¿qué mérito tienes?» (Lc 6,32). Nuestro amor ha de ser desinteresado, sin pasar factura por el bien que hacemos. Si hacemos favores a quienes «no pueden pagarnos», ya nos lo pagará Él: «conmigo lo hiciste». Y Él es buen pagador. Pidamos a María santísima que nos contagie de su corazón generoso para que el nuestro se parezca cada vez más al de Jesús. Guardemos muy bien esta enseñanza en el corazón y pongámosla en práctica porque este tiempo que falta para que llegue la Navidad y culmine el año, es tiempo para compartir. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 30 de octubre de 2022

Oración a María santísima por las almas olvidadas del purgatorio...


Oh María, 

piedad de aquellas pobres almas

que, encerradas en las prisiones tenebrosas

del lugar de la expiación,

no tienen a nadie en la tierra

que piense en ellas:

Dígnate, oh buena Madre,

mirar con piedad

a aquellas abandonadas;

inspira a muchos cristianos caritativos

el pensamiento de orar por ellas,

y buscar en tu corazón de madre

la manera de asistirlas

misericordiosamente.

Oh Madre del perpetuo socorro,

ten piedad de las almas

más abandonadas del Purgatorio.

Misericordioso Jesús,

dales el eterno descanso.

(Se reza enseguida tres veces la oración de la Salve).

«Zaqueo y el sacramento de la reconciliación»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hace 4 años tuve la oportunidad de participar en un curso de renovación sacerdotal en Tierra Santa. Las conferencias, dadas casi en su totalidad por el padre Fernando Tamayo, L.C. nos fueron impartidas en los distintos lugares de Israel en donde los diversos pasajes del Evangelio se desarrollaron. El curso lo viví con la idea de que fuera algo inolvidable y así ha sido. Cada vez que voy al Evangelio, en los diversos momentos de la vida y la obra de Cristo, revivo esos lugares santos en donde los hechos se desarrollaron. El Evangelio de este domingo nos habla de Zaqueo (Lc 19,1-10), aquel hombre bajito que quería ver a Jesús y se subió a un árbol. ¡Cómo no recordar la visita a Jericó en donde a la entrada está un milenario sicómoro, que, según la tradición, es el árbol al que Zaqueo subió! 

Muchos científicos afirman que los sicómoros no viven más de 500 años, pero, quienes han estudiado este árbol en particular, que se encuentra en una importante intersección en el centro de Jericó, aseguran que no saben por qué, el árbol tiene más de 2000 años de antigüedad. Aunque el árbol puede no ser el mismo al que Zaqueo trepó, la tradición local ha llamado a este árbol el árbol de Zaqueo y se encuentra en el mismo entorno que el árbol de sicómoro Bíblico. Ciertamente que el árbol no reviste mayor interés para un turista común que el de ser muy antiguo, pero este sitio tiene mucha importancia para los discípulos–misioneros de Cristo porque permite que uno se haga una idea de las circunstancias y características del episodio del encuentro de Zaqueo con Jesús, por lo que resulta un sitio para contemplar este momento del Evangelio y no deja de emocionar el estar allí.

El pasaje de Zaqueo yo creo que todos lo conocemos y entre todas las enseñanzas que nos deja, a mí me muestra claramente los pasos para una buena confesión. Al subirse al árbol para ver a Jesús que pasa, pienso en esos momentos iniciales en que mucha gente le saca la vuelta a este sacramento... ¡mejor vivir desde lejecitos la fe, antes de establecer un compromiso. Pero luego, tras la mirada de Jesús y de responder a la autoinvitación que se hace Jesús para hospedarse en su casa, Zaqueo nos muestra un buen examen de conciencia que le dará la felicidad plena. Zaqueo reconoce su condición de pecador, cambia de vida —propósito que debe reinar al confesarnos— y restituye la falta que ha cometido. Me basta quedarme con esto, cerrar los ojos y trasladarme a Jericó a aquel pintoresco lugar para quedarme pensando en que «el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido». Que la virgen santísima interceda por nosotros para que nos dejemos alcanzar por el perdón y la misericordia que Jesús nos puede dar. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 29 de octubre de 2022

«Sencillos y humildes»... Un pequeño pensamiento para hoy


Jesús nos ha enseñado, no sólo en el Evangelio de hoy (Lc 14,1.7-11), sino una y otra vez que su estilo y, por tanto, el de sus discípulos-misioneros, debe ser el de la humildad y sencillez de corazón. Aunque eso de ser sencillos y humildes no se ponga nunca de moda en el mundo. A los seguidores de Jesús no nos debe importar ocupar los últimos lugares no solamente en banquetes, sino en la misma vida diaria, porque la vocación a seguir a Cristo es una vocación de servicio.

Hoy y siempre son muchos los que se afanan por «ser alguien en la vida», por ocupar algún puesto destacado que los anuncie como personas de éxito. Pero, muchas veces sin saberlo, caen en el juego de la competencia desleal, de la búsqueda fanática de méritos superfluos, haciendo parte del circo que ha montado la mentalidad vigente en muchas sociedades. Estas gentes terminan siendo simples marionetas al servicio de un sistema inhumano que les arranca el sentido de la vida y los hace olvidar el verdadero cometido del ser humano en este mundo: vivir en una actitud de servicio dando gloria al Dios de la Vida.

La vida de los santos nos enseña que se es más feliz viviendo en humildad y sirviendo a los demás. Vivir con sencillez ocasiona menos disgustos y hace al discípulo–misionero que así vive, más aceptado por los demás: a los vanidosos nadie les quiere. Un ejemplo muy cercano lo tenemos en la Virgen María. Humilde y discreta, ella pudo decir, resumiendo también el estilo de Dios en la historia: «enaltece a los humildes y a los ricos los despide vacíos». Y, hablando de sí misma afirma: «ha mirado la pequeñez de su sierva». Que ella interceda por nosotros para ser sencillos y serviciales. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 28 de octubre de 2022

«La fiesta de los apóstoles Simón y Judas»... Un pequeño pensamiento para hoy

La Iglesia celebra cada 28 de octubre la fiesta de los apóstoles Simón y Judas Tadeo, de los cuales, indiscutiblemente san Judas es el más conocido y a quien más se recurre para pedir su intercesión ante Dios nuestro Señor, pero se celebran juntos porque debido a una tradición muy antigua, los dos iban siempre juntos todas partes a predicar la Palabra de Dios. Ambos fueron llamados por Jesús para formar parte del grupo de sus 12 escogidos o apóstoles. El único dato cierto respecto de Simón es que es uno de los Doce Apóstoles elegidos por Jesucristo para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar (Mc 3, 13). De San Judas conocemos que Juan nos refiere el único episodio evangélico en que este apóstol interviene ( Jn 14, 22)  cuando pregunta a Jesús: «¿Cómo es que tienes que manifestarte a nosotros y no al mundo?» y Cristo le responde que quien le ama a él, será amado por el Padre y que el Padre y él harán morada en el que le ama.

El Evangelio de esta fiesta nos presenta el pasaje en el que Jesús elige a sus apóstoles (Lc 6,12-19). San Lucas nos muestra, en este pasaje, los pasos que Jesús da para escoger a sus apóstoles y enviarlos a la misión y en eso me quiero detener para reflexionar, porque esos pasos son interesantes y marcan este hecho tan significativo de Jesús que quiere tener colaboradores para anunciar la Buena Nueva de salvación. Me voy directamente al primer paso que es la oración. Jesús antes de elegirlos se va al monte a orar. Quiere entrar en diálogo con su Padre, quiere hablar de los hombres que ha pensado como sus más inmediatos colaboradores. El texto nos dice que Jesús oro toda la noche. El segundo paso es la elección de sus apóstoles, cosa que marcará un antes y un después en la vida de cada uno de ellos. Finalmente el tercer paso de esta llamada de Jesús, es el que los envía a la misión. 

