Es preciso que nosotros meditemos esa fórmula esencial de nuestra fe. ¡Dios ha hecho a Jesús Señor! Así como Pedro, que antes de la Pascua aparecía con frecuencia lento en entender los planes de Jesús y ahora está lúcido y ha madurado en la fe, conducido por el Espíritu, así nosotros, al contemplar al Resucitado, hemos de madurar en la fe. Pedro proclama el acontecimiento de la Pascua desde la perspectiva mesiánica: al Jesús a quien sus enemigos han llevado a la muerte, Dios, al resucitarle, le ha constituido Señor y Mesías, le ha «autentificado» ante todos en el acontecimiento de la Pascua.
¡Qué importante es vivir con intensidad este tiempo de Pascua! No todo ha terminado con la celebración de la Vigilia Pascual. Los cuarenta días de preparación en el camino cuaresmal que nos llevaron al Triduo Sacro, se ha convertido ahora en cincuenta días que viviremos en ambiente de fiesta por la resurrección del Señor. Podemos cantar, con el salmista, que «la misericordia del Señor llena la tierra». Que María santísima nos aliente, con su profunda fe, a vivir este dinamismo de la Pascua. ¡Bendecido martes de la octava de Pascua!
Padre Alfredo.
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