Dios ha asignado a cada uno de nosotros un ángel para protegernos y facilitarnos el camino de la salvación mientras estamos en este mundo. Desde el Antiguo Testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Re 19,5). En el nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.
Muchos santos se distinguieron por su amistad con su ángel custodio, al que acudían muy frecuentemente. Hoy puede ser un día para reafirmar nuestra devoción al Ángel Custodio, pues es mucha la necesidad que tenemos de él. Este es un buen día para preguntarse: ¿Cómo es mi relación con mi ángel de la guarda? ¿Lo escucho? ¿Hablo con él? ¿le pido consejo? ¿Está a mi lado?». Cada uno de nosotros puede hacerse estas preguntas para comprobar cómo es la relación con este ángel que el Señor ha enviado para protegerme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro del Padre que está en el cielo. Pidamos a María Santísima, Nuestra Señora de los ángeles, que nos haga dóciles al cuidado que el ángel de la guarda tiene de nosotros. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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