sábado, 6 de mayo de 2023

«La devoción mariana de los primeros cinco sábados»... Un pequeño pensamiento para hoy


Varias veces he comentado que por una tradición muy antigua, el sábado, en la Iglesia, es destinado de una manera especial al culto a la santísima Virgen María, entre otras razones, por el hecho de que el sábado se sitúa entre el día del gozo, que es el domingo, y el día penitencial, que es el Viernes; así la Virgen es medianera entre Dios y los hombres. Además, como afirma santo Tomás de Aquino: «el sábado siguiente al Viernes Santo, la única que permaneció firme en su fe fue María». Tiempo después, La Virgen de Fátima, y luego, su Hijo Jesús, pidieron a sor Lucía, difundir la devoción de los cinco primeros sábados de mes en honor del Inmaculado Corazón de María. Hoy, que es el primer sábado del mes de mayo, quiero compartir en mi reflexión de este día, algo al respecto, iniciando con decirles que, contando desde el día de hoy, hay cinco primeros sábados hasta que se cumpla el aniversario de la última de las apariciones de Fátima el 13 de octubre.

Esta devoción, que puede considerarse hasta ahora muy poco conocida, consiste en que cada primer sábado de mes, durante cinco meses seguidos, se realicen diversos actos de piedad con la intención de reparar los pecados contra el Inmaculado Corazón de María. Estos actos de piedad, que se pueden realizar cada primer sábado de mes son, por ejemplo: confesarse —de preferencia ese mismo día o unos días antes—, asistir a la santa misa de sábado —no incluida la de precepto por la tarde—, comulgar, rezar el santo rosario y hacerle compañía a María al menos quince minutos, meditando los misterios del rosario. Son cinco sábados seguidos los que se dedican a esta devoción porque Jesús se le apareció a sor Lucía en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 y le explicó que hay cinco tipos de ofensas y blasfemias pronunciadas contra el Inmaculado Corazón de María.

La primera de estas blasfemias que se han de reparar es la que se da en contra de su Inmaculada Concepción; la segunda, contra su virginidad perpetua; la tercera contra su maternidad divina, rehusando recibirla como Madre de la humanidad; la tercera, la de los que procuran infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada; y finalmente la quinta, referida a los que la insultan directamente en sus sagradas imágenes. ¿Podrás encontrar hoy sábado, algún espacio para hacer de estos actos de reparación? Aprovechemos los sábados acompañando a María pensando en las personas más obstinadas en su pecado sin arrepentirse, aquellas que están, sin saberlo, al borde de la muerte y están en pecado mortal y sobre todo aquellas que por circunstancia de lugar, están lejos de la posibilidad de conseguir un sacerdote y recibir los sacramentos incluso en sus últimos momentos... ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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