¡Que gran regalo! Pero lo más maravilloso es que nosotros también hemos sido elegidos por Jesús para ser sus discípulos–misioneros y hacerlo presente en la realidad que nos rodea. Con nosotros también hace estos tres pasos. Ora por nosotros, nos elige y nos envía. Nuestra condición de seguidores de Jesús se trata entonces de un don inmerecido de Dios que lo llevamos en vasijas de barro. Ser sus discípulos–misioneros para llevar la Buena Noticia a los que sufren, a los abatidos, a los pobres, a los marginados, a los presos, a los enfermos, a los niños, a los ancianos, a los más vulnerables y en general a quienes nos rodean. Pidamos la intercesión de los santos Simón y Judas Tadeo y por supuesto de María Santísima para cumplir con el encargo que hemos recibido. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 27 de octubre de 2022

«Jesús sigue el proyecto de su Padre: dar la vida»... Un pequeño pensamiento para hoy

En el Evangelio de hoy jueves, aparece Herodes, el que encarceló y dio muerte a Juan el Bautista y los fariseos le advierten a Jesús algo que seguramente ya él sabía: Herodes quiere deshacerse de Jesús, lo quiere matar. Digo que Jesús seguramente sabía ya que su persona, su predicación y los milagros que hacía no le agradaban a Herodes por la forma tan dura con la que Jesús responde llamando «zorro» al virrey y mostrando que camina libremente hacia Jerusalén a cumplir allí su misión. Jesús no morirá a manos de Herodes: no es ése el plan del Padre Dios.

Jesús aprovecha la amenaza de Herodes para explicar el sentido a su marcha hacia Jerusalén expulsando demonios y haciendo milagros hasta que llegue el momento de su muerte, que él mismo ha anunciado y que no va a depender de la voluntad de Herodes, sino que sucederá porque él la acepta, por solidaridad, y además cuando él considere que ha llegado «su hora». Mientras tanto, sigue su camino con decisión y firmeza. Jesús volverá a la ciudad de Jerusalén, pero no para entrar al Templo a orar, sino para morir, y con su muerte se desgarrará el velo del Templo para que todos comprendan que Dios no habita sólo allí ni acepta la maldad. Dios es el sumo bien y sólo en la bondad y con un corazón contrito se llega hasta Él.

Nuestro vivir es Cristo. El proyecto de Dios Padre llegó a su culminación en el amor a las criaturas cuando decidió enviar a su Hijo al mundo para que compartiera con nosotros la historia, y la santificara. El Padre nos quiere hijos en el Hijo, regenerados por el Hijo, muertos y resucitados con el Hijo, por eso le acompañamos en su camino a Jerusalén. Pidamos a la santísima Virgen que nos ayude a tener fuerza para acompañar a Jesús en los momentos de dolor, de sufrimiento, de pasión y tomemos el pulso a nuestra adhesión y fidelidad a él. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 26 de octubre de 2022

«La dieta para entrar por la puerta, que es angosta»... Un pequeño pensamiento para hoy


En el evangelio de hoy (Lc 13,22-30) Jesús nos dice que la puerta de entrada a la vida eterna es angosta, y que muchos que intentarán entrar no podrán. ¡Qué imagen más clara para hablarnos de la «dieta espiritual» que debemos tener todos los creyentes para alcanzar la salvación! Así como nuestro cuerpo físico requiere alimento de buena calidad y a sus horas para estar sanos y no padecer de obesidad, también nuestro ser interior necesita alimentarse adecuadamente para conservar la línea y poder entrar por la puerta que es estrecha.

El principal alimento espiritual que nos prepara para entrar por la puerta angosta es la Eucaristía. El Papa Urbano IV que instituyó la fiesta del Corpus Christi en el año de 1924, nos da una definición muy hermosa de la Eucaristía como alimento. ÉL nos dice que la Eucaristía «es un alimento que restaura y nutre verdaderamente, sacia en sumo grado no el cuerpo, sino el corazón; no la carne, sino el espíritu; no las vísceras, sino el alma. El hombre tenía necesidad de un alimento espiritual, y el Salvador misericordioso proveyó, con piadosa atención, al alimento del alma con el manjar mejor y más noble». El otro alimento indispensable es la Palabra de Dios. Dios nos dio Su Palabra para que sea nuestro alimento espiritual. De modo que aun más que estudiar la Biblia, es necesario que la «comamos», que nos nutramos con la Palabra.

Como un regalo maravilloso, el Señor nos ha dejado estos dos alimentos básicos de nuestra vida espiritual, además de otros como los sacramentos, los sacramentales y las sanas devociones y oraciones y ha dispuesto que los recibamos los dos juntos en un banquete, el banquete de la Eucaristía. En la santa Misa comemos el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. Eso nos fortalecerá para estar en forma y poder entrar por la puerta angosta. Que María santísima nos ayude, intercediendo por nosotros, para que nunca nos falte ninguno de esos dos alimentos. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 25 de octubre de 2022

«La tentación de dejar de escribir»... Un pequeño pensamiento para hoy


A veces me he visto tentado a dejar de escribir el «pequeño pensamiento para hoy». Yo no soy ni teólogo ni escritor, pero siento el impulso a compartir algo de lo que Dios me dicta al corazón, de lo que saco de aquí y de allá en internet o de lo que me pasa. Hoy precisamente es uno de esos días en que lo he pensado mucho. Hay excelentes reflexiones escritas en diversas páginas, en Facebook o en otras de las plataformas, hay quienes graban estupendas reflexiones en YouTube pero a veces alguno de ustedes me manda algún WhatsApp o un comentario diciéndome que le sirvió mucho la reflexión de tal o cual día, o que gracias al pensamiento se le levantó el ánimo, incluso hay alguno que otro hermano sacerdote que me ha dicho que la reflexión le sirve para la predicación... así que, por lo pronto, aquí sigo después de unos cinco años de estar compartiendo mi reflexión y me pongo manos a la obra en unos cuantos renglones tal vez mal hechos pero con un gusto de compartir inmenso.

Hoy pienso en el granito de mostaza y la levadura de la masa de los que nos habla san Lucas en el Evangelio de este día (Lc 13,18-21).  Dos breves comparaciones le sirven a Jesús para explicarnos cómo actúa el Reino de Dios en este mundo: La semilla de la mostaza —aunque aquí no nos lo recuerda san Lucas— es en verdad pequeñísima. Otras veces les he dicho que yo la conocí en Roma cuando era novicio y llegaron dos religiosas que venían de Indonesia con un puñado de semillas más pequeñitas que un grano de pimienta. Sin embargo esta semillita insignificante tiene una fuerza interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos. Por otra parte, la segunda comparación, en la que habla de la levadura, nos hace ver que un poco de levadura es capaz de transformar tres medidas de harina, haciéndola fermentar. La levadura la conocí en casa, pues mi madre, cuando Lalo y yo éramos pequeños, la utilizaba para hacer algunos pasteles y panes y veíamos que con un poco, la masa esponjaba. 

En este mes misionero puedo ver que estas dos parábolas nos invitan a descubrir nuestro lugar en la iglesia, para seguir instaurando el Reino de Dios a nuestro alrededor. No es el campanario más alto ni el conjunto arquitectónico más maravilloso, no es la capacidad de convocatoria ni la presencia masiva en los medios de comunicación; no son las notas externas que causan admiración: es la presencia diaria del católico comprometido con su condición de misionero quien da sentido a la vida haciendo que la semillita crezca. Es la presencia del católico comprometido que como misionero contribuye a edificar la Iglesia haciendo fermentar toda la comunidad, como la levadura, para que ésta alcance los niveles de servicio y de compromiso que requieren las ineludibles necesidades de los demás. Que María santísima interceda por nosotros para que, con ánimo, desde nuestra pequeñez e insignificancia, sigamos construyendo el Reino. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 24 de octubre de 2022

«Como el buen pastor»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Iglesia católica en México celebra hoy la fiesta de San Rafael Guizar y Valencia, que fue el primer obispo de América Latina en ser canonizado. Él murió el 6 de junio de 1938. Fue canonizado el 15 de octubre de 2006. El testimonio de una vida espiritual y apostólica plenamente realizada, como la de este santo obispo, sigue siendo hoy la gran prueba de la fuerza del Evangelio para transformar a las personas y comunidades, dando entrada en el mundo y en la historia a la santidad misma de Dios. San Rafael vivió en una época muy difícil, muy dura, una época de persecución religiosa en México pero no se dejó amedrentar, evangelizó a como pudo con tal que la Iglesia se mantuviera viva aun cuando los sacramento se tenían que celebrar en lo escondido de quienes prestaban sus casas y otros espacios para que la fe se mantuviera viva.

