miércoles, 26 de octubre de 2022

«La dieta para entrar por la puerta, que es angosta»... Un pequeño pensamiento para hoy


En el evangelio de hoy (Lc 13,22-30) Jesús nos dice que la puerta de entrada a la vida eterna es angosta, y que muchos que intentarán entrar no podrán. ¡Qué imagen más clara para hablarnos de la «dieta espiritual» que debemos tener todos los creyentes para alcanzar la salvación! Así como nuestro cuerpo físico requiere alimento de buena calidad y a sus horas para estar sanos y no padecer de obesidad, también nuestro ser interior necesita alimentarse adecuadamente para conservar la línea y poder entrar por la puerta que es estrecha.

El principal alimento espiritual que nos prepara para entrar por la puerta angosta es la Eucaristía. El Papa Urbano IV que instituyó la fiesta del Corpus Christi en el año de 1924, nos da una definición muy hermosa de la Eucaristía como alimento. ÉL nos dice que la Eucaristía «es un alimento que restaura y nutre verdaderamente, sacia en sumo grado no el cuerpo, sino el corazón; no la carne, sino el espíritu; no las vísceras, sino el alma. El hombre tenía necesidad de un alimento espiritual, y el Salvador misericordioso proveyó, con piadosa atención, al alimento del alma con el manjar mejor y más noble». El otro alimento indispensable es la Palabra de Dios. Dios nos dio Su Palabra para que sea nuestro alimento espiritual. De modo que aun más que estudiar la Biblia, es necesario que la «comamos», que nos nutramos con la Palabra.

Como un regalo maravilloso, el Señor nos ha dejado estos dos alimentos básicos de nuestra vida espiritual, además de otros como los sacramentos, los sacramentales y las sanas devociones y oraciones y ha dispuesto que los recibamos los dos juntos en un banquete, el banquete de la Eucaristía. En la santa Misa comemos el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. Eso nos fortalecerá para estar en forma y poder entrar por la puerta angosta. Que María santísima nos ayude, intercediendo por nosotros, para que nunca nos falte ninguno de esos dos alimentos. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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