viernes, 17 de abril de 2020

«OREMOS POR EL PAPA»... HORA SANTA 41


Monición de entrada:

Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre, rostro de Dios que se hace Eucaristía por y para nosotros. Al acudir a adorar a Jesús Sacramentado experimentamos la infinitud de su misericordia: él es la puerta de salvación para llegar al Padre cuya  encomienda se ha quedado plasmada en la persona del Papa. Asistido por el Espíritu Santo, el Vicario de Cristo ilumina y acompaña a la Iglesia en todas las puertas de la vida. Todos debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si escuchamos su tono de voz, unidos al Santo Padre, su vicario en la tierra, estamos seguros, estamos salvados. Podemos entrar sin temor y salir sin peligro. En esta Hora Santa, Jesús, presente en la Eucaristía, nos recibe, nos abre las compuertas de su costado, nos perdona, nos fortalece, nos anima, nos habla y nos escucha. Él nos acoge en sí mismo como familia de fe, como Iglesia unida al Papa por quien ofrecemos estos momentos de adoración. Nos ponemos de pie.

Canto de entrada:
«Iglesia peregrina»

Todos unidos formando un solo cuerpo,
un pueblo que en la Pascua nació.
Miembros de Cristo, en sangre redimidos, 
¡Iglesia peregrina de Dios!
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu 
que el Hijo desde el Padre envió. 
El nos empuja, nos guía y alimenta 
¡Iglesia peregrina de Dios!

Somos en la tierra semilla de otro reino, 
somos testimonio de amor. 
Paz para las guerras y luz entre las sombras 
Iglesia peregrina de Dios.

Todos nacidos en un solo Bautismo, 
unidos en la misma Comunión, 
todos viviendo en una misma casa, 
¡Iglesia peregrina de Dios!
Todos prendidos de una misma suerte,
ligados a la misma salvación. 
Somos un cuerpo, y Cristo la Cabeza, 
¡Iglesia peregrina de Dios!

Ministro: Adoremos y demos gracias en cada momento 
Todos: al Santísimo Sacramento 

Padre Nuestro... 
Ave María...
Gloria...
(Esto se repite tres veces)

Ministro: Reconociendo a Jesús cuyo corazón abierto es la puerta del cielo, decimos:
Todos: SEÑOR MI DIOS, YO CREO, ADORO, ESPERO Y TE AMO. TE PIDO PERDÓN POR LOS QUE NO CREEN, NO ADORAN, NO ESPERAN Y NO TE AMAN (3 veces).

(Momento de silencio para meditar)

Lectura del Evangelio:
(Si está presente un diácono o un sacerdote a ellos les toca hacer esta lectura)

Del Evangelio según san Mateo:                                                                               (Mt 16,13-19).

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Él les dijo: «Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» Palabra del Señor.

(Momentos de silencio para meditar la palabra de Dios)

Canto para meditar:
«Simón, Pedro, hijo de Juan»*

Simón Pedro, hijo de Juan,
dime si me amas más que estos,
dime si me amas más que estos,
Simón Pedro, hijo de Juan.
Señor, tú bien sabes que te quiero,
entonces apacienta mis ovejas,
entonces apacienta mis ovejas,
Simón Pedro, hijo de Juan.

Pregunta Jesús otra vez,
Simón Pedro, dime si me amas
Simón Pedro, dime si me amas,
respóndelo y dímelo otra vez.
Señor tu bien sabes que te quiero,
entonces apacienta mis ovejas,
entonces apacienta mis ovejas,
Simón Pedro, Hijo de Juan.

Pregunta por tercera vez,
Simón Pedro dime si me amas,
Simón Pedro dime si me amas,
y no te pongas triste hijo de Juan.
Señor tú bien sabes que te quiero,
entonces apacienta mis corderos,
entonces apacienta mis corderos,
Simón Pedro Hijo de Juan.