Con razón el Evangelio de esta fiesta de la Iglesia, nos lleva al pasaje que nos habla del buen pastor (Jn 10,11-16), figura que alentó a San Rafael Guizar a entregarse de lleno en su ministerio episcopal.  El evangelista San Juan nos acerca en este relato a la figura de Jesús como un pastor que ama, cuida y protege a sus ovejas y las conoce una en una. Jesús toma como referencia al pastor que cuando ve en peligro a la oveja, va y le ayuda, no la abandona a su suerte. Eso hizo San Rafael Guizar. En plena persecución religiosa no abandonó al pueblo que tenía encomendado, sino que, buscando alternativas una y otra vez, mantuvo la vida eclesial de su diócesis encomendada y colaboró en misiones populares en otros territorios de la Iglesia.

Leyendo la vida del obispo San Rafael, uno redescubre de alguna manera, que, aunque sabemos que somos ovejas del Señor, somos a la vez pastores. El Papa Francisco, que nos muestra siempre con su vida cómo debe ser un buen pastor a imagen de Cristo dijo en una ocasión estas palabras que hoy quiero recordar: «El verdadero pastor, el verdadero cristiano tiene este celo dentro: que nadie se pierda. Y por esto no tiene miedo de mancharse las manos. No tiene miedo. Va donde debe ir. Arriesga su vida, arriesga su fama, arriesga perder su comodidad. (Homilía de S.S. Francisco, 6 de noviembre de 2014). Contemplando la figura de san Rafael Guizar y Valencia y pidiendo a la Santísima Virgen la valentía para ser pastores, sin que a la vez dejemos de sentirnos ovejas, vivamos comprometidos nuestra fe. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 23 de octubre de 2022

˛Que todos conozcan y amen a Dios»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy nuestra Iglesia Católica celebra el DOMUND —Domingo mundial de las misiones—, un día en el que como familia en la fe, la Iglesia nos recuerda que, por naturaleza, la Iglesia es misionera y que cada uno de nosotros somos corresponsables con el Vicario de Cristo en la tierra para que, como decía la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, todos conozcan y amen al Señor: «Roguemos mucho porque todos los pueblos le conozcan y le amen». (Crónica de un viaje a Jerusalén en 1958).

El Evangelio de este día nos pone la figura de dos personajes que asisten al templo para orar (Lc 18,9-14). Uno de ellos, un fariseo, es arrogante y se jacta de no ser como el otro hombre que entró al templo, que es un publicano. La parábola nos enseña que con la arrogancia nada se logra y que es reconociendo nuestra condición de pecadores, como podemos llegar al corazón misericordioso de Dios. La beata María Inés Teresa, hablando de este pasaje evangélico dice: «Quisiera que todos le conocieran y amaran a Jesús en la Eucaristía, que hicieran consistir toda su dicha en estar a sus pies derramando su corazón, entregándole su ser todo entero; que fueran a Él con los sentimientos del publicano, mas con esa confianza plena del Hijo prodigo, derramar sobre el divino Corazón su contrición, sus angustias, sus dolores y sus alegrías». (Meditaciones).

Esa es la misión de la Iglesia que, formada por pecadores, abre sus puertas para recibir a todos y llenarlos de ese amor misericordioso de Jesús que en su Eucaristía nos alimenta y fortalece nuestra fe. No somos misioneros por ser pluscuamperfectos, sino porque en nuestra condición de pecadores hemos experimentado la acción evangelizadora de Jesús Eucaristía en nuestras vidas y eso nos motiva a buscar que ese amor se extienda a todos los rincones del mundo. Que María, la misionera por excelencia, nos mantenga atentos para ser siempre discípulos–misioneros de su Hijo Jesús hasta que todos le conozcan y le amen. ¡Bendecido DOMUND!

Padre Alfredo.

sábado, 22 de octubre de 2022

«Dar fruto»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este jueves pasado tuvimos en la parroquia la visita de una reliquia de primer grado (cabello) del beato Carlo Acutis. Aquello era un mar de gente que me encantaría ver en las Misas de los domingos y de entre semana. Desgraciadamente todavía hay muchos católicos que yo llamaría «sensacionalistas» que solamente van a la Iglesia cuando hay cosas extraordinarias y se olvidan de que cada día, y en especial el domingo, Cristo nos espera en la Eucaristía. A mí lo que más me llamó la atención, no fue la gran cantidad de gente adulta que había, sino el hecho de que muchos jóvenes se sientan motivados a vivir la fe por el testimonio de este jovencito recientemente beatificado y que utilizando las redes sociales sembró un gran amor a Jesús Eucaristía. ¡Muchos de ellos eran caras conocidas que no fallan a Misa el domingo! Espero que por lo menos unos cuantos de los adultos que asistieron y que poco los vemos por la Iglesia, se animen a vivir la Eucaristía dominical. ¡Que la intercesión de Carlo Acutis les ayude a redescubrir el valor tan grande de participar en la Eucaristía cada domingo y fiestas de guardar!

El texto del Evangelio de hoy (Lc 13,1-9) me lleva a reflexionar en las oportunidades que Dios, como padre bueno y misericordioso, da a tantos de sus hijos para encontrarse con Cristo en la Eucaristía y dar muchos frutos. Aunque el 84 % de los mexicanos se declara católico, son apenas unos cuantos los que asisten a la Eucaristía dominical y la viven intensamente. Sin embargo Dios, como el ejemplo de la higuera que Jesús nos pone en el Evangelio, sigue esperando la decisión de vivir en plenitud la fe recibida en el bautismo. Como católicos... ¿Podemos decir que damos a Dios los frutos que esperaba de nosotros el Señor? ¿Podemos afirmar que si nos llamara ahora mismo Dios a su presencia tendríamos las manos llenas de buenas obras o, por el contrario, vacías? ¿Somos católicos «sensacionalistas» o con gozo celebramos cada domingo la Eucaristía?

Dios nos ha regalado la presencia de Jesús en la Eucaristía para que no nos convirtamos en una higuera estéril, sino que nos transformemos en un árbol que dé abundantes frutos de solidaridad, justicia e igualdad. Por eso, advierte al pueblo que tiene un breve tiempo, en el que Dios espera que la higuera de los frutos que le corresponden. Terminado el tiempo, Dios decidirá qué hacer con ella. Así, el Pueblo tiene que entender que el tiempo no es indefinido, sino que debe comenzar aquí y ahora a cambiar su manera de pensar y a transformar su manera de actuar. Sigo pensando en el mar de gente del jueves pasado y le sigo pidiendo a Dios que toda esa gente viva intensamente la Misa dominical y no sólo asista a la Iglesia cuando hay algo extraordinario porque, ¿qué más extraordinario que Dios nos reciba en audiencia en Misa y nos de a su Hijo en la Eucaristía? Que María interceda por nosotros para que el centro de nuestras vidas sea, como en el caso de Carlo Acutis y tantos beatos y santos, el centro de nuestras vidas.

Padre Alfredo.

viernes, 21 de octubre de 2022

«Los signos de los tiempos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Por medio de las palabras del Evangelio de hoy (Lc 12,54-59), Jesús reprocha a sus conciudadanos no saber interpretar los «signos de los tiempos», cuando son perfectamente capaces de interpretar los signos meteorológicos. Pero, ¿qué son los signos de los tiempos? Los signos de los tiempos son procesos históricos generalizados que anticipan tiempos mejores e implican un consenso colectivo. El concepto de la historia es esencial para comprender esto que presenta el devenir humano y social como un lugar teológico, un espacio en donde Dios actúa y se revela al hombre. Que sea lugar teológico, quiere decir que cuando se lee la Escritura, aquello ha de ser leído y comprendido en la historia en cuanto tal, porque en ella hay revelación, presencia e indicación de la voluntad de Dios, que se descubre a la luz de la fe de la Iglesia. La Palabra de Dios acontece siempre, no es solamente algo del pasado. Nosotros ya reconocemos en Jesús al Mesías. Pero tenemos que reconocer su presencia en tantos «signos de los tiempos» y en tantas personas y acontecimientos que nos rodean, y que, con la vista de la fe, deben ser para nosotros otras tantas voces de Dios.

Actualmente la Iglesia, nuestra Iglesia, la que el Papa nos recuerda que debe ser siempre de puertas abiertas, cuida especialmente de ser fiel a esa invitación de Jesús. El Concilio Vaticano II dnos dice: «Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura... Es necesario, por ello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el rasgo dramático que con frecuencia le caracteriza (Gaudium et Spes 4). 

