Esta casa religiosa, que tiene además la función de casa de retiros, encuentros y Ejercicios Espirituales está enclavada en un centro de espiritualidad y lugar de peregrinaciones en lo que fuera la hacienda de Jesús María, Villa de Reyes, en San Luis Potosí, México. Aquí antes de que esta casa fuera de las Madres de la Cruz, solía venir en el tiempo de vacaciones la beata Concepción Cabrera de Armida, su fundadora. Todavía se conservan algunos muebles de su tiempo. Concepción Cabrera de Armida es la fundadora de las Obras de la Cruz conformada por varias congregaciones religiosas y grupos de laicos. Las casas de las Madres de la Cruz son —como ellas mismas dicen— un oasis para Jesús… donde quien llegue encuentre acogida, consuelo… así como también un oasis en el mundo y para el mundo, donde las personas puedan acercarse a Jesús Eucaristía y llenarse de vida y esperanza.
Desde aquí contemplo unas palabras de la primera lectura de la Misa de hoy (Hb 12,1-4) que siento muy para nosotros que estamos en estos días de retiro. Dice la lectura: «Dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús». Así nos habla la Palabra de Dios y nos recuerda que todo tiempo de retiro y en especial los Ejercicios Espirituales ofrecen un espacio para re-estrenar la vida interior. Sí, es Cristo el Señor, el Sumo y Eterno Sacerdote al que queremos contemplar estos días. Que María santísima, a quien la beata Conchita —como le llamaban de cariño— interceda por nosotros. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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