Simón en verdad te digo,
cuando eras más joven te ceñías,
e ibas a donde tu querías,
más cuando seas viejo no lo harás.
Sígueme, tú Pedro sígueme,
y glorifica a tu Dios,
sígueme, tú Pedro sígueme,
y glorifícalo en la cruz.

* En caso de no saber el canto se lee el texto de Jn 21,15-17.

(Momentos de silencio para meditar)

Lector 1: La voluntad divina, expresada en Cristo de constituir un Pueblo nuevo, una Iglesia instrumento para la realización del Reino de Dios, contará, porque el Señor así lo quiso, para ejercer su ministerio de salvación hasta el final de los tiempos, con un vicario de Cristo que esté al frente de su familia en la fe. Pedro será la roca contra la que se estrellarán las asechanzas del enemigo, y par eso contará con unos poderes y facultades muy superiores a la capacidad de cualquier hombre y de cualquier sociedad: perdonar, regir, enseñar también con infalibilidad si conviene, aglutinar en la unidad a la convocación de los elegidos.

Lector 2: El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 552 nos dice que en el colegio de los doce, Simón Pedro ocupa el primer lugar (cf. Mc 3, 16; 9, 2; Lc 24, 34; 1 Co 15, 5). Jesús le confía una misión única. Gracias a una revelación del Padre, Pedro había confesado: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Entonces Nuestro Señor le declaró: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mt 16, 18). Cristo, «Piedra viva» (1 P 2, 4), asegura a su Iglesia, edificada sobre Pedro la victoria sobre los poderes de la muerte. Pedro, a causa de la fe confesada por él, será la roca inquebrantable de la Iglesia. Tendrá la misión de custodiar esta fe ante todo desfallecimiento y de confirmar en ella a sus hermanos (cf. Lc 22, 32).

Lector 1: Jesús, a quien ahora contemplamos vivo y radiante en esta Custodia Santa, declara que fundará un nuevo Pueblo de Dios, una Iglesia, un pueblo convocado para dar culto a Dios, y, en esa Iglesia, Pedro será piedra fundamental para la construcción y edificación constante de la misma. A partir de aquel momento, en la historia de la Iglesia, dentro de la historia de salvación, no se entenderá a Pedro sin la Iglesia, ni a la Iglesia sin Pedro.

Lector 2: El Catecismo también nos dice, en el número 881, que el Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). «Está claro que también el Colegio de los Apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro» (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.

Lector 1: El texto de Jn 21, 15-17, que hemos escuchado —en forma de canto—, es la realización del primado anunciado y prometido a Pedro en Mt 16, 17. Pedro es constituido como el Pastor único de la grey de Cristo: «Apacienta mis ovejas», «apacienta mis corderos». 

Lector 2: El evangelista san Juan nos describe como Jesús, después de su resurrección, se aparece a sus discípulos y le exige a Pedro una triple confesión de su amor (Jn 21, 15-17). Aquí Pedro, en reparación de su triple negación, da al Señor una triple confesión de su amor. Entonces Cristo, el Buen Pastor (Jn 10, 11. 14) le da a Pedro plena autoridad y responsabilidad sobre su rebaño. Apacentar significa enseñar, gobernar. Y la triple exigencia de confesión muestra la solemnidad del encargo. 

Lector 1: Según Ef 4, 11 Cristo también concedió a otros la misión de ser pastores, pero en Pedro la misión no recae sólo en su función como pastor, sino en la universalidad de su misión como pastor de la Iglesia. Los textos Jn 21, 15 -17 se refieren a Jn 10, 1-18, donde Jesús se proclama como el Buen Pastor, el único dueño de las ovejas. Pedro recibe de Jesús el encargo de ocuparse de ese único rebaño del cual es el pastor.

Ministro: Hagamos un buen espacio de silencio para orar por el Papa y su ministerio petrino, roguémosle al Señor, desde el silencio de nuestro corazón por él.

