La gratitud, para todo discípulo¬–misionero de Cristo, debe ser una actitud constante que impregne la vida de cada día. En el año de 1970, la beata María Inés Teresa escribía en una de sus cartas colectivas: «En estos tiempos parece que la gratitud es una cualidad, una virtud, que va desapareciendo. Y Jesús, en su vida mortal, solamente se quejó de la hipocresía y de la falta de gratitud». Carta colectiva de noviembre de 1970. ¿Qué diría si viviera ahora?
El que no es agradecido es sumamente pobre. ¿Qué tiene en realidad? Quien no da gracias a Dios es porque en el fondo no está convencido de deberle nada. Pero a Dios se le debe todo, quizá sin saberlo. Pidamos a María Santísima que interceda por todos nosotros para seamos agradecidos con Dios y con cada uno de quienes nos rodean y a quienes debemos, siempre favores o servicios de caridad que nos brindan. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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