sábado, 8 de julio de 2017

NOVENA BREVE A LA BEATA MADRE MARÍA INÉS TERESA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO*...


1. Pidamos espíritu misionero

«Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva» (Mc. 16, 15). Esta es la misión que nos dejó el Señor y que estamos llamados a realizar en unión con toda la Iglesia, con nuestra oración, nuestro testimonio y nuestra acción directa, para así llevar a muchas almas a Dios. Seamos, a ejemplo de Madre Inés, misioneros sin fronteras para que todos conozcan y amen al Dios de la Vida, pues es urgente que Cristo reine.

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Oh Dios que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, sírvete de nosotros como de un instrumento para hacer llegar al mundo tu amor y tu Palabra. Que por medio de nuestra oración, sacrificios, y el testimonio de mi vida, muchos te conozcan y te amen. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


2. Pidamos espíritu sacerdotal

Dios se ha hecho hombre y se ha entregado a la muerte y muerte de cruz, por amor a nosotros, para salvarnos. En ocasiones se nos presentan pequeñas o grandes cruces, como puede ser una enfermedad, una dificultad, un dolor. Unamos, con María, nuestros dolores a los de Jesús y serán redentores, ofreciéndolos, como Madre Inés, por la salvación de muchas almas, por la conversión de los pecadores, continuando así en nosotros la expresión más grande del amor de Dios: su Cruz.

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Padre Misericordioso que has amado tanto al mundo que has enviado a tu Hijo único para darnos vida con su muerte, rescatándonos con su Cruz de la esclavitud del pecado; enséñanos el valor redentor del sufrimiento y ayúdanos con tu gracia a llevar con amor y paz las pequeñas cruces de cada día. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


3. Pidamos que nunca nos falte la alegría

En el Sermón de la montaña Jesús nos enseña que la verdadera felicidad se encuentra sólo en Dios, pues a pesar de las dificultades sabemos que estamos en las manos de un Padre que nos ama. Es la alegría de los pequeños que saben mirar la mano amorosa de Dios que nos conduce hacia la bienaventuranza eterna. Esta alegría, no se puede guardar, sino que brota necesariamente del corazón, «envolviendo en amabilidad y bondad todos nuestros actos, en una sonrisa, que lleve a cuantos nos rodean la paz y la felicidad en Dios».

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Padre Bueno que nos muestras que el camino de la verdadera felicidad se encuentra en la adhesión plena a tu voluntad, concédenos, a imitación de María, la bienaventurada por excelencia, descubrir tu presencia en nuestras vidas, para poder así compartir con los demás el gozo de tu amor. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


4. Pidamos crecer en la confianza

El Señor nos ha prometido que todo lo que pidamos al Padre en su Nombre nos lo concederá. Madre Inés vivió de confianza y esperó contra toda esperanza, aún en las situaciones más difíciles, en las cuales nunca faltó la ayuda de la Divina Providencia, pues la esperanza no defrauda. Abandonada siempre a la bondad de su Padre decía: «Confiar, confiar siempre, confiar por encima de todo; la confianza humilde cautiva el corazón de Dios». Ella misma hizo vida la oración que tenía constantemente en los labios y en el alma: «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío».

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Padre lleno de bondad, que con tu amorosa Providencia guardas y guías nuestras vidas. Enséñanos a buscar primero tu Reino, de modo que todo lo demás lo esperemos confiadamente de tu mano. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


5. Pidamos cumplir la Voluntad de Dios

La voluntad de Dios es siempre Amor, cada acontecimiento de nuestra vida forma parte del plan que Él tiene para cada uno y nos va conduciendo por el camino que ha preparado para llevarnos a gozar de su presencia.  Jesús, el Siervo de Yahvé, es la Palabra que dice sin cesar: «He aquí que vengo a cumplir tu voluntad». En María encontramos el modelo perfecto, es ella quien nos enseña a pronunciar confiadamente el «Fíat» a la Santísima Voluntad de nuestro Padre Dios. Imitar en todo momento el “hágase” de María fue para Madre Inés la orientación de toda su vida, deseando en cada instante y en cada detalle complacer al Señor, cumpliendo siempre, con amor y alegría, su Divina Voluntad. 

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
«Padre, nos ponemos en tus manos, nos entregamos a tu amor, a tu bondad, a tu generosidad, haz de nosotros lo que Tú quieras»; enséñanos a contemplarte y a recibirte en todo lo que permites en nuestras vidas, confiando siempre en que todo es designio de tu Amor. María Santísima ayúdanos a decir «Sí» y acompáñanos en cada momento para ser como tú, apóstoles de la Voluntad Divina. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


6. Pidamos conocimiento y amor a la Palabra de Dios

Jesús es el Verbo de Dios, es la Palabra de amor que el Padre ha pronunciado desde toda la eternidad y ha enviado al mundo para traernos el gozo de la Salvación. Toda la Escritura tiene en Él su cumplimiento; en el Evangelio es Jesús mismo quien nos habla «aquí y ahora», pues su Palabra es siempre actual, viva y eficaz. Madre Inés vivía de la Palabra de Dios, su lectura y meditación constante, eran su alimento, consuelo y fortaleza; fue así que ante el Sagrario y acompañada siempre de María, el Señor fue moldeando su corazón para asemejarlo cada vez más a Él. Escuchemos a Dios que nos habla con amor a través de su Palabra, y a ejemplo de Madre Inés, dejémoslo entrar en nuestro corazón para que haga de nosotros portadores de su mensaje de amor y salvación.

