domingo, 10 de mayo de 2020

«Margarita Torres Mier, una religiosa de gran empuje misionero»... Vidas consagradas que dejan la huella de Cristo LIV

Margarita Torres Mier nació en Morelia el 26 de julio de 1918 y fue bautizada co el nombre de «Margarita de la Santísima Trinidad».

De un temperamento muy alegre, la joven Margarita solía asistir a fiestas y combinar esto con el gusto de ser catequista. Trabajaba en los almacenes llamados El Puerto de Veracruz, en el departamento de artículos religiosos y allí conoció a la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, que le lanzó la invitación para consagrar su vida al Señor como religiosa. Junto con su amiga Ruth Velázquez (+) ingresó a la congregación que la beata había fundado recientemente y fue recibida por la misma beata en la Casa Madre de Cuernavaca el 5 de agosto de 1952. Inició su noviciado el 2 de febrero de 1953 y emitió su profesión temporal el 6 de febrero de 1955 ante la beata María Inés prometiendo vivir en castidad, pobreza y obediencia como Misionera Clarisa.

Habiendo estudiado carrera comercial, completó sus estudios superiores en la Universidad de Morelos y en la Universidad Femenina de Puebla, en esta última estuvo de 1955 a 1958 para regresar a Cuernavaca al finalizar sus estudios.

Entusiasta en la obra de la Ciudad de la Niña que se pretendía en aquel entonces hacer en Cuernavaca, acompañaba a las hermanas promotoras de dicha obra, que, como se sabe, tuvieron en 1958 un accidente en la carretera México-Cuernavaca, perdiendo el material que llevaban para la construcción y el mismo vehículo en el que viajaban que quedó como pérdida total. Con el permiso de la beata María Inés, se presentó en un programa de televisión de aquellos años que se llamaba «Reina por un día» del cual la comunidad recibió grandes ayudas y algo que estaba en los planes de la Divina Providencia.

Entre los premios que la hermana ganó en aquel programa fue un viaje para dos personas a Costa Rica, a donde viajó acompañada de la hermana Margarita Landa (+) y aprovecharon pa entrevistarse, como la beata María Inés deseaba, con el obispo de San José, hecho que marcó el inicio de los trámites de la fundación de la obra en Costa Rica.

En ese mismo año de 1958, fue enviada a la casa de San Antonio Texas, en los Estados Unidos donde la comunidad de hermanas colaboraba en la catequesis de varias parroquias. Volvió a la Casa Madre en 1960 y ese año hizo sus votos perpetuos el 3 de julio igual que su profesión primera, ante la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento. Allí buscó la manera de conseguir gran cantidad de los muebles del edificio de Asís, que después del terremoto del 19 de septiembre de 2017 tuvo que ser derrumbado debido a los innumerables daños que sufrió.

De 1961 a 1964 fue nombrada maestra de novicias, cargo que desempeñó con mucha entrega y dedicación formando a las recién llegadas a la vida religiosa en el carisma que la beata María Inés Teresa había recibido del Señor para esta obra.

Siempre alegre, era muy querida en esta y en las distintas comunidades de las que formaba parte. Se distinguía en las recreaciones por contar muy buenos chistes que animaban a la comunidad y por sus dotes para el baile. Esto se entremezclaba con su humildad, docilidad, lealtad y obediencia. 

La beata María Inés Teresa depositó en ella su confianza y le encomendó tareas y responsabilidades de alto calibre que Margarita se esforzaba por cumplir de la mejor manera.

En 1964 fue enviada a Roma, a formar parte de la comunidad que se preparaba en la rama sanitaria y después fue enviada a fundar las comunidades de Pamplona y de Madrid, en España. Teniendo una encomienda de gran trascendencia al supervisar la construcción del Colegio Mayor que hasta la fecha funciona en Pamplona y que acoge a chicas de diversas partes de España y otras partes que estudian en la Universidad de Navarra. La construcción se inauguró el 12 de octubre de 1970 y la hermana Margarita fue nombrada Superiora Regional de España.

En el año 1973 el Capítulo General la nombró Consejera General por seis años y entonces se trasladó a Roma en donde desarrolló esta encomienda acompañando a la beata María Inés en algunos viajes internacionales. Terminado el tiempo de esta tarea apostólica estuvo colaborando un buen tiempo en la Casa General y en las comunidades de Garampi y Pisoniano, en Italia. Allá celebró, en 1980 sus bodas de plata. Yo la conocí en Roma en 1984 cuando estaba yo en mi primer año de noviciado y me tocó compartir varios momentos con ella, después la seguí viendo casi hasta el final de sus vidas, dejándome la impresión de una religiosa de gran empuje misionero.

En 1991, pasó a formar parte de la comunidad de la Casa Madre en México y allí empezó a desarrollarse en ella la terrible enfermedad del Alzhimer. Desde el año 2002 residía en la casa del tesoro, en Guadalajara, donde mientras pudo, colaboró en diversas tareas de casa, dedicando gran parte del día a la oración. Poco a poco fue perdiendo la memoria reciente y conservando su ser religioso, era siempre agradecida y atenta. En el año de 2005 celebró sus bodas de oro. 

Siempre muy amante de la Santísima Virgen María, nunca perdió ese cariño y aún con la difícil carga de una enfermedad que abruptamente atrapa muchos campos de la mente, ella siguió con su rezo del Rosario repetidamente.

En sus últimos meses de vida, los dolores que le acaecían la fueron acabando más y más. Los especialistas decían que sus dolores eran terribles, más fuertes que los del cáncer. El último domingo de su vida, ya con la enfermedad muy avanzada, pasó todo el día repitiendo «Jesús es misericordia». Con serenidad y paz fue viviendo sus últimas horas aquí en la tierra hasta que el día 15 de febrero de 2010, entregó su vida al Señor asistida por las hermanas enfermeras y de casa y ungida con el oleo sacramental. Descanse en paz la hermana Margarita Torres Mier.

Padre Alfredo.

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