El santo nombre de Jesús, fue dado de lo Alto. San Lucas en su Evangelio narra: «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno» (Lc 2,21). Por eso este nombre tiene poder. El nombre de Jesús representa a la Persona divina del Verbo encarnado. San Pablo dice a los filipenses: «Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre». (Flp 2,9-11).
La palabra «Jesús» en hebreo quiere decir «Dios salva» o Salvador. Entonces, pronunciar el nombre de Jesús con fe es tomarlo como divino Salvador. Es en el nombre de Jesús que los enfermos son curados, es en su nombre que los muertos resucitan, los cojos andan, los sordos oyen, los leprosos quedan curados… Ese nombre bendito tiene poder. No es casualidad que el Ave María diga: «bendito es el fruto de tu vientre, Jesús». Recordando que el nombre de Jesús está en el centro de esta oración mariana y que el Rosario está centrado en el nombre de Jesús, le pedimos a María que pronunciemos con fuerza y convicción el nombre de su Hijo Jesús. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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