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El trigo y la cizaña crecen a la par en nuestro mundo interior (Mt 13, 24-30) y no podemos dejar que la cizaña de la tristeza y el aburrimiento acaparen nuestra atención... ¡Qué crezca a la par y que estemos listos para cortarla de raíz para conservar el trigo de la alegría y de la esperanza! Tal vez hay quien le piense para ir a Misa del domingo... ¡No le pienses mas! Al salir de la celebración habrás arrancado la cizaña y, con el alimento de la Palabra y de la Eucaristía, podrás seguir enfrentando las vicisitudes de este mundo como trigo limpio.
El Señor Jesús, en la santa Misa, es nuestra defensa contra la «mala hierba». Jesucristo viene a salvarnos: para eso precisamente se hizo Hombre y nos redimió, y no quiere que ninguno de nosotros se pierda. En la Misa dominical Él espera por nuestra conversión; siempre espera, con la Madre santísima la conversión de todos, especialmente de los engañados. Él espera a todos en cada Misa para quitar la cizaña del aburrimiento, la falta de sentido y la desesperación... ¡El que tenga oídos, que oiga!
Padre Alfredo.
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