El Evangelio de esta fiesta nos presenta el pasaje en el que Jesús elige a sus apóstoles (Lc 6,12-19). San Lucas nos muestra, en este pasaje, los pasos que Jesús da para escoger a sus apóstoles y enviarlos a la misión y en eso me quiero detener para reflexionar, porque esos pasos son interesantes y marcan este hecho tan significativo de Jesús que quiere tener colaboradores para anunciar la Buena Nueva de salvación. Me voy directamente al primer paso que es la oración. Jesús antes de elegirlos se va al monte a orar. Quiere entrar en diálogo con su Padre, quiere hablar de los hombres que ha pensado como sus más inmediatos colaboradores. El texto nos dice que Jesús oro toda la noche. El segundo paso es la elección de sus apóstoles, cosa que marcará un antes y un después en la vida de cada uno de ellos. Finalmente el tercer paso de esta llamada de Jesús, es el que los envía a la misión.
¡Que gran regalo! Pero lo más maravilloso es que nosotros también hemos sido elegidos por Jesús para ser sus discípulos–misioneros y hacerlo presente en la realidad que nos rodea. Con nosotros también hace estos tres pasos. Ora por nosotros, nos elige y nos envía. Nuestra condición de seguidores de Jesús se trata entonces de un don inmerecido de Dios que lo llevamos en vasijas de barro. Ser sus discípulos–misioneros para llevar la Buena Noticia a los que sufren, a los abatidos, a los pobres, a los marginados, a los presos, a los enfermos, a los niños, a los ancianos, a los más vulnerables y en general a quienes nos rodean. Pidamos la intercesión de los santos Simón y Judas Tadeo y por supuesto de María Santísima para cumplir con el encargo que hemos recibido. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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