viernes, 3 de abril de 2020

LA CELEBRACIÓN DE SEMANA SANTA Y EL MINISTRO EXTRAORDINARIO DE LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA...


La Semana Santa constituye, indiscutiblemente, el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión olvidándose de lo esencial. Para el MECE, esta semana, llamada en un principio «La Gran Semana» y hoy también por esta razón «Semana Mayor», debe constituir un tiempo especialísimo para unirse más a Jesús Eucaristía en la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor para aprovechar todas las gracias que estos días, llamados «días santos» nos traen.

Ser un MECE no debe limitarse a ser solamente una ayuda durante la celebración de la Misa o el día que toca ir a llevar la comunión a los enfermos, pues el alcance de esta función es tan amplio que impulsa a quien ostenta este cargo a ir más allá en su llamado del Señor; ser ministro para orar; ser ministro para colaborar con la comunidad; ser ministro para entregarse en sacrificio y generosidad; ser ministros para crear comunión dentro de la Iglesia por medio de lazos de cercanía y solidaridad con el prójimo, actitudes que se pueden desarrollar de una manera muy clara en los días santos.

La Instrucción «Immensae Caritatis» (29 de enero de 1973), indica que el fiel designado ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, y debidamente preparado, deberá distinguirse por su vida cristiana, por su fe y buenas costumbres. Menciona que éste se esforzará por ser digno de este nobilísimo encargo, cultivará la devoción a la Sagrada Eucaristía y dará ejemplo a los demás fieles de respeto al Santísimo Sacramento del altar.

En la Semana Santa, el MECE no debe de olvidar todo esto. Las celebraciones litúrgicas y de piedad popular de estos días de semana santa, el MECE debe vivirlas con una plena conciencia de ver la Luz de la Pascua en cada acontecimiento.

Esta semana, como sabemos, se inicia con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua y su centro es la «Vigilia Pascual». Para vivir la Semana Santa, todo MECE, más que nunca, debe darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico le toque o no realizar alguna actividad de relevancia.

Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el sentido arrepentimiento de nuestros pecados. Es un buen momento para acercarse al Sacramento de la Penitencia para morir al pecado y resucitar con Cristo en la celebración de Pascua. La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

Lo importante de este tiempo no es —como mucha gente piensa— el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender el por qué lo hizo; por qué murió y resucitó el Señor. Se trata de celebrar y revivir, en estos días, su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra. Las mañanas del Jueves, Viernes y Sábado Santos, para el MECE en especial, no son mañanas vacías de celebraciones, son mañanas de oración personal. El MECE ejerce su ministerio orante unido a Cristo, el orante por excelencia.

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?: El pueblo judío celebraba la fiesta de Pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena. En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud. Jesús —como sabemos— es el nuevo «Cordero Pascual» que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte. Veamos ahora lo esencial de cada día para recordarlo:

Domingo de Ramos: En este día celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la Misa. Es un buen día para dar gracias a Dios por el regalo que Dios les da como MECES y pensar en todos los que cuidan a los enfermos a los que ustedes llevan la Sagrada Comunión. ¿Cómo los reciben cuando llegan a las casas de nuestros enfermos? No hay palmas, pero hay gozo, alegría, esperanza, porque llega el Rey de reyes.

Jueves Santo: Ese día se celebra la Misa Crismal en donde los sacerdotes renuevan las promesas sacerdotales y se bendicen los Santos Oleos. Por la tarde se revive la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en el Cenáculo, aquel momento en el que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicio. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo. ¿Cómo valoras el servicio que el Señor te permite realizar como MECE? ¿Cómo vives tus momentos de oración junto a Jesús Eucaristía? En cada Misa en la que participa el MECE, encuentra una oportunidad para servir en lo que pueda. La disponibilidad en cada celebración, debe ser una característica primordial en aquel que, como Jesús, busca «lavar los pies» de los hermanos.

Viernes Santo: El día recuerda la pasión y muerte de Nuestro Señor: su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Esto se conmemora con la sobria celebración de la Adoración de la Cruz y, popularmente, con un Via Crucis solemne —muchas veces viviente y/o por las calles—. La cruz está presente en la vida del MECE... ¿La abrazas con fe? ¿Sabes morir con Cristo renunciando a lo que te aparta de Él? Dios muere de Amor. Ofrece su vida al Padre para obtener el perdón de mis culpas. «Mira cómo te amo», me dice, silencioso, desde la cruz. Es un día para que el MECE se deje amar.

Sábado Santo: No es día para hacer mucho, sino para recibir en silencio el Amor. La piedad popular, por la mañana celebra el Pésame a la Virgen Via Matris, acompañando a María, la Madre de Jesús y Madre nuestra en el camino de regreso del Via Crucis. Durante el día se recuerdan los momentos entre la muerte y la resurrección de Jesús. Es un día de luto, no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo la Vigilia Pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia es «la tarde y noche anteriores a una fiesta». En esta celebración se bendice el fuego nuevo, se enciende el Cirio Pascual que nos recuerda a Cristo como luz del mundo y se bendice el agua lustral (purificadora) que nos invita a morir al pecado y resucitar a una vida nueva. Es muy significativa la presencia del MECE en esta celebración. ¿Tienes ya tu cirio? ¿Qué sentido le das al agua lustral?

Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua: Es el día más importante y más alegre para todos los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida, por eso se celebra con una gran vigilia, la «Vigilia Pascual». Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Es un buen día para renovar interiormente el compromiso de seguir sirviendo al Señor como portadores de su presencia eucarística. ¿Cómo tratas a Jesús Eucaristía, vivo y resucitado, cuando lo tienes en tus manos y lo portas en tu relicario?

Algunas sugerencias para vivir la Semana Santa: Asistir en familia o a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria. Se puede organizar una pequeña representación acerca de la Semana Santa. Poner algún propósito concreto a seguir para cada uno de los días de la Semana Santa.

Que María la Virgen, vestida de Nuestra Señora del Roble en nuestra parroquia, interceda por cada uno de los MECES para que tengan unos días muy fecundos de Semana Santa. María es la madre de Jesús que es Dios hecho hombre y por consiguiente es madre de todos nosotros. En estos días de Semana Santa no solo debemos invocarla con el Ave María o rezando el Santo Rosario, tenemos que imitarla en nuestro quehacer, cultivando y reforzando nuestra fe. El MECE, tomando a María como ejemplo, debe vivir estos días lleno de bondad, haciendo obras de caridad para beneficio de los más necesitados como ella, que fue una mujer desprendida y caritativa con los más pobres. Ella enseña y pide que dejemos de ser egoístas y apoyemos al que más lo necesita. Además María, siendo mujer de fe, pide también ser amables, respetuosos, alegres con esperanza y cultivando el optimismo a pesar de que sean días de mucho trabajo y compromiso.

En Semana Santa, la vida de María, madre, mujer y apóstol modelo de humildad, de fe y de caridad, ayudará a todos, incluidos por supuesto los MECES a vivir santamente estos días en que revivimos la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Padre Alfredo.

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