Vivimos en medio de una sociedad que cada día parece prestar más atención a las cosas materiales y sobre todo a lo que da una apariencia, aunque se presuma de lo que no se tiene. Esta situación va haciendo corazones fríos que no son capaces de prestar un pequeño favor o de gastar algo de tiempo en el otro cuando requiere de escucha o de otro tipo de atención. Si se deja entrar lo mundano en el corazón con la serie de cuestiones egoístas que le acompañan, se va dejando a un lado la acción del Espíritu Santo y se entrando lentamente en una situación que desencadena una serie de acciones que llevan a la apostasía. ¡Cuántas gentes hay que ha perdido la fe porque han dejado de lado al Espíritu Santo y a su acción en sus vidas! Gentes que viendo la luz, la niegan, gentes que ya no piensan en querer ser salvados. Son ellos mismos los que se excluyen del perdón y la salvación.
Gracias a Dios y a su infinita misericordia nosotros no estamos en ese caso, ya que como discípulos-misioneros somos perseverantes y estamos empeñados, hace tiempo, en este camino de vida cristiana que no sólo sucede en nuestro ámbito interior, sino que tiene una influencia testimonial en el contexto en que vivimos. Para mantenernos firmes este camino, sin dar paso a la mundanidad, necesitamos ánimos, porque no es fácil perseverar. Jesús nos asegura el amor de Dios y la ayuda eficaz de su Espíritu. Y además, nos promete que él mismo saldrá fiador a nuestro favor en el momento decisivo. No se dejará ganar en generosidad, si nosotros hemos sido valientes en nuestro testimonio, si no hemos sentido vergüenza en mostrarnos cristianos en nuestro ambiente. Que María Santísima, llena del Espíritu Santo nos ayude a mantenernos firmes en la fe. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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