lunes, 31 de octubre de 2022

«Amor desinteresado»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy se termina un mes más en este calendario del 2022 que parece ir muy de prisa, por lo menos así me parece a mí, porque los días se me pasan de volada. ¡Ya falta poco menos de dos meses para Navidad! Los comercios están ya retacados de adornos de Navidad que se entrelazan con la mercadotecnia del Halloween y las calaveritas de azúcar para celebrar el día de todos los fieles difuntos. Es impresionante el poder de la publicidad en nuestra sociedad que lleva a mucha gente a comprar, a pensar y a vivir de una manera en la que ni siquiera se ponen a reflexionar. Sin darse cuenta, mucha gente queda atrapada por el consumismo, el cual no respeta edad, nacionalidad o creencia religiosa. Se vale de cualquier elemento para atraer la atención de hombres y mujeres de toda edad con el fin de vender.

En medio de esta vorágine de cosas que aceleran el tiempo, Jesús nos sigue hablando en su Evangelio y hoy nos toca el corazón con un pasaje (Lc 14,12-14) muy interesante. Leyendo este trozo del Evangelio encontramos que Cristo nos recomienda hacer algo opuesto a los criterios espontáneos y a las directrices de este mundo. Mientras que la lógica humana nos dice que si organizamos una comida o una cena hemos de invitar a nuestros amigos y a nuestros parientes, Jesús nos dice que fijemos la mirada en los pobres, lo lisiados, los cojos y los ciegos... Es que hay que entender lo que Jesús nos quiere decir con esto. Debemos pensar en hacer el bien no solo a quienes nos pueden retribuir por lo que hacemos, sino, como se dice: dar las cosas o hacer algo «de corazón» sin esperar nada a cambio.

Si hacemos un favor a una persona porque ya nos lo ha hecho ella antes a nosotros, o porque esperamos que nos lo haga, eso no es amor gratuito, sino comercio. Jesús ha dicho: «si amas sólo al que te ama, ¿qué mérito tienes?; si haces el bien sólo a los que te hacen bien, ¿qué mérito tienes?» (Lc 6,32). Nuestro amor ha de ser desinteresado, sin pasar factura por el bien que hacemos. Si hacemos favores a quienes «no pueden pagarnos», ya nos lo pagará Él: «conmigo lo hiciste». Y Él es buen pagador. Pidamos a María santísima que nos contagie de su corazón generoso para que el nuestro se parezca cada vez más al de Jesús. Guardemos muy bien esta enseñanza en el corazón y pongámosla en práctica porque este tiempo que falta para que llegue la Navidad y culmine el año, es tiempo para compartir. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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