La reflexión de hoy inicialmente se la dejo al Papa Francisco, pues copio, para ayuda de nuestra vida de oración, un trozo de una homilía que él hizo en el año 2013 sobre este tema. El Papa dice: «Para rezar no hay necesidad de hacer ruido ni creer que es mejor derrochar muchas palabras. No podemos confiarnos al ruido, al alboroto de la mundanidad, que Jesús identifica con “tocar la tromba” o “hacerse ver el día de ayuno”. Para rezar no es necesario el ruido de la vanidad: Jesús dijo que esto es un comportamiento propio de los paganos. La oración no es algo mágico; no se hace magia con la oración; esto es pagano. Entonces, ¿cómo se debe orar? Jesús nos lo enseñó: Dice que el Padre que está en el Cielo “sabe lo que necesitan, antes incluso de que se lo pidan”. Por lo tanto, la primera palabra debe ser “Padre”. Esta es la clave de la oración. ¿Es un padre solamente mío? No, es el Padre nuestro, porque yo no soy hijo único. Ninguno de nosotros lo es. Y si no puedo ser hermano, difícilmente puedo llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre, con certeza, mío, pero también de los demás, de mis hermanos».
Luego de leer al Papa, podemos que el Padrenuestro es el resumen orante y actuante de toda la vida cristiana. Esta oración es el resumen de todo el Evangelio. Muchos consideran el Padrenuestro como la síntesis de la predicación y práctica de Jesús. La vida de Jesús fue eso: el Padre y los hermanos: «Padre-Nuestro». Toda la práctica y predicación de Jesús consistió en esto: hacer la voluntad del Padre, que consiste en construir su Reino en medio de nosotros, para que así sea santificado por todos su nombre y todos los seres humanos, que formamos el gran pueblo de Dios podamos tener vida en abundancia, gracias a que adquirimos como don y como lucha lo que necesitamos para vivir con dignidad —Pan—, crecemos en la vida comunitaria y solidaria —Perdón—, superamos egoísmos e individualismos —Tentaciones— y nos liberamos de aquello que nos oprime —Mal—. Yo creo que este día haríamos bien en decir el Padrenuestro por nuestra cuenta, despacio, saboreándolo, creyendo lo que decimos. Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir nuestra fe con un amor sincero hacia nuestro Padre Dios y hacia nuestros hermanos, para que llegue a nosotros su Reino. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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