Es preciso, según la invitación de Jesús, darnos cuenta del momento histórico en el que nos encontramos. Sus contemporáneos en la Palestina de aquella época no supieron aprovechar la actualidad prodigiosa del tiempo excepcional que estaban viviendo. ¿Y nosotros? Tenemos que tratar, ayudados por la gracia de Dios y actuando con humildad, «reconocer» la acción de Dios en los acontecimientos, en nuestras vidas... para «encontrarlo» y participar en esa acción de Dios que acontece cada día... a fin de «revelarlo», en cuanto sea posible, a los que no lo conocen ni lo aman, a quienes lo ignoran o lo han descartado de sus vidas. ¡Tenemos mucho que hacer y no podemos ser hipócritas! Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una «visión cristiana» de la historia, de los tiempos, de los grandes hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un «Kairós», una ocasión de crecimiento en nuestra fe. Por ejemplo, en el acontecimiento sencillo pero profundo y transformador, del Sínodo sobre la sinodalidad de la Iglesia. Pidamos al Señor, por intercesión de su Madre santísima, que nos ayude a vivir los menores acontecimientos de nuestras vidas, así como también los mayores y extraordinarios, a ese nivel. Reconocer participar, revelar su obra actual. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 20 de octubre de 2022

«El fuego del Espíritu Santo en nuestras vidas»... Un pequeño pensamiento para hoy


Ordinariamente escribo mi reflexión entre 3 y 4 de la tarde para que alcance a llegar a las partes del mundo que van horas delante de nosotros, pero hay días como este en que por una cosa o por otra, no encontré espacio para escribir sino a esta hora que ya casi son las 10:30 de la noche. Igual lo hago con mucho gusto porque es, así lo considero, un ratito de oración especial que tengo con el Señor y su Madre santísima. A veces la reflexión es breve y en otras ocasiones bastante larga. Eso sí, siempre va en tres párrafos. Así que bueno, ya me llevé el espacio del primer párrafo y entro en materia con el Evangelio de hoy que está tomas de san Lucas (Lc 12,49-53).

Hoy Jesús, en este pequeño trozo evangélico, nos dice: «He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!». En toda la Biblia, el fuego es símbolo de Dios; en la zarza ardiendo encontrada por Moisés, en el fuego o rayo de la tempestad en el Sinaí, en los sacrificios del Templo, donde las víctimas eran pasadas por el fuego, como símbolo del juicio final que purificará todas las cosas. En varios pasajes del Evangelio Jesús se compara al que lleva en su mano el bieldo para aventar la paja y echarla al fuego (Mt 3,12). Habla del fuego que quemará la cizaña improductiva. (Mateo 13,40). La Iglesia, en lo sucesivo, vive del «fuego del Espíritu» descendido en Pentecostés. (Hch 2,3). Ese fuego ardía en el corazón de los peregrinos de Emaús cuando escuchaban al Resucitado sin reconocerlo. (Lc 24,32).

El fuego del que habla Cristo no es, ciertamente, el fuego destructor de un bosque o de una ciudad, no es el fuego que Santiago y Juan querían hacer bajar del cielo contra los samaritanos (Lc 9,54), no es tampoco el fuego del juicio y del castigo de Dios, como solía ser en los profetas del Antiguo Testamento. Cristo está diciendo con esta imagen tan expresiva, que tiene dentro un ardiente deseo de llevar a cabo su misión y comunicar a toda la humanidad su amor, su alegría, su Espíritu. Roguémosle a Dios, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la Gracia de vivir nuestra fe firmemente enraizados en Cristo, de tal manera que, desde nosotros, llenos del fuego del Espíritu, Dios continúe realizando su obra salvadora en favor de todos. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

P.D. Hoy jueves 20 de octubre, en la parroquia de «Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás» tendremos la visita de una reliquia de primer grado del beato Carlo Acutis. Tendremos la Misa a las 7 de la tarde y luego una Hora Santa de 8 a 9 de la noche. ¡Los que viven en la zona metropolitana de Monterrey están cordialmente invitados!

miércoles, 19 de octubre de 2022

«Siempre dispuestos»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Lc 12,39-48), en su sencillez, nos enseña que debemos estar dispuestos a la venida del Señor como solemos estar alerta para que no entre un ladrón en nuestra casa. La comparación no está, claro está, en la cuestión del ladrón, sino en lo de «a qué hora viene el ladrón». Así, el Señor con un ejemplo muy simple, nos dice que hay que estar vigilantes porque cuando menos lo esperemos llegará el señor en su segunda venida, esa venida que sabemos que llegará un día y en la que Dios nos juzgará a vivos y muertos.

Pedro, en el segundo párrafo de este Evangelio, quiere saber si ésta llamada a la vigilancia se refiere a todos, o solamente a ellos, al grupo de los apóstoles. Jesús le toma la palabra y les dice otra parábola, en la que los protagonistas son los administradores, los responsables de los otros criados. La lección se condensa en la afirmación final: «al que mucho se le confió, más se le exigirá». ¿Nos damos cuenta de todo lo que el Señor nos ha confiado? ¿Somos conscientes de todo esto empezando con que nos ha confiado el cuidado de nuestra propia vida aquí en la tierra para poder alcanzar luego la vida eterna? 

La «venida del Hijo del Hombre» puede significar, también aquí, tanto el día del juicio final como la muerte de cada uno, como también esas pequeñas pero irrepetibles ocasiones diarias en que Dios nos manifiesta su cercanía, y que sólo aprovechamos si estamos «despiertos» y si somos fieles servidores. Por intercesión de María santísima pidamos estar siempre en alerta ante la llega sorpresiva del Señor. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 18 de octubre de 2022

«La cosecha es mucha y los trabajadores pocos»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Papa Benedicto XVI, en una ocasión reflexionando en el Evangelio que la liturgia de la palabra nos propone para este día (Lc 10,1-9), decía que antes de pensar en una campaña publicitaria para que las vocaciones aumentaran, Jesús pensó en la importancia de la oración para rogarle al Padre misericordioso que las enviara. De esto precisamente trata el Señor hoy: «La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino». Así, primero se rea por la vocación, por supuesto por la propia también y luego nos ponemos en camino, como enviados de Cristo.

Hoy al celebrar a San Lucas Evangelista, pensando en la llamada vocacional, que empieza con el encuentro con Jesús, el Evangelio nos habla también del envío de los setenta y dos discípulos que deben anunciar la Buena Noticia de Dios en los poblados, en las aldeas y en las ciudades de Galilea. Los setenta y dos somos todos nosotros. Mediante la misión de los discípulos–misioneros, Jesús trata de renovar y de reorganizar las comunidades para que sean de nuevo una expresión del Reino de Dios. 

El Señor, al darnos la vocación a la vida cristiana —que luego se concretiza en una vocación específica— nos llama a evangelizar, nos invita no a decir o a hacer algo, sino ante todo a «ser» algo con Él, a participar en su misión y manifestar con diversas actitudes que el Reino está cerca, compartiendo la Buena Noticia. A la luz del Evangelio de hoy hay que dar gracias por la vocación a la vida cristiana que el Señor nos ha dado y a anunciar la Buena Nueva desde nuestra vocación. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 17 de octubre de 2022

«La avaricia»... Un pequeño pensamiento para hoy


Veo que el Evangelio de hoy (Lc 12,13-21) toca el tema de la avaricia. Y de por sí, para entender lo dañino de esta cuestión, Jesús pone un ejemplo muy claro que no voy a repetir aquí en la reflexión que comparto con ustedes. Creo que de entrada todos sabemos lo que es la avaricia y quiero que recordemos que nuestra vida sobre la tierra es pasajera, es muy corta y única, y que debemos entonces administrarla muy bien: «¡Insensato! —dice Jesús en el relato— Esta misma noche vas a morir». Si sólo pensamos en lo material, si sólo en eso cavilamos centrando en ello nuestras inquietudes, entonces estamos actuando neciamente, pues la vida no consiste en la abundancia de bienes materiales. En el diccionario, la palabra avaricia, se describe como un afán de poseer, para atesorar. Desde luego que no hay que confundirla con el anhelo de tener lo necesario, para satisfacer las necesidades propias. Todos buscamos sustentar nuestra vida con diversas cosas que necesitamos. De hecho, rezamos a la Divina Providencia pidiendo que no nos falte honra, casa, vestido y sustento. Pero la avaricia es un deseo exagerado de poseer muchas cosas sin usarlas ni compartirlas. 

