lunes, 10 de julio de 2017

«Hermana Agnes Kegazawa»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo VIII.

No tuve la dicha de conocer a la hermana Agnes Kegazawa en persona. De joven sacerdote siempre quise ir a Japón a conocer la primera misión que fundó la beata María Inés Teresa Arias, es más, desde que ingresé al Seminario yo decía que quería ser misionero en Japón. Definitivamente los caminos de Dios no son los nuestros, porque hasta la fecha, después de casi 58 años de edad, nunca he pisado el lejano oriente.

Conocí de esta hermana solamente de oídas, por lo que las hermanas platicaban de ella, especialmente la hermana Gelos (María de los Ángeles Torres) a quien poco tiempo después de que esta hermana fue llamada a la Casa del Padre, la escuché en Los Angeles, hablar de ella. Agnes era una hermana japonesa procedente de una familia budista que se convirtió al catolicismo y fue bautizada a los 23 años de edad con el nombre de María Agnes.

La hermana Agnes, inició el andar de su vida consagrada el 4 de octubre de 1956 y recibió el nombre de sor Agnes de San Francisco. Es de las primeras vocaciones de la Región de Japón, por lo que gozó todas las visitas que la beata Madre Fundadora realizó a esas lejanas tierras. Madre Inés solía decirle «corderito», haciendo alusión a su nombre y al espíritu de servicio y de entrega a cualquier trabajo de Nazaret que se le encomendaba. Realizo estudios de corte y confección en la escuela de costura de Nagano, y estudios de religión en la universidad Sofía. Las hermanas cuentan que era una hermana fiel, un alma pacífica y pacificadora, que, con humildad hacía la encomienda más difícil y la aceptaba de una manera muy natural.  

Luego de una fecunda vida religiosa, la hermana Agnes celebró sus Bodas de Oro en el año 2009 y pasó sus últimos años en la comunidad de Tokyo en donde llevo una vida completamente normal, cumpliendo con el horario de la comunidad, participando de todas las actividades. Ordinariamente, además de sus horas de oración, se dedicaba a las labores de costura de forma muy eficiente, además de otras tareas que se le habían asignado.  en la que permaneció hasta noviembre de 2012 en que tuvo que ser hospitalizada y le diagnosticaron un cáncer invasivo que se expandía con gran rapidez, los médicos encontraron el origen cáncer en los ganglios linfáticos, pero ya había alcanzado el sistema óseo y el respiratorio.

Regresó a la comunidad, pero, a los pocos días, el 12 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, fue internada nuevamente. Antes de llevarla al hospital, la llevaron a la Capilla y acompañada de la comunidad recibió a Nuestro Señor, hizo la renovación de sus votos y le ofreció a la Santísima Virgen una vez más todo su ser mientras le ofrecía una rosa a la Madre del Cielo y  la comunidad cantaba. Allí, con toda la comunidad, rezó pidiéndole a la beata María Inés que siguiera acompañado a su «corderito».

En el hospital recibió el sacramento de la confesión y la Unción de los Enfermos. Los testimonios de aquellos días, dicen que cada día que estuvo consciente, esperaba con ansia el momento de recibir la sagrada Comunión, dando así testimonio de su profundo amor a Jesús. Consciente de la gravedad de su enfermedad, ya solo esperaba, como la virgen prudente, con su lámpara encendida la llegada del Esposo Divino. 

Las hermanas Misioneras Clarisas de la Región de Japón, la recuerdan con cariño y le piden a este «corderito», que ha perseverado, interceda por esa Región Primogénita, pidiendo al Dueño de la Mies envíe nuevas vocaciones para seguir trabajando por la salvación de las almas.

Hermana Agnes, al presentarte en los umbrales de la eternidad, salió a recibirte el Esposo y tú, recordando a la beata María Inés, seguramente le dijiste aquellas palabras de la Lira del Corazón: «Mi tarea penosa, la de sembrar en el dolor, entre lágrimas ya terminó, ahora me toca Señor segar contigo en la alegría y llena de júbilo santo poseerte eternamente».

La hermana María Agnes Kegasawa Kyoko murió el 10 de enero del año 2013. ¡Descanse en paz!

Alfredo Delgado R., M.C.I.U.

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