Por eso en este texto dice que el único «signo» que le va a dar a la gente que le pide una señal, es la señal de Jonás, y por eso también luego añade el ejemplo de la reina de Sabá —la reina del sur, dice el texto evangélico—, quejándose de la poca fe de sus contemporáneos. Hoy también falta fe para creer en Jesús y seguirlo sin esperar «señales» de ninguna clase, aunque sabemos que el Señor sigue haciendo milagros, muchos de ellos a través de la intercesión de santos y beatos a quienes se les invoca.
Hay que recordar, por lo que afirma Jesús, que Jonás fue un pobre profeta, que predicó en Nínive sin hacer ningún milagro: pero los ninivitas le creyeron y se convirtieron. Mientras que a Jesús, «uno que es más que Jonás», y que, además, ha hecho signos sorprendentes que ya debieran bastar para reconocerle como el Mesías de Dios, no le acaban de creer no solamente las gentes de su tiempo histórico, sino muchas de la actualidad. Y lo mismo la reina de Sabá, que vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón, y Jesús «es más que Salomón». Pidamos a María santísima su apoyo para que no busquemos a Jesús por conveniencia sino por amor. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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