El día de hoy seguimos escuchando la Palabra de Dios con la ayuda del Evangelio de san Marcos en la liturgia de la palabra de la Misa de cada día. Estamos este año litúrgico frente a un Evangelio con una inquietud bien clara: descubrir quién es este Jesús de Nazaret. San Marcos nos ha ido ofreciendo, con sus textos, la reacción de distintos personajes ante Jesús: los enfermos, los discípulos, los escribas y fariseos. Hoy, en este Evangelio (Mc 8,27-33), nos lo pide directamente a nosotros: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo». La página de hoy, con esta pregunta esencial, es como el centro de todo el evangelio de san Marcos. En Cesarea de Filipo, Jesús hace, ante todo, un sondeo de opinión entre sus discípulos sobre lo que dice la gente acerca de él y que ellos mismos han escuchado. Le responden que para algunos es Juan el Bautista, para otros Elías y para otros uno de los profetas. En seguida Jesús interpela a los doce: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» (Mc 8,29). La respuesta de Pedro es espontánea y resuelta: «Tú eres el Mesías». «Mesías» es un término hebreo que en griego se traduce por «Cristo» y en español por «Ungido».
Hace muchos años, cuando estudiaba el Curso Introductorio a la Filosofía en Saltillo, allá por 1981, para un taller de Cristología, nos enviaron a las calles de la capital coahuilense a hacer una encuesta con esta pregunta: «¿Para ti, quién es Cristo?», a pesar de que en aquellos años no se veía la descristianización que ahora el mundo experimenta... había cada respuesta... ¡Qué poco se conoce a Jesús como Mesías, como el Cristo, como nuestro Salvador! El Papa Francisco, comentando este Evangelio afirma que esta pregunta solamente se entiende a lo largo de un camino, después de un largo camino, un camino de gracia y de pecado, un camino de discipulado. Jesús, a Pedro y a los demás apóstoles, no les ha dicho «¡Conóceme!», les ha dicho «¡sígueme!» Y este seguir a Jesús —dice el Papa— nos hace conocer a Jesús. Seguir a Jesús con nuestras virtudes, también con nuestros pecados, pero seguir siempre a Jesús.
San Juan Pablo II beatificó el 13 de junio de 1999 en Varsovia, durante su séptimo viaje apostólico a su tierra natal, 108 mártires víctimas de la persecución contra la Iglesia polaca durante la ocupación alemana nazi, de 1939 a 1945. El odio racial forjado por el nazismo, provocó más de cinco millones de víctimas entre la población civil polaca, muchos de ellos eran religiosos, sacerdotes, obispos y laicos católicos comprometidos. Todos ellos supieron decir quién era Cristo y lo que significaba Él para sus vidas. Entre ellos estaba la beata Julia Rodzinska, virgen de la Congregación de Hermanas Santo Domingo y mártir que se celebra en Polonia el día de hoy. Como educadora fue conocida como la «madre de los huérfanos» y además era llamada «la apóstol del Rosario». Fue arrestada el 12 de julio de 1943, sufrió por dos años en el campo de concentración de Stutthof, dónde murió el 20 de febrero de 1945, después de haber contraído el tifus, enfermedad que azotaba el campo de concentración ya que carecía de elementales condiciones higiénicas. Contrajo la enfermedad mientras daba consuelo y apoyo a las prisioneras judías ya contagiadas y aisladas. Para definir quién es Cristo, no se necesitan grandes disertaciones y teorías, basta el testimonio de vida. Y para ti: ¿Quién es Jesús? Que la Virgen Santísima que lo definió con su «sí» perenne nos ayude. ¡Bendecido jueves!
Padre Alfredo.
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