lunes, 27 de abril de 2020

«Santa María Guadalupe García Zavala»... Un pequeño pensamiento para hoy


Este lunes me centro en la figura de la santa mexicana María Guadalupe García Zavala «Madre Lupita», Fundadora de la congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, que en México se celebra el día de hoy. Lupita nació en Zapopan, Jalisco, el 27 de abril de 1878. Desde muy pequeña, esta santa mujer visitaba la iglesia con mucha frecuencia y mostró grande amor a los pobres y a las obras de caridad. De joven tenía fama de ser muy bonita y simpática, sin dejar de ser sencilla y transparente, amable y servicial con todos. Tuvo un noviazgo con el Señor Gustavo Arreola, y ya prometida en matrimonio a la edad de 23 años, sintió la llamada del Señor Jesús para consagrarse a la vida religiosa sobre todo en la atención a los enfermos y a los pobres. Le contó esta inquietud a su director espiritual, el Padre Cipriano Iñiguez, quien le dijo que, a su vez, él había tenido la inspiración de fundar una congregación religiosa para atender a los enfermos del Hospital y la invitó a comenzar esta labor, y fue así que entre los dos fundaron las «Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres». La Madre Lupita ejerció el oficio de enfermera atendiendo a los primeros enfermos en el Hospital, que al inicio carecía de muchas cosas, sin embargo, siempre reinó la ternura y compasión, procurando sobre todo para los enfermos un buen cuidado en la vida espiritual.

La Madre Lupita fue proclamada superiora general, cargo que desempeñó durante toda su vida, y aunque provenía de una familia de un buen nivel económico, ella se adaptó con alegría a una vida extremadamente sobria y enseñó a sus religiosas a amar la pobreza para poder donarse más a los enfermos. El cuadro político-religioso en México fue grave desde 1911, con la caída del presidente Porfirio Díaz, hasta prácticamente 1936 porque la Iglesia fue perseguida por los revolucionarios Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Pancho Villa y sobre todo Plutarco Elías Calles en el período más sangriento de 1926 a 1929. En este tiempo de persecución, la Madre Lupita arriesgando su vida y la de sus religiosas escondió en el hospital a algunos sacerdotes y también al mismo arzobispo de Guadalajara. Por otra parte, a los mismos soldados persecutores les daban alimento y los curaban de sus heridas; éste fue un motivo para que los soldados que estaban encuartelados cerca del hospital no sólo no molestaban a las hermanas sino que hasta las defendieron, lo mismo que a los enfermos. El 13 de octubre de 1961 la entera Congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres festejaron el jubileo de diamante de la Madre Lupita, es decir, los 60 años de vida religiosa de la amada fundadora, sin embargo ella que tenía 83 años de edad padecía de una penosa enfermedad que después de dos años la llevó a la muerte. Se durmió en el Señor el 24 de junio de 1963 en Guadalajara, Jalisco, México a la edad de 85 años, gozando desde entonces de una sólida fama de santidad.

El Evangelio de hoy (Jn 6,22-29), el Señor nos invita a trabajar «por el alimento que dura para la vida eterna» y eso hizo la Madre Lupita. Con sencillez y gran generosidad en diversas y muy variadas épocas de la historia de México, supo ir construyendo, en paralelo y de la mano la historia de salvación en la que Dios vela por cada alma. Meditar la Palabra de Jesús por la Fe y comulgar a su Cuerpo se convirtieron en el sostén de la vida de esta santa mexicana, incluso cuando en medio de la persecución religiosa la comunión habría de ser espiritual, de una intimidad impresionante en un alma pura... Y es que no se cree de verdad en Jesús, Hijo de Dios encarnado, si no se está dispuesto a comulgar con Él. El gran amor a la Escritura en la lectura espiritual la sostuvieron en momentos de grandes pruebas, pues hay que haberse alimentado con la Palabra de Dios, para poder alimentarse realmente de la Eucaristía sacramental y espiritualmente Que la Madre Lupita y la Virgen Santísima intercedan por nosotros porque obrar, afanarse, trabajar... esforzarse, para nuestra vida espiritual... es básico para perseverar en la tarea de salvación que Dios nos ha asignado. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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