Es muy cierto que es una opción radical la que exige el ser discípulos–misioneros de Jesús. Creer en él es algo más que saber cosas o responder a las preguntas del catecismo o de la teología. Es seguirle existencialmente. Jesús no nos promete éxitos ni seguridades. Nos advierte que su Reino exigirá un estilo de vida difícil, con renuncias, con cruz. Igual que él no busca el prestigio social o las riquezas o el propio gusto, sino la solidaridad con la humanidad para salvarla, lo que le llevará a la cruz, del mismo modo tendrán que programar su vida los que le sigan.
Para nosotros, ir en pos de Jesús significa entonces, confesarlo no como un Dios-hombre impasible, sino como alguien que pasa por el sacrificio de la cruz. Aquí queda resumido el programa de seguimiento para quienes deseen ser sus discípulos–misioneros, así: negarse a sí mismo... tomar la cruz... seguirlo... Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de tomar la cruz y configurar nuestra vida con la de Cristo. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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