Me encontré en Internet un cuento corto, cuyo autor desconozco pero que me sirve para reflexionar con ustedes en torno a lo que es la avaricia y lo comparto: «Un mendigo iba pidiendo por las casas con unas alforjas colgadas al hombro. Se lamentaba de su suerte y de que los ricos nunca estaban satisfechos: —Cada vez quieren más y más dinero! ¡Parece que quieren apoderarse del mundo entero!, decía el mendigo, —en cambio yo, si tuviera lo necesario para comer y para vestir, me sentiría del todo satisfecho, decía el pobre hombre. Precisamente en aquel instante, la Fortuna pasaba por la calle. Vi al mendigo, se detuvo a su lado y le dijo: —Escucha hombre, hace mucho tiempo, que oigo tus lamentos y deseo ayudarte. Abre tus alforjas y sostenlas así para recibir el oro que voy a regalarte. Pero esto ha de ser con una condición: Todas las monedas que caigan en las alforjas serán para ti, pero las que caigan en el suelo, se convertirán en polvo, ¿Estás enterado? —Sí, si lo comprendo: dijo el mendigo. — Entonces ten cuidado, advirtió la fortuna, tus alforjas son muy viejas y podrían romperse, no cargues demasiado.

Tan satisfecho estaba el mendigo, que rápidamente abrió sus alforjas, y en ellas en un momento cayó un torrente de monedas de oro, ¡las alforjas empezaron a pesar demasiado! —¿Basta ya? preguntó la Fortuna —¡Todavía no, todavía no! —No temes que se rompan, decía la Fortuna. No, no, no se rompen (había agitación en su voz, más que por miedo por ambición). Las manos del mendigo comenzaron a temblar, —¡Aún caben más! —pero ya eres el hombre más rico del mundo, intervino la «Fortuna». —¡No, no, unas pocas más!... Cayeron unas pocas más y las alforjas se reventaron, el tesoro se vino a tierra, y las monedas se convirtieron en polvo. La fortuna se fue y el mendigo quedó más pobre que antes, sin sus alforjas». El ejemplo de este cuento pone de relieve que, cuando uno se convierte en avaricioso, el dinero y en general las posesiones se tornan un peso, imposible de soportar. Pidamos, por intercesión de la Virgen que Dios nos libre de la avaricia. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 16 de octubre de 2022

«Lo que Dios nos da en la oración»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hay veces, como hoy, que quisiera tener más tiempos para trasmitir la reflexión que me viene a mente y al corazón hacer y hay días, como este, que tengo la agenda cargada desde temprana hora —siempre en asuntos de Nuestro Señor— pero que hacen conformarme con compartir un breve pensamiento. Voy entrando a la tarde de este sábado 15 en que escribo esta reflexión para mañana y ya casi tengo que terminar para continuar con lo que sigue en la agenda. ¡Mil disculpas! No se olviden de pedir por mí y que a todos los sacerdotes nos rinda el tiempo en un ambiente en el que cada vez somos menos padrecitos.

Me topo esta tarde con el Evangelio de este 16 e octubre que a primera vista puede parecer un Evangelio con un tema algo «desagradable» (Lc 18,1-8). Pero esto será solamente si uno no se da cuenta de cual es la real «punta de lanza» del texto. Porque este no es el «Evangelio del juez ignominioso», sino el Evangelio de la seguridad y la confianza en la oración a Dios. Si el sólo hecho de pedir ya obliga a alguien «malo» a dar lo que le piden, que por otra parte no le interesa en absoluto, es imposible que Dios, que es el total amor, no nos dé algo que le interesa a él muchísimo: su justicia, su Reino, su salvación para todo hombre.

¿Cómo es nuestra oración? ¿Qué aspectos de nuestra vida tocan el corazón de Dios cuando estamos orando? ¿Qué es lo que al orar clamamos al Señor? Orar, para todo discípulo–misionero debería ser tan natural como lo es hablar para el hombre; porque debería ser natural la necesidad de ponerse en contacto con Dios para decirle que le amamos y que le necesitamos. Si tenemos una fe viva y operante crecerá la exigencia de acudir al Señor, y aun ejercitándose en un monólogo aparentemente sin respuesta, pondremos cerca de Él todas las inquietudes de nuestra vida. Por intercesión de María, pidamos este domingo, el don de orar con sencillez a nuestro Dios. ¡Bendecido domingo... Jesús nos espera en la Santa Misa dominical!

Padre Alfredo.

sábado, 15 de octubre de 2022

«Dejar actuar al Espíritu Santo en nuestras vidas»... Un pequeño pensamiento para hoy


¡Qué maravilla contar en nuestras vidas con la asistencia del Espíritu Santo! Hoy Jesús en el Evangelio no habla de esto (Lc 12,8-12) y me hace agradecer a Dios que, en su Tercera Persona, me asiste en todo momento como este, en el que busco reflexionar un poco y compartir con ustedes lo que viene a mi mente y a mi corazón. En primer lugar tengo que decir que el espíritu Santo es el gran desconocido entre nosotros los católicos, pues se le recuerda el día de Pentecostés y en pocas ocasiones más. De hecho hay una Misa votiva que se puede celebrar durante el año litúrgico pidiendo la asistencia del Espíritu Santo y cuya oración colecta dice:  Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo».

El Espíritu Santo es, definitivamente el que mueve la Iglesia, es aquél que trabaja en la Iglesia y por supuesto en el corazón de cada uno de los discípulos misioneros de Cristo. Es aquél que nos enseña a mirar al Padre y a decirle: «Padre». El Espíritu Santo actúa en la Iglesia y en nuestras vidas de muchas maneras. Su modo de obrar es infinito, porque es Dios y Él es muy creativo. Por eso para cada situación y para cada persona se «inventa» su manera particular, única, irrepetible, como cada uno de nosotros para hacerse presente. Para dejar actuar al Espíritu Santo en nuestras vidas hay que tener hacia Él una escucha atenta, una escucha que no sea selectiva, es decir, que no escuche solo lo que nos convenga. Hay que tener, también, una gran docilidad. Pero una docilidad que no sea pasividad, sino que implique una participación activa. 

Y tú, ¿cómo dejas actuar al Espíritu Santo en tu vida? Es importante señalar que cada uno de nosotros tiene la elección de aceptar o no la guía del Espíritu Santo. Cuando se conoce la voluntad de Dios pero no se sigue, se está resistiendo a la obra del Espíritu Santo (Cf. Hch 7,51; 1Tes 5,19). Y cuando se desea seguir el propio camino al margen de Dios, se entristece al Espíritu Santo (Cf. Ef 4,30). Leyendo y meditando el Evangelio de hoy nos quedamos con que el discípulo–misionero de Jesús vive constantemente al abrigo del Dios vivo, bajo su cuidado por la acción del Espíritu Santo. Cuando suene la hora de la persecución, como narra el párrafo final de l perícopa evangélica de hoy, el Espíritu Santo se encargará de la defensa. El juicio llevado por el mundo en contra de Cristo, se convertirá, por la acción del Espíritu, en testimonio dado en su favor. Que María, la llena de la gracia del Espíritu Santo nos mantenga siempre firmes dejando actuar al Espíritu en nosotros. ¡Bendecido sábado!.

Padre Alfredo.

viernes, 14 de octubre de 2022

«Cuidado con lo que mata el interior»... Un pequeño pensamiento para hoy


Gran parte de la gente de nuestro tiempo, ha caído en una especie de hechizo en el que han sido atrapados por el sentimentalismo y la búsqueda incontrolada del placer, dejando a un lado los valores de fondo que sostienen la calidad de la vida moral de las personas. Hablar de moral, en nuestra sociedad, es casi tocar un tema en el que seremos rechazados por una gran mayoría que busca vivir en la superficialidad de la vida, sin dar sentido a lo que se es y a lo que se hace.

Hoy el Evangelio nos presenta, en san Lucas (Lc 12,1-7) a Jesús que habla con autoridad sobre este tema a la muchedumbre que se le amontonaba para escucharlo y entre los que seguramente habría algunos que solamente querían escuchar novedades, como siempre sucede. El Señor les dice a quienes le rodean que no tengan miedo a quienes matan el cuerpo, sino al demonio, que puede arrojar a los débiles de mente y de corazón, al lugar de castigo.

