domingo, 16 de octubre de 2022

«Lo que Dios nos da en la oración»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hay veces, como hoy, que quisiera tener más tiempos para trasmitir la reflexión que me viene a mente y al corazón hacer y hay días, como este, que tengo la agenda cargada desde temprana hora —siempre en asuntos de Nuestro Señor— pero que hacen conformarme con compartir un breve pensamiento. Voy entrando a la tarde de este sábado 15 en que escribo esta reflexión para mañana y ya casi tengo que terminar para continuar con lo que sigue en la agenda. ¡Mil disculpas! No se olviden de pedir por mí y que a todos los sacerdotes nos rinda el tiempo en un ambiente en el que cada vez somos menos padrecitos.

Me topo esta tarde con el Evangelio de este 16 e octubre que a primera vista puede parecer un Evangelio con un tema algo «desagradable» (Lc 18,1-8). Pero esto será solamente si uno no se da cuenta de cual es la real «punta de lanza» del texto. Porque este no es el «Evangelio del juez ignominioso», sino el Evangelio de la seguridad y la confianza en la oración a Dios. Si el sólo hecho de pedir ya obliga a alguien «malo» a dar lo que le piden, que por otra parte no le interesa en absoluto, es imposible que Dios, que es el total amor, no nos dé algo que le interesa a él muchísimo: su justicia, su Reino, su salvación para todo hombre.

¿Cómo es nuestra oración? ¿Qué aspectos de nuestra vida tocan el corazón de Dios cuando estamos orando? ¿Qué es lo que al orar clamamos al Señor? Orar, para todo discípulo–misionero debería ser tan natural como lo es hablar para el hombre; porque debería ser natural la necesidad de ponerse en contacto con Dios para decirle que le amamos y que le necesitamos. Si tenemos una fe viva y operante crecerá la exigencia de acudir al Señor, y aun ejercitándose en un monólogo aparentemente sin respuesta, pondremos cerca de Él todas las inquietudes de nuestra vida. Por intercesión de María, pidamos este domingo, el don de orar con sencillez a nuestro Dios. ¡Bendecido domingo... Jesús nos espera en la Santa Misa dominical!

Padre Alfredo.

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