(Momentos de silencio para meditar)

Monitor: Dios es Padre de todas las personas y quiere que todos se congreguen en una sola familia libre de toda división y distensión.  Confiando en su providencia, ponemos nuestra oración por la paz delante de Él y suplicamos:

Todos: Señor, escucha nuestra oración.

Lector: Por todos los cristianos y todas las personas de buena voluntad, para que nunca pierdan la esperanza en la posibilidad de la paz, roguemos al Señor:
Todos: Señor, escucha nuestra oración.

Lector: Por todos los gobernantes, para que puedan escuchar y responder a las peticiones de los ciudadanos por la paz y la justicia, roguemos al Señor:
Todos: Señor, escucha nuestra oración.

Lector: Por  los jóvenes de todas las partes del mundo, para que puedan crecer en valores, buscando la paz que Dios ofrece al mundo, roguemos al Señor:
Todos: Señor, escucha nuestra oración.

Lector: Por aquellos que realizan su servicio militar, para que el Señor los guíe y los proteja, roguemos al Señor:
Todos: Señor, escucha nuestra oración.

Lector: Por todos los que han muerto, especialmente por aquellos que han muerto en la guerra, para que el Señor los acepte dentro de su presencia amorosa, roguemos al Señor:
Todos: Señor, escucha nuestra oración.

(Momentos de silencio para meditar)

Monitor: Oremos por nuestro Santísimo Padre el Papa Francisco. El Señor lo conserve, le de la vida, lo haga feliz en la tierra y no entregue en manos de sus enemigos. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. 

Todos: Oh Dios, pastor y soberano director de todos los fieles, mira propicio a tu siervo, nuestro pontífice Francisco, a quien has constituido pastor de tu Iglesia, haz que con su ejemplo y su doctrina edifique a los que les has ordenado dirigir, y que en unión de la grey que te dignaste confiarle, consiga alcanzar la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

Canto para recibir la bendición con el Santísimo Sacramento:
«¡OH, BUEN JESÚS!»

¡Oh, buen Jesús!  
Yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar,
al alma fiel en celestial manjar (2 veces).

Dulce maná y celestial comida,
gozo y salud de quien te come bien,
ven sin tardar, mi Dios, mi Luz, mi Vida,
Desciende a mí, hasta mi pecho ven. (bis)

¡Oh buen Pastor! amable y fino amante,
mi corazón se abraza en santo ardor;
si te olvidé, hoy juro que constante,

he de vivir tan solo de tu amor (bis).

Espero en ti piadoso Jesús mío,
oigo tu voz que dice: ven a mí
por que eres fiel, por eso en ti confío,

todo, Señor, espérolo de ti (bis).

(Si está presente el sacerdote o el diácono, a ellos corresponde dar la bendición, de otra manera, se hacen las oraciones correspondientes y se reserva el Santísimo Sacramento en el Sagrario).

Ministro: Nos diste, Señor, el Pan del Cielo
Todos: Que en sí contiene todas las delicias.

Ministro: Oh Dios que bajo este admirable sacramento del Altar, nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Ultimas oraciones:

Bendito sea Dios
Bendito sea su santo nombre
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre
Bendito sea el Santo Nombre de Jesús
Bendito sea su sacratísimo corazón
Bendita sea su preciosísima sangre
Bendito sea Jesucristo en el santísimo Sacramento del altar
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador
Bendita sea la gran Madre de Dios: María santísima
Bendita sea su santa e inmaculada concepción
Bendita sea su gloriosa Asunción
Bendito sea el nombre de María: Virgen y Madre
Bendito sea san José su castísimo esposo
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

CANTO FINAL PARA LA RESERVA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO:
«VASO NUEVO»

Gracias quiero darte por amarme,
gracias quiero darte yo a ti Señor,
hoy soy feliz porque te conocí
gracias por amarme a mí también.

Yo quiero ser, Señor amado,
como el barro en manos del alfarero,
toma mi vida hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.

Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste
si te ofendí perdóname Señor

pues te amo y nunca te olvidaré.

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