Yo creo que como católicos tenemos hoy un gran reto, ayudar a abrir los corazones de quienes nos rodean a descubrir la riqueza de una vida digna libre de la levadura de los nuevos fariseísmos que buscan atacar a quienes se descuidan y dejan entrar la semilla del mal en sus vidas a través de raras ideologías que parecen convencer a muchos de vivir una vida de superficialidad. Que María santísima nos ayude a fortalecer la fe y a ponernos en manos de Dios haciendo su voluntad para no temer a los ataques del enemigo. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

jueves, 13 de octubre de 2022

«Los caminos del hombre, los caminos de Dios»... Un pequeño pensamiento para hoy


En la sociedad en que vivimos, marcada por el excesivo relativismo que sumerge al ser humano en un mundo de confusión inimaginable, el hombre prefiere sus caminos al camino de Dios. Pero esta persecución de la palabra de Dios por parte de la sabiduría humana no quedará impune. Día vendrá, indeterminado pero seguro, en que se pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas, de todos los inocentes, sacrificados a los intereses humanos en virtud de la inteligencia y defensa de la ley. Por eso en toda época los profetas son molestos para una inmensa mayoría, como Cristo lo fue para los fariseos.

Los fariseos, dice el Evangelio de hoy (Lc 11,47-54), estaban dispuestos a honrar a los profetas muertos, haciendo la comedia de edificarles monumentos. Pero no hacían caso a los profetas vivos. Los trataban igual que sus antepasados a los profetas de antes. Esto mismo puede pasar en la sociedad actual, en la que pueden estorbar a los poderosos las voces proféticas que se levantan contra sus injusticias y sus extrañas formas de ver la vida en medio de una cultura de la muerte que se engolfa de valorar solamente lo material, lo que da placer, lo que ensalza el egoísmo. Puede pasar también a nuestro alrededor, cuando nos sentimos molestos cuando somos criticados por nuestro compromiso de seguir a Cristo y hacerlo presente en medio de este mundo que, en su mayoría, no quiere escucharle.

Quien cree en Jesús y, de modo especial, quien lo anuncia, vive amenazado por la violencia de este mundo marcado por las diversas ideologías que lo alejan del querer de Dios. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo nos comportamos? ¿Tenemos miedo de que nos persigan como a los profetas y al mismo Cristo? El tema es clásico en la Iglesia desde el testimonio trágico de Jesús y pasando por todos los justos que han sufrido por su honestidad, sus ideas o su solidaridad con las causas justas y nobles de la humanidad. Sabemos que su martirio no fue inútil, ya que es recogido en el mártir Jesús culminado en su Pascua gloriosa (Flp 2,8-10). Quien cree en Jesús y, de modo especial, quien lo anuncia, vive amenazado por la violencia de este mundo. Que María santísima interceda por nosotros y nos haga valientes como Jesús. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

P.D. El jueves 20 de octubre (Semana entrante) durante la Hora Santa de nuestra parroquia «Ntra. Sra. Del Rosario en San Nicolás» a las 8 de la noche, estará presente una reliquia de primer grado del beato Carlo Acutis. ¡Invito a los de Monterrey a acompañarnos!

miércoles, 12 de octubre de 2022

«Jesús y los fariseos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Leyendo el Evangelio encontramos que los fariseos aparecen en diversos momentos de la vida pública de Jesús. En el relato de hoy (Lc 11,42-46) Jesús nos deja ver que el pecado de los fariseos está en poner empeño escrupuloso en las normas insignificantes mientras desprecian lo esencial; en querer aparecer como irreprochables para ser honrados y estimados como piadosos (cf. Mt 23. 6-7; Mc 12.38-39). 

El discípulo–misionero de Jesús, contrario a esto, sabe que debe valorar las cosas según su importancia. No debe despreciar lo pequeño por ser pequeño, pero debe centrar su esfuerzo en lo fundamental: la justicia, el amor a Dios, el amor al hermano. Ahora no pagamos diezmos de cosas tan menudas. Pero igualmente podemos caer en el escrúpulo de cuidar hasta los más mínimos detalles exteriores mientras descuidamos los valores fundamentales, como el amor a Dios y al prójimo.

Jesús denunció las contradicciones que anidaban en el seno de las prácticas opresoras de fariseos y escribas. Esas contradicciones eran las que permitían que el pueblo sufriera un doble yugo: el de las autoridades religiosas judías y el de las autoridades romanas. Hoy nuestra sociedad vive de otras contradicciones que la mantienen en pie: la explotación como forma de producción, el lucro como forma de intercambio y la manipulación como la ideología vigente. Por intercesión de la santísima Virgen busquemos la justicia y la misericordia más que los ritos externos. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 11 de octubre de 2022

«Dejar que Dios toque nuestro corazón»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio que la liturgia de la palabra de la Misa de hoy nos presenta (Lc 11,37-41), nos muestra a Jesús evidenciando que los fariseos que lo acosan han hecho de su religiosidad una simple fachada de santidad. Ciertamente que debe haber habido muchos fariseos buenos, pero el grupo que ataca constantemente a Jesús, es aquel que se ha quedado con las normas exteriores de conducta del judaísmo sin buscar el cambio profundo que lleve al amor hacia los demás y hacia una justicia real, sobre todo con relación a los más débiles y oprimidos.

El mensaje de Jesús insiste, ya lo sabemos, en la necesidad de un cambio interior y sincero, que, sin descuidar las normas de vida comunitaria o cultural, provoque el advenimiento de una sociedad más justa y equilibrada. Jesús, en medio de la situación religiosa que viven sus compatriotas, quiere que entiendan que poca alabanza se le da a Dios entregando diezmos en el templo o compartiendo alguna limosna si no se experimenta el dolor del que sufre en carne propia la miseria y se pasa de largo frente a los hermanos necesitados.

Hoy también existe una especie de fariseísmo, que es el pecado típico que siempre acecha al hombre y a la mujer supuestamente religiosos. Y la historia de la Iglesia confirma, por desgracia, que las palabras de Jesús tienen tanta vigencia para todos los cristianos, sacerdotes, religiosos, laicos, obispos y papas, como la tuvieron para los piadosos fariseos y dirigentes judíos de su época. Debemos, a la luz de pasajes como éste, aprender a vivir con la libertad de los hijos de Dios. Que María santísima, nuestro auxilio, nos ayude a dejar que Dios toque nuestro corazón. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 10 de octubre de 2022

«La señal de Jonás»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Lc11,29-32) nos ayuda a ver con claridad que a Jesús no le gusta que le pidamos «signos» y milagros nada más porque sí. Él quiere que le creamos a él por su palabra, como enviado de Dios, no por las cosas maravillosas que pudiera hacer. Aunque también las hiciera y las siga realizando.

Por eso en este texto dice que el único «signo» que le va a dar a la gente que le pide una señal, es la señal de Jonás, y por eso también luego añade el ejemplo de la reina de Sabá —la reina del sur, dice el texto evangélico—, quejándose de la poca fe de sus contemporáneos. Hoy también falta fe para creer en Jesús y seguirlo sin esperar «señales» de ninguna clase, aunque sabemos que el Señor sigue haciendo milagros, muchos de ellos a través de la intercesión de santos y beatos a quienes se les invoca.

Hay que recordar, por lo que afirma Jesús, que Jonás fue un pobre profeta, que predicó en Nínive sin hacer ningún milagro: pero los ninivitas le creyeron y se convirtieron. Mientras que a Jesús, «uno que es más que Jonás», y que, además, ha hecho signos sorprendentes que ya debieran bastar para reconocerle como el Mesías de Dios, no le acaban de creer no solamente las gentes de su tiempo histórico, sino muchas de la actualidad. Y lo mismo la reina de Sabá, que vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón, y Jesús «es más que Salomón». Pidamos a María santísima su apoyo para que no busquemos a Jesús por conveniencia sino por amor. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 9 de octubre de 2022

«Agradecidos como el leproso del Evangelio»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de este domingo nos lleva al conocido pasaje de los 10 leprosos que curó Jesús y de los cuales solamente uno —que era extranjero— es el que regresa a agradecer a Jesús el favor concedido (Lc 17,11-19). Esto me invita a tomar como punto de reflexión el tema de la gratitud. 

