martes, 19 de octubre de 2021

«Estar vigilantes»... Un pequeño pensamiento para hoy


Dentro de la historia de salvación, estamos viviendo un tiempo intermedio, el que va desde la primera venida de Cristo hasta su regreso, y este tiempo que vivimos, que es el de la Iglesia, exige una actitud particular: «La vigilancia». El Señor volverá y el discípulo–misionero no puede dormirse porque tarde. Debe permanecer alerta siempre, siempre en tensión. Sólo así el discípulo–misionero se asegura la acogida por parte de Jesús cuando vuelva. Sólo así se asegura la comunión con él en el gozo y en el amor. Sólo al siervo vigilante servirá el Señor (cf. Mt 25. 1-13; Lc 22. 27; Jn 13. 4-5). De este tema nos habla también el corto párrafo del Evangelio de hoy (Lc 12,35-38).

El tiempo en que tardará en regresar el Señor Jesús no lo sabemos. Habrá ciertamente signos que dejarán ver que el tiempo ha llegado, pero estos signos, que menciona san Mateo (Mt 24,1-14) se confunden con situaciones que se han ido dando a lo largo de la historia. Las primeras comunidades cristianas pensaban que la llegada del Señor era inminente y ahora, en el tiempo en que vivimos, hay quienes aseguran que la presencia de esta pandemia que vivimos es un signo claro de que el tiempo está ya cerca... la verdad sobre el tema no la sabemos, el tiempo del regreso de Cristo, que vendrá rodeado de gloria, solo Dios lo conoce. Nadie de nosotros puede saber la fecha exacta en que esto sucederá, solo Dios Padre sabe el día y la hora (Mt 24,36). La venida de Cristo será totalmente repentina, «como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente» (Mt 24,27). Por eso es tan importante que tengamos la certeza de que Cristo es nuestro Señor y Salvador, que hayamos rendido nuestras vidas ante él como María y como todos los santos. De esa forma, esperaremos su segunda venida con gozo y no con temor. Nosotros por eso, en toda época, en todo tiempo y lugar, como creyentes, desde que el señor ascendió a la derecha del Padre, hemos de tener una actitud de vigilante espera. 

Mientras esperamos la salvación prometida, el futuro que anhelamos, debemos permanecer en una actitud de vigilancia, con una esperanza activa que nos coloque en el camino del servicio. Endosar la vestimenta más apta para el trabajo, cuidar que las lámparas sigan iluminando, tener el oído atento al toque de la puerta son las únicas actitudes que pueden responder adecuadamente a las exigencias que el futuro nos plantea. Porque esa segunda venida de Cristo será un tiempo de gracia, encuentro con Alguien que retorna, pero a la vez un futuro que debemos preparar. Y de la respuesta activa de esa preparación depende la felicidad prometida a todo servidor vigilante. Sólo entonces el Señor que vuelve nos hará sentar a la mesa y se pondrá a servirnos. Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de caminar día a día vigilantes. Así cada día seremos un signo más claro del amor de Dios en medio de nuestros hermanos. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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