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Padre amoroso que has enviado al Hijo, tu Palabra hecha carne, para comunicarnos tu misma vida, abre los oídos de nuestro corazón para que podamos escucharte y proclamar así al mundo el gozo de tu amor. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


7. Pidamos acrecentar el espíritu de oración

El Señor nos busca, toca la puerta esperando una respuesta; es Él quien ha puesto en las almas esa sed de infinito, que nada ni nadie más es capaz de saciar, pues solo en Él se encuentra la verdadera paz. Es en la relación amorosa con Dios en donde el alma descansa y recibe las fuerzas para continuar caminando. La oración no es un acto momentáneo, sino algo que debe llenar todo el día; viviendo cada instante en presencia de Dios, Madre Inés, no sólo hacía oración, sino que su vida misma fue oración, «un himno no interrumpido de amor y gratitud al Señor». Pidámosle a María Santísima, modelo de oración, nos enseñe a hacer de nuestra vida un diálogo continuo con el Señor, para que podamos decir como San Pablo: «Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal. 2,20).

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Creador nuestro que has hecho nuestros corazones a tu medida y capaces de ti, y nos das la gracia de poder escucharte y hablar contigo como con un amigo, ayúdanos a permanecer siempre en tu amor, para así vivir y obrar en unión contigo, llevando a donde vayamos el perfume de tu presencia. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


8. Pidamos amar cada día más a Jesús Eucaristía

Jesús se ha quedado con nosotros para siempre. Se hace nuestro alimento para que podamos continuar viviendo, y nos ha dicho: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día» (Jn. 6,56). Dios mismo se hace Pan de Vida, para que quien lo coma no muera, sino viva para siempre. Él nos espera en la Santa Misa, donde se hace presente bajo la apariencia de pan y vino, realizándose así el milagro de amor más grande que existe. Madre Inés vivió de la Eucaristía, siendo ésta el alimento que la fortalecía y sostenía en todo momento. Delante del Sagrario sació su sed de salvar almas para Dios, visitándolo y amándolo por todos los que aún no lo conocen. Que María, la Madre de Jesús, nos enseñe a recibirlo con el mismo amor con el que ella lo acogió, de modo que su gracia nos transforme en Él y podamos ser presencia de Cristo para el mundo.

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Quédate con nosotros Señor y continúa fortaleciéndonos con el Alimento que perdura para la Vida eterna; transfórmanos en ti y haz que seamos, como Tú, pan partido para que el mundo viva. Gracias Padre Bueno por alimentarnos con el verdadero Pan del cielo, prenda de la Resurrección, que sacia nuestra sed y nuestra hambre; concédenos recibirlo con un corazón lleno de amor y de gratitud por tan gran don. «Señor, danos siempre de ese Pan». Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.


9. Pidamos imitar el «Sí» de María como discípulos–misioneros

Desde la Cruz, Jesús nos confía a la protección maternal de la Reina del cielo. Ella recibió con un «Sí» lleno de amor al Dios hecho Hombre para darlo a la humanidad. Ella, que llena de confianza le dijo a Jesús en Caná, «No tienen vino», nos dice hoy: «Hagan lo que Él les diga». Madre Inés fue hija fiel y amantísima de la Madre del Cielo, especialmente bajo su advocación de Guadalupe. La Virgen Morenita fue en todo momento su compañera inseparable que la llevó de la mano hacia su Hijo Jesús. Madre Inés no dejaba pasar ocasión para mostrarle su amor filial, y para hacerla amar inmensamente de todo el mundo, pues estaba convencida de que sería la Madre quien haría amar y conocer a su Hijo. La Guadalupana le prometió acompañarla en todos sus pasos, promesa que sigue cumpliendo en todos sus hijos espirituales, y se extiende a todos aquellos que tienen alguna relación espiritual con ella. Que como a Madre Inés, María de Guadalupe nos tenga en su regazo y nos cubra siempre con el manto de sus amorosos cuidados, enseñándonos a amar y a hacer amar a Jesús como lo hace ella.

Oración para todos los días:
Señor, Padre Santo, que sostienes y guías a la Iglesia. Tú has glorificado a tu sierva fiel Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de la Familia Inesiana. Ella vivió en sencillez y alegría, en contemplación y acción, inflamada por el ansia misionera de dilatar el Reino de Cristo. Ayúdanos a imitar su caridad misionera y, por su intercesión, concédenos la gracia que hoy te pedimos confiadamente. Amén
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria

Oración final:
Madre nuestra, que eres reflejo de la ternura de Dios y de su amor entrañable por todos los hombres, enséñanos como tú a pronunciar contigo el “Fíat” de cada día, de modo que, acogiendo la gracia de Dios en nosotros, seamos para Él instrumentos dóciles en su designio de salvación. Por Cristo Nuestro Señor. AMÉN.

*El original de esta novena fue realizado por nuestras hermanas Misioneras Clarisas en Roma en 2017. Esta es una versión resumida y adaptada para ser rezada por quien guste, en cualquier época del año, en especial del 13 al 21 de junio, ya que su Memoria Litúrgica se celebra el 22 de junio.

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