La gratitud, para todo discípulo¬–misionero de Cristo, debe ser una actitud constante que impregne la vida de cada día. En el año de 1970, la beata María Inés Teresa escribía en una de sus cartas colectivas: «En estos tiempos parece que la gratitud es una cualidad, una virtud, que va desapareciendo. Y Jesús, en su vida mortal, solamente se quejó de la hipocresía y de la falta de gratitud». Carta colectiva de noviembre de 1970. ¿Qué diría si viviera ahora?

El que no es agradecido es sumamente pobre. ¿Qué tiene en realidad? Quien no da gracias a Dios es porque en el fondo no está convencido de deberle nada. Pero a Dios se le debe todo, quizá sin saberlo. Pidamos a María Santísima que interceda por todos nosotros para seamos agradecidos con Dios y con cada uno de quienes nos rodean y a quienes debemos, siempre favores o servicios de caridad que nos brindan. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 8 de octubre de 2022

«Escuchar la palabra y ponerla en práctica como María»... Un pequeño pensamiento para hoy


A través del Evangelio, san Lucas nos muestra que María, la Madre de Jesús, es un modelo de fe para todos nosotros (Lc 11,27-28). Ella, como mujer y como símbolo de todos los humanos, ha recibido el gran regalo de la presencia transformante de Dios sobre la tierra. Esa presencia se concreta como «Espíritu creador» y se traduce en el nacimiento del Mesías salvador. A través de la palabra de María que se ofrece y colabora con su «sí», se realiza el misterio primordial de nuestra historia: Dios hecho humano.

Ayer la celebramos en la Fiesta Patronal de nuestra comunidad parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario y hoy la liturgia nos ofrece este texto mariano que nos hace ver que María santísima ha creído y por eso recibe la auténtica alabanza. Es bienaventurada por su fe y su vida se convierte en fundamento de júbilo y bendición para todos aquéllos que han creído como ella. 

Tal vez las palabras de Jesús la desconciertan. Pero san Lucas sabe que María se ha mantenido en la fidelidad hasta el final: en lo más hondo de su vida ha confiado en la palabra de Jesús y ha venido a ser principio y fundamento de la iglesia. En todos estos rasgos, la Madre de Jesús es modelo de mujer abierta ante el misterio de la vida y modelo de creyente que responde de manera confiada y generosa a la palabra que Dios le ha dirigido. Pidámosle que ella interceda por nosotros para estar también abiertos a la gracia de Dios. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 7 de octubre de 2022

«La Fiesta de Nuestra Señora del Rosario»... Un pequeño pensamiento para hoy


Por fin se ha llegado este día en el que la comunidad parroquial que presido celebra su fiesta patronal en honor de Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás. Nos hemos preparado espiritualmente celebrando un novenario en el que nos han acompañado, cada día, un sacerdote invitado a presidir la Santa Misa. Todos los grupos parroquiales y los feligreses en general, hemos estado participando con mucho gozo.

Nuestra Señora del Rosario es una de las advocaciones más apreciadas por los católicos que tenemos a la Virgen María por reina de nuestras vidas y madre amorosa que nos toma a su cuidado. Reiterando el rezo del saludo angélico del avemaría, con amor y sin cansancio, invocamos diariamente suplicando su intercesión y su consuelo, su ayuda espiritual y material con el rezo del santo rosario. Para entender esta Fiesta en honor de María, tenemos que remontarnos a un 7 de octubre de 1571. Los turcos —el Imperio Otomano— era ya dueño del Oriente, pero querían también conquistar el Occidente entero. Para ello, preparan una gran flota y dan la batalla en Lepanto a las fuerzas del Rey cristiano Felipe II, que actúan al mando de Don Juan de Austria. Y los turcos son derrotados estrepitosamente por el ejército cristiano. Para obtener esta victoria, todo el pueblo cristiano, en unión con el Papa San Pío V, rezaba el Rosario, invocando la protección de María contra los infieles. San Pío V, en agradecimiento a María, instituyó esta Fiesta que hoy celebramos.

Todos sabemos que al confiarnos a la Madre del Señor, como discípulos–misioneros de Jesús nos sentimos cerca de su divino Hijo: estamos defendidos al abrigo de las tentaciones y de los asaltos del mal y de las perturbaciones de la vida humana. Con el rezo del Santo Rosario, hacemos un recorrido por los misterios de la vida de Cristo y con razón san Pablo VI afirmaba que el Rosario «es un compendio del Evangelio». Los invitamos a nuestra fiesta. Misa Solemne a las 7 de la tarde con transmisión por la página de Facebook de la parroquia: https://www.facebook.com/NtraSraDelRosarioSanNicolas ¡Bendecido viernes bajo el amparo de Nuestra Señora del Rosario!

Padre Alfredo.

jueves, 6 de octubre de 2022

«Con insistencia»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Lc 11,5-13) nos lleva a que seamos persistentes en la oración no porque Dios sea sordo, sino porque nosotros necesitamos perseverar para alcanzar lo que pedimos. La naturaleza humana está generalmente caracterizada por la inconstancia. Mucha gente se amilana ante el primer obstáculo que se le presenta en la consecución de diversas metas y proyectos que se traza. Podemos decir que abandonan la nave ante el menor indicio de tormenta.

Hoy San Lucas nos invita a crecer en nuestras aspiraciones y a fortalecer nuestro espíritu con la oración constante. Hay tres verbos que sólo practican los sencillos de corazón: pedir, buscar, llamar. Si a estos verbos se les añade el adverbio «insistentemente» tenemos esbozado el programa de un verdadero seguidor de Jesús.

Cuando uno pide, recibe; cuando busca, encuentra; cuando llama, se le abre. ¿Qué recibimos y qué encontramos? La síntesis de todo lo que podemos recibir y encontrar es el Espíritu Santo; es decir, todo lo que necesitamos para decir «Abbá» y para reconocer con nuestros labios y nuestro corazón que «Jesús es Señor». Pidamos a María que interceda para que sepamos pedir lo que nos conviene. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

miércoles, 5 de octubre de 2022

«El Padrenuestro»... Un pequeño pensamiento para hoy


En el camino de Jesús a Jerusalén, que nos va narrando estos días el evangelista san Lucas en su Evangelio, también se va describiendo el camino de sus seguidores en la vivencia de su fe. Hoy, en este caminar, el Evangelio (Lc 11,1-4) nos enseña la importancia de la oración con «El Padrenuestro» que, en la versión de este evangelista es menos desarrollado que el de san Mateo (Mt 6,9-13).

La versión de san Lucas contiene dos peticiones referentes a Dios: «santificado sea tu nombre, venga tu reino» —San Mateo añade «hágase tu voluntad»— y tres para nosotros: «danos el pan», «perdona nuestros pecados» y «no nos dejes caer en la tentación» —San Mateo añade «mas líbranos del mal»—. Aparte de estas dos versiones en el Evangelio, hay otra versión del primer siglo, la de la Didaché, que añade una doxología final: «tuyo es el reino», que nosotros también decimos en la Misa como conclusión del Padrenuestro. Cierto que hablando de orar al Padre, no importan mucho detenerse en las diferencias en el texto —que vale la pena conocer—. Al fin y al cabo nosotros rezamos la forma eclesial, la que la Iglesia ha creído más conveniente poner en labios de sus fieles, teniendo en cuenta la de las otras confesiones cristianas y también la traducción que más ayude a rezar en común a todos los que utilizan la misma lengua, como en el caso del español, que desde 1988 se ha unificado para los más de veinte países de habla hispana en el mundo.

El Padrenuestro, y su repetición contante, no debe convertirse en un montón de frases de cajón, que no nos conducen a la oración ni a nada, sino que debe marcar un momento en que nos abrimos a la sorpresa del Padre. Es una excelente oración para iniciar la comunicación con el Padre hablando de las cosas cotidianas. Con María Santísima que hizo vida esta hermosa y valiosa oración, no dejemos de orarla. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

martes, 4 de octubre de 2022

«Escuchar al Señor»... Un pequeño pensamiento para hoy


El amor a Dios se manifiesta de una manera muy especial cuando sabemos escucharle. Así hicieron los grandes santos y beatos en la Iglesia como san Francisco de Asís a quien hoy celebramos, pues antes de realizar alguna actividad en su nombre supieron, en la oración, escuchar su voz. San Francisco pudo predicar a Dios con el ejemplo y con la palabra precisamente porque primero escuchó al Señor. El encuentro con el Señor y la escucha de su voz le dieron luz y fuerza para seguirle. La palabra del Señor fue siempre para él un mensaje de esperanza que le abrió a vivir dependiente de Dios en todo, viviendo plenamente la virtud de la pobreza.

