De hecho en la fiesta de hoy, la lectura del pasaje del evangelio de san Juan (Jn 14,6-14) ha sido escogida, seguramente, porque en ella se menciona al apóstol Felipe. Con seguridad hay que diferenciarlo del Felipe protagonista de varios relatos del libro de los Hechos de los Apóstoles, uno de los siete varones escogidos como administradores de la comunidad por los apóstoles (Hch 6, 1-6), el evangelizador de Samaria (Hch 8, 4-8) y del eunuco etíope (Hch 8, 26-40). En este pasaje, el apóstol Felipe hace a Jesús una petición audaz e inusitada: «muéstranos al Padre y eso nos basta». Nada menos, como si a Dios se le pudiera mostrar aquí o allá, como se muestra a una persona o a una cosa cualquiera. Como si Dios pudiera ser contemplado con nuestros ojos mortales. Pero con su audacia el apóstol Felipe ha hecho que Jesús nos revele el verdadero rostro de Dios: «quien me ha visto a mí ha visto al Padre».
Conocer a Jesús, escuchar sus palabras, vivir sus mandamientos, equivale a conocer plenamente a Dios como lo conocieron los apóstoles. La fiesta de hoy, gracias a lo que podemos leer y escribir, nos invita a contemplar el rostro amoroso del Padre reflejado en la bondad de Jesucristo, en su misericordia y amor hacia los pobres y sencillos. No dejemos de leer la Sagrada Escritura y demos gracias siempre por tantos escritores que, adentrándose en este mundo, nos ayudan a aumentar nuestro amor de Dios. Pongamos a todos bajo la protección de María. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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