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En medio de este mundo, que se globaliza cada vez más en muchos aspectos, somos nosotros, los católicos (de corazón universal) quienes tenemos la encomienda de que el amor a Jesús se globalice también. Este es el grito suplicante de Madre Inés a nuestro Dios: «Qué todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero». Inmensa responsabilidad de que el amor sea amado. Es cierto que no somos capaces de penetrar todo y que no todo lo entendemos; estamos en camino y tenemos que continuar a los pies del Señor orando y escuchando sus enseñanzas en parábolas, pero, no debemos esperar a tener un pleno conocimiento de todo para poner ante los hombres aquello que hemos visto y oído.
Ya es jueves, casi se termina la semana... ¿He leído el Evangelio con atención en esta semana pidiendo a María que me ayude a comprenderlo y guardarlo en el corazón? ¿Soy como los que no entienden nada o como aquel a quien le he dado conocer el Reino? Hoy, ante Jesús Eucaristía en un rato de adoración, es una buena pregunta que nos podemos hacer y gozar de un excelente Jueves Eucarístico. ¡Feliz y bendecido Jueves!
Padre Alfredo.
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