Hoy el relato del Evangelio (Lc 10,38-42) nos invita a reflexionar precisamente en esto, en la escucha del Señor. El pasaje de este día, que es propio de san Lucas, trata de la visita que Jesús hizo a sus amigas Marta y María —hermanas de Lázaro— en Betania. Marta estaba empeñada en los quehaceres de la casa mientras María se sentó a sus pies para escucharle. ¡Admirable y muy gráfica escena para ser contemplada detenidamente! Jesús habla. ¿Qué dice? ¿De quién habla? ¿Cuál es el tono de su voz? ¿Está repitiendo la parábola del buen samaritano? Quizá habla de las bienaventuranzas y cómo Él, Jesús, las considera ser fuentes de felicidad: ¡Felices... felices! o bien, como lo hizo con otros discípulos, ¿estará insinuando confidencialmente su muerte y su resurrección? El caso es que María está sentada a los pies de Jesús, postura que para san Lucas es la posición del «discípulo» (Lucas 8, 35; Hechos 22, 3).

Ahora hay que ir hacia nosotros para preguntarnos: ¿Nos gusta estar a los pies de Jesús, es decir, ser sus discípulos para ser sus misioneros? ¿Disfrutamos de la oración para escuchar a Jesús? ¿Qué dejamos que nos diga? ¿En qué actitud le escuchamos? Sin olvidar la actitud de Marta, que también es importante por el quehacer de cada día no puede esperar mucho, como discípulos–misioneros debemos saber conjugar dos dimensiones: la oración y el trabajo servicial. Hoy podemos hacernos más preguntas: ¿Cuál es el aspecto que yo descuido? ¿Me refugio tal vez en la meditación y luego no quiero cumplir con mis obligaciones? ¿Me dedico a un activismo ansioso y descuido los momentos de oración? ¿Soy sólo Marta, o sólo María? ¿No debería unir las dos cosas? Que la Virgen nos enseñe a escuchar a Dios como Ella lo hizo y a estar activos como ella. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

lunes, 3 de octubre de 2022

«Como el buen samaritano»... Un pequeño pensamiento para hoy


La parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37) siempre me ha encantado. Encuentro, cada vez que la leo, una frescura impresionante en la forma en que podemos ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. Hoy la liturgia de la Palabra nos la propone como Evangelio del día. En estas cuantas líneas está toda la novedad ciertamente revolucionaria del Evangelio. San Lucas nos aporta aquí un relato escenificado por Jesús y un doctor de la Ley a quién el mismo Cristo le cuenta la parábola que le abre el entendimiento y el corazón: «Anda y haz tú lo mismo». 

San Lucas es el único evangelista que nos ha comunicado esa página admirable que está en la línea recta de todo el evangelio: ¡El amor al prójimo que va hasta al enemigo, hasta el que piensa diferente de nosotros, hasta el que recorre el mismo camino en diversas circunstancias! Ayer lo acabo de experimentar en casa de mi madre, pues llegaron dos hermanitos testigos de Jehová de esos que van de casa en casa anunciando la Buena Nueva muy a su manera, pues no podemos negar que su Biblia, llamada «El Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras» tiene una traducción muy diversa, en muchas partes, de la nuestra y contiene muchos errores. Vi que ellos se quedaron admirados de que un sacerdote católico conversara con ellos sin pelear, pero sin darle la razón a las teorías erróneas que ellos predican porque así los han adoctrinado. Ahora veo que el relato del buen samaritano dice: «El que tuvo compasión de él»... No sé si me explico, pero de alguna manera muchos de estos hermanitos han sido heridos por el camino de la vida y así, aunque sea con los errores que su doctrina tiene, han recuperado la salud espiritual y esperamos que recuperen la fe católica de la que la mayoría de ellos proviene.

Hay mucho que hacer como «buenos samaritanos» en medio de nuestra sociedad. Hay mucha gente que ha sido «herida» en el camino de la vida y que necesita un poco de escucha, un poco de compasión para abrir su corazón a la gracia de Dios. ¡Cuántas ocasiones tenemos de atender o no a los que se atraviesan en nuestro camino: familiares enfermos, ancianos que se sienten solos, pobres, jóvenes protestantes, testigos de Jehová como los de ayer o drogadictos que buscan redención! Muchos no necesitan ayuda económica, sino nuestro tiempo, una mano tendida, una palabra amiga, un ratito de escucha. Claro que resulta más cómodo seguir nuestro camino y hacer como que no hemos visto, porque seguro que tenemos cosas muy importantes que hacer. Eso les pasaba al sacerdote y al levita, pero también al samaritano: y éste se detuvo y los primeros, no. Los primeros sabían muchas cosas. Pero no había misericordia en su corazón. Con María, pidamos la gracia de saber detenernos en el momento preciso para atender al otro. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 2 de octubre de 2022

«Como una semilla de mostaza»... Un pequeño pensamiento para hoy


Los apóstoles, en el Evangelio de hoy (Lc 17,5-10) le ruegan a Jesús que les aumente su fe: «Auméntanos la fe». Jesús les responde: «Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: “Arráncate de raíz y plántate en el mar” y los obedecería». La comunidad ya ha sido llamada anteriormente: «personas de poca fe» (Lc 12,28). Además, los apóstoles —como enviados— han sido comisionados por Jesús para anunciar las buenas noticias a todas las personas, y «trasmitir la fe» era parte del kerigma/anuncio que tenían que dar (Lc 10,1). Pero ellos mismos saben que necesitan aumentar la fe.

Ante este pasaje me parece oportuno hacerle una revisión a nuestra fe. No que nos preocupemos por su tamaño, porque no importa que no sea vistosa y adornada. Lo que Jesús quiere es que sea viva y activa. Hay mucha gente que se preocupa por tener «dudas de fe»; y a veces estas dudas son signo de una fe que se hace preguntas, que quiere conocer, que desea aprender más. Hay dudas de fe que se parecen mucho a «dolores de crecimiento». El que no tiene fe de ningún tipo, tampoco tiene dudas; el que duda, al menos le da importancia a pensar en ello, y se interroga y se cuestiona.

No tendría sentido que Dios mismo pidiese una fe acrítica, vacía de contenido, sin reflexión o que pensáramos que la fe es como un artículo de consumo. Por eso en la parábola del siervo campesino, que aparece en este mismo pasaje, hay una fuerte crítica a los que actúan para que Dios les recompense; como si quisiesen «comprarle» a Dios su gracia y su amor. La fe es gratis; Dios nos da su amor porque nos lo quiere dar. No podemos prometerle a Dios que haremos tal o cual cosa «a cambio» de algo que le pedimos. Tan sólo podemos mostrarle nuestro agradecimiento, pero no como un «precio» que le pagamos a Dios por el favor. Pidamos nosotros también, de la mano de María, que aumente nuestra fe. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

sábado, 1 de octubre de 2022

«Santa Teresita del Niño Jesús»... Un pequeño pensamiento para hoy


No puedo dejar de hablar en este primer día del mes de octubre de la santita que me ha acompañado cada día desde que me ordené sacerdote y que hoy la Iglesia celebra. Festejamos hoy a santa Teresita del Niño Jesús, la santa que en su breve vida hizo todo un programa de santificación que llamo: «caminito de la infancia espiritual» basado en la niñez de Nuestro Señor. Enferma de tuberculosis murió muy joven (1873-1897). Es doctora de la Iglesia y patrona de las misiones. En nuestro instituto misionero es patrona secundaria.

El Evangelio de hoy (Lc 10,17-24) tiene un fragmento que pronuncia Jesús y que me hace ir directamente al corazón de santa Teresita para reflexionar en la sencillez de su vida ordinaria vivida de manera extraordinaria: «¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!

Yo creo que con santa Teresita del Niño Jesús, deberíamos poder repetir cada día al Señor, que queremos vivir así, de manera sencilla la vida ordinaria para hacerla extraordinaria. Santa Teresita es uno de los «pequeños» del Evangelio que se dejan llevar por Dios a las profundidades de su Misterio. Una guía para todos. Que con su sencillez y bajo el cuidado amoroso de María, demos mucha gloria a Dios haciendo extraordinariamente las cosas sencillas que hacemos cada día. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.