A pesar de que, como digo, la fiesta se traslada al domingo, es costumbre que en muchas partes, además de disfrutar de la llegada de los Reyes Magos cargados de regalos para los pequeñitos, este día se parta la «Rosca de Reyes». El hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que «lo que hicieron con uno de estos pequeños, a mi me lo hicieron» (Mt. 25, 40). Así, a los niños se les hace vivir esta hermoso y delicado recuerdo de aquella maravillosa visita y a los mayores se les invita a compartir la rosca como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido que nos hace familia en la fe.
La primera versión de la Rosca de Reyes data del siglo XIV cuando, en la Francia medieval, se repartía durante la Navidad con un haba seca escondida en el interior. Quien encontrara el haba, gozaba de privilegios en los días siguientes. Cuando la costumbre llegó a España, una serie de simbolismos inspirados en la historia bíblica de los reyes de oriente que llegaron a adorar al niño Jesús fueron asociados con la repartición del pan y los primeros evangelizadores de América trajeron la costumbre a México. Hoy la rosca tiene en su interior, regularmente, un pequeño niño que nos recuerda el amor que el Niño Dios tiene a quien le toque y, por tradición, esta persona regalará tamales en el día de la presentación del Señor el 2 de febrero. Con María, José y recordando a los Reyes Magos celebremos este día y a quien le toque el pequeño niño en su trozo de rosca... ya sabe, tamales para el día 2. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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